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Contenido creado por Agustina Lombardi
Cine
Los muchachos con caras tiernas

“Ese soplo”: el documental que un abuelo le pidió a su nieta que hiciera

En su ópera prima como directora, la uruguaya Valentina Baracco Pena redescubre la relación con su abuelo a través de una cámara compartida.

06.07.2023 18:10

Lectura: 15'

2023-07-06T18:10:00-03:00
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Por Nicolás Medina
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Una voz en fuera de campo le da indicaciones a un personaje que aún no vemos en una pantalla todavía ocupada con los créditos iniciales de la película sobre un fondo negro.

“Ahora anda hasta la persiana, levántala. Ahora sentate abuelo”.

Es entonces cuando entra en cuadro Fernando, quien con más de 80 años irradia vitalidad con su sonrisa. Su nieta, le pide que la mire a ella, que mire a la cámara. Su abuelo acata el pedido, y responde:

“Te miro…y no te veo”.

No han pasado más de dos minutos de película y Valentina Baracco Pena ha sentado las bases para toda su película. Nos ha presentado a su protagonista, ha evidenciado su relación, volviéndose automáticamente, a través de su voz y su vínculo, un personaje más dentro del relato. Y de cierta manera, esas indicaciones, las pocas palabras de Fernando, y la intimidad que transmiten los únicos dos planos que hemos visto, dan cuenta de las intenciones de Valentina; por retratar no solo a su abuelo, sino al vínculo entre ambos. Pero, asimismo, las palabras de Fernando proponen uno de los tantos temas que abordará Ese soplo: la edad.

La película tiene como punto de partida la mudanza de Valentina, quien vivió hasta sus 26 años con su abuelo. Dispuesta a seguir con su vida y mudarse con su novio, la directora se arma de valor para contarle a su abuelo sus intenciones, quien, con más de 80 años, le propone hacer una película juntos. Mediante dos puntos de vista: la cámara de Valentina y la cámara de Fernando, el documental explora el vínculo entre ambos a medida que Valentina retrata a su abuelo, pero integrándose cada vez más como personaje dentro de su propia película en la cual, como en cualquier película funcional, los personajes irán pasando por un arco de transformación. En el caso de ambos, este cambio estará marcado por el crecer, solo que, en etapas muy distintas de sus vidas.

Ese soplo se estrenó en salas uruguayas el 1 de junio de este año luego de un doble preestreno en el DocMontevideo y en el Festival DETOUR el año pasado. Esta ópera prima está lejos de ser el primer acercamiento de la directora al mundo del cine, simplemente se trata de la primera vez que ocupa la silla de directora. Baracco es una de las productoras cuyo nombre más ha sonado dentro de la industria audiovisual uruguaya en los últimos años. Produjo Delia, 8 cuentos para mi hipoacusia y Cambalache, entre otros tantos proyectos con el sello de la productora que fundó en 2011 junto con Eugenia Olascuaga Fierro, Monarca Films.

El caso puede resultar desde el desconocimiento o la ignorancia sobre el rol del productor un tanto curioso. Al menos para aquellos que asocian a los productores con tareas administrativas, frías y calculadoras que miden las películas como un simple producto que necesita de un presupuesto y que aspira a alcanzar una recaudación que resulte funcional a la inversión. La realidad es que el productor tiene un rol creativo sumamente importante en el cine y, más que curioso, resulta muy interesante analizar como Baracco abordó el desafío que acarrea salirse de la zona de confort en cualquier tipo de rubro.

Te miro y no te veo

Ese soplo es sin dudas una película llena de intención y de corazón. Esperable, por supuesto, teniendo en cuenta el vínculo entre la directora y su protagonista. Sin embargo, a pesar de lo agradable y emotivo que esto pueda resultar, hay otro mérito de la película que no debe ser pasado por alto; Baracco reflexiona, de manera más o menos consciente, sobre el cine en sí mismo. No solo hay una búsqueda constante por la mejor historia que se pueda contar en el escenario propuesto. Sino que la elección del dispositivo fílmico y de la puesta en escena están en constante comunicación con el concepto de hacer cine y, principalmente, con el lugar que ocupan los y las directoras en las películas.

