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Contenido creado por Manuel Serra
Historias
La fuerza del firmamento

Astroturismo: una nueva modalidad experiencial que invita a darnos un baño de estrellas

Observar la Vía Láctea, luceros, planetas o lluvias de meteoros… una actividad que pica fuerte en un país con hermosos cielos como Uruguay.

23.01.2023 16:55

Lectura: 7'

2023-01-23T16:55:00-03:00
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Por Leo Silveira

En el verano es cuando todos queremos darnos esos baños de mar, de ríos, arroyos o en una buena piscina. Pero podemos aprovechar también de un baño especial y diferente: un baño de estrellas. Desde hace unos años se vienen llevando adelante en distintos puntos del Uruguay paseos guiados para disfrutar, entender y aprender sobre la luz de los astros.

Observar la Vía Láctea, cientos de luceros, planetas, lluvias de meteoros —incluso hasta otras galaxias vecinas—. Esta linda actividad que suma cada vez más interesados de todas las edades tiene como principal requisito encontrar un lugar con nada o mínima iluminación artificial, poca densidad poblacional y, por encima de todo, buen tiempo —básicamente, cielo despejado—, por ello, de alguna manera, conecta y potencia el turismo interno, ya que en las ciudades es prácticamente imposible poder darnos estos baños debido a la contaminación lumínica.

Así que tendremos que buscar cielos oscuros; algunos astrónomos ya han sugerido puntos de observación en lugares como Cabo Polonio, Valizas (desde el Cerro de la Buena Vista), el Parque del Salto del Penitente, el Valle del Lunarejo (Rivera), las Sierras de Mahoma (San José), el cerro Catedral (Maldonado), la laguna Garzón, los Palmares de Guichón y los montes del Queguay (Paysandú). Otro de los lugares elegidos para observar las estrellas es Villa Serrana (Lavalleja), este es uno de los destinos preferidos por los amantes de la astrofotografía.

Debido a que la mayoría de los lugares suelen ser atractivos puntos de nuestro país, el Ministerio de Turismo ha conformado un grupo de trabajo (Astroturismo Uruguay) en coordinación con expertos y operadores privados que deseen promover esta actividad que busca mostrar la belleza y espectacularidad de nuestro cielo como un tipo de turismo alternativo.

Es cierto que nuestra ubicación geográfica no permite los cielos nocturnos de excelencia en comparación con otros países, pero tenemos lugares con mucho potencial, una bóveda celeste lo suficientemente oscura y descontaminada atmosféricamente para contemplar el firmamento. Para clasificar los cielos existe una escala de cielo oscuro llamada de Bortle que mide el brillo: dicha medición tiene nueve niveles, siendo el uno el de los más oscuros que existen en la Tierra y el nueve el que se ve desde el centro de la ciudad. La gran mayoría de los lugares recomendados en esta nota tienen el nivel dos en la escala de Bortle.

En este sentido, y ya que el Ministerio de Turismo ha demostrado interés, sería bueno promover que Uruguay proteja la oscuridad del cielo mediante normativas o leyes. Una medida positiva podría ser colocar sensores de movilidad y que las luces se enciendan en caso de ser necesario. De esta forma, también sería un ahorro energético importante. Otra medida elemental es que la iluminación artificial sea colocada de manera lógica; no hace mucho tiempo era común en las ciudades colocar aparatos de iluminación iluminando hacia arriba, es decir al propio cielo. Siempre lo ideal para aprovechar más esa luz sería que la iluminación provenga de arriba hacia abajo (aún se pueden ver muchos edificios y monumentos públicos mal iluminados con focos en el suelo apuntando hacia el cielo).

Foto: Fernando Ilharreguy

Foto: Fernando Ilharreguy

Volviendo a las estrellas: estos paseos se pueden hacer de manera grupal o en privado, realizando una observación a ojo desnudo apoyados con señalador láser o con instrumental óptico que pueden ser binoculares y telescopios, apoyados también con un software especializado que muestra un cielo auténtico en 3D (Stellarium).

A esto también se puede sumar la astrofotografía, que hoy, con el alcance de la tecnología en cualquier teléfono celular, podemos hacer con un mínimo de conocimiento y también una buena guía para tomar algunas capturas de hermosa definición.

