Por Gerónimo Pose | @geronimo.pose
"I seem to sink lower
Gazing in the rays of the solar"
Así empieza The Ooz (2017), probablemente el mejor disco del poeta, pintor y músico Archy Marshall, escudado bajo el nombre de King Krule.
Un álbum que puede describirse como una extraña sensación ajena al cuerpo, donde aterrizamos en una ciudad en la que el tiempo no transcurre con normalidad y todo está cerrado. Hay personajes que deambulan con sombreros y sangre saliendo disparada de sus narices. El punk, el jazz y el trip hop funcionan como cortinas artesanalmente confeccionadas, que dan aliento a la poesía cruda y surrealista del pelirrojo artista oriundo de la ciudad de Londres. Las barreras se abren y dan paso a que despeine el viento, la espalda rota, poniéndose a un costado donde nadie logra verlo.
"I´m alone, I´m alone, in deep isolation", declara con cierto estoicismo en su voz, con un río de sintetizadores, reverb, un bajo que repite la misma línea y un deslizamiento de la púa sobre la guitarra, generando pequeños estupores demoníacos que rápidamente se adueñan por un instante fugaz de la canción y que son merecedores de aparecer en Suspiria de Dario Argento.
Hay sangre, como siempre la hubo dentro de nosotros, pero en este disco la sangre se desata de su maldad y se junta con la niebla y la desesperanza, que parecen rondar en la cabeza del poeta admirador de WH Lawrence y de Bukowski, como declaró en varias entrevistas, al igual que del cine animado de los 70 y la música de Gill Scott Heron. Uno de los tantos proyectos de Archy, donde pareciese ser este el que se logra sostener en el tiempo. Aunque esporádicamente recurra al alias de Edgar the Beatmaker, otros parecen olvidados y detenidos en el tiempo, como The Return of the Pimp Shrimp o la formación de Zoo Kid.
Dum Surfer es la primera revelación que tiene nuestro cantautor; indicando que se puede jugar con ciertos elementos del punk y el surf rock, sin caer en territorios comunes. Si bien ahonda en este género en 6 Feet Beneath The Moon (2013), su álbum debut que, gracias al single "Easy Easy", lo puso en el mainstream, captando la atención de figuras como Beyoncé y Kanye West, la fusión y la experimentación la utiliza para jugar con la emoción y las pausas que calan hondo en el cuerpo.
El hip hop es y, al parecer, siempre será, una de las principales aficiones de Archy, que ha colaborado con el proyecto Ratking allá en el 2013, con Mount Kimbie, y en sus propios discos en canciones como "Neptune State" y "Bathed in Grey!, creadas a partir de samples, muchos de ellos confeccionados por J Dilla, a quién también venera cada vez que tiene oportunidad.
Las entrevistas a este muchacho son escasas, yendo en contra de lo establecido en un mundo donde pareciese ser que, como artista, debe estar en contacto constante con los medios y el mundo virtual. Esto no le interesa y parece que sufre aquello que definió Nick Cave en el documental de 1987 sobre su estadía en Berlín: el complejo de persecución. Acusó a los periodistas de tergiversar sus dichos y que, cuando él lee estas entrevistas en su casa, le entra un tedio y comienza a odiarse a él mismo y a sus dichos, jurando nunca más brindar una entrevista.
Esa voz cruda, hija directa de figuras como las de Joe Strummer, Shane MacGowan y el obligatorio Tom Waits, se va desarrollando y, aunque el yo lírico parece no encontrarse, esa voz sí. Quizá, podamos enumerar algunos casos de crooners forzados.
No es el caso de King Krule, que desde aquel single en 2011, "Out Getting Ribs", desembolsa un tono oscuro, de balada folk de los 60. Se mantienen los patrones rítmicos originales de guitarra que comenzó con su EP homónimo publicado en el 2011 y las letras adquieren un tono narrativo que llega hasta Space Heavy (2023), su disco más reciente, en el que bucea en sus característicos arpegios, pero acomodándolos en ritmos de jazz nuevos y bossa novas estrafalarias.
Si bien "A Lizard State" puede tener un aspecto de narración creativa, esta se presenta de forma tímida y despega en The Ooz, siendo utilizada como un recurso tembloroso, que empuja aún más a que estos paisajes se desenvuelvan frente a la audiencia en forma de sonoridades que se tambalean sin encontrar nunca una estabilidad propia.
La ansiada colaboración con Kanye no ha sucedido, Tyler The Creator le ha confesado personalmente que piensa tatuarse la canción "Slush Puppy" en la pierna, a lo que el poeta alentó a que no lo haga. La figura de King Krule dentro del ambiente del hip hop es un caso sumamente extraño. En el año 2014, Travis Scott se ofreció a realizar un remix de "Neptune State", transformando el aura y la espacialidad de la canción, que cae como una llovizna fina que no llega a incomodar, en una tormenta de nieve con arreglos que, más adelante, serían el porqué de que el trapero alcanzara el estrellato. De hecho, hay un video pérdido por YouTube, con muy pocas reproducciones, que explica este fenómeno.

