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Contenido creado por Catalina Zabala
Teatro
Contar a través de la ropa

Andrea Arobba presenta “Identikit”: moda, identidad y escena en diálogo

La coreógrafa explora cómo la vestimenta moldea nuestra identidad y nuestra forma de movernos.

06.03.2025 15:01

Lectura: 17'

2025-03-06T15:01:00-03:00
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Por Nicole Wysokikamien | @_____.nic

Al igual que en sus clases, Andrea Arobba habla con claridad, pasión y potencia, con una dulzura que asoma casi sin proponérselo. En la comunidad de la danza contemporánea, es reconocida por la exigencia física de sus clases, su enfoque en la precisión del movimiento y la percepción corporal y espacial. Su manera de guiar busca desafiar y expandir constantemente las capacidades de sus participantes.

Es una de las figuras más influyentes de la danza en Uruguay. Su trayectoria como coreógrafa, performer, docente y gestora cultural la ha posicionado como referente en el medio. Andrea es fundadora y directora de GEN, Centro de Artes y Ciencias; un espacio dedicado al diálogo, la divulgación y la mediación de proyectos de investigación artística y científica.

Se formó en ballet clásico en la Escuela Nacional de Danza del SODRE y fue parte del grupo Contradanza, colectivo fundamental en la historia de la danza contemporánea en Uruguay. Su trabajo, tanto de bailarina como directora, ha sido presentado en Uruguay y en festivales internacionales. Además, es quinto dan de Aikido, y en su práctica artística integra conocimientos de artes marciales, danza clásica y contemporánea, así como elementos del pensamiento científico que nutren su práctica interdisciplinaria en GEN.

Identikit se enmarca en un proyecto más amplio en el que Arobba y su compañero, el investigador y escritor Pablo Casacuberta, han estado trabajando. En esta obra, la colaboración entre el sector artístico y la industria toma protagonismo, ya que el espectáculo cuenta con el apoyo del grupo Indutop y su marca Daniel Cassin. Más allá de este proyecto puntual, la iniciativa responde a un interés mayor: generar mejores condiciones para el ámbito cultural y artístico a través del vínculo entre creadores y empresas.  

Los días 12 y 13 de marzo, la sala principal del Teatro Solís recibe a Identikit. La directora de Historia natural de la belleza, Epifanía y Sinapsis, regresa a este escenario con una propuesta que indaga en la identidad contemporánea y su vínculo con la indumentaria. Acompañada por un elenco de once bailarines, tres músicos en escena y un sólido equipo de producción y diseño, Identikit se presenta como “una experiencia visual, un discurso en movimiento, un diálogo entre el cuerpo, la tecnología, la identidad y el entorno”. Las entradas se pueden adquirir aquí.

 En entrevista con LatidoBEAT habló sobre el proceso de creación de Identikit, su visión de la danza contemporánea y sus proyectos actuales y futuros.

Foto: Majo Casaco´

Foto: Majo Casaco´

¿De qué va Identikit y cómo surge?

Identikit surge con la propuesta de Juan Ciapessoni, nuestro socio en GEN, de vincular dos universos: el empresarial y el artístico. Juan está constantemente buscando nuevas maneras de vincularse con distintos ámbitos y fomentar diálogos. Se le ocurrió plantearle a la gente del grupo Indutop hacer un espectáculo, y les propuso mi nombre para dirigirlo. Ellos aceptaron y decidimos hacer algo con Daniel Cassin. A mí me encantó la propuesta y el desafío de hacer algo con una marca, pero quería que fuera diferente a lo publicitario o al desfile de modas. Que generara otro tipo de acercamiento a la sociedad. Es decir, que la propuesta artística no quedara subordinada a la publicidad, sino que dialogara con ella desde otro lugar. Esa fue mi única condición: que fuera un hecho artístico y que me dieran libertad total para crear, y así fue.

