Documento sin título
Contenido creado por Sofia Durand
Cine
Maigret, Pessoa y la playa

“Agarrame fuerte”: la amistad y el duelo desde el lente de Leticia Jorge y Ana Guevara

La película uruguaya recibió el Premio Nora Ephron en la edición 2024 del Tribeca Festival.

20.11.2024 13:53

Lectura: 13'

2024-11-20T13:53:00-03:00
Compartir en

Por Sofía Durand Fernández
sofdurfer

Leticia Jorge y Ana Guevara se complementan. Una termina la idea de la otra, hablan de Vivir su vida (1962), de Jean-Luc Godard, o del director Miguel Gomes para citar algunas referencias, señalan detalles en Agarrame fuerte (2024) que fueron extraídos de anécdotas de su amistad. Llevan la conversación con una sincronización que parece ensayada. 

No es una romantización vana, es la consecuencia de años de trabajo. La dupla Jorge-Guevara tiene en su haber Tanta agua (2013), y Alelí (2020). Ahora, con Agarrame fuerte, abordan la historia de un grupo de amigas que sufre la pérdida de una de ellas y su consecuente duelo. Lejos de apelar a la tristeza, proponen un viaje en el que no se busca relativizar ni banalizar la muerte, sino que poner al espectador en el núcleo del vínculo entre Adela, Helena y Lucy, las protagonistas. 

Con locación en Solís, la trama y los recursos utilizados trabajan en conjunto para concebir una historia que habita lo fantástico. Según Guevara, las protagonistas se encuentran "en una especie de lugar que no es muy real". 

En junio de este año, la película recibió el premio Nora Ephron, galardón que reconoce a cineastas que, según el jurado, comparten el espíritu y la visión de la guionista y directora estadounidense. En los últimos años, los productos audiovisuales que tratan sobre la amistad entre mujeres han aumentado, al punto de convertirse en un género en sí mismo.

Si bien no fue la intención de las directoras, reconocen que Agarrame fuerte tiene ese componente, retratado desde nuestras costumbres y cultura. "Hacer cine en un lugar, mostrar el lugar en donde vos vivís, a gente a la que vos más o menos conoces y cómo es un velorio en Montevideo, que para todo el mundo es más o menos de esta manera, tiene que ver con la construcción de un imaginario que es mucho más nuestro que lo que vemos en HBO", explica Guevara. 

Fotos: Javier Noceti

Fotos: Javier Noceti

Hay decisiones disruptivas, como la división clara en tres actos con texto, la voz en off, e incluso en cierto momento un pájaro recita un poema. ¿Cómo y por qué tomaron estas decisiones?  

Ana Guevara (A.G.): Sugirieron que la voz en off estuviera en primera persona, nosotros nunca lo hicimos. Era insoportable, intenso al cuete. 

Leticia Jorge (L.J.): Todo tiene que ver con establecer lo que pasa. Hay una búsqueda formal muy fuerte, que todo el tiempo hace énfasis en que lo que estamos viendo es una película. Es autoconsciente permanentemente, desde los intertítulos. Cada vez que pasás de una parte de la película a la otra, la película da un paso hacia atrás y es como si estuvieras viendo la página que dice el nombre del capítulo, como un libro. Un poco tenía que ver con eso porque estaba inspirada en una cosa muy íntima, que no solo es nuestro, sino que también se puede extender a más personas. Es un relato, no estábamos tratando de inmiscuirnos ni retratar la intimidad de nadie. Esto es un cuento, es una película. También nos daba a nosotras un aire, dar un paso hacia atrás. 

A.G.: Además empezó a pasar en un momento del guion que esa parte en la que Adela llega a Solís se volvió así, porque no fue siempre así, se empezó a volver un mundo que no es el de la realidad, es uno más fantástico. Pasan cosas que pasan en las obras del género más fantástico. Yo no sé si los intertítulos aparecieron antes o después.  

L.J.: En un momento yo escribí lo que quería que vaya en los intertítulos, y después entramos con la idea de que tuvieran un grabado, que se moviera... 

A.G.: Y que tuviera que ver con lo que estaba pasando en cada acto, como en los libros. Empezamos a pensar que tenían que pasar más cosas en esa parte de la película, relacionadas con lo fantástico, y que no podía ser solamente que al final terminara de una manera y no hubiera pasado nada.  

¿Es una película sobre el duelo, sobre la amistad, o sobre ambas cosas?  

A.G.: Es un poco sobre las dos cosas, creo que es más sobre la amistad, pero hay un duelo muy fuerte y hay una tragedia  

L.J..: Sobre la amistad en el marco de un duelo. La película es un duelo en sí mismo. 

