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Infierno grande

Alfonso Tort: "Después de leer muchas veces, aparece una voz, y luego eso baja al cuerpo"

El actor uruguayo protagoniza en soledad "El cuerpo más bonito que se habrá encontrado nunca en este lugar" en Sala Verdi.

06.09.2022 17:39

Lectura: 8'

2022-09-06T17:39:00-03:00
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Por Federico Medina

Alfonso risueño se sentó en un escaloncito al rayo del sol, en la entrada de la Sala Verdi. Me dijo que fuera para ahí porque iba a estar todo el día en el teatro y desde temprano.

Ahora, cerca de las dos, salió a fumar y en un rato se va a comprar algo para almorzar.

De repente, se lo ve más canoso aunque se sigue pareciendo al mismo hace un montón de años; en cualquier momento va a decir alguna pavada, de esas con las que se divierte solo, y a los demás a su alrededor, siempre buscando inspirar otra broma cómplice para pasar las horas.

Esta tarde, Fernando Parodi, el director de El cuerpo más bonito que se habrá encontrado nunca en este lugar, lo acompaña en ese corto rato de pachorra, en ese escalón, a esta hora, vacío de la suelas de los zapatos de los espectadores de esa noche de estreno. Alfonso y Fernando se conocieron en la EMAD y con el tiempo siguieron en contacto, viendo sus trabajos y ocurrencia en escena y en la pantalla.

Cuando Fernando piensa en esta obra,  piensa en abrazos. Llegó al texto por su relación con el autor, el catalán Josep María Miró, y de inmediato lo vio a Alfonso contando la trágica historia de un joven, su padre, su familia, y un pueblo entero.

Adentro de Sala Verdi, todavía falta para el estreno. Trabajan carpinteros con una máquina percutora, iluminadores, los funcionarios y dueños del teatro y un hombre alto y flaco, de anteojos de gran aumento que baja por la alfombra un costado de las butaca que se pone "a las órdenes" para lo que el actor necesite.

Alfonso abraza a Johanna Bresque, la escenógrafa, mientras ven que está casi todo pronto para dejar de pasar la obra por la cabeza de Alfonso y por el teatro vacío.

Mientras se levanta del escalón y se pega un pique para esta almacén me río del último chiste que hizo, todavía no le pregunté nada sobre el sacrificio que debe haber hecho para construir su papel en La noche de doce años, que todavía no quedó lejos en su físico y su actitud, aunque después haya filmado dos otres películas más, metido en diferentes pueblos argentinos, y una serie de tevé para netflix; todo eso junto parece pequeño despues de que Alfonso se sube al escenario por primera vez, con esta obra difícil y ambiciosa; un riesgo que este actor decidió tomar como casi siempre, sin medir la consecuencias, presa del entusiamo que le producen las historias extremas y viscerales.

Pero esta vez el escenario solo lo puede contemplar, a lo sumo acompañar, mientras se convierte en otras personas, en soledad, durante casi dos horas, para contarnos una historia cercana y terrible. No importa en lo más mínimo estar más o menos preparada y sobre la butaca.

En esos ratos previos al estreno, LatidoBEAT, conversó con Alfonso Tort.

Ahora estás acá en Uruguay pero estás siempre yéndote, ¿no?

Yo soy medio nómade,  o tengo algo de gitano. Últimamente con mi trabajo se da una cosa de nunca poder estar acá mucho tiempo, pero por otro lado está bueno.

Las veces que me fui a Argentina a hacer películas me fui a un pueblo. Es como que por unas semanas te mudás y te instalás en un lugar, y el grupo entero que trabaja en el proyecto se vuelve más creativo; todo el mundo está en la misma situación, se aleja de sus casas y está concentrado en ese trabajo que es la película. Tenés que dormir en hoteles y perder mucho de tu rutina pero cuando te aislás de esa manera, creo que el grupo se une más rapido, y se involucra más con un proyecto.

De todas formas, da la sensación de que vos sos muy metódico en tu trabajo. Quizás eso te ayuda.

No sé. Cada proyecto te pide algo distinto, creo que mi método es invocrarme en el trabajo y no importa cuál es el proyecto; voy y lo hago.

En esta obra, la masa textual es enorme y es un unipersonal. Así que estuve mucho tiempo aprendiendo letra cual liceal. Es un texto tan bien escrito que cada punto, cada coma te va marcando el ritmo que te piden los personajes. 

