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Música
Mi fiesta

Bandalos Chinos, entre la paranoia pop y el despliegue de rock en vivo

Goyo Degano, vocalista de la banda, conversa sobre Sonic Ranch, su quinto beatle, los próximos pasos y el vínculo con el público uruguayo.

23.01.2024 13:39

Lectura: 19'

2024-01-23T13:39:00-03:00
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Por Sofía Durand Fernández
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Entre poses y movimientos de baile. Agites al público y leves signos de voguing. En el escenario, Goyo Degano baila junto a Iñaki Colombo, el guitarrista de la banda, tirando patadas y recorriendo el escenario. Suena "Dije tu nombre", perteneciente al EP En el aire (2016). Debajo, el público imita sus movimientos, da vueltas y salta, les siguen el ritmo.

Bandalos Chinos tiene una presencia escénica hipnotizante. Suenan bien, comprometen a la audiencia, se divierten. Puede que sea una de las razones por las cuales su público es fiel. Saben que un recital de ellos es el equivalente a una fiesta. 

Desde las estadías en el Sonic Ranch de Texas, EE.UU., donde grabaron sus tres discos de estudio, hasta los lanzamientos de Navibach, que condicen con los lanzamientos de BACH (2018), Paranoia Pop (2020) y El Big Blue (2022). "Abrimos la cocina de cómo laburamos las canciones y cómo hacemos el proceso creativo", dice Degano al respecto del origen de los discos navideños. 

Un proceso creativo gregario, en el que, según el vocalista, no se sirven de un solo artista ni referencia, sino que lo define como "una coctelera de situaciones y de diferentes inputs del sonido". 

Al igual que muchas de las bandas de su género, empezaron sin saber que podría terminar convirtiéndose en un modo de vida. Empezaron en 2009 en Beccar, ciudad granbonaerense de Argentina. 

Tras su disco debut, el estilo y la formación cambiaron. Con Nunca Estuve Acá (2014), su primer EP, la banda quedó integrada por Gregorio "Goyo" Degano en la voz, Iñaki Colombo y Tomás Verduga en las guitarras, Matías Verduga en la batería, Nicolás Rodríguez del Pozo en el bajo y Salvador Colombo en los sintetizadores.

Ahora, Goyo Degano ve que la música de Bandalos Chinos llega a lugares impensados y solo tiene palabras de agradecimiento. 

De la música uruguaya tiene como referencia al Príncipe Pena. Del público valora la capacidad contemplativa y la fidelidad que tienen hacia su banda. Si bien se han presentado numerosas veces en Montevideo, este viernes hacen su primera presentación en Punta del Este, en el marco del Festival Medio Y Medio. Las entradas se pueden adquirir aquí

Cortesía de la producción

Cortesía de la producción

Bandalos Chinos nace en 2009, BACH sale en 2018. Antes, sacaron dos EP y un disco que no llegó a plataformas. ¿Cómo se sienten respecto a ese disco debut? 

Fue un disco de experimentación, una instancia previa de la banda. Ni siquiera estaba la formación definitiva. Fue una etapa formativa y de experimentación. Con Nunca Estuve Acá (2014), el primer EP, es el primer laburo donde se empieza a ver el génesis de Bandalos Chinos.  

¿Cómo vivieron esos diez años desde que se arma Bandalos Chinos hasta BACH? ¿Se propusieron ir probando y a la hora de sacar un disco estar completamente seguros? 

Fue recontra así. De hecho, fue un proceso muy escalonado. No es una banda que armamos con el objetivo de vivir de esto, de girar por el mundo con nuestras canciones. Arrancó como un proceso lúdico, un juego. Cada uno tenía otros laburos y cuestiones. Con el tiempo fue tomando protagonismo en nuestras vidas y se convirtió en esto. Con la música paso lo mismo, no armamos la banda diciendo, “queremos sonar así, queremos ser este tipo de banda, hacer las canciones de tal manera y esta es nuestra referencia máxima”. Eso se fue dando de EP a EP, y de disco a disco.  

Cuando llegamos a la instancia de BACH dijimos, “che, ya venimos de laburar 4 o 5 años”, porque salió en 2018 y Nunca Estuve Acá, el primer EP con la formación definitiva lo empezamos a laburar en 2013. Fueron cinco años en los cuales se fue dando esa situación para llegar a decir, “che, hay que darle con toda, grabemos un discazo, busquemos un productor, cambiemos el escenario”. Nos fuimos a grabar a Estados Unidos y hubo una búsqueda de que sea el disco de la banda.  

