Por María Road
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La Plata es, sin duda alguna, una de las ciudades más importantes del rock argentino. Sus interminables diagonales y su mística trazada entre imaginario masónico y calles oscuras vieron nacer, crecer y despegar a bandas que ya son leyenda como Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota y Virus en la década de los 80s, u otras que abrazaron un status de culto como Peligrosos Gorriones y Adicta en los agitados 90s. Hasta ese entonces la influencia sonora provenía principalmente de Gran Bretaña abarcando tanto el rock and roll más clásico y blues de los Rolling Stones, como sonidos derivados del synthpop y el post punk e incluso madchester y britpop principalmente en los 90s con el Nuevo Rock Argentino.
Cuando el siglo XXI comenzaba y aún había incertidumbre por lo que traería culturalmente bajo el brazo apareció un puñado de bandas platenses con la mirada puesta en el indie rock estadounidense de los 90s con influencias tales como Guided By Voices, Pavement, Galaxie 500 y más. Y no se trató solamente de una forma musical de concebir sus proyectos sino también de una manera de gestión: la independiente. De esta manera, entendemos el término “indie” no simplemente como un género musical derivado del rock, sino como la independencia con la que una serie de conjuntos se desarrolló de forma completamente autogestiva para la realización de shows, giras, campañas de difusión e incluso grabación de discos.
Así es como en el año 2003 nació el sello Laptra, que, a lo largo de sus veinte años de historia, fue la cuna de bandas como El Mató a un Policía Motorizado, Bestia Bebé y Las Ligas Menores, caminando todavía entre los escombros post crisis del 2001 y encaminados a ver florecer a un colectivo de artistas que supo ganar su lugar en las destacadas filas del rock del país.
Entre ellos, uno de los nombres más representativos es el de 107 Faunos, una banda que, desde su formación en 2006, escribe una historia de autenticidad y calidez enmarcada en entrañables canciones de slacker rock y noise pop. Conformada al día de hoy por los hermanos Javier (guitarra y voz) y Félix Sisti Ripoll (bajo y guitarras), Mora Sánchez Viamonte (teclados y voz) y Felipe Quintans (batería) y con seis discos de estudio en su haber, incluyendo el más reciente “Vandalismo Comparado”, llevan recorriendo escenarios de todo el continente y ganando un siempre creciente público también en España.
“Nosotros ya veníamos tocando desde nuestra temprana adolescencia en el 2000. Éramos un grupo de chicos de La Plata que decantó en la consolidación de la primera camada de bandas de Laptra y su creación como sello, como escudo frente al ogro corporativo, como era el slogan de K Records y los sellos indies que admirábamos: SupPop, Matador, etc”, le explican a LatidoBEAT respecto a sus inicios en los tempranos 00s. “No había escena, no había donde tocar, todo tenía un aura excitante porque era un underground muy genuino, muy al margen de todo”.
Con sus primeras presentaciones en su ciudad de origen, poco a poco fueron ganando adeptos que se enamoraban de su desprolijidad organizada en forma de ruido con costados pop. “Nos inspiraban los grupos alternativos de los 90 tales como Yo la Tengo, Guided by Voices, Pavement, SY, Galaxie 500. El denominador común eran las canciones y el costado menos convencional del pop, cuyo ancestro más antiguo es la Velvet Underground”.
Así es como absorbiendo influencias poco convencionales para el rock argentino en ese entonces y sumándoles una impronta fresca y propia, consumaron un estilo particular que los diferenciaba incluso de otros contemporáneos de La Plata. “Intentábamos hacer canciones por fuera de los lugares comunes, que tengan melodías de voz y arreglos basados en esas influencias, pero sin copiar, sin imitar, intentando hacer nuestro camino con las limitaciones propias en el centro de la escena, con y una búsqueda en las letras para que no sean para rellenar la música”, aseguran.
