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Contenido creado por Federica Bordaberry
Teatro
Payaso sin nariz

Agustín Aristarán o Soy Rada: el humor blanco vinculado a la forma y al timing del remate

El comediante y artista argentino se estará presentando en Uruguay con su espectáculo "Tarán", híbrido entre magia y comedia.

21.03.2024 13:09

Lectura: 15'

2024-03-21T13:09:00-03:00
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Por Federica Bordaberry

En un auto en ruta viajan un hombre y una mujer. Él está al volante y ella mira al frente.

Él dice: necesito vacaciones, no puedo mas, viste yo a esta altura del año necesito estar en la playa, en el mar.

Ella, entonces, responde: ¿querés que te haga el sonido de la playa?

Él responde con un gesto, alzando los hombros, y acota, "sí, dale". 

Y ella comienza: ¡Hay agua mineral, hay Sprite, Coca! ¡Bebidas frescas! ¡Hay coca, hay coca! 

Él, Agustín Aristarán (1983, Bahía Blanca) y ella Fernanda Metilli. Son pareja y, quizá, dos de los comediantes más activos de la escena argentina. Cada uno con sus caminos humorísticos, se han conjugado de vez en cuando para plantear la risa desde el absurdo, lo ridículo, lo extremo. Tanto, como filmar videos interpretando tiranosaurios rex con máscaras y los brazos acortados. 

Él, Agustín Aristarán, es conocido de forma artística como Soy Rada. Y, obviamente impulsado por el encierro que generó la pandemia, pero antes de ello también, tiene una biblioteca de personajes que ha utilizado para llegar a muchísima gente. 

Está Broncoespasmo, una suerte de unicornio gángster. Está Cristóbal Joropo, un centroamericano que toma ron y se pone camisas floreadas. Está Soychuni, que hace una suerte de tutoriales fallecidos. Está Sarrasqueta, un maestro espiritual chanta. Está Soysimba, una versión bizarra del Simba del Rey León. Pero también están los videos en el auto con Fer Metilli, los que habla de querer quedarse en la "camukis" por la mañana, la explicación de Harry Potter con los muñecos de su hija Bianca, acompañado a veces de "las cantaletas", y los anuncios con su perro policía de fondo llamado Honorio. 

Pero, más allá del humor, y extremadamente cerca del humor, Aristarán fue mago. De hecho, gran parte de sus espectáculos de comedia han incorporado a la magia y viceversa. Hizo el musical Matilda, filmó series con guiones más bien dramáticos, armó su propia carpintería, tiene una banda llamada Soy Rada And The Colibriquis. 

Porque, como él dice: "soy un payaso sin nariz". Su arte nace de la variedad y de lo disímil: del arte callejero, del teatro clown, del canto, de la radio, de la música. Eso, aquello, fue lo primero. Después, sí, llegaron el stand up, la actuación más dramática, el cine, la magia, los videos en redes sociales. 

"La magia te va contando algo, para que vos creas que va a venir por un lado y termina viniendo por el otro. Esa estructura de la magia me la llevé para la comedia, y la estructura de la comedia me la llevé para la magia", explica Aristarán en entrevista con LatidoBEAT

Esta semana, Soy Rada estará presentándose en Uruguay, en distintas partes del país con su espectáculo "Tarán". Pasará este jueves 21 de marzo por el Teatro Florencio Sánchez de Paysandú (entradas acá), el viernes 22 de marzo por el Teatro El Galpón de Montevideo (entradas acá), el sábado 23 de marzo por el Enjoy de Punta del Este (entradas acá) y el domingo 24 por el Teatro Bastión del Carmen en Colonia (entradas acá). 

Foto: cortesía de la producción

Foto: cortesía de la producción

Agustín, vos más allá del stand up venís del mundo del espectáculo. Sos mago, pero también hacés comedia musical. ¿Qué te parece más complejo, hacer reír, hacer llorar, sorprender? 

