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Contenido creado por Catalina Zabala
Cine
Entre cuatro paredes

“Aquí”: la película que retrata a la humanidad entera en una misma habitación

Tom Hanks y Robin Wright se vuelven a unir para protagonizar un film que incursiona en la IA como un nuevo recurso cinematográfico.

20.01.2025 13:46

Lectura: 7'

2025-01-20T13:46:00-03:00
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Por Catalina Zabala
catazabalaa

¿Cuántas preguntas puede despertar una simple pared? ¿Cuántas pinturas de colores diferentes la habrán vestido a lo largo de su existencia? O mejor aún, ¿y si son cuatro paredes?

Resulta intrigante pensar cuántas personas pueden haber transitado por una misma habitación. Cuántos llantos habrá escuchado, cuántas palabras de amor se habrán recitado. Estos son los dilemas que enfrenta Aquí (2024). Con esta misma premisa, la obra ofrece 105 minutos de metraje en prácticamente un único plano y, a través del viaje en el tiempo, retrata los pasos de la humanidad. Diferentes personajes de épocas variadas que habitaron un mismo recinto.

Quienes desfilan por este trozo de terreno durante la película conforman un grupo sorprendentemente variado: dinosaurios, indígenas, figuras del 1900 hasta una familia aparentemente actual. Ellos se ven diferentes; se visten de manera diferente y se comportan de modos diferentes. Pero a medida que avanza la película, el guion parece llevarnos a una fuerte conclusión: la humanidad siempre es la misma. Sus rasgos no dependen de épocas, religiones o color de piel.

Parece que el ser humano siempre se enfrenta a las mismas circunstancias. Nos hacemos amigos, nos peleamos. Nos enamoramos, nos odiamos. Sentimos miedo, protegemos a nuestros hijos. Nos equivocamos. Las formas cambian, pero la esencia parece mantenerse de una manera irrevocable.

La complejidad de este guion significó un reto para sus realizadores. Tom Hanks encarna el personaje de Richard, quien es retratado durante prácticamente toda su vida junto a su mujer Margaret, interpretada por Robin Wright. Esto implicaba retratar un lógico paso del tiempo en sus personalidades, pero sobre todo, en sus cuerpos. Debía notarse el avance de los años de manera creíble si se quería llevar esta idea a la pantalla.

Los guiones cuyas historias atraviesan las épocas son numerosos. Sin embargo, debido a la tecnología y a las herramientas con las que los realizadores contaban, el dilema fue resuelto de diferentes maneras, siendo la más popular el uso de varios actores para un mismo personaje, en los momentos correspondientes de su vida. Sin embargo, los recursos actuales dieron a Robert Zemeckis, el director de la película, nuevas posibilidades.

El estudio de efectos visuales Metaphysic colaboró con el proyecto, y basaron su trabajo en el uso de inteligencia artificial. A grandes rasgos la metodología fue la siguiente: se tomaron múltiples imágenes de archivo, tanto de Tom Hanks como de Robin Wright, en diferentes momentos de sus vidas. Con esta base de datos se generaba un “maquillaje digital” que era capaz de respetar los gestos y detalles de la interpretación.

Aquí (2024)

Aquí (2024)

Más allá de lo que pueda pasar a continuación en la industria del cine, resulta inevitable contemplar la posibilidad de un legado. La producción de la película incursionó en herramientas que no se habían utilizado en el cine hasta el momento, lo que muy posiblemente derive en la repetición. Cuando un recurso funciona, lo lógico es que se vuelva a él. De ser así, Aquí estaría representando un antes y un después en la industria cinematográfica y de los efectos visuales.

Esta nueva metodología plantea, lógicamente, nuevas preguntas. Como toda innovación relevante, sacude los cimientos de su mundo tal cual se conocía, para dar paso a nuevas formas de entenderlo. Siempre es posible llevarlo más allá, y en este caso en concreto, plantea posibilidades que exceden la simple adaptación de la edad de un personaje. Interpela a la suficiencia del talento de un actor como recurso suficiente, el cual podría ser incluso, en algún momento, reemplazado por la máquina.

