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Música
Hermanos mayores

Adiós al Tüssi Dematteis, un obituario: “Es como suelo irme, con un barco ardiendo atrás”

La semana pasada falleció uno de los bastiones de la cultura intelectual y el rock under uruguayo, a quien vamos a extrañar en demasía.

26.02.2024 14:26

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2024-02-26T14:26:00-03:00
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Por Federica Bordaberry

La foto de portada de este obituario dice mucho. Es frente a la Maison Torres, o el “Club Narvaja”. La fachada de ese lugar será la portada del primer disco solista del Tüssi Dematteis (que estaba previsto para marzo), o Gonzalo Curbelo (1969 – 2024), que ahora será póstumo.

Pero no es solo eso, es también el epicentro de una movida cultural menor que él en generación, pero que “me invita a sus fiestas”, escribió en su último posteo de Instagram. Es un lugar, dijo, al que asociaba a lo mejor de Montevideo.

Para esa sesión de fotos, “estaba con mi mejor look de fan de Death In June / tifosi del Paris St. Germain sospechado de votar a Le Pen, pero ustedes saben que soy un esteticista y el resto me chupa un huevo. La combinación de tonos y estilo en el outfit garpaba, así que no sobreinterpreten”.

Y agrega, de forma muy Tüssi, que los lentes son para el sol y para la gente que le da miedo, haciendo referencia a la letra de la canción “Mañana en el Abasto” de Luca Prodan, que no era uruguayo, ni argentino, pero que sí tenía un carácter tano, por ser nacido en ese país, como el Tüssi, que no era para nada nacido allí, pero que se ha tildado de italouruguayo más de una vez.

Cerró ese posteo con este verso: Verrà la morte e avrà i tuoi occhiali....

Una versión deformada del poema de Césare Pavese, “Verrà la morte e avrà i tuoi occhi”. En español es “vendrá la muerte y tendrá tus ojos", pero él usó, en vez, “occhiali”, que quiere decir lentes. Ese, escribió en una de las tantas postdatas (“PD 1”, “PD 2”, “PD 3”, etc.) que solía poner en sus comentarios, fue uno de los mejores poemas que jamás leyó.

En el PD 3, escribió: “El italiano es el idioma más bonito que existe, por supuesto, y además los tanos son tan considerados que al utilizarlo al mismo tiempo te lo traducen con un muy personal lenguaje de señas”.

Solo en ese último posteo, queda clarísimo: un sentido del humor finísimo, un informívoro, una capacidad crítica tan polémica como brillante, tan buen dialoguista como escritor, un enfermo de la cultura y, sobre todo, de la nuestra. Pero, todavía más que eso, un punk en carácter: siempre arrollador y librepensador, cuestionador de pensamientos ajenos y personales.

Tenía una “siempre brillante grafomanía en las redes sociales”, escribió María José Santacreu de forma muy acertada en su obituario en Brecha, quien lo conoció estudiando en Facultad de Humanidades y cuyo vínculo duraría hasta la actualidad. Y lo tituló así: He visto a las mejores mentes de mi generacion. Exacto.

A pesar de que varios honores que ya se han hecho, o varios obituarios hablaron de él en primera persona, este texto intentará no hacerlo. Lo intentará porque, aunque muchos de los amigos del Tüssi tienen espacios para publicar (varios son periodistas, escritores, o conocidos bloggeros) muchos otros no. Y la tristeza es de todos.

Sin embargo, este texto fallará en ese intento por la simple razón de que la subjetividad es reina y dictadora. Es difícil decir quién fue el Tüssi sin pasar por lo formal, pero lo formal no dejan de ser logros y, para los más lúcidos, también son ausencias que lo marcan.

Cantante y compositor de las bandas Guerrilla Urbana y La Hermana Menor. Uno de los referentes del rock postdictadura. Parte de la generación artística de los 80 y los 90 de Uruguay. Periodista y crítico cultural.

Cuando él tenía 16 años, Guerrilla Urbana ganó el primer concurso de bandas de rock que organizaba el Montevideo Rock, por el año 1986. La canción que definió aquello fue “Razzia”, una crítica a una dictadura que ya había terminado.

En esos años, empezó a publicar columnas en el fanzine Gas Subterráneo, donde participaban personas como Fernán Cisnero, Pedro Dalton, Gerardo Michelín o Tabaré Couto.

Fernán, escribió desde El País: “Guerrilla Urbana, una banda punk de amigotes de Pocitos, duró poco más de un año pero recibió en tono burlón el premio que en aquel Montevideo les entregó el intendente Jorge Elizalde, mientras esquivaba las piedras que le lanzaban desde el aforo. Fue una postal de la primera generación posdictadura de la que ‘Razzia’ fue uno de sus primeros himnos”.