Junto a Pablo Casacuberta iniciamos una investigación conceptual sobre la moda, su historia, y cómo se ve el fenómeno hoy en la contemporaneidad. Nos adentramos sobre todo en cómo va cambiando la identidad en relación a la moda. Luego surgió la idea del identikit, que es la imagen de una persona dibujada a partir de los rasgos físicos que describe quien la mira. Se usa mucho en el ámbito policial, pero quisimos tomar ese concepto para jugar. En definitiva, hay algo que conecta a la moda y el acto de vestirse con la puesta en escena, y es que estamos todo el tiempo eligiendo. Cómo nos vestimos y nos movemos con la ropa, cómo nuestra apariencia se transforma según el contexto. Armar tu atuendo construye tu identidad, y se percibe el paso del tiempo en la historia personal de cada uno, pero también en las diferentes tendencias.

Luego armamos una idea de lo que queríamos: que fuera un espectáculo grande, para toda la familia, con una cantidad de artistas multidisciplinarios, que generara una experiencia completa y también memorable. Hubo un trabajo de conjugación de lo masivo que trae una marca de ropa: las pantallas, las reproducciones y las imágenes en los locales, con nuestras expectativas artísticas, y eso es genial para mí.

Yo valoro la posibilidad de poder encontrar siempre nuevas maneras de desarrollar nuestro arte teniendo apoyo, un apoyo suficiente como para permitirnos soñar con algo y que se pueda poner en escena. Es inspirador, y ojalá otras marcas o compañías se contagien de esta iniciativa, porque realmente el impacto que genera en la sociedad es buenísimo. Somos 25 personas involucradas en este proyecto; hay una cantidad de fuentes de trabajo que se generan y que además están bien pagas. Se fomenta la profesionalización de nuestro sector y el trabajar con las condiciones que merecemos.

Uruguay está teniendo una cantidad de egresados de las diferentes instituciones, y de bailarines completamente profesionales, con un talento y una formación increíbles, que no tiene nada que envidiarle a Europa ni a nadie. Pero, a veces, eso no es tan fácil de ver. Parte de este proyecto también es mostrar el talento uruguayo, todo lo que tenemos acá, y poder usarlo. 

La vida del bailarín no es eterna. Si bien uno puede bailar hasta que se muera, hay ciertas habilidades que se van perdiendo, por el uso y abuso que hacemos de nuestro cuerpo a veces. Esto ayuda un poco también a explorar y sacar la creatividad y la belleza del movimiento y todo lo que expresa en el escenario.

¿Cómo fue el proceso de creación?

Hice un casting por invitación. Como ya tenía una idea de qué quería, qué tipo de movimiento quería hacer, convoqué a 30 personas que sentía que podían ir con la idea que tenía en mente. La audición fue hermosa porque no se sintió como una audición, sino como una función. Salí muy inspirada y ya pensando en otra obra, y los propios bailarines quedaron fascinados con la experiencia también. La audición puede ser como un "cuco": cómo me van a mirar, me van a elegir o no, qué están buscando, y todo tipo de preguntas y miedos. De antemano yo les dije que cada uno que había sido convocado, había sido porque algo me interesaba de esa persona, pero que lo que necesitaba ver era cuáles eran los cruces que se generaba entre ellos. Honestamente me hubiera gustado trabajar con los 30, pero no daban los recursos. Pensamos en 10 y finalmente terminamos en 11 bailarines, tres músicos en escena, y luego el equipo de diseño de iluminación, vestuario, productores, redes de prensa, fotografía, audiovisual, somos un equipo grande y profesional.

Luego de tener el equipo, empezamos a ver elementos concretos que queríamos traer a escena: el corset, por lo que representa y genera en el cuerpo. La vestimenta del universo ejecutivo, pero también de las distintas profesiones. Cómo cada estilo te coloca físicamente en una postura diferente, y a la vez cómo tu vestimenta cambia tu manera de estar en la sociedad.

Andrea Arobba. Foto: Tali Kimelman

Andrea Arobba. Foto: Tali Kimelman

El vestuario tiene un papel fundamental en la obra. ¿Hubo algún lineamiento de la marca? ¿Cómo fue el diálogo con Daniel Cassin?

