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Contenido creado por Federica Bordaberry
Música
Concentrado de Naranja

¿Qué fue de la vida de esa banda de rock llamada Orange? (Parte I)

Con un disco lleno de hits, una gira por China, ¿ fue demasiado rock para tan poco tiempo? ¿Fue el idioma? ¿Fue la edad de los músicos?

20.06.2022 09:48

Lectura: 8'

2022-06-20T09:48:00-03:00
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Por Federico Medina

Entre julio y agosto de 2006, un grupo de jóvenes grabó uno de los mejores discos de la historia del rock uruguayo. Le habían puesto Orange a su banda y, con buen tino, así también le pusieron a su primer long play.

En el librito interior de la edición original en compact disc hay algunos pocos datos escritos sobre un fondo negro y la foto de una cortina de hilos dorados. Se lee, por ejemplo, que estas canciones se grabaron en los estudios Sondor y en Klaps, que el disco se mezcló en Buenos Aires y que el productor fue César Lamschtein.

Ah, claro. ¿Quiénes eran los miembros de Orange? Miguel Corte en voz, Diego Alegrese guitarra líder y coros, Mariano Guerra en guitarra rítmica y coros, Guillermo Pouso en bajo y coros y Pablo Vellozo en batería.

No es mucho más lo que se sabe de este grupo y lo que pasó después de aquel lanzamiento. Tal vez, no tenga la menor importancia. Bizarro Records, el sello que firmó a Orange, subió a su página de Spotify el disco completo donde se pueden escuchar canciones como “Maybe you”, “Movie star” y “My expectation”.

Mi copia de este compacto láser la encontré hace más de diez años en una fuente gigante de acrílico transparente. Ya había escuchado a Orange en la radio y los había visto en la tele en uno de los programas del Piñe (Jorge Piñeyrúa). Había anotado en mi libreta de pendientes comprar este álbum que no lograba conseguir a través de ningún link de descarga. Qué sorpresa cuando vi el color, y luego el nombre del grupo, entre una pila de porquerías nacionales y extranjeras. Ahí estaba, bien arriba en la montaña de saldos, esta joya musical, por menos de cien pesos en una de las clásicas y falsas liquidaciones del Palacio de la Música.

Mi recuerdo de su buena música permanece intacto y el disco no tiene ni un rayón. Pero no fue hasta hace unos días, cuando decidí buscarlo en un ropero, luego de una amena charla callejera con el artista y dibujante Francisco Cunha. Él escucha mucha música, yo también, buscamos bandas nuevas todo el tiempo y podemos recordar algunas de las mejores de cada década.

Esperando el mismo ómnibus le pregunté si recordaba a Orange y su cara inmediata fue una mezcla de asombro y euforia. Sabía algo. Mucho. O lo más trascendente de aquel grupo con facilidad para las canciones gancheras y el rock en inglés.

Fran no me lo dijo pero yo entendí que hablaba de peligro y descontrol. Vino el ómnibus. Hablábamos de otros grupos, pero me quedé pensando que tenía total sentido. Esa sensación coincidía con la energía que disparaba las canciones de Orange, pero quería saber algo más.

Tal vez me estaba perdiendo un segundo disco, una grabación pirata. Los fui a escuchar de vuelta a casa.

De noche lo llamé al periodista Sebastián Auyanet que en aquella época trabajaba para el diario El País. También lo llamé por su incomprensible, pero noble fanatismo por el grupo Oasis y,  sobre todo, porque es una de mis fuentes de mayor confianza: “Ellos (Orange) parecían tener cierta cosa Mockers. Era un momento de mucha producción discográfica”, me contó. “La escena uruguaya de rock los trataba con cierto desmedro. Me acuerdo de un músico de acá que había escuchado “My expectations” y me dijo sobre el cantante: `no canta nada, lo hace solo para que rime en inglés´. Parecía que iban a ser parte de algo diferente, de una subescena de rock y al final no sucedió, creo que por la falta de humor y alegría del público uruguayo”.

Puede que algo de todo este cuento, algún detalle en particular, no corresponda con la realidad. Pero, de lo relevado, un asunto se destaca sobre el resto de la información: tenían quilombo porque cantaban en inglés. Eso caía mal, por lo menos entre ciertos roqueros o aficionados a la música con alguna cuota de poder discursivo; porque había otros como los Astroboy y sus seguidores, que también cantaban en inglés, y armaban sus propias fiestas.

