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Contenido creado por Catalina Zabala
Cine
Balada de un hombre flaco

“A Complete Unknown”: cómo Robert Allen Zimmerman llegó a convertirse en Bob Dylan

La biopic dirigida por James Mangold se concentra en la llegada del músico a Nueva York y su conversión del folk a la guitarra eléctrica.

04.02.2025 11:16

Lectura: 16'

2025-02-04T11:16:00-03:00
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Por Gerónimo Pose | @geronimo.pose

La leyenda dice que Robert Allen Zimmermann nació en Duluth, una localidad de Minnesota, el 24 de mayo de 1941, y que fue a la escuela en Hibbing, una ciudad cercana a la que llaman "la mina al aire libre más grande del mundo". Recuerda a Duluth como una pequeña ciudad minera, una ciudad construida sobre una montaña en Lake Superior. Su padre también nació allí, y su madre era de Iron Range County.

Nunca le interesó demasiado ir a clase. Rápidamente desarrolló una especie de obsesión por pasear por las calles y observar a la gente. Se anotó en la Universidad de Minnesota, en una carrera que nunca terminó. En clase de Ciencia reprobó por negarse a matar a un conejo. Suspendió Comunicación por llamar todos los días diciendo que no podía ir. Aprobó Español, pero nunca le enseñaron nada. Lo echaron a patadas de la Casa de Fraternidad, donde los universitarios se juntaban a beber como cosacos en los tiempos libres.

Escribió su primera canción y se la dedicó a su madre. Empezó a fumar a los 11 años y solo dejaba de hacerlo para respirar. Una vez que se cansó de arrastrarse por la ciudad desierta, muerta, con un edificio derrumbado al que llamaban "escuela", decidió tomar el primer tren de mercancías para que se lo llevara a alguna parte.

Llegó a Galveston, hizo dedo y terminó en Texas. Al llegar fue a buscar a un amigo, y su madre lo recibió en la puerta diciéndole que no se encontraba, que se había ido al Ejército. Entonces se fue a California. En la carretera lo levantó una mujer, una camarera, y se lo llevó al Festival Indio de Gallup en Nuevo México.

Durmió innumerables noches bajo la protección de la luz de la luna, o a la sombra de ella. Conoció cruces de autopistas, respiró polvo al costado del camino, viendo a los autos y los camiones pasar para luego perderse a la distancia.

En el invierno de 1961 salió para Nueva York. Con tres dólares en los bolsillos, se aventuró a conocer el lugar donde se desarrollaban los más importantes músicos de ese momento: Woody Guthrie, por ejemplo, al que Zimmermann admiraba profundamente a partir de escuchar su música y de haber leído su autobiografía, Bound of Glory (1997). Parte de la misión era ir a conocerlo. Woody se encontraba enfermo y paralizado en el hospital de Greystone, cerca de Nueva Jersey.

Bob Dylan en 1963

Bob Dylan en 1963

A Complete Unknown se estrenó el pasado jueves 30 de enero en las salas uruguayas. Dirigida por el cineasta James Mangold [Logan (2017), Ford V Ferrari (2019), Walk The Line (2005)] y protagonizada por Timothée Chalamet, la película se basa en el libro escrito por Elijah Wald en el que se relata el proceso de electrificación de Robert Allen, Dylan Goes Electric! Newport, Seeger, Dylan And The Night That Split The Sixties (2015).

Es decir, lo lleva a la pantalla grande desde el momento en el que llega a Nueva York, hasta que se saca esa piel folk de cantante de protesta que lo estaba fastidiando, ocurriendo este antecedente nada más ni nada menos que en el Newport Folk Festival de 1965.

Aquel que aparece en el documental No Direction Home (2005), dirigido por Scorsese, y en el que alguien desde el público, cuando estaba tocando en el Free Trade Hall de Manchester, le grita "¡Judas!". Luego se escucha el murmullo entre el público hasta que el joven Allen, con su saco gris y la armónica sostenida por un armatoste, le responde: "I don´t believe you, you´re a liar". Se da vuelta y le indica a su banda que toque fuerte, muy fuerte. Luego comienza a sonar "Like A Rolling Stone". Pero eso ustedes ya lo saben.  

James Mangold había hecho su intento de retratar aunque fuera una pequeña fracción temporal —como lo acaba de hacer en A Complete Unknown— de la vida y obra de artistas inconmensurables. Se recuerda Walk The Line (2005), con un Joaquin Phoenix personificando a "Man in Black", Johnny Cash. Mangold narra parte de la infancia, el posterior ascenso al estrellato, la relación con su primera esposa y luego con June Carter, del portavoz de aquellos damnificados por las dulces promesas del sueño americano.

