El narrador es una puerta a los habitantes de ese lugar con un puerto sin barcos atracados y un malecón en el que las olas golpean en bucle. Es, también, un vínculo entre el paisaje y el lenguaje, a raíz de su amor por las palabras. Así se construye la voz responsable de dar vida a Quebrada Honda (2024), que reflexiona de cuestiones como la vida, el destino, el azar y el tiempo.
Ana Solari, su autora, afirma que la idea de la historia nació en 2005 y que, tras 18 versiones y antes de la pandemia, lo culminó. Una peripecia similar a la que transita el protagonista del mismo.
Además de Quebrada Honda, publicó Campo de batalla (2021), La última mujer (en coautoría junto al escritor catalán Jordi Buch Oliver, 2013), Scottia (2002), El hombre quieto (2007) y El señor Fischer (2011), entre otros. Este último fue Premio Nacional de Literatura en narrativa inédita.
Solari, además de ser escritora, es doctora en Comunicación y docente universitaria. Obtuvo las becas de la Fundación John S. Guggenheim (junto con el periodista Andrés Alsina, 2000), de la Fundación Rockefeller (2004); también el patrocinio de la International Writers and Translator’s Center (2005) y la beca del Gobierno de la República Popular China para estudiar chino en Beijing (2007).
¿Preferirías viajar al futuro o al pasado?
Me resulta difícil responder. Por un lado, me encantaría viajar a determinados momentos del pasado: Grecia en el siglo de oro; China bajo el reinado del emperador amarillo; la Roma de Julio César; Berlín en 1950; la Londres de los espías durante la Guerra Fría; el desierto de Lawrence de Arabia; el laboratorio de Madam Curie; la casa de Marguerite Duras, donde vivió con su amante tanto menor que ella; San Francisco y su movida en los años 60, para escuchar a Ginsberg, a Ferlinghetti y a Grateful Dead; la llegada de los comandantes a La Habana cuando triunfa la revolución; la biblioteca de Alejandría; la biblioteca que describe Umberto Eco en El nombre de la rosa; el momento en que se empieza a inventar la escritura, allá por donde andaban los fenicios y también los chinos; el inicio de la Revolución Industrial en Inglaterra.
Pasearía por la Italia del Renacimiento, viajaría con los vikingos cuando llegaron a las costas americanas… Y no sigo, porque como me encanta la historia, creo que recorrería todas las épocas. Por el otro lado, ¿quién no quisiera adentrarse en el futuro? Viajes al espacio, posibilidad de otras inteligencias en otros remotos planetas o galaxias; en qué se transformó la inteligencia artificial: ¿Se hizo generativa? ¿Logramos recuperar el medioambiente? ¿Se terminaron las guerras? ¿La humanidad superó los desafíos de este siglo y aprendió a convivir entre sí? ¿Podré pisar el ansiado suelo de Marte? Y aunque no es estrictamente “futuro”, solo el futuro nos puede dar herramientas para asistir al Big Bang: estaría en primera fila.
¿Qué libro de otro autor/a te afectó de tal manera que te gustaría generar ese mismo efecto en tus lectores?
Hay un par de libros que me afectaron muchísimo, pero no me propongo generar lo mismo en mis lectores. Ballard es uno de ellos; Simone de Beauvoir y Marguerite Duras; Peter Handke; los diarios de Viktor Klemperer; Paul Auster, son otros. Menciono autores, no libros.
Top 3 de libros que más regalaste o recomendaste.
El señor de los anillos (1954); El vendedor de pasados (2004), de Agualusa; La séptima función del lenguaje (2015), de Binet; Hacedor de estrellas (1937).
¿Qué cinco cosas guardarías en una cápsula del tiempo?
Un mapa del mundo actual; la huella de una mano; un reloj solar; el alfabeto en código binario; una copia de El planeta de los simios.
Si pudieras coescribir un libro con cualquier autor/a, vivo o muerto, ¿con quién sería y por qué?