En 1991, el Tüssi pasó a formar La Hermana Menor, una banda que tuvo varios cambios de formación a lo largo de los años, aunque él siempre se mantuvo como integrante estable. Ese gérmen fue junto a Ignacio Durán y Lessandro Albuquerque, también exmiembros de la banda, y fue el proyecto musical que más le duró.

Se convirtió en una de las bandas referencia de ese rock under de los 90, junto a otras bandas como los Buenos Muchachos, The Supersónicos y los Chicos Eléctricos. Fue parte de la movida del boliche Juntacadáveres, semillero inevitable de todo aquello.

El último disco de La Hermana Menor data del 2013, pero seguían presentándose en vivo de vez en cuando y lo mismo el Tüssi como solista. Bajo el nombre de la banda salieron, entonces, cuatro discos: Ex (2003), Todos estos cables rojos (2007), Canarios (2010) y Todas las películas son de terror (2013).

En el obituario escrito por La diaria, tuvieron la gran idea de citar una entrevista que le hicieron en 2019 en Radio Pedal: “Mi formación es más literaria que musical, así que es lógico que le haya tratado de dar cierto relieve a la escritura de las letras, pero al mismo tiempo nunca me parecieron el punto central de las composiciones. Siempre, pero siempre, son escritas luego de que compongo o componemos la melodía básica, y siempre tratan intuitivamente de armonizar con lo que dice la música y ser informadas por esta”.

En su música se vieron, siempre, los sonidos del punk que consumió de adolescente y un poco de indie de los 90. Poeta del rock. O, como Bill Hicks, el comediante americano, decía de sí mismo: pequeño poeta maldito. En 2018, teloneó junto a La Hermana Menor a Mark Lanegan y se sacó una foto junto a John Lydon (compartida por Danilo Astori Sueiro en redes sociales).

Eso, de forma muy básica, en términos musicales. Pero el Tüssi también fue publicista, periodista y crítico cultural. Trabajó en revistas como Posdata (mediados de la década de 1990 hasta el 2000) y El Amante, fue coeditor de cultura de La diaria junto a Gabriel Lagos desde la primera edición (en 2006 hasta 2018), y colaboró con otros medios como Brecha, El Observador e incluso la revista Extramuros.

Uso, además, el alias “benito” para escribir en dos blogs suyos bastante conocidos: Fuck You Tiger y Dragon Lieder, donde hacía comentarios culturales y políticos. Dijeron, en algún lado, que la escritora argentina Mariana Enríquez lo leía.

En 2012, apareció en formato libro, editado por Criatura, Prontuario de comediantes. Un rejunte de columnas que fue publicando en La diaria sobre la escena del stand up anglosajón.

“Luego de Hicks vino George Carlin, luego Doug Stanhope, luego Emo Philips, y cuando me quise dar cuenta había almacenado un buen archivo de discos de comedia, convencido de haber encontrado en estos parlanchines desinhibidos algo que no escuchaba desde que había descubierto el punk rock, en mi adolescencia”, escribió en ese libro.

Es que el humor, aunque no todos lo perciban así, cuando es suficientemente bueno, delicado y agresivo al mismo tiempo, es extremadamente punk.

Y, como parte de la genial introducción al mundo del stand up, tuvo la delicadeza de incluir “The Aristocrats”:

He tratado de dilucidar la esencia específica de la comedia stand-up estadounidense, pero una forma mucho más sencilla de llegar al espíritu íntimo del género es simplemente ver el documental The Aristocrats (dirigido por Penn Jillette y Paul Provenza, estrenado en el 2005). Allí los responsables del film reunieron a un conjunto de cerca de noventa comediantes (incluyendo un mimo) con un simple precepto: que todos contaran su propia versión del chiste que le da nombre a la película. Este chiste clásico, cuyos orígenes se han perdido en la noche de los comienzos del vaudeville, cuenta que un hombre llega a la oficina de un agente artístico y le propone un acto nunca visto. Interrogado sobre de qué se trata, el hombre cuenta que consiste en que él y su familia –que varía en su composición según la versión y suele incluir a un perro– sobre el escenario cometen todo tipo de perversiones sexuales y acciones escatológicas que se describen con tremebundos detalles explícitos, cuyo extremismo depende del comediante que cuenta la historia. Cuando termina la narración el agente, lívido y horrorizado, le pregunta: “¿Cómo se llama este acto?”, y el hombre le responde entusiasta y chasqueando los dedos: “¡Los aristócratas!”. Un chiste simple y bastante tosco, cuya gracia consiste en la cantidad de acciones abyectas e incestuosas que el comediante incluye al contarlo, y la originalidad morbosa o delirante de ese relato. La cantidad de variables –a cargo de la primera plana de los comediantes contemporáneos– que The Aristocrats presenta es tan amplia que prueba que, por más celosos que sean estos humoristas en la actualidad acerca de la autoría y novedad de sus propias rutinas, éstas importan menos que la gracia y expresividad con que las cuentan. Como decían los Rolling Stones, “el cantante, no la canción”.