Con BACH fueron a grabar al Sonic Ranch, en Texas. Paranoia Pop (2020) y El Big Blue (2022) también fueron grabados ahí. ¿Qué tiene de especial ese lugar al que siempre vuelven?  

Nos hizo volver lo que se da en ese espacio, más allá de la parte técnica que es espectacular. Nosotros estábamos en una búsqueda de sonar clásicos y vintage. Ahí hay toda una batería de instrumentos y propuestas, que acá lo tenemos en la computadora. Esa parte técnica es muy buena. Pero después estar en el desierto, aislados, tener que estar muy concentrados en eso. Vivís en el estudio, con lo cual no te subís a un auto o un bondi, no viajas, no te puteas con nadie en la calle. No está esa locura de estar en la ciudad, sino que estás completamente aislado en el desierto. Es la vibra del lugar, el clima que se genera entre nosotros y el aislamiento que nos permite estar completamente enfocados en la música.  

La grabación de El Big Blue fue durante la pandemia. Más allá de que ya estaban aislados, ¿con la pandemia ese sentimiento se intensificó?  

Se intensificó y hasta incluso se puso mucho más en valor. Antes no usábamos tanto el zoom, el meet, las plataformas, la gente laburando desde su casa. Lo que no se desarrolló fue una aplicación para que podamos tocar un instrumento, cada uno desde su casa, y hacer un ensamble. Tenías que grabar tu parte, mandarlo y que otro lo edite. Lo que se puso en valor una vez que nos volvimos a encontrar en el estudio fue, “¿qué nos faltó en todo este tiempo? Poder tocar”. Tal es así, que El Big Blue termina siendo un disco grabado en vivo, sin clic, en cinta. Son tomas completas de cada uno, desde los solos de guitarra hasta las voces que grabé yo. Postpandemia, ese espacio terminó tomando mucho más valor. 

La persona que tomó la decisión de grabar así fue Adán Jodorowsky, una figura muy presente en la banda. Es casi como un "quinto beatle".

Tal cual, es el George Martin de los Chinos.  

¿Cómo nace el vínculo con él y que valor especial le agrega a la banda?  

El vínculo nace de una manera muy fortuita, de caraduras. Le mandamos un mail con nuestra música, le dijimos que queríamos laburar con él y el accedió. Llegamos a través de gente amiga como Juan Ingaramo, que conoce a Dani Spalla, una artista argentina basada en México hace más de diez años y que ya había trabajado con Adán. Nos pasó el mail y le escribimos.  

El aporte que le termina dando Adán, por un lado, es el consenso colectivo de quién tiene la palabra final. En Bandalos Chinos hay seis capataces, eso lo vuelve bastante complejo a la hora de tomar decisiones. Un gran valor en esta nueva etapa de Bandalos y que le pudo dar Adán fue tener la última palabra y el poder de decisión en momentos claves musicales.  

Después, hay un aspecto humano, de calidez y de llevar las emociones de los integrantes de la banda durante una grabación, que son muchas. Es una suerte de gurú, de guía con sus elementos y sus herramientas. Es un artista multidisciplinario. Es actor, es pintor, es poeta, es músico, es productor. Es un tipo que tiene muchos abordajes y mucho estimulo con el arte. Nos aportó y nos aporta esa sensibilidad para abordar el arte con la emoción a flor de piel todo el tiempo. Además, es un tipo muy laburador. El primero en entrar al estudio y el último en irse. No sale ni a fumar un puchito, ni nada, está todo el día adentro.  

La decisión de grabar en cinta la toma él a partir de una tirada de tarot.  

Esa era una decisión por ahí más consciente, que quizás se desprendía de lo que a él le habrá pasado en la pandemia. Después sí, por ejemplo, durante el día tiraba las cartas para resolver situaciones. Como qué canción vamos a grabar. Tiraba las cartas ante una situación y decía, “che, ¿por qué no nos tomamos el día hoy? Salgan a caminar, anden en bici, hagan deporte, coman algo rico, pero hoy no laburemos en la música”.  

¿Cómo se llevan con esa parte espiritual? No solo con Jodorowsky, sino como algo propio del arte.  