Atención. El disco de Orange tiene una canción en español: “Una razón”.

Si firmaron para Bizarro, tiene que haber sido Andrés Sanabria la persona que les arrimó un contrato hasta sus manos. Lo llamé. Me dijo que hablara con Amalia Rossi, jefa de prensa del sello, que seguro ella se iba a acordar porque trabajó muy cerca del grupo: “Eran muy chicos, recién estaban terminando el liceo. Y recuerdo, que cuando empezaron, el guitarrista no sabía tocar la guitarra, pero después escuchabas el disco y estaba muy bien. Creo que tuvieron la mala suerte de que les fue muy bien muy rápido. Recuerdo que tocaron en los Premios Graffiti. Si hubieran seguido podrían haber hecho carrera. La ola se los llevó puestos”.

Supongo que Amalia tiene razón en todo. Trabajó, y trabaja, con mil bandas. Per,o si fue así de rápido, qué difícil para saber más si tal vez no fue mucho más lo que sucedió. Fran, la cara de Fran, me llegó a decir de una gira ¡por China!. Él no me lo dijo, pero ni bien escuché ese destino exótico y lejano, enseguida supuse que fue ahí donde se desconaron, de tal forma, tan rotundamente, que la banda no aguantó y no llegó al Aeropuerto de Carrasco.

No tengo idea. Podría haber pasado algo totalmente diferente o muchas cosas juntas, mezcladas, para algo complejo y difícil de entender solo con un cuento, como la mayoría de las cosas de la vida. Pero el viaje a China fue real, el disco fue real y, al menos, a estos muchachos, se los ve contentos en la tapa del disco, en el living de una casa de balneario, con sus peinados retro y un montón de carcajadas en algún momento del año 2006.

No sé quién fue. Tal vez Fabián Muro, o Auyanet, sin firma, que en aquel momento -en El País- escribió sobre Orange: “Con apenas dos años de formación esta banda de párvulos -todos promedian los 20 años- ya tienen su primer disco”. En la misma nota, Miguel Corte y Mariano Guerra, a propósito de la resistencia de cierto público por sus canciones en inglés responden: “Así nos sale, nos gusta ese idioma, y cuando nos ponemos a componer esa lengua es la que nos viene a la mente. Pero el idioma no es lo que importa. Si la canción es buena puede estar cantada en alemán y seguirá siendo atractiva. Hay gente que nos insulta por esto, pero no nos importa. Es más, nos fortalece”.

En 2007, Fermín Solana, alumno de Mario Levrero, cantante de Hablan por la espalda y uno de mis escritores preferidos, escribía para El Observador. Avispado, como siempre, los entrevistó a su vuelta de China. Guillermo Pouso le dijo: “Después de terminados los shows estábamos media hora sacándonos fotos con la gente. Luego, Fermín escribió: "Orange llegó a China con fuertes dudas acerca de la popularidad del rock en ese país. Las incertidumbres se despejaron pronto. Los chinos demostraron una euforia que hacía que `durante los temas se sintieran los gritos de la gente´, describió Pouso. En esas tierras la banda vio `los pogos más grandes de su historia´, aseguró el bajista". 

Por si no lo mencioné, me da un particular orgullo mi copia original del disco de Orange. Las canciones son una mezcla de los Pistols y Los Beatles, pero lo hicieron mucho mejor que Oasis. Migue, el cantante, me hace acordar a Ozzy Osbourne; creo que se fue a vivir a Estados Unidos. Cada vez que escucho mi copia original, me sigue sorprendiendo la astucia con la que construyeron estas canciones tan redondas y pegadizas.

Tal vez nunca más hicieron música, ni se volvieron a ver. No hay casi registros, incluso en los vastos terrenos de internet. Creo que Orange llegó a tener fotolog y una página web.

Algunos datos más. En los agradecimientos del disco aparece Fabián Acosta. Esa combinación de nombre y apellido no dice nada, salvo porque justo este es el nombre real del músico y productor Max Capote, quien habría trabajado con los Orange en los comienzos de la banda.

También están en diminuta letra: Tito Sónico, la revista Pimba!, el panelista de espectáculos Gustavo Fernández Insúa, Nanda, Agus, Matías Pizzolanti y un tal Osvaldo Barbosa.

Por Federico Medina