Babasónicos tocó en el Antel Arena y, poco a poco, volvió loco a un público sediento
21.05.2023 15:25
En el marco del Fuego Amigo Tour, la banda argentina repasó gran parte de su discografía en un concierto de casi dos horas.
Violeta, rosado, rojo, naranja, amarillo, verde, azul. La fachada del Antel Arena se parece a un arcoiris, los colores la rodean, viajan sobre ella, la cubren. El edificio colorido contrasta con el cielo oscuro y despejado. De a poco, el estadio, que hoy —como otras varias veces— será un escenario, comienza a llenarse. Aparecen los brillos, el metal en la ropa; aparecen las remeras que, este 20 de mayo, reivindican a las personas asesinadas, torturadas y desaparecidas durante la dictadura cívico-militar. Aparecen las personas que, al menos por esta noche, comparten algo: las ganas de Babasónicos.
La última vez que la banda argentina tocó en Uruguay fue el pasado 1º de abril de 2022. La banda aún no había lanzado Trinchera, su último disco, que salió 27 días después.
Son las 21:27 y las pantallas del escenario se apagan. El público comienza a chiflar. La expectativa llega a su cúspide y la adrenalina también. Desde el campo candente se vislumbra a los primeros en aparecer mientras suena una música new age, los músicos: Carca, Diego Rodríguez, Diego Tuñón, Diego Panza Castellano y Tuta Torres. Con los primeros acordes de “Mimos son mimos”, Adrián Dárgelos resurge como si estuviera bajo tierra, como si fuera a comer al público. Los gritos son inevitables.
Dárgelos camina por el escenario como si fuera suyo, como si lo conociera desde toda la vida. Lo recorre de punta a punta, al mismo tiempo que juega con el público, con sus compañeros de banda, con la cámara que filma el concierto y lo proyecta en la pantalla. Como si pudiera hacer todo a la vez, no hay lugar para la distracción. El juego es parte de su show, y lo hace notar. Camina sigiloso y despierta su sensualidad: con sus caras, su lengua, su mirada. Se levanta la remera, se toca su ombligo. Camina libre, baila libre, canta libre. Babasónicos, de alguna manera, podría ser sinónimo de libertad.
Babasónicos en el Antel Arena. Foto: Marcos Mezzottoni
“Ingrediente” trae consigo un título nuevo, Discutible de 2018. El escenario, al igual que la tapa del disco, se vuelve azul. El público filma, charla, mira, escucha; otros hablan, comentan lo que pasa. Una mujer joven mira al frontman y pregunta: “¿Está re pasado, no?”. Una madre sube a su hijo a upa para que pueda ver lo que sucede en el escenario.
Si con “Ingrediente” el escenario fue azul, cuando la banda toca “Sin mi diablo” es fuego, literalmente. “Desfachatados” y “Pendejo” le siguen, también, con panderetas, riffs rápidos, a un tinte más punk. La pantalla proyecta llamas y, también, hay reales: son parte de la escenografía, saltan de repente, así como la primera vez que apareció Dárgelos sobre el escenario.
Babasónicos en el Antel Arena. Foto: Marcos Mezzottoni
“Vampi”, “La izquierda de la noche”, “El colmo”, “Los calientes”, “Anubis”, “Yegua”, “Carismático”, también son parte de la velada. La pantalla muestra triángulos rosados, rojos, grises; también mujeres, a la banda, los colores. Dárgelos habla una vez más: “Gracias por esta noche hermosa”. Durante las casi dos horas de concierto, el argentino se limitará a agradecer, a saludar, no dirá otra cosa más. Nadie espera más.
Babasónicos en el Antel Arena. Foto: Marcos Mezzottoni
“¿Qué quieren de mí?”, pregunta Dárgelos. Hace cinco minutos la banda dejó el escenario y se despidió, pero el público no los deja ir. Chiflidos y aplausos retumban por todos los rincones del Antel Arena, sin parar. Hasta que por fin aparecen, para hacer el tan aclamado y evidente bis. Ahora sí, la banda viaja al pasado —con “Como eran las cosas”, “Putita”, e “Irresponsables”—, pero sin retroceder. Diez discos, 29 canciones, casi dos horas de show, este 20 de mayo Babasónicos demostró su vigencia, fue cómplice de un público sediento, y se hizo responsable.