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Música
Adaptaciones rockeras

Adrián Barilari, de Rata Blanca: “Parece que el rock pesado no vende lo que vende el trap”

El artista argentino trae su disco “Canciones Doradas” al país, en el marco de su gira, y conversa sobre sus influencias musicales.

13.12.2023 15:24

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2023-12-13T15:24:00-03:00
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Escribe Sofía Durand Fernández | @sofdurfer

“A mí me gusta cantar de todo, yo no canto solo heavy metal, yo empecé cantando tangos en mi vida”, dice Adrián Barilari.  

Es la voz detrás de canciones como “Mujer Amante” y “La Leyenda Del Hada Y Del Mago” de la banda argentina Rata Blanca. Habla sin pudor sobre la variedad de influencias que ha recibido de diferentes géneros. En su disco Canciones Doradas (2007), un tributo a los artistas que lo acompañaron a lo largo de su vida, conviven –entre otros– Sinatra, Robbie Williams y Kiss. “Si comparamos esa música con la música actual, la verdad es que por lejos me sigo quedando con los 80”, afirma. Pero también asume que puede haber algo en lo que se escucha ahora que “los chicos necesiten”.  

El sincretismo musical de Barilari no es nuevo. Rata Blanca pertenece al género heavy metal, pero ha incorporado elementos de la música clásica. Sin embargo, el artista separa los tantos entre lo que es su trayectoria en la banda y su carrera solista: “Yo hago una música totalmente distinta con mis dos otras opciones, que es la banda de metal con los hermanos Barrett y Nico Polo, en la que hago también heavy metal y tengo cuatro discos”. 

Grabar discos y salir de gira forman parte de una necesidad y también la oportunidad de ponerse objetivos que lo desafíen. Entre ellos se incluye presentarse en ciudades por primera vez. En su gira por Uruguay, hay fechas en Punta del Este y Salto. Su carrera musical es un trabajo que incluye exigencias, pero que hace “con mucho cariño y mucha gana”.  

Es por esto, tal vez, que tiene una postura crítica ante las repercusiones de la muerte de Ricardo Iorio, uno de los colosos del rock pesado en Argentina. “Después de fallecidos hacemos monumentos y reconocimientos, la verdad es que eso le sirve al fan, al artista que se fue ya no le sirve”. 

Adrián Barilari se estará presentando, con su show Canciones Doradas, durante diciembre en Montevideo y el interior del país. El 13 se presentará en Salto, en el Teatro Larrañaga, el 15 en el Montevideo Music Box y el 16 en el Centro de Convenciones de Punta del Este. Las entradas se adquieren acá

Es verdad que gran parte de tu trayectoria fue con Rata Blanca, pero también tenés un recorrido notable como solista, ¿cuáles son las libertades y desafíos que encontrás en esta última faceta?  

Van a ser 24 años de aquel primer disco solista con los músicos de Nightwish. Los desafíos siempre están. Yo creo que la vida en si es un desafío para adelante. Entonces, no lo he pensado tácitamente. Pero sí, es real, los desafíos en cuanto a lo musical los tengo siempre ahí. Tratar de dar un mejor show, tratar de mejorarlo, seguir creciendo musicalmente, dar mejores espectáculos, tocar en lugares que aún no he tocado. Siempre hay mucho que hacer por delante y siempre hay desafíos.  

Enfrentarse a la producción y grabación de un disco como solista no debe ser lo mismo que con una banda.  

Mi carrera solista está bien separada de lo que es Rata. Yo hago una música totalmente distinta con mis dos otras opciones que es la banda de metal con los hermanos Barrett y Nico Polo, en la que hago también heavy metal y tengo cuatro discos. Y no es que uno graba solo, sino que encara el proyecto de otra manera, pero siempre acompañado de músicos. Lo mismo me pasa con Canciones Doradas. Si bien son canciones super conocidas, internacionales, para mi es un desafío cantarlas en español, hacer las adaptaciones, que a la gente le guste o no. 