Foto: The Come Up Show vía Flickr.
"I'm down under
Nothings working with me
Nothings working with me
I'm as worthless you see
Nothing is working with me
Nothing is working with me
Nothing is working with me"
La depresión, la "Blue Wave" y el desencanto personal se pasean durante la hora y diez minutos que dura este disco como una dama envejecida y ajena, que no se cansa de alejar y atormentar así la mente de un joven que la busca incesantemente en los rincones de las ciudades, los parques y las palabras.
"Bermondsey Bosom (Left)" es el interludio elegido en The Ooz para darle un soplo de aire al disco que, hasta ahora, había sido un tránsito sacudido de tripas y chupasangres que luchan contra una ciudad de parásitos. Un poema recitado por una mujer española de nombre desconocido y que fue musa inspiradora para este disco, sumergida en arreglos de pianos, guitarras y un saxofón disparado por el argentino Ignacio Salvadores (Galgo).
El interludio precede a la balada jazzera de baterías programadas "Logos", con un Archy relajado, casi que hablando a la vez que enseña una vuelta de acordes en un piano y aparecen esporádicamente los dientes de un bajo, un saxofón, una guitarra que continua la atmosfera del jazz que escuchaba en su casa.
Decir que su poesía es surrealista y urbana es la mejor forma de definir la pluma de alguien que no parece encontrar la forma de describir un sitio donde todo fue despojado y las calles están descomprimidas. No porque los demás estén de vacaciones, sino porque están escondidos, tras los grandes ventanales, con miedo.
Hay insomnio en su voz, náuseas y capas de desagrado. Hay desesperación, furia y despedida. Todas balanceándose sobre texturas y ritmos eclécticos a lo largo del disco. Pianos que se difuminan, acordes que se desintegran y le dan paso al silencio u a otro instrumento igual de nauseabundo. Lugares donde no se posa el sol y nadie parece descansar. Hay un espíritu que se mantiene, pero que no se logra afirmar del todo. Contradicciones que se van volando y sobrepasan el remanso de un río sugerente. Preguntas como el por qué le canta a ella. Pérdidas del tacto, muertes, noches frías donde hay crímenes y se busca el motivo del naufragio, pero nadie responde.

Foto: The Come Up Show vía Flickr.
"Deslizando entre suciedad a solas pero rodeado
Un nuevo lugar en el que ahogarse
A seis pies bajo la luna"
Como forma de promocionar el disco, y casi un año más tarde, King Krule abordó nuevamente la virtualidad para enseñarle al mundo su nuevo material. Canciones pertenecientes a The Ooz en vivo, desde la luna. Con la misma formación que lo acompaña desde aproximadamente el año 2012, cuando se encontraban en escenarios internacionales tocando "The Noose of Jah City", a excepción de Galgo en el saxofón y Rago en la máquina de controles.
Algunas de estas canciones fueron reversionadas, como "Sublunary". Su título nos habla de ese espacio entre la tierra y la luna, un lugar inexplorado e incomprendido. Terreno donde apunta el poeta y para el que afirma haber sido creado. Debajo de la luna. La formación de seis músicos nos ofrece una versión más movida de esta canción, a doble saxofón y con un ritmo de batería perspicaz que invade los poros, las conexiones nerviosas y entra como el humo en una reunión de fumadores cerrada.
"Lonely Blue" refiere a alguien a quien Archy no le contesta porque su cabeza está fuera de lugar y porque se siente solo. No puede recurrir a nadie, y el concreto vuelve a aparecer como en "Cementality". Esta mujer sola y azul es alucinada o existe, emerge de entre la tierra y los lagos negros muy distantes.
Es la novena canción. "Cadet Limbo". Y como por arte de magia, hay un vestigio solar de esperanza y de conformidad. Ha perdido al paraíso, no puede ver su cara, se ha olvidado de sus raíces y explota galgo con su saxofón tomando el protagonismo y apagando las percusiones hipnotizantes. "Emergency Blimp" es el retorno al punk aunque más marcado, como si hubiese tomado la energía del en vivo de Dum Surfer y la hubiese estirado hasta lograr crear una salida de emergencia brillante que todos evitan hasta caer en "Czech One" y volver a hundirse en el minimalismo.
Este amor ahora le reclama que se está desvaneciendo, perdiéndose de vista, por su depresión, su adicción, o algún tema relacionado a la salud mental que no le permite verla a los ojos, y se siente en la necesidad de batirse en retirada en busca de algún lugar donde haya fuego, frio y le sirva para esconderse. "A Slide In (New Drugs)" materializa lo que imaginábamos. El tiempo malgastado junto a la guadaña. Las drogas, la perdida de pelo, el sentimiento de poca pertenencia, los dientes caídos y el mal uso de los escapes hacia otros lados.