Esta decisión de no buscar hacer una película innecesaria en la que se intente abarcar la vida entera del artista, y solo centrarse en una significativa división temporal, es un acierto. Toda la intención se concentra en esa porción, que a su vez constituye un periodo fundamental a la hora de comprender el siglo XX. Porque los contextos sociopolíticos y culturales son los que, al fin y al cabo, hacen que estos proyectos salgan a flote y adquieran su propia magnitud.

"Blowin In The Wind" ve la luz en el año 1962, popularizada por el trío Peter, Paul & Mary. Carga una declaración hija de su tiempo, de sus complicaciones y de la visión de un hombre que a través de la misma se vuelve la voz amplificada de los que no cuentan con una amplitud preferencial.

Entonces se entiende el grito de "¡Judas!". La electrificación de Dylan fue tomada en su momento como una traición. Incluso pensado como un autoboicot profesional por los miembros de la discográfica, que al escuchar las maquetas de Bringing It All Back Home y Highway 61 Revisited, ambos publicados en el año 1965, hicieron lo posible por hacer entrar en razón a Allen.

Timothée Chalamet personifica a Dylan. Por lo menos a la hora de tocar y cantar, lo hace bien. Es cierto que aquellos más adeptos y acostumbrados a la música del "completo desconocido" irán a ver la biopic con cierto recelo, con los colmillos afilados, preparados para atacar ante el más mínimo detalle que no concuerde con la realidad. Pero logra una actuación bastante aceptable, teniendo en cuenta que el suyo es un Dylan bastante más presente y accesible que los otros que creemos conocer.

Le llevó varios años de intensos aprendizajes y acostumbramientos para tocar la guitarra, la armónica y por supuesto, cantar lo más parecido posible al joven vagabundo de "Desolation Row". Tanto sus vulnerabilidades como su genio se llevan a la pantalla y nosotros creemos, tras ver la película, que logramos por fin conocerlo.

Acercarnos al que luego, en el 75, se fue con la Rolling Thunder Revue, en la que anduvo con Joan Báez y apareció Patti Smith. Sam Shepard luego escribe un libro, y se filma tanto material que en el año 2019 Scorsese vuelve a dirigir una película sobre Dylan, a la que llamó precisamente Rolling Thunder Revue (2019).

Esto en parte a que sabía. Conocía los océanos de tinta que habían corrido intentando aproximarse a la vida, obra y los milagros del chico de Duluth. La biografía de Jesús Ordovas, la de Andy Grill, Manuel López Poy, Greil Marcus y su espectacular Like a Rolling Stone: Bob Dylan en la encrucijada (2022), incluso el mismo Dylan ha publicado un volumen de crónicas, I´m Not There (2007). Buscó retratarlo dividiéndola  en una serie de personajes enigmáticos. Todos buscaban parecerse a una de las versiones del completo desconocido. Quizás algunos argumenten que ningún Dylan ‘’ficticio’’ va a igualar al que aparece en el documental Don’t Look Back (1967)dirigido por D.A. Pennebacker, en el que acompañamos a Dylan en su gira por Reino Unido cuando solo tenía 23 años.

A Complete Unknown (2024), James Mangold

A Complete Unknown (2024), James Mangold

Que te lo creas o no es una discusión válida y de la cual podemos desplazarnos a varios puntos. ¿Realmente buscamos ver a un calco de Robert Allen Zimmerman? Para poder apreciar cualquier expresión artística  (principalmente en el teatro y el cine) hay que hacer un pacto en la entrada, un pacto en el cual entendamos que todo es una gran mentira y que por ende estamos dispuestos a que nos mientan en la cara. En la película hay varias mentiras.

Ya que hablamos del grito de "¡Judas!", en el largometraje trasladan el suceso al festival Newport, cuando sabemos que ocurrió en Manchester y un rato después. Otra muy significativa apela al estilo a la hora de tocar la guitarra. Es popular la historia en la cual Dylan declara que esos acordes, esa intención, la aprendió en las ferias, algo que irritaba principalmente a Joan Báez, que en la biopic lo trata de mentiroso. La película busca ilustrar a la divinidad musical como un actor innovador de completa reinvención. Por ende, se entiende más adelante el paso del folk a lo más eléctrico, y así sucesivamente.