Recontra bien, super abiertos a las propuestas de la gente que incorporamos para laburar con nosotros y sensibles ante esa propuesta. Está buenísimo porque es algo que para nosotros es más difícil de acceder y si te sumas a la vibra del otro, que ya accede de una manera más natural y orgánica, es más fácil de alcanzarlo. Nos lo tomamos re bien y tratamos de que sea un aporte positivo.  

Cuando se presentan en vivo todos brillan, pero vos sos un showman. ¿Esa faceta está desde los inicios de Bandalos Chinos? ¿Cómo se gestó esa separación entre el Goyo que camina por la calle y el del escenario? 

Trato de no separarlo tanto, porque si no es como Jekyll & Hyde. Trato de unificar a esas dos personas, me parece saludable. Vivo en un presente en el cual creo que se derrumban y se desmitifican un poco a los ídolos. Los vemos a todos un poco más aterrizados y más humanos, no con esa idea del ídolo por encima de los demás. Me gusta la idea de unificar. Creo que ese personaje arriba del escenario es una versión amplificada de mí mismo, pero trato de ser bastante parecido a lo que soy en mi vida, quizá un poco más grande porque hay mucha gente viéndote. Pero no más que eso.  

Es una búsqueda que viene desde el principio. No sé si estuvo siempre, quizá hay algo medio esencial y genético. Pero creo que es algo que fui buscando y encontrando a nivel colectivo. Somos muy críticos, hablamos mucho y somos muy abiertos. Entonces es como,“che, ¿te gustó esto que hice? No, me parece que por ahí es por otro lado”. Es una charla que se fue dando naturalmente con la banda y con la que yo fui ganando confianza al ver la respuesta de mis amigos, colegas y el público. De repente tiras algo, desde movimientos hasta la parte más de estilismo o las cosas que le digo al público a la hora de comunicarme. Es algo que estoy construyendo poco a poco.  

Después de BACH sacaron Paranoia Pop, que, a nivel conceptual, va por el lado de desmitificar al ídolo.  

Sí, recontra. Para nosotros BACH fue un crecimiento exponencial en la banda, que trajo aparejado salir a girar por el mundo. Si bien veníamos creciendo mucho en Argentina, de repente empezamos a viajar por un montón de países de Latinoamérica con nuestras canciones. Eso trajo un primer contacto con ser una banda internacional, con tener fans en otros países, que la gente te venga a esperar a la prueba de sonido para darte un regalo o para pedirte una foto. Todo eso lo empezamos a ver con cierta ironía y termino plasmándose en nuestro siguiente disco, en donde un poco ironizamos alrededor de la idea de pegarla y de ser un ídolo.  

BACH se puede definir como un disco musicalmente redondo. Ustedes sintieron lo mismo, fueron años de prepararse para grabarlo. ¿Qué sucedió una vez que pasó BACH y tenían que volver a componer y sacar otro disco? ¿Había una presión por la calidad a mantener?  

Esa presión está siempre. Termina siendo un motor, más de autosuperación, que de otra cosa. Decir que el disco que vas a grabar ahora te va a gustar más que el anterior. BACH, hoy viéndolo en retrospectiva, y como vos decís, es un disco que yo también lo veo redondito. En ese momento no éramos conscientes de eso. Y me parece que esa inconsciencia nos llevó a que sea así de redondo. Después empieza a entrar la mente en juego, la cabeza, empezar a pensar y el miedo en la hoja en blanco. Todas esas cuestiones que te empiezan a coartar y a limitar. Yo creo que a la vez eso se puede transformar en un motor.  

En el aspecto más personal, ustedes eran gurises de las afueras de Buenos Aires que arrancaron como un grupo de amigos a tocar. ¿Cómo fue para ustedes empezar a llenar lugares emblemáticos, que te conozcan en otros países y te reconozcan en la calle? ¿Cómo se lo toman hoy en día? 

No me sorprende y lo vivo con mucha gratitud, porque entendí que gracias a toda esa gente que se me acerca en la calle, me saluda, me pide una foto y escucha nuestros temas puedo tener esto como un estilo de vida. Dedicarme a hacer canciones con mis amigos, que es surrealista. No empezó con ese objetivo y de repente yo me doy vuelta en un show de Vive Latino, o en cualquier lugar del mundo que no me deje de sorprender, y veo al mismo pibe de doce o trece años con el que empecé a jugar a tener una banda, que es Mati, el baterista.  