Propuse que el vestuario de la obra no fuera únicamente la ropa de Daniel Cassin, sino utilizarla, pero también ir más allá. Quería tener en cuenta cada identidad y con lo que cada uno se siente cómodo, sin imponerle nada a nadie. El uso de la ropa es diferente en cada escena: contamos con ropa de ellos tal y como es, en otras hay ropa de la marca pero intervenida especialmente para la obra, y después ropa distinta. Pero la moda y el diseño son una parte fundamental de la obra, y hay mucho trabajo y mucho pienso al respecto.

¿Cómo entra la danza en eso? ¿Cómo fue la transición entre la propuesta, el concepto de investigación y el momento de ensayo?

Ese fue un trabajo no solo mío, sino de todo el equipo creativo: vestuarista (Valentina Luque), productor ejecutivo (Juan Ciapessoni), Pablo —que es con quien hicimos toda la investigación previa— la productora (Catalina Lans), realizadora audiovisual (Daiana Di Candia), diseñadora de iluminación y V.J. (Verónica Loza), la dirección musical (Juan Chao), todos intervenimos. Yo traje muchas referencias y fui haciéndome ideas de escenas que proponían un vestuario, un estilo, digamos. Pero también me imaginaba qué tipo de movimiento tendría o traería esa ropa. Si algo trae un movimiento más fuerte, o más acrobático. Hay un trabajo coreográfico que es muy preciso. Ese fue uno de los desafíos de la obra, y es que tiene mucha coreografía. Me puse a armar mucha coreografía, secuencias de pasos, que es algo que no hacía hace mucho.

Es como un retorno a algo que antes se hacía más, y que ya no vemos tanto en las obras de danza contemporánea.

Exacto, y al mismo tiempo, está también “contemporaneizado”. A veces los miro haciendo las coreos y siento que ya está como alejado de mi persona, pero a la vez me encanta. Además, tengo a esos bailarines increíbles. También coreografiar es algo que disfruto muchísimo, pero tratando siempre de no caer en lo obvio, en el cliché o en la burla. Hay una escena, por ejemplo, en la que jugamos con la idea de backstage. Mostramos el “detrás de”, pero a la vez el resultado de la producción, de las revistas, de cómo queda. También fue difícil buscar la forma de que no sea caricaturizado, sino hacerlo a nivel de movimiento y coreográfico. Hay un deseo de mostrar y es verdad que es exagerado, pero siempre intentando no caer en el disfraz. Entonces hay un borde ahí, que es delicado. En algún punto todo son disfraces, pero la palabra “disfraz” implica otra cosa. Estamos pensando más bien en outfits.

Existe una tendencia de la danza contemporánea a elegir siempre vestuarios más cercanos a lo casual o la ropa de todos los días, o de resolver todo con pantalones Adidas y una paleta de colores determinada. Pienso en los vestidos de las obras de Pina Bausch y en cómo el vestuario puede abrir nuevas posibilidades para el cuerpo en escena.

La verdad es que esta propuesta me puso en un desafío también. De hacer algo para una marca pero a la vez que lo veas digas “ah, esto es de Andrea”. Yo ya tengo mi estilo, tengo mi firma, y no quiero perder eso, pero a la vez se puede decir que “es una Andrea diferente”. No perder mi identidad en la creación sino utilizar lo que aparece.

Esta obra tiene mucho más acrobacia, tiene algunos elementos diferentes que son los que trajeron ellos y ellas, con sus formas de moverse, sus estilos y talentos.

Solés trabajar con bailarines como que son muy diferentes entre sí. Todos suelen tener algo muy particular y habilidoso, pero a la vez nunca se ve algo uniforme. Como una idea de cuerpo de baile, pero diferente.

Exacto. En esta obra, por ejemplo, hay dos que en su vida han hecho coreografías de esta manera, y a veces me dicen “yo estoy mintiendo acá”, y lo entiendo. Pero yo siempre les digo que no pretendo que sean idénticos, quiero que cada uno haga ese movimiento a tiempo y en la misma dirección, pero cada uno con su manera particular de hacerlo. Además, hablando de identikit, de cómo te identificás, cómo te vestís, cómo te movés, tiene sentido.