Este último año estaba (estábamos - ¿estoy?) trabajando en un libro sobre la biografía de Andy Adler, que fue su primo y un personaje a narrar sobre la escena under del rock montevideana, con quien además compartió muchísimos amigos y una significativa estadía en Nueva York.

Aunque hay muchas historias de todo aquello que no creo que el Tüssi quisiera que contara, o al menos no salidas de su boca, dejó publicado él mismo una parte de esa estadía. Como es una foto que, me dijo y ya dijo allí, que le encanta, es menester compartirla:

“Cuando murió Andy Adler en junio pasado, me dieron esta foto de cabina de los dos y la imponente punk rocker/modelo Michelle Kozuchowsky en New York en 1998. Hacía décadas que no la veía, pero la recordaba perfectamente y en su monento le había rogado a Andy que me la regalara sin éxito, porque amo estas fotos.

Eso fue tres días después de haber llegado a NYC, cuando Michelle, mía guía de la noche rockera de la Big Apple, me llevó a cinco o seis boliches distintos, me presentó a varias leyendas del punk rock neoyorquino y terminamos en un show salvaje y performático de The Voluptuose Horror of Karen Black, donde nos encontramos con Andy. En algún momento de la noche del Lower East Side, nos sacamos estas fotos.

Fue una noche perfecta y es una foto perfecta: éramos jóvenes, estábamos puestos, estábamos buenísimos, estábamos todos muy vivos y muy cagados de la risa. Y estábamos en la mejor ciudad del mundo, antes de que las torres cayeran y los alquileres subieran, que los artistas se fueran y los hipsters nerd y los puritanos sensibles llegaran. Esos fueron algunos de los mejores días de mi vida, y en estas fotos se me ve”, escribió.

Si no falleció con la misma edad que lo hizo Andy, pegó en el palo. Y, dadas las casualidades (que siempre pueden ser causalidades con una mirada como la del Tüssi), ambos publicarán su primer disco solista siendo póstumo.

Ese disco, de nombre Bruma Cabra Club Album saldrá a la luz en marzo, bajo el sello Little Butterfly Records. “En flicka, en flicka”, es el primer single que se publicará de ese mismo disco, este 1 de marzo. El “presave”, cedido generosamente por Little Butterfly, es este. Lo óptimo de todo esto es saber que, previo a su fallecimiento, todo esto ya estaba acordado. Su primer disco solista, entonces, será exactamente como él quería.

Marcelo Pereira, en La diaria, escribió esto sobre sus canciones mientras que lo despedía públicamente: “lograba el efecto de algunos versos en canciones de Leonard Cohen, de algunas viñetas en el cómic Sandman, de algunas escenas inolvidables en la serie Atlanta o del derechazo de Alí que noqueó a Foreman. En esos momentos dejaba caer el micrófono y nos dejaba maravillados”.

A El País, en 2018, le dijo que una de sus primeras influencias fue la poesía surrealista. En ese sentido, intentaba llegar a un verso y ver qué había alrededor de eso. No busco el contacto de los opuestos, pero me gusta ese fluir de tener una idea base y ver qué es lo que hay alrededor sin preguntar mucho por qué; después me daré cuenta, como esos mosaicos que de cerca no ves nada y cuando te alejás aparece la figura”, reflexionó.

Y, aunque es cierto, dejó mucho de su elocuencia y su brillantez en las letras de sus canciones, también lo hizo en las redes sociales y en un lugar tan poco tangible como la conversación.

Imagen compartida por Tüssi en su Instagram

Imagen compartida por Tüssi en su Instagram

Supo escribir, en sus redes, cosas geniales como estas:

*(Tras la foto de un osito de peluche sentado en la rambla) Me lo encontré sentado y tanguero detrás del Cementerio Central, donde muere en bajada la breve calle La Cumparsita. Loco, es fin de semana, es verano y estás en la Rambla Sur. Cheer up, little fella.