A mí me pasa que hacer llorar, pero porque la comedia está como muy internalizada en mí. Todos dicen que es más difícil hacer reír que hacer llorar. La verdad es que yo no puedo decir eso porque para mí es natural la comedia. Hacer reír es lo que hice siempre y recién hace un tiempo me metí en el mundo de la actuación más dramática, con algunos proyectos hermosos que vengo haciendo y ahí me encontré con un desafío mucho más grande, desafío a lo nuevo, de qué fibra hay que tocar para que a un espectador le pase esto según la plataforma donde uno esté. En cine, o en serie, o en teatro. Eso es re loco, cambia todo. 

No es solamente el drama per se, el género, sino también el formato.

Claro, no es solamente el género dramático o de comedia, sino que a dónde estás parado o para dónde lo estás haciendo. En el cine es milimetrico todo, es re loco, esto lo estoy descubriendo ahora. Justo ahora que se anunció en los Óscar la serie de Cris Miró, que soy parte de esa serie que se va a estrenar este año dentro de poco, ahí no había un solo chiste y no solamente no había un solo chiste sino que no había remate. Me pasaba que el director me decía, "che, Agustín, no remates", y yo le decía, "pero si yo no estoy rematando", y él me dice, "estás rematando con la mirada". Eso es el humor, que necesita ese timing de remate constante. Pero son experiencias increíbles y súper incómodas. 

Pero, además, detrás de las risas hay algo muy complejo. Uno no se ríe siempre por las mismas razones y los tipos de humor varían por comediante. ¿Qué es lo que hace a alguien reír? ¿Hay algo universal en eso?

Sí, yo creo que nos reímos todos de lo mismo. En líneas generales, nos reímos todos de lo mismo porque el mecanismo de la comedia es el mismo siempre. El tema puede ser diferente, pero el mecanismo es el mismo. Por qué nos reímos, porque nos sorprende algo, porque necesitamos descargarnos, porque el cuerpo necesita descargar líquido interno, anatómicamente hablando. Entonces, ante la sorpresa, ante la tensión, desencadena en risa porque el cuerpo tiene que reírse.

Entonces, después los factores que hacen que suceda eso, también son los temas de los que uno está hablando, la inteligencia del chiste, pero el mecanismo es el mismo siempre. Nos reímos por lo mismo, porque necesitamos descargar, porque nos sorprende algo y el cuerpo descarga. Por eso la magia y la comedia están tan emparentadas, tan cerquita. Pero creo que todos nos reímos del tiempo transcurrido de una tragedia. Cuando pasa algo feo, pasa cierto tiempo y nos podemos reír de eso, eso es un común denominador en cuanto a tema de lo que nos reímos. Porque creo que nos reímos todos de lo mismo. Cuando nosotros podemos, tenemos el tiempo suficiente como para poder hacer un chiste de algo que fue tremendamente trágico es la comedia que a mí más me gusta.

Foto: cortesía de la producción

Foto: cortesía de la producción

¿Cuánto hay de contenido y cuánto hay de forma en el chiste?

Yo soy de los que defienden la forma cien por cien. Un 80% de forma y un 20% de contenido, para mí. Discuto esto con varios comediantes sobre esto, sobre todo que el stand up, cuando apareció el stand up que es un género bastante nuevo defendía mucho el qué y no el cómo. Yo soy más de la escuela de los payasos y me gusta más el cómo, en la vida en general, no importa mucho qué digas sino cómo lo digas. En realidad, sí importa. Por supuesto que importa, obviamente, pero creo que el cómo es lo más importante. El delivery que yo tengo con el chiste, la llegada al público, cómo llega ese chiste al espectador para mí es lo más importante.

Hace poco leía un ensayo sobre la historia del stand up anglosajón y citaban un chiste que se llama The Aristocrats, que hace como referencia del humor negro, ¿vos tenés algún chiste de referencia? ¿Alguno que sientas que es una muestra perfecta de lo que a ti te hace gracia?

Sí, pero no te lo puedo contar. Yo me río mucho de cosas que no hago. Consumo lo que yo hago, el estilo que yo propongo, pero hay un estilo de comedia que yo no lo puedo hacer, no me sale hacerlo. Lo intenté, no me sale y no me funciona, y no estoy feliz haciéndolo. Pero tengo un montón de chistes que no te los puedo contar porque para mí ahí es donde aparece el límite del humor, porque solamente se los puedo contar a las personas que sé que me van a entender que no me estoy riendo de eso, sino que me estoy riendo del chiste de eso. Y es intransferible, por más que se lo expliques a quien sea, no lo van a entender y te van a juzgar. Encima ahora que está todo tan a la orden del día la cancelación, el bardo y juzgar, y decir vos sos una mierda y yo soy un genio, imposible.