Es por toda esa presión atmosférica que recayó en los hombros de Chalamet, y lo fue cazando del cogote desde el anuncio de que otra película sobre la vida de Bob Dylan se iba a rodar que, como comenta en entrevistas promocionales, quiso hacer un buen trabajo. Y eso implicaba ponerse a laburar, alejarse incluso de los celulares que arrebatan a uno el tiempo de las manos y lo sumergen en un loop infinito, gracias al ínfimo invento llamado scrollear.

La figura de Woody Guthrie se respeta. No tanto la de Pete Seeger, que resulta ambigua y un tanto decepcionante. Pareciese ridiculizarse con su banjo, su programa de televisión y sus intentos por reanimar al folk con caras más jóvenes. Dylan visita a Woody, y a pesar del silencio del que padecía una afección terrible, construyen momentos de humor que vale la pena destacar, como cuando tocan muy fuerte dentro del hospital en la habitación compartida con una mujer en coma, el guardia corre para frenar esta situación y Dylan alega que la señora no va a escuchar absolutamente nada.

A Complete Unknown (2024), James Mangold

A Complete Unknown (2024), James Mangold

Al elenco lo completa Monica Barbero, haciendo su interpretación de Joan Báez. Quizá lo mejor de la película, junto al Johnny Cash de Holbrook. Capta el tono y el aire de la voz de Báez, al igual que su mirada ausente y distante en iguales proporciones. Una artista que siempre estuvo más que comprometida con las capacidades y amplitudes de sus expresiones artísticas. Edward Norton como el músico Pete Seeger, mostrado como una especie de faro racional a lo largo de la película. Elle Fanning como Sylvie Russo, que es en efecto Suze Rotolo, la primera musa de Dylan y la que aparece en la tapa de The Freewheelin’ Bob Dylan (1962).

Fue decisión del propio Dylan la de cambiarle el nombre en la película. Estuvo metido muy a fondo en la producción, no solo compró los derechos del libro que la inspira, sino que se rumorea que personificó todo el guion frente al director y le llamó la atención cuando encontraba partes que no le gustaban del todo. De todas formas, tanto Mangold como Dylan sentían que todos los personajes eran en sí iconos y personalidades que se defendían por sus propios medios. La única persona "real" era Suze, y no querían someterla a esa presión.

La relación entre ambos se detalla perfectamente en la biografía A Freewheelin Time (2008), donde Suze habla de cómo se conocieron, ella teniendo 17 años y él 20, en el Festival Hootenanny, entre otras apreciaciones personales. Scoot McNairy personifica a Woody Guthrie, Will Harrison a Bob Neuwirth, Charlie Tahan a Al Kooper, entre otras celebridades que integran el reparto.

Al igual que en Walk The Line, Mangold hace uso de estos romances. Si en la biopic de Cash se palpaba en el aire el rostro de amargura de la primera esposa del hombre de negro al ver, desde el público, cómo poco a poco June Carter lo va enamorando, en A Complete Unknown lo utiliza para plantear la hipótesis de que esta podría ser una película de amor. Dylan se debate entre su novia Suze Rotolo y Joan Báez.

Esa confrontación que en Walk The Line se personificó a través de June y Cash cantando a dueto, la vuelve a utilizar acá cuando ambos interpretan, compartiendo incluso el mismo micrófono, "It Ain´t Me, Babe". Esa canción que forma parte de Another Side Of Bob Dylan (1964), un álbum que es casi que hijo de un divorcio y que lo agarra a Bob entre la era del cantante de protesta y la electrificación, ante la atenta mirada de Suze que no aguanta más y sale corriendo. Bob Neuwirth la va a buscar y la hace entrar en razón, pero no sirve de nada. Posteriormente ella lo abandona por completo en una escena un tanto desestimulante, ambos separados por una reja. Luego, las dudas al ver que se iba a enmarcar en una gira junto a Báez y otras escenas, todas vistas desde el público, respetando ese anonimato que Suze vivió. 

El principal autor de la mitificación de Bob Dylan es el propio Allen. A lo largo de los años todos han intentado proyectar sus propias interpretaciones, generando que la figura real, lo que realmente está detrás de esa voz, sea algo difuso. Algo inmaterial e invisible que, rondando los teatros, las tarimas y los asientos, va dando tumbos. El guion resulta bastante plano y algunas actuaciones son poco imaginativas.

"La gente inventa su pasado, recuerdan lo que quieren, y olvidan el resto", responde Dylan ante las acusaciones de Sylvie de no saber nada de su pasado. El ritmo no es nada sostenido e incluso un tanto decepcionante en el primer tramo de la película. Resulta vago y apurado a pesar de que, en total, la película dura 140 minutos.