Fernando, motivado por la idea de hacer una película con su nieta, recibe una cámara digital bastante básica con un manual escrito en una libreta que le explica cómo usarla. La directora opta por darle lugar en su película al material filmado por su abuelo de manera casera. Al hacerlo, se encuentra con que su abuelo se ha vuelto director de su propia película. Fernando filma las ventanas, la naturaleza, y las aves que visitan su patio. En un fragmento, le explica a su nieta cómo alimentó a las aves estratégicamente para conseguir el plano al ras del piso que esperaba.

Baracco, por su parte, se ve interpelada por esto, y empieza a buscar con su propia cámara los elementos que su abuelo busca con tanto entusiasmo. El resultado de esta comunicación entre directora y personaje es que automáticamente los roles comienzan no necesariamente a invertirse, pero al menos a compartirse; la película pasa de ser un retrato del abuelo, a ser un retrato del vínculo entre nieta y abuelo. Un vínculo que cada vez toma más forma gracias a que la directora involucra al cine en este.

La película indaga en reflexiones profundas y temáticas, presentadas con habilidad por la directora. El resultado es una dirección sutil y sensible, complementado por una destacada edición y una música original que acompaña el relato combinándose de muy buena manera con las piezas musicales preexistentes que sonorizan la rutina de Fernando. Ese soplo nos muestra la lucidez y añoranza del abuelo, así como el amor que se profesan entre ambos en un momento tan especial de sus vidas.

Ese Soplo – Monarca Films

Ese Soplo – Monarca Films

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La fuerza de Ese soplo radica también en su capacidad de retratar a los personajes sin condescendencia. Valentina Baracco Pena se aleja de idealizaciones y muestra tanto los aspectos positivos como los negativos de su abuelo y de sí misma. La película no teme explorar las complejidades de la relación entre ambos, exponiendo momentos de conflicto, la lucha entre el querer y el deber, y las dificultades emocionales que surgen. Esta honestidad y sinceridad en la narrativa evita cualquier tipo de idealización y permite al espectador conectarse de manera auténtica con los personajes y sus experiencias.

Ese Soplo – Monarca Films

Ese Soplo – Monarca Films

Desde LatidoBEAT entrevistamos a Valentina Baracco Pena y charlamos sobre la concepción de la película, el proceso hasta estrenarla y, sobre todo, su visión como directora y la metamorfosis que sufrió a medida que su cámara casi invisible se volvía parte de la cotidianeidad de las vidas de sus personajes.

¿Cómo llegas, más allá de la anécdota de la película, a pasarte de la producción a la dirección?

Yo siempre dije que no iba a dirigir. Y en un momento me di cuenta que, desde la producción, trabajo muy de cerca con los directores y las directoras y desde un lugar creativo. Y yo entiendo la producción desde un lugar creativo. Ya desde el producir uno está sintiendo la película, la tiene que defender, muchas veces la tiene que tener hasta más clara que el director para poder acompañarlo. Entonces en ese sentido, me tomo la producción como un descubrimiento. Y me empezó a pasar de que empecé a sentir el límite cada vez más difuso. Pero no fue algo consciente, como si estuviera pasando un límite.

Ya me había empezado a pasar en la facultad, que había empezado a ver el cine de otra manera. Y me pasó en particular con una película de Naomi Kawase, Tarachime, que sentí que había alguien que estaba mirando la vida de una manera que me daba ganas de agarrar una cámara y empezar a filmar. Y siguiendo por esa línea un día se abrió una beca en la Escuela de San Antonio de los Baños, en Cuba, dentro del master de documental y el último taller era con Kawase.

¿Y fuiste?

