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Música
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“El mundo Stone es interminable”: tres fanáticos extremos uruguayos abren sus puertas

Tras publicarse “Hackney Diamonds”, el último disco de los Rolling Stones, LatidoBEAT se contactó con la pasión de los fanáticos uruguayos.

21.11.2023 18:48

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2023-11-21T18:48:00-03:00
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Por Federica Bordaberry

—Es una de las postales. La traducción es un poquito distinta. Esta es dados rodando, esta es dados cargados, pero en realidad es la tapa alternativa para estos dos países. La de Israel que no la tengo porque es una rareza absoluta. La imagen del simple es esta misma. Esas postalsitas están divinas— dice Santiago Urquhart, mientras levanta y apoya parte de su colección de los Rolling Stones.

La mesa del estar de su apartamento tapada de discos, fotos, pósters. En frente, una biblioteca larga como una pared con más discos, CD, casetes, de ediciones especiales, de rarezas de coleccionistas.

“Acá hay horas para pasarse hablando de los Rolling. El mundo Stone es interminable”, acota. Y sigue: “esto es una colección de blues con librito que curaron los Rolling Stones hace unos años. Esto es una ilustración de Ron Wood emulando a Robert Johnson”. 

“Existe todo un mundo detrás de los Stones, mucha gente no se lo imagina. Personas de todas partes del mundo los siguen sin parar año tras año, toquen donde toquen. Se generan hermosas amistades donde las distintas culturas se unen por una sola causa. No importa de dónde vengas o qué idioma hables. Los Stones me han dejado amistades que comparten la misma pasión y es ahí donde me doy cuenta que no soy el único loco en este mundo”, dice Darío Conde.

Santiago Urquhart, Darío Conde y Gabriel Romanos saben y cuentan anécdotas como estas:

—Se tuvieron que ir a Inglaterra por no pagar los impuestos y grabaron un disco como Exile on Main Street (1972). Lo grabaron en un sótano. Ese hecho, de tener que irse, llevó a los Stones a hacer un documental, Stones in Exile, que muestra cómo era el caos de grabar un disco y cómo quedó. El Exile on Main Street es el Wikipedia de la música negra del siglo XX. Tiene todo. Country, folk, rock, soul, gospel, blues.

Foto: Javier Noceti - Santiago Urquhart

Foto: Javier Noceti - Santiago Urquhart

—Una noche estaban festejando, todos re puestos en una fiestita y Charlie Watts se había ido a dormir. Mick Jagger lo llama y le dice: “Where’s my fucking drummer?” (¿Dónde está mi maldito baterista?). Ahí Watts corta, se viste de zapatos, traje, camisa, corbata. Lo va a buscar, le da una cachetada y le dice: “You are my fucking singer, I’m not your fucking drummer” (Vos sos mi maldito cantante, yo no soy tu baterista), y se va.

—Cuando van a firmar contrato con CBS, que fue una de las bombas que explotó en los '80 cuando se divorciaron durante un tiempo, en el despacho del director, cayó la banda entera. Firman y el director de la compañía saca otro contrato, y dice: “Este es para usted, señor Jagger, por su carrera solista”. “¿Cómo su carrera solista?”, dice Keith Richards. Dicen que sacó un cuchillo y lo empezó a correr alrededor de la oficina. Había arreglado una carrera solista en paralelo sin los Stones y sin avisar.

Foto: Javier Noceti - Darío Conde

Foto: Javier Noceti - Darío Conde

—Anita Pallenberg, que era una modelo alemana, primero fue novia de Brian Jones y después de Keith Richards, que fue otro de los líos que tuvieron y que llevaron a la expulsión de Jones. Fueron varias cosas. Musicalmente, tenían horizontes distintos. Lo habían desplazado del lugar de frontman de la banda y se sentía incómodo. Estaban en una época de consumo de drogas tremendo, habían traído a este tipo que se llamaba Allen Klein que es como el diablo de la música que se quedó con todos los derechos de las canciones de los '60, de ABKCO, y tiene los másters. Se dice en el mundo del coleccionismo y de la música que ABKCO y Rolling Stone Records fue un matrimonio que no funcionó y quedó el hijo DECCA en el medio, entre el fuego cruzado. Hoy en día ABKCO necesita el aval de los Rolling Stones para sacar cosas. Es como que los Rolling Stones lo dejan para mantener la llama viva, pero los tienen limitados porque Allen Klein les hizo una jugada diabólica y se quedó con todo. Ahí tuvo que ver Brian Jones, también.

