Nació en Cuernavaca, México. Por alguna razón, su ciudad de origen caló hondo y se transformó en la musa inspiradora de su novela. Rescatando antiguos mitos de su tierra y haciendo que varias historias se entrelacen, Colmenares logra construir una red que da lugar a un nuevo mundo. Uno que respira con independencia de la ciudad que se conoce.
Sus ojos de escritor logran capturar cosas de la realidad que a veces se pierden. Las pone a la luz y las analiza, desde otro lugar. Con reflexiones crudas que buscan entender lo que nos rodea, habla del mundo real a través de la ficción.
Su novela Grimorio ganó el XIV Premio Nacional de Novela Ignacio Manuel Altamirano 2019, y fue publicada en 2023 por la Universidad Autónoma Metropolitana. Nunca perdió el cariño por su tierra natal, la cual siempre estuvo presente en su trabajo de una manera u otra. Ha organizado eventos culturales en Cuernavaca junto al colectivo artístico Ruina Tropical. En sus obras suele estar presente la magia, el humor, la literatura y, por supuesto, su ciudad.

Cortesía de producción
¿Preferirías viajar al futuro o al pasado?
De hecho me gustaría poder no pensar ni en el futuro ni en el pasado, qué enormes lastres para el presente.
Si pudieras ser un personaje de tu libro, ¿cuál serías?
Silvestre Cerezo Vivas, un tipo que de niño se hizo mundialmente famoso por sus avioncitos de papel, y que amasó una fortuna que luego le permitió viajar por el mundo. Suena a que se la pasó muy bien.
Top 3 de libros que más regalaste/recomendaste.
Seda (1996) y Océano mar (1993), de Alessandro Baricco, porque son hermosos y de sencilla lectura. En tercer lugar del top todos los demás libros que he regalado, porque siempre han sido distintos.
Si pudieras coescribir un libro con cualquier autor/a, vivo o muerto, ¿con quién sería y por qué?
Coescribí una novela con Gloria Koenigsberger, una astrofísica muy importante en México. Nos llevó más de tres años y fue un proceso maravilloso en el que forjamos una tremenda amistad. Basándome en esa experiencia, creo que me gustaría coescribir con alguien que, como ella, se dedicara a algo totalmente distinto a lo que yo hago, porque es una manera increíble de acceder a otro mundo.
Contanos qué estás leyendo ahora.
Estoy releyendo Historia del siglo XX (1994), de Eric Hobsbawm, porque no puedo cumplir mi anhelo de la primera pregunta.
Si pudieras tener una conversación de una hora con cualquier escritor famoso, pero después nunca más pudieras leer ninguna de sus obras, ¿a quién elegirías para tener esa conversación?
Augusto Monterroso. Ese señor sabía muchísimo sobre literatura y sobre la vida y tenía un gran sentido del humor. Sus obras son muy cortas y memorables, entonces no sería una gran pérdida solo tener que recordarlas.

Cortesía de producción
El primer verso que te viene a la mente.
"Una rosa es una rosa es una rosa". Me encanta, no lo entiendo.
¿Qué libro prestaste de tu biblioteca y hasta el día de hoy no fue devuelto? ¿Y al revés?
Muchísimos. Mi mamá decía: "Tonto el que presta un libro y más tonto el que lo regresa". Hace unos días una amiga me confesó que tiene mi Diccionario jázaro (1984) y que me lo devuelve pronto (veremos). Yo tengo ahora mismo un Los siete años de abundancia (2013), de Keret, que me prestó un amigo que es un jardinero ilustre. Pienso devolverlo el próximo fin de semana, si es que me invita a nadar en la casa en la que trabaja.
¿Qué libro nunca te aburrís de releer?
Los de Jorge Ibargüengoitia. Buenas tramas, pura risa.
Si pudieras invitar a tres personajes literarios a cenar, ¿quiénes serían y por qué?
Tita, de Como agua para chocolate (1989), por obvias razones. A los escuderos de Los tres mosqueteros (1844), de Dumas, porque me da mucha angustia que siempre se quedaran con hambre. Y a Maqroll el Gaviero, porque seguro propiciaría una excelente sobremesa. Creo que haría buena pareja con Tita.
¿Por qué Acequia?
Porque es una palabra hermosa.
¿Cuánto tiempo te llevó escribir este libro, desde la concepción de la idea hasta la publicación final?
Diez años. Lo fui trabajando por temporadas a lo largo de la década.
Si pudieras vivir en el mundo de cualquier libro, ¿cuál elegirías y por qué?
En Fantasía, de La historia interminable (1979). Sospecho que ahí mi currículum vitae sería ligeramente más valioso.
¿Por qué elegiste ese epígrafe?
Porque me parece la expresión mínima del comportamiento idóneo de un artista eficiente.
Si tuvieras que describir tu libro en una sola frase, ¿cómo la formularías?
Delirio funcional.
¿Cuál fue la reacción más inesperada qué recibiste con este libro?
Que me haya llevado a Nueva York, algo que en verdad nunca sospeché.

Cortesía de producción
¿Qué escribirías en un muro? ¿Y en la pared de un baño?
La última vez que escribí en un muro, que de hecho fue el de un baño, fue la muy políticamente incorrecta pero mágica (magia negra, si quieres) fórmula de “puto el que lo lea”. Cabe aclarar que era niño todavía.
¿Qué consejo o frase inspiradora darías a otros escritores que estén buscando su voz y estilo literario?
Que no teman. Equivocarse es la única manera de aprender. Pero que no se conformen con sus errores, hay muchas personas presumiendo sus errores solo porque les dedicaron enormes esfuerzos. Hay que ir un paso más allá, hay que aprender, aunque tome mucho tiempo.
Si de la noche a la mañana pudieras hablar de manera fluida cualquier idioma, ¿cuál sería y a qué lugar viajarías para probarlo?
Chino. Iría a Hong Kong a comprarme una playera con su hermosa bandera.
Escribir para...
Gozar.
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Fragmento de Acequia:
Pareciera que Cuernavaca fue diseñada con trampantojos: ninguna calle es recta, están todas llenas de caprichosas curvas, aunque sean muy discretas, muchas son tan empinadas que de lejos parecen paredes o abruptas caídas al vacío, y esto da la sensación de que las distancias son muy cortas; es habitual que la gente se pierda creyendo que las calles paralelas se conectan mediante las perpendiculares y que al tratar de regresar a una avenida principal mediante una callejuela lleguen más bien a otra colonia. Y es que la ciudad, asentada en el lomerío de las faldas de la sierra del Chichinautzin, está surcada por ciento cincuenta barrancas y cañadas y ha crecido sorteando el vacío.
La gente no tiene por qué tomar a bien una broma. No están obligados. Es cruel decir la verdad (una verdad no pedida) disfrazada de oveja. Los chistes son lobos disfrazados de ovejas, la carcajada el resultado de la revelación de los colmillos. Sonreír es mostrar el cráneo. La intención no es lo que cuenta. Nunca.

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