Además, es un texto que está hecho para que lo actue cualquier persona. Son siete voces que hablan distinto, tienen respiraciones distintas; algunos tienen fraseos más largos que otros y así aparecen los personajes. Es un texto que te guía mucho.

Foto: Javier Noceti

Foto: Javier Noceti

La historia que se cuenta es un drama.

Sí. Es la historia de un asesinato brutal a un chico de 17 años de un pueblo. Es muy Twin Peaks. La música la hizo Luciano Supervielle y es re lyncheana. Es una tragedia, y aparecen esas siete voces que van a hablar de ese muerto y del padre de ese adolescente que se murió hace diez años. Es la historia de un pueblo chico.

Y todo el pueblo está involucrado.

Sí, todo el pueblo sabe de este chico. Hay una parte del parlamento que dice “Seducía a todo y a todos". 

¿Cómo se trabaja un texto en soledad?

Eso estuvo bueno porque me sentím por primera vez, como un músico con una partitura.

El instrumento soy yo. Ensayamos mucho en el sótano de casa con Parodi, pero a veces me tiraba solo, y te volvés más músico. Porque es como tocar una canción una y otra vez, obsesivamente. En una obra con más personajes dependés del otro siempre. Acá está uno solo como un músico con su instrumento, o con su voz. Y estuvo buena la experiencia.

Y podés ensayar cuando quieras.

Bueno, sí. Te exige mucha voluntad y compromiso porque es un texto exigente. Pero además, es muy claro. Es como tocar una partitura de una sinfonía. No hay nada para modificar. Era poner el cuerpo y ver cómo aparecían las voces. Tampoco quería imponer una voz. 

¿Cada voz es de un personaje diferente?

Sí. Hay tres mujeres y tres hombres. Y alguien más.

Yo, por primera vez, me siento como un médium. ¿Viste lo que me preguntaste del método? Tal vez sea ese. Es como algo que baja en un momento. 

Esta obra siempre la pensé así. Después de leer el texto muchas veces, aparece una voz, y luego eso baja al cuerpo, pero primero tenés que leer muchísimo. Y es como entrar en ritual estar tan metido en un texto como en un loop.

La palabra cuerpo es parte del título de esta obra. Supongo que además de lo natural de cualquier trabajo teatral, en este caso, adquiere otra dimensión.

Hoy me estaba bañando y estaba pensando en eso. Más allá de mi cuerpo, en el cuerpo de la obra. El autor dice que la puede hacer una persona con cualquier cuerpo, de cualquier género y de cualquier edad. Creo que es un texto que cuestiona algo de la belleza y de los cuerpos hegemónicos. Va mucho más allá del cuerpo físico, además. ¿Qué pasa si esta obra la hace alguien de un físico más voluminoso? En Cataluña la hizo un actor de 75 años.

¿Cómo te vinculás con el espacio en escena, en este caso donde estás solo?

Es un texto de la palabra. Las acciones no pasan por el cuerpo sino por la palabra, y entonces también, por  la imaginación. Esto es muy primitivo del teatro, ¿entendés? Por momentos me siento como un rapsoda, que eran los que iban narrando cuentos homéricos en la antigua Grecia. Eran como la internet de la época. Caían a un pueblo y contaban una historia. La obra tiene mucho de eso, de narrar una historia muy terrible, con gente alrededor.

Yo intento ser un rapsoda; casi no hay movimientos. Te sentás en el teatro a escuchar un gran cuento extraño que sucede en un pueblo. Joseph es un gran admirador de David Lynch.

¿Hay algo de los extremos que pareciera que te llama?

Puede ser, o tal vez lo novedoso, o lo arriesgado.

Estuviste desde temprano, y vas a estar todo el día acá en el Teatro. Ayer hiciste lo mismo. ¿Por qué? 

Me parece que involucrarte en todos los aspectos de una obra, te cambia todo.

Mirá ese tipo que está hora arriba del escenario (señala a un trabajor atornillando una madera). Está haciendo algo muy importante para la obra. Tirar buena onda en un proyecto es fundamental. De ahí salen cosas buenas.

El cuerpo más bonito que se habrá encontrado nunca en este lugar se puede ver en Sala Verdi (Soriano y Convención) hasta el 11 de setiembre, de lunes a sábados a las 20.30 y los domingos a las 20.00. Las entradas se pueden adquirir Tickantel a $ 500 y en boletería de la sala.

Por Federico Medina