El monopoly, el trivia todavía cerrado para no hacer trampa, los documentales, los libros, los box sets, las ediciones de lujo, los discos, las ediciones de Japón, de Israel, las uruguayas, las inglesas, las americanas, las medias con la lengua, los pósters guardados y los colgados, la telecaster idéntica a la de Keith Richards, las tazas. Las anécdotas. La tapa del disco Sticky Fingers con un cierre real, abierto, para que no dañe al propio disco sino a la etiqueta. Y todo lo no visto.

Este 2023, después de mucho tiempo de sacar discos en vivo, pero ninguno que no recopilara lo ya hecho, los Rolling Stones publicaron Hackney Diamonds. Con esta excusa, LatidoBEAT habló con tres fanáticos extremos de la banda en Uruguay. Debe haber más. Los hay. Estos son solo algunos.

“Mi nombre es Darío Conde, tengo 34 años y me diagnosticaron una enfermedad sin cura llamada The Rolling Stones”, dice uno de ellos.

Su primer contacto con los Rolling Stones fue a fines de los años '90, mediante un álbum de figuritas que se llamaba Rock Cards. Era un álbum en el que aparecían varias bandas icónicas como AC/DC, Guns N’ Roses, Aerosmith. Pero entre todas esas grandes bandas hubo una que lo cautivó, tanto por la imagen de quienes formaban parte de la banda como por el símbolo icónico que representa la lengua.

“A partir de ahí comencé a hurgar información sobre ellos, lo cual en aquella época era muy difícil, ya que no existía internet y a lo único que se podía acceder era a alguna revista o libro, pero era todo muy escaso por estas latitudes. Los casetes y discos que había eran pocos y caros para la época. Es así que, mediante mi maestra de escuela de aquel entonces, me hice de varias copias en casetes vírgenes tanto de Los Stones como de los Beatles. Ella se tomaba el trabajo de grabármelos y escribir los nombres de las canciones en la parte de atrás. Ahí fue todo un viaje de ida ya que, siendo un niño, comenzaba a estudiar inglés y lograba entender realmente de qué se trataban las canciones. De tanto escucharlas y cantarlas iban quedando guardadas en mi mente”, explica Conde.

Foto: Javier Noceti

Foto: Javier Noceti

Romanos cuenta que un amigo le hizo llegar el disco que salía de los Rolling Stones por esa época, el Tattoo You (1981). Esa fue su primera incursión con la banda. “Los Rolling son como un salvoconducto a otro tipo de músicas. Me gusta mucho el blues. El real golpe musical, de quedarme atrapado en su música, fue cuando escuché por primera vez el Let It Bleed (1969)”.

Acota que, a diferencia de Los Beatles, los Rolling Stones son “más primitivos, y ese tipo de música es el que más me resuena. Los puedo escuchar continuamente y no me empalaga”.

La sentencia, la razón de la obsesión para Conde, es esta: “Creo que todos necesitamos una pasión, algo en qué creer. Muchas veces la gente me dice, 'no te cansás de escucharlos o de ir a verlos, ya están viejos'. Y, quizás, yo los entiendo, o no, porque todos los extremos son malos, pero en este caso es algo que me motiva. La búsqueda insaciable de archivos, versiones, videos, notas. Algo de nunca acabar. Es demasiado rica su historia. Son una leyenda viviente y agradezco ser contemporáneo a ellos. Estoy seguro que mi vida no sería la misma sin Los Stones. Son la banda de mi vida”.

Por su parte Urquhart dice que su primer contacto con la banda fue cuando salió el Voodoo Lounge (1994), con “los macaquitos esos, que no entendía qué eran. También los confundía con el fósforo de Flashpoint (1991), hasta allá en la adolescencia, cuando empecé a distinguir los discos. Los tuve confundidos toda mi infancia. No sé cuál fue primero, si el huevo o la gallina, el Flashpoint o el Voodoo”.

Pero, cuando tenía 12 o 13 años, también se cruzó una publicidad de Coca-Cola que tenía la canción “Like a Rolling Stone”, cantada por los Rolling Stones “y ahí recontra enganché, me compré mis primeros CDs”, dice.

