Por Gerónimo Pose | @geronimo.pose

"Torpe como un suicida sin vocación"

("Así estoy yo sin ti", Joaquín Sabina)

The Birthday Party había tocado un techo creativo a comienzos de la década del 80. Luego de su estancia en Londres, aterrizaron efímeramente, aunque como un torbellino en la ciudad de Berlín. Grabaron un puñado de discos, alcanzaron cierto renombre gracias a sus violentas presentaciones en vivo, pero todo parecía estar hecho, o al menos esa era la sensación de la que conversaban mientras las botellas pasaban y los papeles con sorpresas dentro se consumían con vehemencia.

Seguían viviendo todos juntos, coqueteando con la línea de la pobreza. Nadie más que Mick Harvey sabía que era el momento de transmutar, de llevar el sonido de la banda hacia otro extremo. El grupo se separó por los mismos motivos que todas lo hacen: tensiones que son producto de disconformidades, cruces y agotamientos personales. Y ni hablar de el uso apabullante de drogas.

Rowland S. Howard abandonó el grupo y, como el documental Mutiny In Heaven (2023) cuenta, nadie sabe muy bien cuándo ni cómo. El caso es que Nick Cave venía generando un fuerte vínculo con el alemán Blixa Bargeld, que lo llevó a incluirlo en la banda, como reemplazo. Tracy Pew también se alejó de todos, tras haber estado unas cuantas veces preso por manejar borracho. Decidió irse a estudiar literatura. Blixa y Cave se habían conocido gracias a los puntos en contacto que tenían The Birthday Party y el grupo de Blixa, los impronunciables Neubauten. Cave volvió a Australia y estuvo un año entero dando vueltas sin hacer absolutamente nada. Harvey lo fue a buscar y le propuso armar un nuevo grupo.

Mick Harvey en teclados y bajo, Barry Adamson en batería (ex miembro de Magazine), Hugo Race en las guitarras rítmicas (segunda guitarra) Blixa Bargeld en la guitarra líder y Cave en voz. Así es como Nick Cave and The Bad Seeds graban su primer disco en Trident Studios, ubicado en Londres, durante los meses de 1984 aunque algunas canciones fueron grabadas a finales de 1983 en The Garden.

Y ese primer disco, From Her to Eternity, llega en 1984 y se publica un 18 de junio. Hace exactamente 40 años. Para ser una especie de extensión del Hee Haw (1979), Prayers on Fire (1981) o el Junkyard (1982), discos anteriores de cuando The Birthday Party vivía su apogeo estimulante y autodestructivo. Harvey parecía ser el único centrado —por no decir sobrio— mientras a su alrededor la fiesta se desarrollaba impulsada por las anfetas, la agresividad y el descaro punk del cual nunca llegaron a ser contemporáneos.

Eran salvajes, pero no solo en los recitales, sino en su vida diaria. Cave estaba como loco. Algunos justifican este comportamiento con la muerte temprana de su padre, pero lo cierto es que solo fue la gota que rebalsó el vaso. Su infancia en Warracknabeal, Australia, siempre fue complicada, habiendo sido expulsado de algún que otro colegio, detenido y, posteriormente, arrestado por jugar con el mundo del hampa y por haber sido agarrado con alguna sustancia escondida en el bolsillo del pantalón.

Él se enteró de la muerte de su padre en un choque automovilístico, estando en la comisaría. Fue su madre, acompañada de su hermana y de Anita Lane (novia de Cave, por ese entonces) quienes le comunicaron la noticia, reja de por medio. Poco a poco las drogas fueron apoderándose y se convirtieron en una extraña religión a la cual su cuerpo le rendía explícita devoción. Al igual que Jim Morrison, las utilizaba exclusivamente para la composición creativa, pero terminó hundiéndose en un agujero donde las aguas tristes son profundas y no hay sauces de los cuales aferrarse para evitar ahogarse. O, al menos, eso dice en diversas entrevistas.