Dos años luego de su formación y en el interín de diversas presentaciones, en 2008 ve la luz su disco debut homónimo. “Después de ensayar un año y medio hasta que tuvimos las suficientes canciones como para un disco fuimos a grabar lo de Juan Novello, un chico que estaba empezando su carrera como técnico de sonido, que estaba armando un estudio doméstico con mucho esfuerzo. Era un primer momento para probar sus conocimientos y tenía muy buen criterio, y además era muy permeable a las ideas que llevábamos nosotros, poco convencionales en muchos aspectos. Podríamos haber seguido algunos de sus consejos, pero tal vez por soberbia no le hicimos caso”, recuerdan, a su vez, acerca de la instancia previa de su grabación y la elección de la producción.
“Nos costó mucho tener la plata para pagar ese modesto estudio, recién empezábamos todo, con mucha expectativa porque íbamos a fabricar el disco y hacía tiempo que veníamos tocando en vivo. Fue una gran experiencia, para mal o para bien quedó en la historia de nuestra escena. Hoy en día, las bandas cuando llegan al primer disco graban en condiciones de audio infinitamente mejores a las de entonces y cualquier home studio puede brindar un sonido de calidad. A veces, pensamos en la posibilidad de grabarlo de vuelta, revisitar ese disco y ver cómo lo haríamos ahora”, confiesan.
La falta de dinero o algún gigante corporativo moviendo hilos por detrás no fue un impedimento para el desarrollo de la banda y el sello en su totalidad. Incluso, atravesando la era en la que todavía no pasaba todo por internet y las dificultades que eso implicaba al tratarse de una gestión mucho más artesanal. Respecto a este camino que hoy se ve allanado para las nuevas generaciones de bandas, reflexionan: “Antes de las distribuidoras digitales había que editar los discos por fábrica, si no, no los consideraba la prensa: no te sacaban la crítica del disco en las revistas ni te pasaban en las radios, aunque creo que ahora tampoco nos pasan (risas). Podías circular tus CDs en los recitales pero sin la edición real parecía que no tenías compromiso, que eras principiante. Hoy todo eso es más flexible, podés llenar un Niceto sin tener un álbum grabado, con un par de simples en Spotify ya podés tener un grado de difusión importante. Entonces grabar y editar de verdad, en conjunto con otras bandas de Laptra nos hizo armar una escena que sumaba bandas de Capital y el Conurbano Sur que estaban en ese proceso”.
Luego de las experiencias ganadas con los dos primeros álbumes de estudio llegaba el momento de ganar notoriedad en el panorama musical argentino. Buena parte de los consumidores de rock alternativo comenzaron a prestar atención a esta oleada de bandas que se aventuraba bajo el espíritu de Hazlo Tú Mismo a realizar shows cada vez más grandes. En medio de todo este proceso es que salen Creo que te amo (2010), El Tesoro Que Nadie Quiere (2011) y Últimos días del tren fantasma (2014).
“Teníamos más experiencia, habíamos aprendido de los discos anteriores y teníamos más claro el sonido de la banda. Aun así, todavía teníamos dos compositores con dos estilos que comenzaban a ser incompatibles. Grabamos las bases de Últimos días del tren fantasma en estudios ION, un estudio profesional grande y muy viejo, con una vibra extraña, una mística que no tenía nada que ver con nosotros… Por suerte completamos la grabación en DDR, el estudio de Dee Dee Ramone en José Mármol, con otra atmósfera”, cuentan.
Ese sonido desprolijo y sólido en partes iguales inmerso en poesía que celebra y reniega, a la vez, de la vida y sus cuestiones, comenzó a abrirles nuevas puertas ahora también internacionalmente. “Entre los dos discos pasaron un montón de cosas, fuimos por primera vez al Primavera Sound y empezamos a hacer los FestiLaptra en espacios cada vez mejores y con convocatoria creciente. Ya empezábamos a tener más claro el funcionamiento de las cosas y el manejo de la banda, con más personas en nuestro círculo con habilidades diversas que se habían aprendido en la experiencia”, relatan al respecto.