Foto: Javier Noceti

Foto: Javier Noceti

Las obsesiones (la búsqueda de colección, la pasión, la llama, la sangre vibrando) tiene en este caso una forma tangible.

Con el paso de los años, de a poco, Conde fue consiguiendo distinto material. Casetes, CDs, vinilos, libros, revistas, diarios, pósters. Nunca fue un acumulador, pero le gusta hacerse de artículos que para él tengan un sentido o valor particular.

Por ejemplo, cada vez que viaja a verlos al exterior, le gusta conseguir algo relacionado a ellos, que sea del lugar que está visitando. De las últimas cosas que obtuvo fue un obsequio por parte de un gran referente de la escena Stone en Suiza. Una serie de vinilos bootlegs, las famosas grabaciones no oficiales, formaban parte de su colección personal. Material inédito con una gran historia por detrás.

“La cuestión es que, cada vez que hay un show, ya sea en Europa como en USA, se realizan las históricas pre parties, organizadas por un grupo de fanáticos de todo el mundo con un promedio de entre 50 y 70 años de edad, mayoritariamente americanos, llamado Shidoobee, del cual formo parte hace ya varios años junto a varios jóvenes de entre 30 y algo y 40 y algo que se han ido incorporando. Las pre parties son fiestas que se llevan a cabo en algún bar local de la ciudad el día anterior al concierto. En esta oportunidad la pre party de Suiza vino con un souvenir muy especial”, cuenta Conde.

El año pasado viajó a la gira por los 60 años de la banda, donde visitó España, Suiza, Italia e Inglaterra. Al visitar Berna, tomó contacto personal con quien hoy se convirtió en un gran amigo, el señor Claude O’Brien, que tiene una banda llamada StoneAge y que hacen covers de los Rolling Stones.

Foto: Javier Noceti - Edición uruguaya de los Rolling Stones

Foto: Javier Noceti - Edición uruguaya de los Rolling Stones

Ahí los invitó a su bar, donde realizaron un show y, al otro día, le escribió un mensaje que decía algo así como “vi tu cara al entrar a la sala del bar y me vi a mí cuando era un adolescente y es por eso que quiero hacerte un regalo…”.

Otra de las cosas que consiguió el año pasado fue la carta del bar del hotel The Gore en Londres, famoso por ser el lugar donde se llevó a cabo la presentación del gran álbum Beggars Banquet en el año 1968. La particularidad de esta carta es que hace mención al 60º aniversario de la banda, recordando aquella famosa presentación del año 68 y también presentando un trago edición especial referido a ambas cuestiones. Una joya.

“De todas formas, de las cosas que más aprecio a nivel tangible, son los tickets de los shows y las remeras de cada uno de los tours a los que he tenido la suerte de poder ir. Es el material más preciado que tengo. Cada tanto, lo reviso a modo de revivir esos momentos tan sublimes”, agrega.

Para Romanos, en cambio, “lo principal son los discos. Tengo una colección vasta, tengo todos o casi todos. Me falta el último que no lo compré porque las plataformas digitales no te llevan tan rápido a comprártelo, pero lo mío son los discos”.

Foto: Javier Noceti

Foto: Javier Noceti

Uno de los objetos especiales que tiene (o tenía) dentro de su colección es la llamada The London Collection, que incluye todos los singles de los Rolling Stones bajo la discrográfica ABCKO. “Se diferencian de muchas otras bandas también porque tienen muchos temas conocidos que no están en un disco”, comenta.

“La presté y, cuando volvió, volvió una colección que no se puede escuchar. Tengo la caja, pero los discos desaparecieron”, dice. Sin embargo, tiene un elemento que dice que no vendería nunca: una guitarra telecaster como la de Keith Richards (con cinco cuerdas en vez de seis). Con ella toca, acompaña los discos que escucha y compone.

“Esa guitarra en particular y el amplificador tienen el sonido Stone que, cuando escuchás esa guitarra, no hay otro grupo en el mundo que haga eso”, acota.

A Urquhart lo hizo darse cuenta que se había vuelto coleccionista el comentario de un amigo. “Un día caí a la casa de él con una cosecha que había ido a hacer por distintos puntos de la ciudad y me dijo: ‘Yo no puedo creer que vos creas todavía que no sos coleccionista con todo esto que me traés para mostrar’”. 