Avalanche es una canción escrita por Leonard Cohen y que aparece originalmente en Songs of Love and Hate (1971). Una balada que compuso acompañado de unos coros femeninos, arreglos coprotagonistas de cuerdas y un arpegio heterogéneo de guitarra acústica. La canción se presentó al grupo a través de Cave, quien ostentaba una estrafalaria fascinación por el propio Cohen, Elvis y Dylan. Más bien por sus baladas, sus canciones de amor.

Harvey propuso arreglos de percusión que pasarían a ser moneda corriente en los trabajos siguientes de los Bad Seeds: golpes estrepitosos de bombos que se utilizan no para marcar el tiempo de la canción, sino como si fueran arreglos aislados de un instrumento de cuerdas o de viento, entrando y saliendo con elegancia, como si estuvieran anunciando la llegada de las tropas al pueblo o el inicio de una guerra barbárica.

Aparece, aquí por primera vez, el genio guitarrista de Blixa Bargeld, con guitarras rasgadas a pelo en algunos momentos y en otros teñida de una leve distorsión que proviene solo subiendo la ganancia del amplificador, y no desde un pedal. Bargeld no usaba pedales, ese es un dato por demás interesante. En las giras de presentación del disco usualmente tocaban con bandas soportes y Blixa no tenía una especial fascinación o fetiche por llevar su propio equipamiento.

Daba igual que alguna tuviera la inscripción Gibson en su clavijero, o Fender Stratocaster o Telecaster o Ibañez. Usaba las guitarras de la banda telonera y se enfocaba en que el sonido que estas pudieran liberar, fuera gracias a su ejecución más que por pasarlas por un sonido preestablecido de un pedal.  Algo similar decía Paco de Lucía en esa famosa entrevista televisiva: "la izquierda ejecuta y la derecha hace música".

Comenzar un disco con un cover, el debut de esta nueva formación y con nuevo nombre, fue una jugada valiente. Salió bien, pero podría haber salido espectacularmente mal y haber torcido su reputación. Sin embargo, lo único que hizo fue brindarle al grupo una cuota de seriedad de la cual no se hacían eco para nada, estos macarras australianos enloquecidos que, sin saberlo estaban en un viaje toxicómano del que no tenía puerta de salida. Había una vorágine, que los apretujaba hasta consumir sus huesos, y que debían representar. De lo contrario, sus almas seguirían cayendo en espiral y sin ningún propósito. No hay nada más torpe que un suicida sin vocación, ya lo explicó aquel nacido en Úbeda y que tanto veneraba a Cohen.

Por supuesto que eran inevitables las canciones que sostuvieran momentos de tensión sostenidos, como en "Cabin Fever!". Una composición mutante con una batería completamente esquizofrénica, la incorporación de un piano que resaltó todas las notas graves que este tiene, un bajo que no siguió una línea, sino que se toca pulsando la nota y deslizando los dedos rápidamente por todo el mástil, generando así que la locura fuera general y el caos no lograra estar atado a nada.

Los golpes desconcertantes de Blixa en el cuerpo de la guitarra hicieron que ésta sonara violenta, rebosante de furia y sangre. Era algo fundamental para que el grupo lograra renacer del todo, dejar atrás toda la herencia post punk, los riffs metálicos y filosos. La vara estaba por los cielos. Pocos han tocado este instrumento como Rowland S. Howard, pero Blixa venía del noise y se había enfrentado a las entrañas del género que posteriormente se denominó industrial.

Y trajo todos esos elementos a los pies de los Bad Seeds, quienes miraron entusiasmados como Bargeld golpeaba chapas y las cortaba con una sierra de mano a una mínima distancia del micrófono. Las guitarras del alemán son económicas y atmosféricas.

Teóricamente, este resurgir fue obligado. El género en el que se habían desarrollado estaba en sus etapas finales. Marcado por la muerte de Ian Curtis, líder de Joy Division, la disolución de Bauhaus y el clima sociocultural de la época. Se cumplía un ciclo donde primaba el golpe directo, el sudor de las presentaciones en vivo, y esos mismos subgrupos que atendían estos recitales comenzaron a pedir más, a exigir algo distinto que fuera acorde a sus raíces estéticas, pero que dejara de lado esa repetición que había alcanzado un techo no sólo en The Birthday Party, sino en toda una generación de grupos vampirescos y góticos que remontaban sus influencias a la literatura romántica inglesa y alemana.