Ese es el desafío, porque sino sería muy cómodo para mí cantarlas como están en inglés, cosa que no hago porque no me gusta y no me sale. Pero me parece que la diferencia está en agregarle un toque personal, y el toque personal en el caso de Canciones Doradas, que es lo que vamos a llevar a Uruguay, es cantar las canciones tan famosas de los 70 y 80, pero en español. Y entrar a grabar como hicimos ahora hace poco, que terminamos un segundo Canciones Doradas, fue maravilloso por la magia que tiene el estudio, el hecho de compartir con amigos, intercambiar ideas y tener una producción acorde. Pasa el tiempo y no te das cuenta y por ahí estás dos, tres meses ahí adentro y cuando te querés acordar ya está. Y una vez que ya está, el disco sale, se sube a la nube y se terminó el proceso. Se extraña mucho una vez que se termina.  

Ahora estás grabando una nueva edición de Canciones Doradas, pero en su principio pudo ser arriesgado proponerse hacer un álbum de covers castellanizados. Sobre todo, por la repercusión que puede tener en el público o los fanáticos. ¿Alguna vez te dio miedo o priorizaste lo que fue tu proceso creativo y tu visión?  

El primer Canciones Doradas, que se hizo por allá en el 2007, fue una especie de hibrido que me propuso la compañía discográfica porque veníamos de una época muy difícil a nivel económico en el país y no había muchas producciones para hacer. No había dinero para hacer cosas. Entonces, era una época en donde muchos artistas internacionales estaban grabando covers. Cuando me lo propusieron yo dije, “yo no canto en inglés, así que lo veo poco viable”. Me dijeron, “bueno, no, hacelo en español”. Me empezaron a dar un montón de prioridades que yo pedía, como cantar con gente que quería, con gente amiga, con músicos que yo pretendía y a todo le dijeron que sí.  

Entonces, al verme en esa situación dije, “bueno, ¿por qué no vamos a probar?”. A mí me gusta cantar de todo, yo no canto solo heavy metal. Empecé cantando tangos en mi vida, entonces es como que se abría una puerta para ese desafío y resultó ser algo que no esperaba. En un momento fue el disco que más vendió en mi carrera solista, entonces dije, “algo estamos haciendo bien”. Y me dio un montón de trabajo desde esa época hasta acá. Si bien son canciones de otros, yo siempre digo que las hago mías porque al hacer la adaptación uno pone de sí la emoción de tratar de trasladar la letra original al español y que se mantenga esa poesía y esa idea general de la canción y de la letra, de lo que el artista original quiso decir.  

Yo lo hago con mucho cariño, es un proceso prácticamente de composición también, y no todas se pueden adaptar. Algunas no quedan bien y no se hacen. Pero las que me gustan y trato de hacer me llevan mucho tiempo y ese es el desafío que empezó por allá, por esa época del 2007, y se convirtió en un proceso de seguir haciendo. Vamos agregando y quitando canciones, y siempre hay canciones nuevas. Son las canciones que yo escuchaba de adolescente también y son las que me enseñaron. Es una especie de tributo a esos grandes artistas.  

Cortesía de la producción

Cortesía de la producción

Dentro de Canciones Doradas conviven artistas como Queen y Kiss, pero también Sinatra. Me imaginé que es un tributo a artistas que tienen un peso en tu vida. ¿Pero cómo sentís que esos artistas en tu carrera, más allá de Canciones Doradas, están presentes? ¿Qué has tomado de esos artistas que admirás y ahora les rendís tributo?  

El primer artista que admiré desde muy chico fue Tom Jones, y sigue una de las voces más increíbles a pesar de su edad. Todavía no hice ningún tema de él, pero para mí fue uno de los mejores al momento de cantar un pop rock de los 70. Después vinieron un montón de artistas: Rolling Stones, Beatles, Queen, Michael Jackson. Yo escuché de todo y sigo escuchando todo eso. Me quedé con la música de los 80, mi discografía está ahí, toda música de los 70, 80, 90. Robbie Williams, por ejemplo, que me parece un artistazo, y muchos dirán, “pero, Adrián es metalero y escucha Robbie Williams”. Sí, porque no estamos hablando de géneros, estamos hablando de canciones, y de canciones que son buenas y que venden millones y millones de discos, o vendían millones de discos cuando se hacían discos.  