Dentro de su gran colección, uno de los elementos que resalta son las ediciones uruguayas. “Lo uruguayo es raro a nivel mundial. Son unas rarezas absolutas, EPs de siete pulgadas con cuatro canciones. Todos con la misma foto, pero la banda del costado es de color diferente. Lo sacaba Clave bajo licencia de London Records”, explica.

Foto: Javier Noceti

Foto: Javier Noceti

Conde, gracias a ellos, ha visitado Argentina varias veces; Estados Unidos, también unas cuantas; Inglaterra, otras cuantas veces; y España, Alemania, Holanda, Italia, Suiza. Pero, “la fecha más importante fue el 16 de febrero del 2016. Momento en el cual los guardianes de la galaxia bautizaron nuestro máximo templo del fútbol e hicieron vibrar a nuestra gente”, dice refiriéndose al único show de los Rolling Stones en el Estadio Centenario.

Cuando llegaron al aeropuerto de Carrasco, fue a esperarlos para poder tener el encuentro cercano tan deseado. Mientras esperaba ahí, se le acercó una chica que vio que tenía en sus manos un afiche del año 1989, del pre tour del álbum Steel Wheels, que había comprado en una disquería de Nueva York unos años atrás.

Entablaron una charla amena en la que le comentó que el día anterior los había visto en el Estadio Único de la Plata y que, al día siguiente, los vería en el Centenario. Durante la charla surgieron algunas anécdotas hasta que, en un momento, recibió una llamada en la que le pasaron el dato de que saldrían por el aeropuerto viejo. Se despidió de la chica y se fue manejando para lograr interceptarlos ahí.

Pudo verlos salir. Jagger y Wood saludaron y varios de los que estaban ahí los siguieron en una suerte de caravana de bienvenida manejando hasta el Sofitel de Carrasco. Estuvimos esperando hasta que obtuvieron algún autógrafo por parte de Bernard Fowler, corista histórico de la banda.

Foto: Javier Noceti

Foto: Javier Noceti

Luego de un par de horas de vigilia frente al hotel, comenzaron algunos movimientos y fue ahí cuando se dio cuenta que “el frontman más grande de todos los tiempos estaba pronto para salir a dar un paseo”. Se subió a su auto y comenzó a perseguirlo cuidadosamente durante un largo trayecto por la rambla, hasta que llegaron a la esquina con Luis Alberto de Herrera.

“En ese momento no contuve mi locura y comencé a gritar desde mi auto hasta que bajó su ventana y saludó. Después de ahí fui interceptado por una camioneta de seguridad que no dejó que continuara mi camino y lo perdí de vista”, dice.

“A la mañana siguiente estaba en la oficina, en mi trabajo, y viene una compañera y me dice: ‘Salió una nota tuya en el diario por la llegada de los Stones a Uruguay’, a lo cual yo no entendía de qué estaba hablando y enseguida crucé a un puesto de diarios para verificar que esto fuera cierto. Y así fue. Sin darme cuenta, me habían realizado una nota durante la espera en el aeropuerto. Ver mi nombre debajo de la foto de mis ídolos llegando a mi país fue una de las alegrías más lindas de mi vida que tuve relacionadas a la banda”, agrega.

Ha tenido que dormir toda la noche en estaciones de tren en Estados Unidos porque a la salida del show ya no había más servicio hasta el otro día. Lo han estafado con entradas falsas y tuvo que resolver en el momento la compra de nuevos tickets. Se ha cambiado de sector durante los conciertos por no haber conseguido la entrada que quería realmente.

“Una de las emociones más lindas es que pude llevar a mi hijo desde la panza a sus primeros shows el año pasado. Solamente una vez los vi desde la tribuna y no es lo mismo que estar ahí. En el fervoroso pit. Donde todo sucede”, comenta.

Telecaster de Gabriel Romanos, idéntica a la de Keith Richards

Telecaster de Gabriel Romanos, idéntica a la de Keith Richards

Romanos, por su parte, los vio en Argentina y en Uruguay. En el '94, recuerda, se fue solo para verlos por primera vez. Se tomó un Buquebus, fue al estadio de River, volvió a otro barco y allí terminó. En todo ese trayecto, dice, no habló con nadie. “En ese momento tenían cincuenta y largos, eran una máquina de hacer buen sonido. Eran una aplanadora, tenían una banda muy aceitada”, dice.

“Solamente los vi en Montevideo cuando vinieron. Fue un momento para mí, estuve prendido fuego como tres días seguidos. Ese show fue realmente la consumación de una pasión”, expresa Urquhart.