Sí, hice todo el último día y terminé viajando. El requisito era estar desarrollando un proyecto, y que fuese en esa línea. Yo ya estaba con Ese soplo, filmando, pero algo más bien íntimo con mi abuelo, todavía estaba descubriendo la película, pero estaba como en una nebulosa. Ahí hice un corto en el marco de ese taller con un abuelo y sus nietos en Cuba. Y el proceso fue como tan intuitivo y tan poco racional, el tener que observar y encontrar en eso que estás observando la película y dejarte llevar por lo que vas sintiendo cuando vas filmando, que me pareció alucinante. Es así como yo concibo el cine. El poder hablar de otras cosas más allá de lo que estás viendo.

Y tocó volver…

Cuando volví de Cuba, que ya era 2016, yo venía filmando hacía cinco años, sola. Y ahí me di cuenta que Ese soplo lo tenía que llevar adelante con un equipo. Y asumí que quería dirigir una película y que no estaba mal, que no estaba yendo contra mis principios.

¿Cuánto te llevó el proyecto entre todo esto?

Empecé a filmar por septiembre del 2011 y terminamos de filmar en diciembre del 2021. Diez años.

¿Y hay material de todos esos años en la película?

Si, está todo muy entreverado, pero sí de 2011 hay un plano y de 2021 hay un plano también.

Ese Soplo – Monarca Films

Ese Soplo – Monarca Films

¿Se da como en la película el proceso? ¿Vos te ibas a mudar y tu abuelo te plantea que quiere hacer una película?

Sí, exactamente. En la vida real a mí me costó mucho irme de la casa de mi abuelo, de hecho, la mudanza la hice en cuatro años. Estuve yendo y viniendo, llevándome cosas, pero lo último que me llevo es lo que se ve en la película. Fui filmando todo, pero después hay que entender que en los personajes hay toda una vida y eso está por suerte permeado en la película. Lo que quería era transmitir lo que me costó irme y los sentimientos que se me generaron en ese momento. La culpa, el sentir que lo estaba dejando solo, pero no te puedo contar que me estuve llevando un día un par de cosas, otro día otras, porque era imposible de construir eso y también porque en esos años fui buscando la forma de cómo filmar.

¿Y cómo crees que llega a decirte de hacer una película?

Yo había filmado un corto con mi primo y un pájaro que él tenía y, en ese momento, mi abuelo me dice como chiste “¿Bueno y alguna vez me vas a filmar a mí?”. Pero como él es muy hablar a través del humor me reí y ya está. Ahora con el diario del lunes, me doy cuenta de que eso estuvo muy próximo al momento en el que yo vivía con mi abuelo y mi mamá. Mi abuela falleció y mi mamá se fue a vivir con su pareja y yo en ese momento elegí quedarme con mi abuelo. Y fue en ese momento que cae ese comentario de él, entonces ahora viendo un poco este con esa perspectiva, se ve que había algo en él de que también estaba haciendo un duelo mi madre, y yo estaba ahí a punto de irme. Y bueno, ahí él ya la había empezado con esta idea que iba más más allá de hacer una película, lo que quería era compartir tiempo conmigo. Y yo con la película me di cuenta de que no nos conocíamos tanto, al menos no nos conocíamos como abuelo y nieta adultos.

¿Cuándo te das cuenta que te habías vuelto un personaje dentro de tu película?

Yo no había sido tan consciente de que también estaba mostrando mucho de mí de mi personalidad al hacer la película. Y de repente empecé a encontrar, que esa persona a la que yo estaba retratando en realidad me estaba interpelando todo el tiempo. Y me empecé a sentir un poco incómoda y dejé de filmar un poco porque no me estaba encontrando en eso no estaba entendiendo cuál era el juego. Entonces mi reacción fue esperar. Pero empecé a tener esa necesidad de volver a filmar, un poco porque él me llamaba para filmar cosas y un poco porque era como había algo de mí que decía “acá tiene que haber algo más”. Yo no me veía como personaje ni ahí y en el montaje me trataba de escapar de eso. Y Magui [Magdalena Schinca], la montajista, me decía: “bueno, hay que hacerse cargo”. Y eso me quedó grabado. Y bueno, con el tiempo y con el equipo te vas encontrando y ahí te vas construyendo.

Estructuralmente hay ciertas escenas y momentos a los que volvés. Las llamadas telefónicas, por ejemplo. ¿Eso lo decidiste en montaje?