Si la comparamos a esa música con la música actual, la verdad es que por lejos me sigo quedando con los 80, y siento que esos artistas me siguen inspirando. Como hoy un Bruno Mars, que acabamos de grabar una versión de él, me sigue inspirando porque es un desafío muy difícil cantar una canción de él. Lo mismo me paso con la de Queen, “Love of My Life”, creo que la grabé doce veces hasta que sentí que estaba bien. Y la de Bruno, “Cuando Yo Era Tu Hombre”, también es una canción que grabé y es muy difícil por cómo canta Bruno. Todavía me falta, tengo que seguir grabándola. He hecho diez u once tomas. Pero ese es mi desafío, ¿no? Llevarla hasta el punto donde yo creo que puedo hacerlo. No me quiero quedar con lo que hice y en el lugar cómodo de mi vida cantando, me gusta seguir adelante y ponerme metas. Porque soy cantante, antes que músico soy cantante, quiero sostener eso.  

Y tampoco tenés el prejuicio de “soy metalero, no te escucho un Bruno Mars”. 

No, a esta altura de mi vida no, porque son ya más de 30 años y la verdad es que no tengo ganas de explicarle nada a nadie. El que quiera escuchar bienvenido sea, las canciones están ahí, están en la nube. El que no, también, porque yo acepto la música como es. No escucho la música actual de hoy porque no me gusta, pero entiendo que es lo que viene y entiendo tal vez que los chicos necesitan eso. Si está bien o está mal, el tiempo dirá.  

¿Cómo ha variado para vos la experiencia de presentarte frente al público a través de todos esos años de carrera? Me imagino que el Adrián de hace 20 años tenía una perspectiva diferente de sus shows que el de ahora.  

Sí, cambian muchas cosas, lo que no cambia es la adrenalina. Subirse a un escenario tiene esa magia que no sabés qué es lo que pasa, hay una especie de transformación.  Yo siempre digo que la felicidad en un escenario dura lo que dura el show. No se puede explicar, es como un gran orgasmo de dos horas que se transmite con la gente, es un intercambio de energía. Yo lo vivo y lo disfruto de esa manera. Quizá, hace algunos años atrás se me complicaba más porque tenía una lucha interna con que todo saliera bien y que todo tenía que ser excelente, especial y súper profesional. 

Hoy lo tomo con mucho más entendimiento y más experiencia, más relajado. Lo disfruto más de otra manera y siento que estoy en un momento de mi carrera donde todo lo que hago a nivel musical lo hago por elección propia, no hay presiones. Siempre digo que esto es un trabajo también y a veces exige un montón de cosas, pero yo lo hago con mucho cariño y mucha gana. Me gusta salir mucho de gira. Me aburro si no estoy arriba de un escenario, no puedo estar mucho tiempo parado, tengo que estar haciendo lo que me gusta, que es eso. O ensayando, grabando, tocando en vivo, o girando.  

Cortesía de la producción

Cortesía de la producción

De la mano con eso de estar todo el tiempo de gira, necesitando hacer algo, y con lo que mencionabas antes sobre hacer shows en lugares a los que no fuiste antes como parte de los desafíos... en la gira por Uruguay no solamente está Montevideo, sino también Punta del Este y Salto. ¿Qué encontrás de especial en ese público nuevo?  

Es realmente lindo poder ir y conocer la ciudad, ver a la gente, llevarle el show y hacerle pasar ese buen momento. Compartir ese buen momento. Estoy feliz de poder llegar después de tantos años a estos lugares. Siempre es Montevideo, siempre es Montevideo y no. Uruguay es más grande.  

Este año falleció Ricardo Iorio, uno de los mayores referentes e impulsores del rock pesado en Argentina. ¿Qué sentís que representa su pérdida para el género y para la música argentina?  

Yo no tuve la suerte de conocerlo. Sí lo conocí como todos y lo reconozco como colega y como músico. Lo que me molesta mucho es que se sienta luego de su muerte que él fue un referente importante. El referente lo fue siempre, no ahora que falleció. Yo hice una pequeña mención en Twitter a su muerte, “porque se murió un ícono”, puse. Realmente siempre lo respeté, más allá de sus creencias y sus ideologías, o sus locuras.  