Hace años escribí uno con Jordi Buch Oliver, escritor catalán. Sin embargo, me encantaría escribir con Claudio Invernizzi, sin dudarlo, y con William Gibson, de cuando escribía ciencia ficción. En el caso de Invernizzi, porque su prosa es inteligente y tersa; en el caso de Gibson, porque imagino que su ciencia ficción sería más que compleja. Si fuera con autores muertos: Irene Nemirovsky y Alejandro Dumas; ambos serían un desafío. Me apasionaría conversar con Evariste Galois, el matemático francés que murió muy joven en un duelo y escribió una teoría algebraica muy adelantada para su época en la noche previa a su muerte.
Si estuvieras en la Biblioteca Nacional de Uruguay y te pudieras robar un libro sin que nadie lo supiera, ¿cuál sería?
El original de la Constitución de la República o la primera edición de Moby Dick (1851).
Tu autobiografía en una frase.
Como no se me ocurría nada, le pedí ayuda a la IA. Acá va el diálogo y sus sugerencias:
-Hola humano, soy un chatbot IA impulsado por GPT. ¡Pregúntame cualquier cosa!
-Debo escribir mi autobiografía en una frase.
-¡Claro! ¿Qué tal esta frase para tu autobiografía? "Un viaje lleno de altibajos, pero siempre buscando crecer y aprender de cada experiencia." ¿Qué te parece?
-No está mal. ¿Tienes otra? Soy escritora. [la descarto porque suena muy new age y de coach]
-¡Por supuesto! ¿Qué te parece esta frase para tu autobiografía? "Explorando los rincones de mi alma a través de las palabras, en busca de la verdad que me define." ¿Te gusta esta opción?
-Sí, tal vez. Me interesa algo que no sea muy grandilocuente. ¿Se te ocurre? Algo sencillo. [no suelo explorar los rincones de mi alma ni busco la verdad que me define, así que tampoco]
-Claro, aquí tienes una opción más sencilla: "Un recorrido honesto por mi vida, entre páginas y recuerdos." ¿Qué te parece esta frase para tu autobiografía? [tampoco, lo que menos me interesa es recorrer honestamente mi vida, etc.]
En resumen: soy escritora.
Contános qué estás leyendo ahora.
Larga lista, porque leo varios libros a la vez. Proletkult (2018), de Wu Ming; Maniac (2023), de Benjamin Labatur; País de espías (2009), de William Gibson; Introitus lapidus (2007), de Jim Dodge; Un día más (2007), de Mirta Fajardo; La ultraderecha hoy (2021), de Cas Mudde; The coming wave (2023), de Mustafa Suleyman; The gifts of Athena (2002), de Joel Mokyr; La noche de Morava (2008), de Peter Handke.
Si pudieras tener una conversación de una hora con cualquier escritor famoso, pero después nunca más podrías leer ninguna de sus obras, ¿a quién elegirías para tener esa conversación?
Hablaría con Peter Handke o con Heinrich Böll.
El primer verso que te viene a la mente.
De Zitarrosa: En mi país qué tristeza, la pobreza y el rencor/ Dice mi padre que ya llegará/ desde el fondo del tiempo otro tiempo/ y me dice que el sol brillará/ sobre un pueblo que él sueña/ labrando su verde solar.
Y de Fernando Cabrera: Cuando se trata de usted/ yo me quedo sin palabras/ ay, mi vieja timidez/ que se agazapa en el habla/ Cuando se trata de usted/ Brisa, canoa del aire/ que se lleva mi canción /hecha un silbido que viaja
¿Qué libro prestaste de tu biblioteca y hasta el día de hoy no fue devuelto? ¿Y al revés?
¡Siempre devuelvo los libros! Presté una Historia de la economía que jamás retornó y uno de Mario Levrero, no recuerdo el título. Después de eso, rara vez presto un libro.
Como lectora, ¿qué te gusta encontrar en un cuento?
Una trama que me atrape. Personajes verosímiles. Una sintaxis fluida y sin redundancias, un vocabulario envidiable.
Tu idea de felicidad y tu idea de miseria.
Felicidad: paz interior. Miseria: saber que existen personas que viven en la pobreza más absoluta, situación que parece no conmover demasiado a quienes podrían revertirla.
¿Qué libro nunca te aburrís de releer?
Crónicas marcianas (1950), de Bradbury.
Si pudieras invitar a tres personajes literarios a cenar, ¿quiénes serían y por qué?