Sí, en realidad en un momento empecé a grabar esos mensajes cuando los escuchaba. Y algo que hacía también era que anotarme cosas. Durante todo el proceso fui escribiendo mucho en varios cuadernos cosas que me iban pasando y que me parecía que eran cosas que me iban a ayudar después. Y con los mensajes me pasó un poco eso, que en realidad en un momento los empecé a grabar y después en montaje los usé. Porque como que había una necesidad de construir qué pasaba entre ida y venida de la casa de él. Y claro y ahí empecé a ver que en ese tiempo teníamos una relación telefónica y entonces se empezó a sentir que esos mensajes formaban parte de esa transformación del vínculo.

Ese Soplo – Monarca Films

Ese Soplo – Monarca Films

¿Cómo fue su reacción y la de tu familia al ver la película?

La película primero la vimos nosotros dos solos. Y mi familia la vio en las Sala Zitarrosa con el resto de los espectadores del DocMontevideo. Creo que eso fue las cosas que me generó más ansiedad y nervios en mi vida entera. Con mi abuelo la vimos como dos meses antes de eso, y la idea era que el la viera antes para decirme si estaba afín con ella. Porque él había también formaba parte del proceso. En un principio cuando la vimos juntos lo primero que me llamó la atención fue que el la vio y me dijo “se ve como una película de verdad”. En eso lúdico del estar haciendo la película me di cuenta de que él no era tan consciente de las cosas que yo estaba filmando. Como que si bien la cámara ya sea había vuelto parte de la rutina, él había perdido un poco la conciencia de esa presencia y de lo que yo estaba filmando. Y también fue como un redescubrir lo que yo había filmado. Y ahí claro, surgió el tema de que nos divertimos tanto haciéndola que creo que en un momento pasó a segundo plano el hecho del terminarla y él no creía que iba a llegar vivo a verla terminada. El no creía que fuese a suceder.

¿En un proceso tan largo cómo te diste cuenta que la película estaba terminada?

Una de las cosas fue la escena en la que le pregunto por qué quería hacer una película. Eso era algo que no me animaba a hacer. Por un lado, porque lo quería ir descubriendo y por otro me daba miedo un poco escuchar cuál era su respuesta. Porque es distinto que te digan, racionalmente: “Bueno, te vas a mudar de tu casa, vas a dejar a tus padres, a tus abuelos o lo que sea y vamos a tratar de mantener el vínculo. Y tú te vas a hacer mayor y yo me voy a hacer mayor, y vamos a ver cómo mantener el vínculo”. Es algo muy racional, no pasa, y obviamente que la película estaba asociada a eso. Pero uno no habla esas cosas, las vas transitando y vas viendo que haces con lo que te va pasando porque tenés que vivir para que las cosas sucedan. Entonces cuando me animé a preguntarle, ya sabía la respuesta, pero necesitaba que me lo dijera. Y nunca me hubiese imaginado que me dijera “gracias por todo, déjame seguir durmiendo”. Es una escena muy significativa porque si bien la película no es una despedida, es una forma de ratificar de que yo recién ahí pude despedir a mi abuelo. Lo que me va a quedar es lo que viví con él, si yo no hubiese vivido todo eso, no sentiría la liviandad que siento ahora para con él. Todo lo que tenemos es un regalo de la vida y lo que venga va a estar increíble y buenísimo, pero ya aprovechamos tanto que, si el día de mañana ya no está, obviamente que me va a doler, pero no tengo nada de qué arrepentirme. Si me hubiese ido de su casa sin hacer la película capaz, que sí, pero ahora no.

Muchas gracias por todo, déjame seguir durmiendo

Ese soplo tendrá su estreno internacional esta semana en el Philadelphia Latino Film Festival (Estados Unidos), mientras tanto, sigue en cartelera en Montevideo, y también se encuentra recorriendo el interior del país con la presencia de su directora en las funciones. Podés chequear las funciones en nuestra cartelera o siguiendo las redes de la película.

Por Nicolás Medina
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