Otra de las cosas importantes también es que Daniel Cassin trabaja con ropa de mujer. Que no quita igual que hoy el top que se vende para “mujeres” no lo use quien quiera. Esa fue otra premisa: no trabajar solo con mujeres, y eso generó una linda apertura. De repente llegan las prendas de Daniel Cassin, los jeans, todo, y se los ponen los chicos y dicen: “¡Está buenísimo este pantalón! ¿Me lo puedo quedar?”. Habla de que hay otras posibilidades y otros mundos.

El ambiente en el que estamos, que se generó, es realmente exquisito, estamos trabajando felices. Para mí, lo más importante era que los bailarines cobraran bien. Es un trabajo compacto con ellos, pero intensivo, desde el 20 de enero hasta el estreno. Pero les dejé viernes, sábado y domingo libre porque estamos en verano, que es el único momento que tenemos para tomar un baño de mar y tomar sol. Siempre hay una parte que para mí es muy importante que es el cuidado del cuerpo: yo les exijo, pero también estoy todo el tiempo viendo cuándo están cansados, cuándo hay energía. En los ensayos y en el propio espectáculo veo qué escenas son más demandantes físicamente y cuáles menos, para ver cuándo pueden recuperar y seguir.

Yo también estuve del otro lado mucho tiempo, y sé que es hermoso lo que le pasa al cuerpo con la adrenalina y demás, pero después hay que prestar mucha atención porque lo que se rompe no se repara de la misma manera. Después el cuerpo te pasa factura. De eso hablamos mucho también en el proceso: de que hay que comer bien, que hay que dormir, porque esta es nuestra herramienta de trabajo. Somos todos profesionales, pero algunos todavía están estudiando, están terminando de estudiar en el Sodre, y como son más jóvenes tienen una energía que caminan por las paredes y van por todos lados, y a veces les digo, “tranqui, pará un poco”.

Foto: Majo Casaco´

Foto: Majo Casaco´

Muchos han tomado tus clases de danza en algún momento. ¿Cómo se siente trabajar con estudiantes o exestudiantes?

Yo ya los conocía, no había trabajado con todos, pero sí habíamos compartido clases en la escuela (división danza contemporánea del Sodre) o vinieron a clase conmigo, es realmente hermoso. Pero cada uno viene también con su bagaje, sus formaciones y técnicas que son diferentes entre sí. Todos tienen su propio estilo e influencias que va más allá de haber estudiado o no conmigo. El crecimiento de la formación en danza en Uruguay hoy es increíble, es un universo enorme por la versatilidad de los bailarines que hay y la cantidad. No solo a nivel del movimiento, que ha cambiado muchísimo, porque antes la técnica era muy pobre y había muy buena creación escénica, ahora está mucho más desarrollado porque pasaron dos cosas muy importantes: la Licenciatura en Danza (de la UdelaR), y la Tecnicatura (de la Escuela Nacional de Danza del Sodre). Las dos cosas juntas generan una potencia realmente muy enriquecedora para los artistas y para el medio, y se complementan bien.

Acabo de formar parte del jurado de las audiciones en la Escuela de Danza y hay una cantidad de estudiantes de la Licenciatura que les encanta, pero que vienen a la escuela a buscar otra parte de la formación, y viceversa. Muchos estudiantes y egresados del Sodre van a la Licenciatura porque necesitan esa otra parte más de investigación. Es increíble la formación que existe en el Uruguay hoy. No hay nada que envidiar a nadie. Pueden venir a estudiar acá que van a salir artistas, con cabezas pensantes y además con un gran desarrollo de la técnica.

La verdad es que soy muy privilegiada y me siento muy feliz de estar en esta vida y haciendo esto. Es lo mejor que me ha pasado. A veces una piensa, “ay, si estuviera en otro lugar…”. Yo vivo muy bien en Uruguay, me relaciono y me pasan cosas que todo el tiempo me desafían y hacen crecer. Me parece que la vida hoy es eso. A veces veo que está todo el mundo ensimismado, y creo que lo que necesitamos es la aproximación, el contacto, el abrazo, la mirada, el respirar juntos, parar, hacer. Soy muy privilegiada en ese sentido porque yo lo tengo todos los días.