Jean Valjean (Los miserables); George Smiley (El espía que surgió del frío, entre otras); Geoffrey Firmin (Bajo el volcán).
¿Por qué Quebrada Honda?
Es el nombre del paraje donde transcurre la historia; podría haberse llamado Despeñadero de Perros, otro paraje vecino a ese, pero me gustó más el primero. Supongo que sintetiza, en forma de metáfora, la peripecia del protagonista. También es la búsqueda de una sintaxis que sea propia y única del protagonista.
¿Cuánto tiempo te llevó escribir este libro, desde la concepción de la idea hasta la publicación final?
La concepción —la idea— surgió en el entorno de 2005, y es el tomo dos de una trilogía que empezó con Scottia. Escribir Quebrada Honda llevó muchos años —creo que el primer original es de 2010—, después estuvo mucho tiempo en un cajón. Un querido colega y poeta, René Fuentes, lo leyó —y me ayudó a organizar la estructura— y cada tanto, a lo largo de los años, me preguntaba por la protagonista, Juanita. Tanto preguntó, que lo volví a leer y me dieron ganas de publicarlo. Tras unas 18 versiones, lo terminé poco antes de que empezara la pandemia. Demoré en publicarlo por diversos motivos.
¿Por qué elegiste ese epígrafe?
Es una dedicatoria.
Si tuvieras que describir tu libro en una sola frase, ¿cómo la formularías?
Un futuro escritor que no sabe que lo será relata sus andanzas, en un pueblo dejado de la mano de Dios, y las de los personajes, mientras busca locaciones para un mítico cineasta, y reflexiona sobre la vida y lo humano, con una sencillez bastante profunda. Subyace una añeja discusión conmigo misma acerca de la imagen y el texto para representar la realidad.
¿Cuál es la reacción más inesperada qué recibiste con este libro?
Todavía ninguna. Lo leyeron tres personas; el poeta que ya mencioné, René Fuentes; Martín, de HUM, y Carlos Liscano, que leyó el fragmento inspirado en y dedicado a él (el escritor del sombrero negro).
¿Qué consejo o frase inspiradora darías a otros escritores que están buscando su voz y estilo literario?
No sé qué es una frase inspiradora. Que habiten ese universo que crean. Que no sean complacientes y privilegien la brevedad: si lo puede expresar en tres palabras, no use ocho.
Si de la noche a la mañana pudieras hablar de manera fluida cualquier idioma, ¿cuál sería y a qué lugar viajarías para probarlo?
Ruso: viajaría a Siberia. Árabe, volvería al Líbano.
Escribir es…
La manera de habitar diferentes mundos y de sobrevivir a/en este.
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Fragmento de Quebrada Honda:
Y yo le leo:
«Cuando llueve en Quebrada Honda es que el tirano anda suelto o está por ocurrir un milagro. Si llueve en sábado, el futuro se avizora negro; que si la lluvia ocurre en domingo, ya nada se puede hacer, y lo único que queda es encomendarse al Santo y la historia demuestra la veracidad de la afirmación.
»Y en el vecindario, con esta lluvia empecinada, no hay nadie; ni un alma; que el agua arrastra la basura, las bolsas ya más que usadas, y son tristes esas cosas blancas o azules, atadas en la punta con un nudito apretado a punto de reventar. Aparto la vista de ellas, que se me hacen
grotescas, que cuando llueve, la belleza es más brillante y lo feo se hace más feo.
»El asunto es que llueve fuerte de verdad, porque la entrada del edificio parece una piscina, como las que salen en las películas que a veces se pueden ver en el galpón de cerca de la plaza. Y es triste ver ese zaguancito con el piso cubierto de agua; que de un salto alcanzo la escalera, y en el primer escalón me chista la vieja que habla con el gato.
«La vieja me ve y dice:
»—Tuvo visitas, usted.»
Juanita me interrumpe:
—Vamos a la hamaca. Y después me lees. Hay todo el tiempo del mundo.
Y yo dejo allí el cuaderno, porque ella dice con razón. Juanita siempre dirá razón, es lo único que mi ánima siente y sé que es así. Y la hamaca es como las olas. Y Juanita también. Juanita es el mar, y el mar no encierra tiempo. Siempre está.
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