Lamento mucho que no se haya cuidado en su carrera. Era joven, mucho más joven que yo. Tenía mucho para dar si quería, pero la vida la llevó por ese camino. Él tenía una forma muy particular de pensar. Sus fieles pensaban como él y hasta hoy van a seguir pensando como él. Lo van a seguir sosteniendo porque V8 no murió, por Hermética y porque sí, era un referente del rock nacional.  

Pero sí lamento mucho que en vida no se haga esto con nuestros artistas. No digo solo en Argentina. Hablo de todos los artistas. Casi siempre nos pasa que nos acordamos después, como le pasó a Gustavo Cerati, si bien todos sabíamos quién era y lo que era Gustavo o Luis Alberto Spinetta. Después de fallecidos, hacemos monumentos y reconocimientos. La verdad es que eso le sirve al fan, al artista que se fue ya no le sirve. Yo creo que a los artistas hay que darles un poco más de preponderancia en vida porque somos quienes les damos un poco de alegría a la gente y, en muchos casos, somos los que decimos verdades para abrir un poquito los ojos del público. Verdades nuestras, que pueden ser infundadas o no, pero es nuestra forma de decirle al público lo que sentimos. Somos parte también de un público y somos parte de un país.  

Es muy llamativo cómo no solamente pasa en Argentina, como vos decís, sino que internacionalmente cuando fallece un músico vuelve a salir en la radio y vende más discos.  

Sí, y salen las bandas tributos y salen todos. A mí me da la sensación de que pareciera más que todos quisieran hacer leña del árbol caído y no realmente reconocerlo en el momento. Ricardo tenía mucha exposición mediática a través de la televisión, de los medios. Era convocado siempre por su forma, por su ideología, por sus dichos. Guste o no, no lo voy a comparar con un Facundo Cabral, pero creo que tenía una impronta donde él, con sus pensamientos, arrastraba a un montón de gente que por ahí estaba de acuerdo con él. Tenía que ver con sus canciones, su música y esta argentinidad al palo que tenía, que fue reconocida por muchos amigos y seguidores. Ya está, ya se murió Ricardo y hoy podemos hacer un monumento, podemos hacer homenajes, pero me parece que siempre nos pasa lo mismo, nos acordamos tarde.  

Cortesía de la producción

Cortesía de la producción

¿Sentís que hay un porqué, o es algo que se da solo?  

Supongo que los argentinos somos muy mediáticos y nos llama mucho la atención siempre lo que viene de afuera. Le damos mucha importancia a los shows que se hacen en River, en Vélez. A las bandas que vienen y muestran una parafernalia. Nos gusta y nos olvidamos un poco de las bandas nacionales. Yo acabo de tocar con Orcas y con Animal en un lugar en Palermo este fin de semana, tres bandas de metal gigantes. 

La verdad es que la convocatoria fue buena, pero podría haber sido mucho mejor. Personalmente, creo que lo que pasa es que los argentinos elegimos mucho gastar la plata en otra cosa y no en apoyar a las bandas nacionales. Cada uno con su dinero hace lo que quiere y con la música que le gusta también. Pero, después, cuando se va un héroe del rock o se va un referente importante del rock, “uy, qué cagada, se nos fue Iorio”. Parece que habría que haberlo pensado u homenajeado antes. Yo sé que Iorio siempre fue un luchador, como muchos de la época de él, y me incluyo porque somos de la misma época. Hay un montón de artistas nacionales que vienen desde los 80 peleándola. Pero no tienen cabida en el mainstream. Parece que el rock pesado no vende lo que vende el trap, entonces siempre queda un poquito relegado. Mucho tiene que ver también el negocio del rock, que en realidad ya casi no existe.  

En los 80 y los 90 el rock argentino estaba muy ligado al under. 

Hubo que pelearla para poder ser reconocidos. Un músico no se sostiene solo por el hecho de tocar en un teatrito. El músico tiene que comprar equipos, cuerdas, guitarras, baterías, tiene que tocar y trabajar. Los músicos vivimos de nuestros shows. Se acabaron los discos, se acabaron las regalías y los adelantos de regalías que siempre fueron como una migaja para nosotros. Con la era digital, a través del teléfono, la gente escucha música por acá y, si lo pienso mucho, digo que es una locura. Yo grabo un disco con el mejor sonido que puedo, para que después alguien lo escuche por el teléfono.