Fotos: Javier Noceti

Fotos: Javier Noceti

Hay algo muy ligado con el duelo que es la idealización de los recuerdos. Pero se expone en pequeños detalles, con varios recursos. Desde el lugar del espectador se percibe como un intento de ponernos en el lugar de esas personas a través de lo sensorial.   

L.J.: Yo creo que es una película que no da mucha información, no te explica mucho nada. Va mucho a las emociones, y en ese sentido es muy directa la conexión que tiene con el espectador, lo que te enterás es cómo se están sintiendo estas personas. Me parece que lo que tiene también es eso del lugar al que ella llega y estas cosas que pasan, Elena, que está ahí, el lugar en el que vive ahora es ahí, convive con ese pájaro que habla y es un poco eso. Tiene la capacidad de estar en ese lugar y cuidar a la amiga, darse cuenta de que está mal, reírse con ella. Todo eso es igual de fantástico desde el punto de vista de Adela que el pájaro que anda recitando Pessoa.  

A.G.: Tienen que convivir todas las cosas y formar parte de un mismo mundo que es una cosa que inventamos para ellas. Si bien es un lugar que nosotras conocemos, una casa que nosotras conocemos, personajes que son re tangibles, están en una especie de lugar que no es muy real.  

¿Cómo fue el proceso de construcción de los personajes, en especial de Elena, alguien a quien conocemos a través de los demás y tiene algo etéreo en ella?  

L.J.: Yo creo que lo etéreo se lo da mucho Vicky, que es la actriz. Había una idea, lo dice un intertítulo “la más linda de todas”, que no tiene que ver solo con su aspecto físico, sino con la forma de ser que tiene, una facilidad para entrar en los lugares con gracia. Después Elena es la más grande, no de edad, pero Adela, además de que la quiere, la extraña y está muy romantizada en su recuerdo, se deja llevar mucho por la energía de Elena. Elena es la que lava las cortinas, la que hace el licuado, la que dice que vayan a la playa, la que agarra las bicicletas, la que le cocina a Paquito: es un poco el motor. Teníamos claro cómo eran ellas, también había una idea de que lo que surgiera con el trabajo con las actrices iba a estar bien, porque si tu amiga se va y la extrañas, la vas a extrañar igual, no importa si era más así o más asa.  

A.G.: Porque no es muy sobre eso la película, sobre cómo son y por qué son de cierta manera. Es eso que decía Leti antes, no hay mucha información, no es que sabés pila, sino en relación con ellas.  

L.J.: Son distintas entre ellas. Lo que más habla de Adela es todo este romanticismo y esta capacidad del hechizo, es una persona que vive mucho en su cabeza. Creo que lo que más información te da es eso, lo que hace en la película. Es mucho más fuerte el hecho de que va hacia al pasado a buscar a Elena. 

Fotos: Javier Noceti

Fotos: Javier Noceti

En el mundo audiovisual, la amistad femenina ha sido retratada en obras como Frances Há (2012), Girls (2012), entre otras. Más allá de que no era la intención principal de ustedes, es una película que puede entrar en este género. ¿Cuál es la importancia de tener un relato de amistad femenina traído a nuestra cultura? 

A.G.: Lo es, aunque nosotras no queramos, no es una intención a priori. Y hacer cine en un lugar, mostrar el lugar en donde vos vivís, a gente a la que vos más o menos conoces y cómo es un velorio en Montevideo, que para todo el mundo es más o menos de esta manera, tiene que ver con la construcción de un imaginario que es mucho más nuestro que lo que vemos en HBO.  

L.J.: Nosotros nunca lo hicimos en la onda amistad de mujeres, siempre fue más en la onda amistad. Pero es verdad que estamos todos muy acostumbrados a que las historias las protagonicen varones, verlas, decir que es sobre la amistad, y no cuestionar el género de los que participan. Entonces evidenciar que esas son tres mujeres me parece que está bien. No fue en plan “ahora vamos a sumar desde ese lugar”. Pero es una película que habla de la amistad, habla de un momento de la juventud, habla sobre más cosas, porque después es lo que le evoca al espectador. No necesitás haber sufrido una pérdida así de irreparable para extrañar un momento o a una persona. 

Hay muchas referencias a otros artistas, como Rosario Blefari y Fernando Pessoa. Incluso en los créditos hay agradecimientos a autores como a Georges Simenon.  

A.G..: Simenon es el de los libros que ellas leen. Ellas leen "Maigret", que son unos libros que nosotras leemos todo el tiempo. Es como un chiste porque nos pasa que los leemos, Leti tiene un montón, yo tengo otros, y nunca sabés si ya lo leíste hasta que llegás a la mitad del libro. Para nosotras trabajar con este tipo de cosas que compartimos es material, de ahí salen un poco los momentitos de las películas.

Fotos: Javier Noceti

Fotos: Javier Noceti

¿Cómo fue el proceso creativo de la banda sonora junto a Luciano Supervielle? ¿Él trabajó con material ya grabado? 

