A menos de 45 kilómetros del noroeste de Saigón, de lo que en aquel momento era Saigón, estaba (y está) un pueblo llamado Trang Bang. El 8 de junio de 1972, hace cincuenta años exactos, el área estaba ocupada por las fuerzas comunistas del norte del país.
Un informe de ese entonces, del New York Times, narraba que el ejército del Sur de Vietnam había pasado tres días intentando expulsar a los civiles de ahí y reabrir una carretera cercana. Esa mañana, ese mismo 8 de junio, la fuerza aérea del sur mandó sus aviones Skyraider para tirar napalm, un compuesto que genera quemaduras gravísimas y que queda adherido al cuerpo. Es decir, no se sale con agua.
Esos proyectiles alcanzaban una temperatura de 800 a 1.200 grados: de ocho a doce veces más calientes que el agua hirviendo.
Una niña que vivía en ese pueblo, se había refugiado junto con otras personas y soldados de Vietnam del Sur en un templo budista, indicó CNN. Cuando escucharon los aviones de su propio ejército en el cielo, los soldados los convencieron de huir por miedo a un ataque. Serían confundidos con el enemigo.
Esa niña, expuesta al napalm, se sacó lo que quedaba de ropa y empezó a correr por la ruta. Un fotógrafo de la agencia Associated Press, que tenía 21 años, estaba ahí ese día y a esa hora. Estaba en el lugar correcto y en el momento correcto para sacar una sacar una foto que se volvería icónica de la Guerra de Vietnam.
La foto muestra lo siguiente: un grupo de niños corriendo, a la niña desnuda, gritando, agonizando. Sus cuerpos desesperados en ardor. Detrás, los soldados de la 25ª División del ejército de Vietnam del Sur siguiéndolos, impotentes.
Esa niña era Phan Thi Kim Phuc y ese fotógrafo Nick Ut. Son (lo siguen siendo).
Cuando sacó la foto, Ut vio que el cuerpo de Phuc estaba muy quemado, soltó todo su equipo, y le puso agua en el cuerpo. Después, se llevó a los niños heridos en su camioneta hacia un hospital cercano. Manejó treinta minutos hasta una clínica donde le dijeron que no había lugar, y que tendría que llevarlos a Saigón para que fueran atendidos.
Ut, entonces, mostró su pase de prensa y dijo allí que la imagen de los niños corriendo se vería en todas partes del mundo, en toda la prensa del mundo. En una entrevista con Vanity Fair, en 2015, recordó haberle dicho al hospital que “si uno de ellos muere, estarán en problemas”. Así los convenció de que los atendieran.
El fotógrafo se fue a la oficina de Associated Press en Saigón, donde reveló las fotos de ese día. Eran estas: una bomba cayendo en el aire debajo de un avión Skyraider, el humo negro subiendo al cielo en Trang Bang, una persona herida siendo transportada en una camilla artesanal, equipos de televisión y soldados de Vietnam del Sur alrededor de Phuc.
Y aquella. Estaba aquella foto que, como él había advertido, recorrería el mundo. Esa foto por la que Ut recibió un Pullitzer en 1973, que fue nombrada World Press Photo of the Year. Esa que apareció en las portadas de más de veinte diarios americanos. Esa que, aunque su título original fue “El terror de la guerra”, pasó a ser conocida como “Niña del napalm”.
Debido al napalm, el 65% del cuerpo de Phuc quedó quemado y tuvieron que ponerle injertos en el 35% de su piel. Aunque su rostro y sus manos quedaron en perfecto estado. Pasó 14 meses de recuperación en un hospital, donde la atención médica fue pagada por una fundación privada.
Cuando todo sucedió, Phuc tenía 9 años. Ahora, con 59, vive en Canadá, cerca de Toronto. Está casada y tiene dos hijos. Creó una fundación en 1999, la Fundación Internacional Kim Phuc, para llevar su historia y otras por el mundo, para que el impacto de esas historias faciliten la paz. Para prevenir y denunciar los ataques contra civiles en los conflictos armados.
Ahora, con 59 años, también ha dicho varias veces en prensa que logró perdonar. Que la historia ya está escrita y que solo queda mejorar.
Cincuenta años después, la foto de Ut es un ícono de la fotografía de guerra. Un ícono de lo que sucedió en la Guerra de Vietnam. Aunque la niña del napalm no hizo que las tropas americanas se retiraran de Vietnam, ni hay evidencia de que haya acelerado ese final, sí tuvo un gran impacto en la opinión pública.
Quizá, reafirmó todo lo que la opinión pública creía ya en ese momento: que Estados Unidos no tenía que participar del conflicto. De hecho, la presencia militar americana en Vietnam del Sur se había retirado casi por completo cuando Ut sacó la foto.
Lo que sí es cierto y seguro es que la foto se convirtió en un símbolo de sentimiento contra los conflictos bélicos. Contra la guerra.
Es que el periodismo no cambia el mundo, lo narra.
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