De hecho, este no es un conflicto únicamente del futuro, sino que ya se está presentando. La polémica despertada tras El brutalista (2024), de Brady Corbet, protagonizada por Adrien Brody, sirve como ejemplo. Sus realizadores admitieron haber recurrido a la IA para perfeccionar los acentos ucranianos presentes en la película, lo que causó gran revuelo y cuestionamiento, ya que la potencial nominación al Óscar de Adrien Brody ahora se veía con otros ojos. Aunque Aquí utiliza la tecnología solo para el envejecimiento de los personajes y la protección de sus expresiones faciales, resulta imposible eludir los posibles conflictos que trae consigo la innovación de este calibre.

Aquí (2024)

Aquí (2024)

Esta película, con sus características tan particulares, quizás no podría haberse realizado en épocas anteriores de la industria del cine. Recurrir a metodologías más antiguas como el uso de varios actores para un mismo personaje no habría sido la mejor opción para este caso concreto, como explica su director Robert Zemeckis: “Contar una historia como esta, donde las líneas de tiempo se superponen constantemente, habría sido extremadamente complicado con diferentes actores interpretando al mismo personaje en distintas etapas”.

En términos de cámara, la película se centra en el uso de prácticamente un único plano general que ofrece una perspectiva completa de la habitación en cuestión. Desde allí, el espectador asume un rol casi que de espía, como si no debiera estar allí. En el cine documental, un concepto importante es el de “la mosca en la pared”. Un efecto que busca ejercer la mínima influencia posible en el objeto, que a fin de cuentas se lo quiere registrar tal cual es en su estado natural. Si bien Aquí es una ficción y lo que muestra no es real, busca generar el mismo impacto. La vida sigue su rumbo tal cual está previsto, nosotros solo la observamos. Parecen habernos concedido un permiso especial para ver cosas que no deberíamos observar. El paso de la historia. La naturaleza humana vista desde fuera, al desnudo. Como quien abre por la mitad un hormiguero en la tierra y observa cómo se mueven estos pequeños seres sin que nosotros seamos percibidos. Como si el espectador no formara parte de la misma especie.

Aquí (2024)

Aquí (2024)

Pero como observamos humanos y no hormigas, aparece un factor clave dentro del film: la identificación. El espectador se ve reflejado en un personaje u otro, porque estamos hechos de lo mismo. Por ende, nuestras decisiones, nuestros errores, nuestras alegrías y problemas se parecen, resulta inevitable. La película se mete de manera imprudente en nuestras vidas y nos hace preguntas que posiblemente no queramos responder, porque no habla solo de lo que fue, sino sobre lo que podría haber sido. Sobre esta sensación constante, pero equivocada, de que siempre hay tiempo. Sobre todo lo que postergamos y que desgraciadamente no sucederá por nuestra propia responsabilidad. Los sueños truncados. Los proyectos fallidos. La sed de un poco más.

Hacia el final, la película termina de firmar una hipótesis que se venía construyendo desde el principio de la obra. Esta idea de que no somos novedad. Que todo lo que nos sucede parece estar impreso en nuestro ADN. Como por arte de magia y por primera vez en toda la película, el plano cambia. La cámara se acerca más y más a los protagonistas con un efecto como de travelling. Por fin los vemos de cerca. Así, ponen el punto final de un largo texto construido en 105 minutos de emotividad. Si bien nos conmovimos en incontables ocasiones con lo ocurrido entre esas cuatro paredes, este plano general nos muestra que tan solo es una casa más. No hay nada especial en ella, porque hablamos de la raza humana en su totalidad. Quién sabe de cuántas otras historias nos perdimos en cada casa de este vecindario, y del mundo entero.

Aquí (2024)

Aquí (2024)

Lo especial dentro de Aquí parece ser justamente eso. Que no cuenta nada especial. Se compone de la narrativa de vidas que se entrelazan y se repiten, y toca una fibra que el espectador quizás no esperaba remover. Quien ve la película emprende un viaje a través de estas vidas ajenas, pero principalmente a través de su propia vida. Se ve como en un espejo; recuerda aquellos momentos alegres, pero también aquellos que no lo fueron tanto. Y sobre todo, se enfrenta a aquel gusto amargo pero censurado de todo aquello que no logró realizar, y que ahora solo tendrá lugar en su imaginación. 

Por Catalina Zabala
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