Las canciones del disco proponen un huracán de éxtasis pero también educan y desafían la escucha. "Well of Misery" es un momento de relajación incendiario dentro del disco. Los golpes en superficies metálicas que devuelven ecos fríos y secos, los gemidos de Cave se acompasan con un bajo que escupe una melodía difusa. La letra, escrita por Cave, trata sobre temáticas religiosas, sobre la noche y un Dios que abandonó tanto a su amada como a él. Un coro gregoriano que es directa influencia de los primeros períodos compositivos de Scott Walker, y por consecuencia de Jacques Brel, otorgan el valor necesario para que esta pared de miseria sea un momento memorable del disco.

Nick Cave and The Bad Seeds (Londres, 2013) - Foto: Paul Carless

"From Her To Eternity", la canción que da nombre al disco, es la segunda colaboración formal entre Cave y Anita Lane. La primera se remonta al Prayers on Fire cuando co escribieron "A Dead Song". Aunque es difícil rastrear todas las colaboraciones, Lane fue musa inspiradora para muchas de las composiciones de The Birthday Party e incluso llegaron a trabajar a cuatro manos en muchas oportunidades. "From her to eternity" amaga con un comienzo electrónico que luego aparece sampleado en el Skeleton Tree de 2016, hasta que las preocupaciones se disipan en los incesantes acordes (más bien notas) de un piano nuevamente grave y en un Cave que grita que quiere hablar de una chica que vive en el cuarto número veintinueve. Una chica a la cual escucha caminar descalza por el piso de madera y la cual no para de llorar. Las gotas de ese llanto se filtran por las rendijas que separan una maderita de la otra y estas húmedas demostraciones de dolor impactan en su cara hasta que decide empezar a atraparlas con su boca.

Habían abandonado parcialmente esas prácticas que caracterizaban sus recitales en vivo. Hicieron un cameo en la película Wings of Desire (1987) dirigida por Wim Wenders, en la que vemos a un Cave sentado sobre un banquito y al grupo tocando de forma solemne, dejando de lado esa teatralidad explosiva y dando paso a que sus presentaciones se vuelvan una ceremonia a la cual todos asisten precavidos, atentos, con miedo a que la explosión toque sus pies. Pero una explosión formal, profunda. Un rito pagano y festivo en el que prima el sentimiento más que el golpe directo.

Y eso es algo que les dio este disco, pero que más bien se mantuvo como una idea. La solemnidad en su totalidad tardaría un par de discos en llegar. Diría que en Tender Prey (1988) o en Your funeral… My trial (1986) se completa ese deseo y adquiere el valor necesario que lo valida en su totalidad.

"Saint Huck" es otra demostración del interés lírico que sufría Cave por ese entonces. Las imágenes poéticas que siempre presumían alguna escena o sentimiento terrorífico o grotesco ya no estaban tan presentes, y era la narración la que había entrado en el juego para apoderarse de las canciones del grupo. Esto, sin dudas, se explora con más ahínco en el Murder Ballads (1997), disco en el que se disponen a relatar casos en los que los asesinatos son los protagonistas, aunque no siempre amenizadas en forma de balada.

Nick Cave and The Bad Seeds (1986) - Foto: Yves Lorson

Quizás esto se dé de esa forma porque Cave se encontraba, por esos años, esbozando lo que luego sería su primera novela And the Ass Saw the Angel (1989) en una habitación donde vivía en Berlín. Un libro que narra la historia de Edward Eucrow, un niño mudo hijo de un padre alcohólico y abusivo. Una historia en la que la simbología religiosa se presenta en abundancia (el título remite a un capítulo del Libro de los números) y en el que las temáticas que se presentan en From her to Eternity se extienden con total libertad, generando un universo caveniano donde el realismo es sujetado por Dios al tiempo que un valle surrealista lo rodea y la oscuridad es una melodía en un piano.