"Bermondsey Bosom (Right)" repite el poema del primer interludio, pero esta vez en inglés y recitado por el padre de Archy. Con una batería y un bajo que aparecen como en una jam universitaria de jazz nocturna, donde todos están chupando cerveza, comiendo pizza y cabeceando al ritmo de un baterista con poca capacidad pulmonar. En vez de ser la antesala a una nueva muestra de desolación y paisajes desérticos, este interludio da paso a "Half Man Half Shark", la mejor canción del disco.
Variaciones rítmicas y progresiones de acordes que cuentan con energía y vida propia, que se tuercen en adrenalina que no quiere quedarse y se pierde en los cuerpos. Mostrándose agradecido de que esta vez no sea ella quien lo abandone. Y por más que ese, "I´m so lonely", pueda volverse repetitivo, es el motor egoísta que lo empuja a realizar esta declaración, corriendo como gotas de sudor en el brazo, un brazo que late y le pide constantemente que vuelva, que no se vaya, que no lo deje solo en su apartamento clavado en Biscuit Town.
Para esto, el se confiesa en repetidas ocasiones, y estas son confesiones que en Man Alive! (2023), su tercer disco de estudio nacido en pandemia, por lo que no tuvo una presentación formal, se mantienen, mientras que otras desaparecen y son denegadas. Para la aceptación del otro, o para la realización personal.
Desconocemos en cuántas cosas sigue estando de acuerdo Archy. Ahora es padre, vive en una área más rural, refugiado de lo que fue su adolescencia en la ciudad, que en sus propias palabras define con la palabra miedo: a la policía, a que lo asalten, a la violencia. Ha lanzado adelantos de su cuarto disco, donde abundan los ritmos más alegres y cuestiones más esperanzadoras, cosa que impactó a algunos, e incomodó a muchos.
"You were so fine, the moonlight
Head aligned with your eyes in my sight
Caught everything
Simple soft thoughts
Simples soft thoughts
Become menacing"
Hay un aire de violencia que se respira en esta última parte del disco. Una intemperie solitaria de cruda adrenalina y peligro que persigue al protagonista por las calles de Londres y que se refleja en el campo misantrópico de The Ooz. Esa noche cerrada escapa en Man Alive!, en el que dedica canciones a su hija y opta por las atmósferas más relajadas como en "Airport Antenatal Airplane" o "Slinky", aunque sigue presente el espesor, pero con vistas de que se va a ir disipando con el paso de las horas.
‘’Brother, brother
I've only got two fighting hands’’
Da la sensación de que este oleaje de peleas callejeras que fueron parte de la adolescencia del cantante, se desata tardíamente. Aunque algunos podrían argumentar que la violencia se huele en los gritos característicos del cantante, estos usualmente tienen más presencia cuando son ejecutados en vivo. En las versiones de estudio, estos gritos parecen atados a su raíz sin lograr despegar del todo. Es un factor que, si bien tuvo su espacio y su lugar, se pierde luego de que entra "The Cadet Leaps", esa pieza instrumental que alguien debería usar ya para un mediometraje nocturno, con voces distantes y ajenas a las melodías que surgen de dedos largos y pálidos. Junto al río.
Al rezo de ‘’Is there anybody out there’’, Archy vuelca un pedido de ayuda que solo parecen escuchar los habitantes del lugar. Una ciudad bañada en líquidos complejos e indefinidos bajo la luz rebajada de la luna, en tiempos oscuros que se ahogan y difícilmente vuelvan a la superficie. Eso y más es este lugar al que Archy le dio forma en 19 canciones. Gracias al trabajo que podría perfectamente ser el de un escultor. Partiendo de una idea sobre la nada, que termina deformándose hasta generar sus propias imágenes, conceptos, voces y escenarios. Donde las cosas son malvadas, la luna vive y las horas son azules, todos se alejan, nadie puede completar a nadie, los pecados se tragan, todo se está perdiendo a un ritmo exasperante y no hay otra forma de afrontar la presión que no sea nadar en un río azul de poesía y desesperación.
Space Heavy fue una búsqueda más pop, según Archy. Las ofertas millonarias en su momento, cuando estábamos en 2013 y "Easy Easy" sonaba en todas las estaciones de radio habidas y por haber, fueron rechazadas por una convicción que a día de hoy no tiene. Entonces, quiso amigarse de una vez por todas con el mainstream. Queda a juicio de cada uno si el sonido del disco puede acercarse a estar en el top 10 de Billboard o es simplemente un deseo expresado del cantautor. Será "Seaforth" el intento más claro de la creación adrede de un hit que capte la atención de otro público distinto.
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