Tenés otro proyecto que va más allá de esta obra en concreto, que es GEN – Centro de Artes y Ciencias, un espacio bastante único en nuestro país. ¿Cómo está GEN hoy, cuáles son sus desafíos?

Estamos siempre muy activos pensando e intentando buscar de generar el bien, y buscando financiación para poder lograrlo. Al ser independiente, no es tan fácil sostenerse. Es un monstruo enorme que hay que sostener todos los meses y para eso hay que generar. Pero hay un gran equipo: Pablo Casacuberta, que tiene una cabeza increíble y que va para adelante y está todo el tiempo estudiando la contemporaneidad, lo que está pasando en el hoy. Ahora está mucho con la inteligencia artificial, constantemente actualizándose.

Nos interesa acercar la ciencia y el arte a quienes no forman parte de esos mundos, traduciendo ideas complejas a lenguajes accesibles. Es un trabajo de mediación: cómo contar o o cómo mostrar las cosas de otra manera, decir algo complejo en un lenguaje que sea entendible para todos. Entonces, trabajamos mucho a través de series, de películas, de entrevistas, mucho desde el campo audiovisual, hacemos todo un desarrollo desde ese universo. Y luego está el cruce con las artes escénicas. Hay muchos proyectos en la vuelta, que por ahora son semillas que están brotando, pero que todavía no podemos decir. La verdad estamos en un momento de mucha inquietud y movimiento e intentando hacer conexiones. A veces Pablo lee un paper súper científico y nos damos cuenta de que es algo que yo estoy trabajando en una obra de danza, pero desde otro lugar, sin esas palabras.

¿Cómo se sostienen en el día a día? ¿Cuáles son sus apoyos?

Tenemos el apoyo de la Fundación Itaú, que permite ciertos proyectos que se mantienen en el tiempo, como el Ciclo de "Solos al mediodía", del Teatro Solís, o algunas obras de danza vinculadas, proyectos relacionados a la educación, ciclos de entrevistas sobre cómo pensar el futuro. Para ese tipo de cosas tenemos su apoyo y es básicamente nuestro gran sponsor. Después tenemos a la unidad de aeropuertos que también ha colaborado. Para cada proyecto específico, hacemos asociaciones. Hemos trabajado con la UTEC, con Ceibal, y con otras plataformas a las que nos acercamos para generar proyectos en conjunto. Estamos siempre tratando tender puentes, como esto de Daniel Cassin. Incentivar a que las marcas o empresas que vayan para este lado, que es el hoy, lo que se necesita, lo que está ahí, lo que se puede tocar.

Eso es lo que hacemos, acercar mundos. Porque, además, no son tan distintos, hacemos procesos similares. Cuando conversás con un científico y con un artista, notás que nuestros mecanismos comparten más de lo que parece: ensayo, error, transformación del material. La serendipia. Eso de: "Yo iba a ir para acá, pero apareció esto otro". Es maravilloso.

¿Cómo te ves en los próximos años? ¿Qué te gustaría que pasara?

Yo creo que me voy a morir creando, pero la verdad que esto es vida y me gusta. Y pienso que me sale bien, me gusta estar con gente, hacer cosas, moverme. Soy curiosa e inquieta. Al mismo tiempo estoy en un momento importante en mi carrera de Aikido, con mucho desarrollo. Están empezando a venir algunos seminarios internacionales, donde voy a ser Sensei y voy a dar clases afuera. A veces trato de que las carreras se potencien. Entonces pienso: si voy a un seminario de Aikido, podría aprovechar y bailar. Quiero seguir expandiendo y transmitiendo lo que me hace bien. Si te hace bien a vos y le hace bien a los demás, hay algo en la ecuación que funciona. Entonces, esa es mi búsqueda.