Con el correr de la década, el auge del indie rock como la principal escena contracultural del rock argentino y diferentes giras en su haber, llegó el turno de la salida de Madura el Dulce Fruto (2018) y El Ataque Suave salido en plena pandemia en octubre de 2020.
Para esta altura, el grupo contaba con varias presentaciones en el Primavera Sound Barcelona, representando de esta forma a Argentina en uno de los festivales más importantes de Europa. “Tocar en el Primavera siempre es espectacular. Tocamos en 2013, 2019 y 2022. Es un festival genial con una curaduría de artistas contemporáneos y clásicos en el canon del indie, algo que a nosotros nos encanta”, señalan.
Además recorrieron, cuentan, diferentes salas españolas en shows inolvidables donde convivían diferentes generaciones de oyentes: “En todas esas visitas tocamos por varias ciudades de España, hay una escena de salas muy consolidada, en cada ciudad hay un público indie muy curioso y que tiene una franja etaria amplia, si acá las personas que van a recitales están en sus 20s-30s, allá también hay un público entre los 30 y no sé… 55 años o más, coexisten todas esas juventudes, todo es bastante desprejuiciado. En cada lugar, hay un grupo de seguidores de los Faunos”. “Siempre son personas que resultan interesantísimas y poco convencionales, conocen la escena Argentina, les interesa conocer cosas distintas”, celebran.
“En España editamos con el Primavera Labels desde El Ataque suave (2020) que salió en vinilo y eso está bueno, es como un reconocimiento que llega después de un largo recorrido, de alguna manera vemos que es una carrera de resistencia, no de velocidad” concluyen.
El pasado viernes 10 de mayo lanzaron Vandalismo Comparado, su último disco que continúa la línea lo-fi y noise pop del conjunto mezclada con elementos del dream pop en canciones pasionales y existencialistas, presentado con los singles “Promesa Feliz” (2023), “Bar de Playa” (2024) y “Aeronostalgia” (2024). “Las canciones del álbum surgen de ideas individuales y van adoptando una estructura formal en la sala con la banda probando cosas hasta que en el estudio se resuelven los arreglos finales y la mezcla que le dan el sonido y los planos que mejor acompañan la canción”, comentan, respecto a la composición.
“Como no partimos de una idea, siempre nos guía un proceso espontáneo en el que confiamos porque nos conocemos y sabemos lo que nos gusta, tenemos unas referencias y un sonido propio en el que estamos cómodos. Nuestras influencias se van ampliando dentro de nuestros intereses. El contexto se filtra un poco también en cierta acidez o ironía, pero sin renunciar a una reflexión serena y contemplativa como suelen tener nuestras canciones”, reflexionan.
Con todo esto, y mucho más, 107 Faunos continúan siendo arquitectos de un camino de sencillez, autenticidad y orgullo autogestivo que los llevo más allá de lo que hubiesen imaginado en esos primeros ensayos en la ciudad de las diagonales 20 años atrás.
“Tocar con Pavement fue tal vez un sueño que ni se nos hubiera ocurrido soñar, ellos continúan en un gran momento y nosotros estábamos felices de poder acompañar esa noche con nuestros temas”, comentan acerca de la oportunidad de abrirle a la mítica banda indie en Buenos Aires el 15 de mayo de este año en el Complejo Art Media.
“Mantener la banda unida, viajar con bandas amigas, ir a festivales y compartir un momento en el backstage con los Guided By Voices, o con los Pavement, conversar con tus ídolos de la adolescencia como pares, como seguidores pero también músicos, es un montón. Editar en vinilo es un sueño, como también tocar en el disco solista de J de Los Planetas… Compartir momentos y tocar juntos con ellos son cosas espectaculares”, concluyen, emocionados, mirando la cosecha de tanta siembra de dos décadas, la que ansían que, muy pronto, los lleve a Montevideo y otras ciudades de Latinoamérica.
Por María Road
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