*Natural Catwalk en Rambla Sur: Es totalmente irrelevante y no lo va a saber, pero desde mi autoasignado lugar de jurado espontáneo de fashion watch versión Rambla Sur, le adjudico -aunque no fuera la más veraniega ni mucho menos la más barrio sur de las indumentarias- un sólido 10 a su outfit. Me fascina la gente que se viste y tunea (corte de pelo, teñido) con una visión tan perfectamente holística de su look, incluso para pasear por la rambla. Son como samurais de sí mismos y su aspecto visual y, ya que mencionaba a Warhol -ese filósofo de la profundidad de la superficie- la belleza es una primera y clara señal de inteligencia.

*Abel Carlevaro, maestro de guitarristas y worker of sound. Se metió una luna tomweaitesca tambien.

*Ese momento de Mayo en que cambiás la gorra de visera por la de lana. Y que descubrís que el tapabocas es una perfecta petit bufanda. Voy a seguir usándolo todos los otoños aunque no haya ya epidemia.

*Puta madre, cómo extraño Buenos Aires, la única ciudad con la que le sería infiel a Montevideo.

*Yo creo que todo el mundo TIENE que tener una remera de Rush aunque ni siquiera soportes a estos canadienses. Aunque no la uses. Porque es como una declaración en contra de una (pos)modernidad y un tiempo horrible y la gente berreta que los construye.

De Defensor. Enamorado de su dogo. Hombre de largas bicicleteadas o caminatas para preservar su salud física y mental. Quien hizo una revuelta de cajones virtuales frenética durante la pandemia. Obsesionado con las calaveras, aunque lejos de ser parte de la estética emo o gótica. Fanático de Franco Battiato y del jazz. Y de tantos otros como Leonard Cohen, Bob Dylan, Sonic Youth, Lou Reed, John Cale (últimamente más de este que de Reed) y básicamente de cualquier pieza musical que fuera más o menos buena. Vegetariano y de hábitos saludables, pero también frecuentador de bares como La Cretina y La Ronda (obvio).

Entre sus archivos viejos, Gerardo Carrasco, periodista histórico de Montevideo Portal, encontró un video del Tüssi cantando junto a Iván Krisman en un homenaje a Eduardo Darnauchans un año después de su muerte. Y, causalmente (sí, causalmente) el Tüssi dejó por escrito esto:

La última vez que había visto al Bocha (Benavides) fue en un show en homenaje a Eduardo Darnauchans en un boliche de Ciudad Vieja, donde nos invitaron a tocar junto a Ivan Krisman el tema "El ángel azul" -justamente una coautoría de Benavides y el Darno-que estaba en el repertorio de La Hermana Menor desde hacía un tiempo: Me puso muy nervioso el tocarla frente a su autor, pero nos salió muy bien, aunque creo que a Benavides no le gustó. Todo no se puede”.

Hay, puntualmente, dos entrevistas que a quien escribe le gustan mucho. Una de ellas, traída por Gerardo, que es un gran acopiador de archivos que valen la pena. La entrevista que hicieron él y Sofía Richero al escritor argentino Bioy Casares en Posdata tiene preguntas lindísimas como: ¿Ocupa mucho de su tiempo recordando? ¿Qué pasa cuando se le ocurre una buena historia? ¿Le gustaría volver a vivir para probar una vida anónima? ¿Considera la ironía como una virtud en las personas? ¿Le teme a lo cursi? ¿Sueña mucho? ¿Un escritor puede ser realmente una persona feliz? ¿Le gustaría ser inmortal?

A esta última, Bioy respondió: “Como no, estoy seguro de que no iba a aburrirme”.

La otra, aunque la lista de entrevistas buenas del Tüssi es larga, es el reportaje que le hizo a Pettinato en Radar, al estilo “la vieja Rolling Stone” porque así se lo pidió el entrevistado. Tituló ese texto “Duro de callar” y todavía se puede leer acá.

La pérdida, entonces, más allá de ser para quienes lo conocíamos y lo frecuentábamos, es para todo aquel que vea algún tipo de valor en leer, escuchar o enfrentarse a juicios y críticas originales (además de brillantes), un sentido del humor como pocos restan, o una creatividad tan elegante como acertada.

En unos de sus posteos en Instagram, recordó los años en los que trabajaba en Posdata y contó que de allí se fue rabiando, pero que así se va de todos lados. “Es como suelo irme, con un barco ardiendo atrás”, escribió.

Acá estamos, viendo ese barco arder.

Por Federica Bordaberry