Es común, en todos ámbitos de la vida, admirar lo que no podemos hacer. Recién me contabas de este género de comedia que vos no podés hacer, pero que te da mucha gracia, ¿hay algo de eso? ¿De admiración?

Sí, obvio. Yo admiro todo lo que no puedo hacer. Lo admiro mucho. Lo que yo no puedo hacer lo admiro mucho y lo que puedo hacer también lo admiro, eso también me gusta decirlo y me gusta hacerme un mimo y decir admiro mucho a esta persona que hace esto y yo también sé hacer eso y lo sé hacer muy bien, y por eso lo admiro porque sé lo que cuesta hacerlo. 

En esto del stand up hay mucho de lo actoral, y como actor muchas veces hacés cosas con las que no necesariamente te identificas en tu vida personal. Ahora, en el humor, ¿hacés chistes que a ti no te hacen gracia?

No, yo no puedo. Viable sí es porque conozco mucha gente que lo hace, pero yo no lo puedo hacer. No puedo hacer nada que no me guste y tengo la suerte de poder elegir cosas que me gusten, soy un privilegiado con eso. 

¿Podrías definir un género de tu humor? No sé, hay géneros como el humor negro, pero también cosas más puntuales como los chistes de judíos, que hay algunos comediantes que pueden hacerlos, pero otros no.

Un humor blanco, buena onda. Yo con mi humor no quiero decirte a vos espectador "soy más inteligente que vos", no me gusta. Eso me molesta como espectador, que tiene mucho que ver con el stand up, en eso soy bastante crítico del stand up. Mucho con el stand up crudo es subirte al escenario y decir, mirá yo me doy cuenta de todas estas cosas y vos no te das cuenta porque sos un poco más boludo que yo. Sin embargo, yo me defino como un "boludo". Eso a mí me hincha las pelotas. Me da mucha soberbia escénica. A mí la soberbia escénica me rompe los huevos, entonces el humor que yo propongo es un humor buena onda de que, por momentos te voy a bardear un poquitito, pero es humor buena onda, no quiero decirte sos inferior a mí. Humor buena onda, no sé si existe el género.

¿Quién es el rey del humor para ti?

Alfredo Casero, sin duda. Estoy hablando del Alfredo Casero de los 90, porque fue disruptivo, porque fue revolucionario y porque fue muy, pero muy personal. Fue completamente original y cuando hablo de original no digo novedoso, por más que lo fue en los 90, sino que fue un humor original porque el chabón lo podía hacer nadie más, y no lo puede hacer nadie más lo que hace Alfredo Casero. Pero no porque sea mega complejo, o sí, no importa eso. Sino porque fue el único que lo podía hacer porque era coherente con todo lo que él proponía y era original, era de sus tripas, era él eso. Haber sido alumno de Casero, sin que él sepa que era su alumno, porque me formó a mí mi humor, yo busco eso también, que lo que hago yo sea cada vez más original, cada vez más Agustín. 

Foto: cortesía de la producción

Foto: cortesía de la producción

¿Quiénes han sido tus maestros y por qué?

Alfredo Casero porque lo consumí de pendejo sin saber qué estaba mirando, y formó mi estilo de humor. Insisto, no tomé clases con él. René Lavand, mago argentino que para mí y mucha gente fue el mejor de la historia, era un mago que le faltaba un brazo que lo más interesante era que no importaba si le faltaba un brazo o no, no importaba lo que hacía, importaba que René Lavand estaba en escena. Eso también era un tipo que nadie lo puede imitar porque era único en su especie. De él sí fui alumno presencial y amigo, y me enorgullece mucho y fue una gran influencia.