Y, entre Mick Jagger o Keith Richards, dice que es muy fácil: Mick Jagger. "No doubt". Conde, por su parte, confiesa que tiene un gusto especialmente por Brian Jones y Charlie Watts, pero que, si tuviera que elegir, decide por el mejor frontman de la historia. De vuelta, Jagger. Romanos, también músico y guitarrista, decide por Keith Richards. “Musicalmente, es un tipo muy interesado en no hacer la música del momento, sino internarse en el por dónde viene la música anterior y por qué llegaste hasta ahí”, analiza.

Y qué pensaron, entonces, tres radicales de los Rolling Stones de su último disco. Del Hackney Diamonds, un disco que colabora con Elton John, Paul Mc Cartney, Lady Gaga y Stevie Wonder. Un disco que está en formato digital, CD y vinilo, pero que, además, fue difundido primero a través de dos singles. El primero de ellos, “Angry”.

Un disco donde hay dos canciones en las que participa Charlie Watts, habiendo sido grabadas unos pocos años antes de su fallecimiento. Está la aparición de Bill Wyman, después de tantos años de haberse ido de la banda, para colaborar con esa suerte de homenaje a su gran amigo que ya no está.

Foto: Javier Noceti

Foto: Javier Noceti

“Quiero que sepan que estoy esperando que me llegue el físico para escucharlo todo. No lo escuché todavía. Escuché solamente las dos canciones que lanzaron de adelanto. Keith Richards dijo que este disco estaba hecho para el vinilo, que lo habían tocado y armado para el vinilo. Ellos mismos en la página donde venden las cosas dicen ‘el CD es ideal para el auto’. Así lo promocionan. Y, el vinilo, cómo no voy a esperarlo. Esperé 18 años, qué me cuesta esperar un mes más para escuchar el disco como ellos quieren que yo lo haga. Un buen coleccionista también tiene que ser una persona paciente. Todo lo que deseás un día va a aparecer”, dice Urquhart.

Conde, por su parte, cree que este disco tiene un tinte muy característico de Jagger. Tanto en las letras como en la música. Sin embargo, hay varias canciones que le recuerdan al Tattoo You, Some Girls (1978) y también al Let It Bleed.

“Me han gustado mucho las letras, las guitarras de Ronnie, la voz intacta de Jagger. Siento que es un álbum que suena muy limpio a diferencia de épocas pasadas donde tanto las guitarras como la voz tenían un tono más ‘rasposo’ típico del sonido Stone al que estamos acostumbrados”, opina.

De hecho, la presencia del sonido Stone ha sido una de las críticas del disco. Algunos han dicho que es una banda que no ha podido salir de lo que suelen hacer. A esa propuesta, Urquhart dice “si no quieren escuchar el sonido Stone, que no escuchen a los Rolling Stones”.

Foto: Javier Noceti

Foto: Javier Noceti

Romanos comenta que, en realidad, el sonido Stone es indefinible. Han pasado por tantos géneros que lo demuestran: blues, jazz, pop, gospel, rock, country, reggae, .

“Sí creo que es un excelente disco de Mick Jagger solista, porque el aporte de Keith Richards no tiene el mismo peso que en otros discos y se nota. Tiene canciones muy pop, tiene arreglos de letras típicas que podrían estar en cualquiera de los discos solistas de Mick Jagger y tiene muy poco aporte de lo que sería de Keith.Tiene muy buenos temas, pero no tiene esa mugre musical, esa cosa mega caótica. Es mucho más ordenado, más prolijo. Está grabado como un disco viejo, pero igual tiene arreglos pop, armonías pop, más de lo que haría Mick Jagger como solista de lo que haría Keith Richards como solista”, dice.

Conde comenta: “escuché el disco incontables veces y cada vez me gusta más. Me fue llegando de a puchos antes de que se publicara oficialmente. Claramente, los tiempos cambian y todo se filtra. Al principio no me cerraba demasiado, dejando por fuera a los dos cortes difusión. Pero cuando lo escuché por completo de punta a punta sin parar, me voló la cabeza. Todo tenía sentido. No sé si es el mejor disco de los Stones de los últimos cuarenta años, como dicen, pero sí creo que podría estar tranquilamente en un top diez”.

Foto: Javier Noceti

Foto: Javier Noceti

Por Federica Bordaberry