L.J.: La banda sonora ayudó mucho a la construcción de ese espacio imaginado, porque tiene una cosa de que parece al país de las hadas cuando se baja del ómnibus.  

A.G.: Habíamos filmado esa segunda parte, que era la que iba a tener música y él... 

L.J.: La tenía y empezó en verano, nos mandó unas cosas antes de que nos juntáramos. 

A.G.: Queríamos una especie de piano neorromántico. Había unas referencias, que son cosas que yo sé que a él le gustan, tenían mucho que ver con las cosas que él hace. Nos empezó a mandar y en un momento empezamos a ir nosotras a la casa.  

L.J.: Él componía delante nuestro. Fue impresionante verlo trabajar, te maravilla. Nos acompañamos mutuamente en ese proceso, en realidad nosotras a él. Iba eligiendo los instrumentos que iba a poner. Después, era entender que los momentos eran un poco agridulces, pero no tristes, más allá de la tristeza inherente a la película. Adela llegaba a una casa que la llenaba de luz y de ilusión, y era darle eso, no bajar ese momento a través de la música.  

No es una película cruel, algo que, dado el tema de la película, era una línea fácil de cruzar. 

L.J.: No era la idea, ni hacérselo al espectador, ni a Adela, ni a nosotras ni a nadie.  

A.G.: Al hablar sobre la muerte se puede caer muy fácil en el golpe bajo. Y nosotras somos muy conscientes de eso, porque nos mata ver películas en las que pasa eso, somos muy críticas con esas cosas. No las miramos, no nos gustan ver películas que son crueles al pedo y no nos gusta hacer eso. Éramos muy conscientes de que estábamos trabajando con un material muy sensible y, además, queríamos hacer una película que fuera salir de la tristeza, recuperar una cosa que no estábamos recuperando, la idea era salir del lodo.  

L.J.: Salir, pero no darle la espalda ni relativizarla. Asumimos la dimensión del dolor de Adela, pero también queríamos darle otra cosa, queríamos darle ese regalo. No queríamos relativizarlo en absoluto. 

Fotos: Javier Noceti

Fotos: Javier Noceti

La película dura 75 minutos, puede considerarse corta si se compara con otras obras contemporáneas. ¿Es algo que habían determinado desde un principio?

A.G.: Vimos el guion, duró lo que duró y nos encantó que fuera cortito.  

L.J.: No se sostenía, no íbamos a empezar a rellenarla y no se sostenía con una duración más larga. No fue una idea de hacer una película corta, quedó corta. 

¿Cuál fue la parte de la película que más les costó lograr?  

A.G.: Hacer la primera parte fue muy exigente. Escribirla también.  

L.J.: Fue exigente a nivel anímico.  

A.G.: Era duro, había un ataúd... 

L.J.: Era todo mentira, pero todo representaba algo y estaba cargado. Igual estábamos nosotras, hacíamos algunos chistes. De hecho, hay una escena, la de clase de pilates para embarazadas, que no estaba en el guion. En un momento dijimos con Anita: "Vamos a hacer una escena que no sea sobre esto, vamos a cortar un poco". La escribimos ahí y se las dimos a las actrices. Nunca hicimos eso, pero necesitábamos hacer algo un poquito en otro tono. 

L.J.: No fue un guion que hayamos buscado mucho, no tuvo muchas versiones. Fuimos sumándole cosas. La voz en off fue lo que más costó, la escribimos para arriba y para abajo, la grabamos más de una vez. Buscamos mucho la manera de mantenerla en el montaje y creo que es porque siempre las voces en off nos rechinan. Queríamos usarla porque hay películas que la usan muy bien, pero no es un recurso que sea tan obvio. Nos parecía que abría, le daba un contexto, contaba algo que no te lo estaban diciendo las imágenes. 

La primera escena son dos niñas jugando en la sala mientras todo esto ocurre. Es una buena síntesis del espíritu de la película. 

A.G.: Esa imagen estaba bien desde el principio, tenía que ser muy obvio que lo que estaba pasando era muy grave y estaba involucrando a mucha gente.  

L.J.: También el peso de esa persona para más que solo Adela. Las hijas jugando, pasa el marido con el cajón. Muchas de esas cosas las resolvimos en plano secuencia, y eso fue re duro de filmar, yo creo que lo sentía toda la gente que estaba ahí.  

A.G.: Necesitábamos que esa parte del velorio fuera dura, no para nosotras, pero sí para Adela y los demás. Que no se sintiera como algo que a ella le estuviera resolviendo nada en relación a su amiga ni a su tristeza, o la de los demás. Necesitábamos que fuera absurda y no conectada específicamente, aunque lloran y todo. Pero nadie resuelve nada.  

Por Sofía Durand Fernández
sofdurfer