Después del mundo de la música tengo muchos maestros. Muchos uruguayos, los Fattoruso para mí son los reyes del mundo, de la música. Me crié mucho también sin saber qué carajo estaba escuchando. Mi viejo, mi hermano, ponían esa música de Opa, el Negro Rada con los Fattoruso y estar escuchando mucho Jaime Roos, entonces también fui muy formado por la música y la cultura uruguaya. Después tengo muchos maestros de la vida, que no son conocidos, que te los voy a decir y no le va a interesar a nadie, pero son maestros que me han enseñado mucho. 

Hace poco escuchaba un podcast, donde a ti también te entrevistaron, que se llama Comedia. Lo escuché a Jose María Listorti decir que una de sus grandes influencias es Les Luthiers, ¿cómo eso puede ser posible haciendo humor tan distinto? Son palos de comedia que están en los extremos.

Sí, a mí también me sorprendió porque lo hablé con él porque compartimos Matilda, tuvimos muchas tardes de maquillaje y charlas. Pero me puse a pensar que no necesariamente a quien admires es a quien imitás o quién es tu modelo a seguir, no imitar en el mal sentido, sino que no sea tu modelo a seguir. Es bien diferente, pero lo habrán influenciado en la forma de la comedia, pero es posible que esas cosas pasen. Yo admiro mucho a Ricky Gervais y no tengo comedia ni mierda de parecida, en nada se parece. Esas cosas pasan. 

Hay una frase re conocida que dice que el humor es el primer síntoma de inteligencia, ¿para ti es necesaria cierta inteligencia para poder hacer reír?

No. Qué sé yo, qué es ser inteligente y qué no. Ahora está muy cambiado, hay un montón de clowns que no dicen una sola palabra y tienen una inteligencia corporal, hay otros comediantes que tienen inteligencia emocional, hay otros que tienen inteligencia cultural. Yo no sé si hay que ser inteligente o no, o qué es ser inteligente o no. Yo de pendejo siempre me consideré una persona muy poco inteligente porque me llevaba todas las materias a marzo y, sin embargo, hoy digo que soy inteligente. Para matemática no sirvo, pero para otro montón de cosas sirvo. A mí un poco el título de humor inteligente también me choca y me molesta un poco, ¿porque qué sería humor inteligente? ¿Les Luthiers es inteligente y Listorti no? ¿Por qué? A mí me parece súper inteligente Listorti haciendo comedia porque es recontra efectivo y no hay nadie a quien no le saque una sonrisa Listorti con sus movimientos corporales o con sus gritos, no hay manera de que no te haga reír. Y, sin embargo, yo miro Les Luthiers, a quienes admiro muchísimo y me parecen los reyes de la comedia, y yo no me río ni una sola vez, pero me parecen increíbles. Rowan Atkinson, Mr. Bean, me descostillo de risa y miro Les Luthiers y no me río nunca, pero es hipnótico, no puedo dejar de mirarlos y me parecen los reyes de la comedia. 

Foto: Ignacio Arnedo

Foto: Ignacio Arnedo

Una vez en el escenario, ¿tenés miedo de no hacer reír? ¿Cómo lo combatís eso?

No. Miedo a no hacer reír no tengo nunca. Perdón, suena muy pedante. Tengo miedo de todo lo que se te ocurra, lo quieras. Miedo a hacer reír, no. El escenario es el lugar donde más cómodo me siento, entonces ahí yo sé que tengo un montón de recursos y un montón de estudio y un montón de horas para hacerte reír. Puedo tener miedo a que no sea una buena noche, a que yo no esté conectado, a que fallen cuestiones técnicas, a no haber ensayado lo suficiente algo nuevo que quiero hacer, a eso le tengo miedo a todo. Pero a no hacer reír, no.

A mí me pasa cuando voy a ver stand up que encuentro estructuras muy parecidas con los actos de magia, algo así como una introducción, un desarrollo y un golpe. ¿Qué te has llevado de la magia hacia la comedia?

Lo que arrancamos hablando, la magia lo que hace es preparar todo un campo para hacer algo, para después sorprenderte con un punch en la cara, que no te la viste venir. Esa es la estructura de la comedia y de la magia. La magia te va contando algo, para que vos creas que va a venir por un lado y termina viniendo por el otro. Esa estructura de la magia me la llevé para la comedia, y la estructura de la comedia me la llevé para la magia. 

Por Federica Bordaberry