En el caso de este cronista, el sitio elegido para zambullirnos en la noche fue los Palmares de Guichón con uno de los referentes locales, Fernando Ilharreguy. Salimos de la posada Alquimia y luego de viajar unos diez minutos en auto atravesando el pueblo hacia el este, entre Guichón y la localidad de Piñera, llegamos al destino indicado. Este histórico lugar, en 1838 en el contexto de la Guerra Grande, fue escenario de la Batalla del Palmar entre fuerzas sublevadas coloradas al mando de Fructuoso Rivera y las fuerzas blancas partidarias al gobierno de Manuel Oribe. El combate fue fulminante y violento, en poco más de una hora, a media tarde, y terminó con la victoria de Rivera. Una de las batallas más sangrientas de la historia de Uruguay con más de setecientas muertes.

Al llegar, sobre el costado del camino, una escultura recuerda la batalla: dos altas lanzas cruzadas y envueltas con dos aros enganchados, obra del artista Juan Carlos Ualde Cousté, referente cultural que está radicado en Guichón desde fines de los setenta. Sus murales y esculturas se pueden encontrar en varios departamentos en espacios públicos y en Entre Ríos (Argentina); el escultor ha trabajado en colaboración con otro gran artista como es Octavio Podestá, pero para profundizar como se merece su historia y talento artístico debería dedicársele una columna entrera, mientras pueden conocer más sobre él en la página: juancarlosualde.com.  

Volviendo a la narración: ya instalados los trípodes, nuestro guía inicia la charla pidiendo que apaguemos linternas para que nuestras retinas se adapten a la oscuridad y continuar con las definiciones básicas de comprender cómo funciona la bóveda celeste: explicando que el movimiento aparente de todos los astros es de este hacia oeste, pero la Tierra se mueve al revés, entonces pareciera que todas las estrellas se movieron para el otro lado; que nuestro Sistema Solar es parte de la Vía Láctea y está en uno de los brazos de la galaxia que se llama Orión; y que en un espacio muy pequeñito está el Sol y nuestro planeta.

Foto: Fernando Ilharreguy

Foto: Fernando Ilharreguy

Fernando nos va marcando con su señalero láser las distintas formaciones galácticas como las Nubes de Magallanes —galaxias enanas que se ven como dos parches blanquecinos—, estrellas y planetas —Marte, Júpiter—, y explica sobre galaxias, nebulosas y órbitas gravitacionales.

Describe las constelaciones, su mitología, las historias de ellas con los antiguos, va mencionando las estrellas que las componen, los significados de sus nombres y las distancias en años luz a las que están de la Tierra. La oscuridad del campo con los palmares fondo, el sonido natural de los grillos potencian la experiencia, deleitan pupilas, y oídos en este baño estelar. Vemos pasar satélites, medimos a que distancia orbitaban, las estrellas fugaces salpican la noche a cada rato. Un detalle importante que nos recuerda Fernando es elegir una fecha en torno a la luna nueva, ya que el brillo de la Luna hace que las estrellas más débiles sean difíciles a simple vista.

La observación y charla terminan con una breve clase de fotografía para poder usar nuestros teléfonos y lograr interesantes tomas como lindo recuerdo.

Respecto a nuestra experiencia en Guichón, la salida combinó el conocimiento astronómico con una parte de la historia nacional. Pero seguramente cada lugar de observación tendrá sus posibilidades de maridaje astrofísico con la geografía y la historia. El astroturismo apenas se está desarrollando en el Uruguay, no obstante, hay varios emprendimientos que promueven la magia de observar e interpretar el cielo nocturno. Existe un mapa de los cielos certificados por la fundación Starlight que tiene como objetivo proteger el cielo nocturno y difundir este turismo legitimando los cielos oscuros de los diferentes países.

Tenemos un patrimonio celeste que está allí; la belleza de las estrellas está esperando ser observada, siempre disponible para bañarnos con su luz. El esplendor del universo que poetas y matemáticos siempre supieron ver y disfrutar, poco a poco, es descubierto por más apasionados que encuentran en el astroturismo un paseo lúdico y cultural que permite vincular paisajes naturales y divulgación científica.

Por Leo Silveira