Una novela que no sería aclamada si no fuera escrita por Cave. Carece de elementos que podrían volverlo un libro brillante. Una de las cosas más criticadas es su súper esforzado uso de palabras pomposas. A lo que Cave responde que esa decisión fue totalmente alevosa, es decir, su intención era la de incluir palabras extrañas que nadie conociera. Tres diccionarios lo acompañaron durante todo ese periodo y se ven a través de fotos en el libro Stranger Than Kindness (2020). La novela, entonces, es un manifiesto romántico, que se lee por supuesto con un ritmo extremadamente musical.

"Wings of Flies" se para en el recurso de la introducción. No hay un recibimiento de la música, ni nada que anticipe que esta está por ingresar al oído. Los ruidos de sesión como el de Cave despegando los labios de la botella, un coro que más bien es un mantra y que repite "She loves me, she loves me, she loves me", hasta que se ve interrumpida la estridencia por un golpe seco en el bombo y el redoblante. Cualquiera hubiera decidido que el golpe caiga directo en el ride o en el crash, pero siempre estas canciones y el sonido en general de la banda tienen una vuelta de tuerca que las vuelve únicas.

"A Box for Black Paul" tiene reminiscencias del jazz y acá podemos apreciar al Cave más melódico e innato intérprete de baladas. Las influencias de Elvis Presley lo atraviesan y no lo esconde. Como aquella mítica foto en la que se lo ve a él sentado en su cuarto en Yorckstrasse, Berlín oeste en 1985, probablemente continuando la novela, rodeado por mechones de pelo que logró agenciarse en mercados de pulga cercanos a su habitación, biblias, cuadernos a medio escribir y un retrato del King of Rock And Roll. También está Nancy Sinatra y Nina Simone, con la cual compartió una ilustrativa anécdota que involucra un piano, una presentación y un chicle sobre el cual luego Warren Ellis, eterno colaborador y miembro de Dirty Three, escribió un libro que prologó Cave.

Hoy en día son un grupo absolutamente mitificado, que ha cambiado varias veces de formación. De aquella banda que grabó el disco solo sigue en la primera línea de fuego Cave. Harvey abandonó la banda tras grabar el Dig, Lazarus, Dig!!! (2008). Grabó algunos discos solistas como aquel Intoxicated Man (2014) en el cual le rindió homenaje al enfant terrible Serge Gainsbourg incluso contando con la colaboración de Anita Lane en varias canciones.

Siguió tocando la batería para la banda solista de Rowland S. Howard hasta el año 2009, año en el que muere el muchacho con cara de ángel y ojos de extraterrestre. Por su parte, Blixa Bargeld abandonó las filas un tanto cansado del giro que la banda tomó allá por mediados de los 90 con ese The Boatman’s Call (1997) en el que las baladas pausadas y ceremoniales dominaban el ímpetu creativo del grupo. Incluso en canciones como "(Are You) The One I've Been Waiting For" hay un videoclip en el que aparece Bargeld con la guitarra calzada, apoyado contra una columna, pero sin tocar ni una nota, ilustrando el final inminente. Lo cierto es que dejó la banda a través de un mail, como cuenta Cave en el documental 20,000 Days on Earth (2014).

Fueron la catástrofe punk que se convirtió al catolicismo, pero por necesidad y por una búsqueda que no es digerible para cualquiera. Decidieron correr para llegar a tiempo a la ceremonia. Si rastreamos sus pasos a lo largo de los años, esto no es casualidad. Pero tampoco estaba premeditado. Poco sabían estos tipos, que se formaron en Melbourne, que terminarían siendo endiosados tanto por músicos como por la audiencia. Que sus recitales dejarían de ser ese torbellino de violencia enigmática y liberadora para seguir siéndolo, pero enfocado desde otro ángulo. Que alcanzarían una conexión tan alta como la posición de las estrellas, que grabarían más de veinte discos y que podrían conseguir empujar el cielo hasta encontrar a ese Dios salvaje que nos mostraran en agosto de este mismo año.