Quizá destaque un poco a la hora de la electrificación, cuando Dylan adopta una postura irónica, sarcástica e incluso peligrosa. Con sus lentes oscuros, las camisas. Completamente atrapado por el personaje. En un momento de completa libertad, cuando lo que más anhelaba Allen era escapar de todo encasillamiento, de todas las voces que a su alrededor buscaban dictaminar lo que tendría que ser. Pero parecería que Chalamet no estuviera del todo preparado ni cómodo personificando a Dylan y que, por momentos, lo único que los une es tener el pelo rizado y los lentes negros. Los momentos más emotivos resultan agrios, ya que apelan a las canciones y su fuerza en sí, más que a las personificaciones. Se pone el ojo en la intersección de Dylan con la música y la política. Entre la modernidad y lo más viejo. Se perciben en el aire las revueltas raciales, la crisis de los misiles y otras escabrosas situaciones que golpean directamente a la población.

Su traición por el corazón rebelde y radical del folk fue incluso criticada por su colega Seeger, y Mangold no logra tratar adecuadamente del todo esta sucesión de hechos. Hay una pereza a la hora de relatar los vínculos del folk con las luchas políticas y sociales, por ejemplo. Salvo algunas esporádicas y sueltas noticias que surgen de la televisión, no hay mucho más. Seeger, tras el juicio al que fue sometido por la canción que según el Estado atenta contra la ciudadanía, canta la misma frente a las cámaras. Había entrado en el ojo de la tormenta, principalmente del FBI, tras escribir una carta muy enardecida criticando duramente las medidas del gobierno y la deportación masiva de japoneses. Y es que Seeger era un gran activista por los derechos humanos, amigo de la España Republicana y de quienes ayudaron a defenderla en los periodos más oscuros de su historia reciente.

A Complete Unknown (2024), James Mangold

A Complete Unknown (2024), James Mangold

Pero estos aspectos quedan sueltos, volando en el aire. A su vez, no se menciona la llegada y la influencia británica en el estilo de Dylan (solamente hay un comentario al pasar en una fiesta en la que alguien menciona a los Beatles). Tampoco hay conexiones entre Dylan y el por ese entonces ya asentado movimiento Beat. Muchos, pasados los días, están trayendo a colación Inside Llewyn Davis (2014), de los hermanos Coen (Joel y Ethan), en la que este mismo conflicto se trata (mucho mejor, he de decir) pero visto desde el lado opuesto, es decir, del tipo que en la actualidad se queda con la guitarra acústica e intenta embanderarse con el folk en una actitud que podríamos llamar anacrónica. Dylan llega a la ciudad buscando abrazar a sus héroes del folk y termina, al final de la película, despidiéndose (al menos artísticamente) de los mismos cargando otros instrumentos, otras ideas y otras intenciones. 

Destacan varios puntos fuertes y emotivos, como cuando Dylan le canta su canción a Woody Guthrie, recién llegado a Nueva York, ante un Woody completamente tomado por la enfermedad y bajo la mirada de quien luego lo acogió por la noche, ya que no tenía lugar donde dormir, Pete Seeger. Otro perfectamente podría ser cuando tocan "Like A Rolling Stone" en Newport frente a una multitud furiosa que le arroja a él y a la banda todo lo que tengan a mano: latas, diarios, folletos.

Se perpetúa el cometido: ilustrar la rebeldía y por consecuencia valentía que tuvo Robert Allen para con su propio camino artístico. Haciendo oídos sordos a lo que le decían tanto los seguidores, la discográfica y los propios organizadores de los festivales y de las giras.

También es acertada la realización desde el punto de vista de que no es una biopic clásica; con su inicio, su ascenso, quizá sus problemas con las drogas y posterior descenso, hasta que vuelve al estrellato. Más allá de narrar ese particular período, la película se centra no solo en las turbulentas relaciones de Bob, sino también en el conflicto estrictamente estético, planteado en su electrificación. Y este conflicto surge casi que al final de la película. Por ende, no se vuelve un leitmotiv arrastrado durante los 140 minutos.

Sirve a su vez, y no está de más aclararlo, como una puerta de entrada al universo Dylan. Un universo compuesto por varias aristas, cada una de ellas a explorar. Una puerta de entrada para generaciones que desconocen la magnitud del artista.

Puede que uno de los principales errores que hacen que esta película no llegue a buen puerto, es que se retrata a los personajes haciendo énfasis en su apariencia pública llevada incluso al área más privada, logrando así que no exista ningún nivel de profundidad ni expresivo de los mismos. Al final resulta en una vaga expedición, con momentos excelentes, de lo que fue uno de los periodos más fructíferos del joven Dylan y más revolucionarios de nuestro tiempo.