Eso me pega en un lugar de mucha gratitud, de poder estar haciendo esto con mis amigos, que arranco como algo recontra inocente, sin una búsqueda comercial o la intención de pegarla y de girar por el mundo haciendo música y sucedió. La verdad es que lo vivimos tratando de mantener los pies en la tierra, no comernos la peli. Al contrario, seguir siendo esos mismos “gurises”, como dijiste vos, que arrancamos esto como un juego y nos trajo hasta acá.  

Hay un fenómeno que llama mucho la atención, sobre todo en Argentina, que es la cooperación entre bandas. Ustedes se llevan muy bien, por ejemplo, con Mateo Sujatovich de Conociendo Rusia. ¿Eso los ayuda?  

Recontra. Creo que también esa fraternidad y cooperación entre artistas es la que nos hizo crecer colectivamente. Cada uno en la suya, respetando los espacios de otro, pero también armando fechas en conjunto. He tenido la oportunidad de viajar en estos últimos años y en Latinoamérica es algo que se valora, que a mí me parece muy normal, pero que en otros lugares no se da de manera tan natural. He tenido charlas con colegas en Perú, en México, en Uruguay, sin ir más lejos, en donde obviamente nos dicen que eso que se ve de afuera de la unión de artistas no es tan común. La verdad es que a nosotros nos ha servido muchísimo para poder crecer a nivel colectivo. Es recontra honesto y es sincero.  

Están viniendo todos los años a Uruguay, a veces más de una vez por año. Hay un vínculo muy especial. El día que lanzaron “La Final” ustedes se presentaban acá y lo tocaron en vivo por primera vez. ¿Qué vínculo tienen con el público uruguayo?  

Es muy lindo el público uruguayo y el vínculo que venimos generando. Si bien estamos muy cerca, la primera vez que salimos del país con nuestras canciones fue a México, que es lejísimos. No hace tanto que empezamos a ir a Uruguay y el público viene respondiendo con mucho respeto y fidelidad. Desde que empezamos a ir veo caras conocidas, que se repiten y eso habla de un público fiel. Que viene a escuchar. Nosotros, en ese ida y vuelta, dijimos, “bueno, es un público atento, que está atento a las cosas nuevas que proponemos, ¿por qué no tocar la final por primera vez en Montevideo?”.  

Para nosotros es un desafío tocar una canción por primera vez. Del otro lado, en vez de percibirse esa cosa de, “este tema no lo conozco, me voy al baño o me compro una birra”, se generó un silencio y una expectativa que fue sorprendente. El público uruguayo es hermoso, tiene ese nivel de contemplación. Hay una cultura musical muy fuerte en Uruguay y eso, en todos lados, un poco responde al público. Sin él, esas músicas quedan guardadas y no se escuchan. El público hace también a las movidas musicales. En Uruguay hay un público muy contemplativo.  

Es su primera vez en Punta del Este.  

Es la primera vez que vamos, sí. Es lindo ir en otro momento y contexto, donde si bien hay un montón de turistas, también hay gente de Uruguay que va para allá. Me parece que es importante ir en esos momentos. Lo hemos hecho en España, de repente ir en temporada, que la gente está de vacaciones. Vas a un balneario local en Galicia y la gente está re en la buena. Es un lindo contexto también para llevar la música. Nos divierte. Nos divierte ir a Montevideo y también nos va a divertir la idea de ir a tocar a la playa. La propuesta termina siendo otra, más veraniega. Las canciones que abordamos en esos shows son las que tienen la vibra más veraniega y de parador.  

Prestan mucha atención a las setlists. En un principio, cuando solo habían lanzado BACH, lo tocaban casi en orden. ¿Cómo se llevan con el orden de las setlists ahora que tienen un repertorio más amplio? 

Está bueno, tenés más opciones, entonces es más divertido para nosotros no hacer siempre el mismo show. Cuando entras en esa, sin darte cuenta, entras en un lugar de mecanizarlo. A mí me parece que lo lindo de tener un repertorio más amplio es que nos da la oportunidad de que para nosotros todos los shows sean distintos.  

Estuvieron en Europa, con giras largas. También en Estados Unidos. ¿Cómo vivieron esas experiencias? 

Fue una locura. En Estados Unidos hicimos veintiuna o veintidós ciudades diferentes. Fue un delirio, era la primera vez que hacíamos una gira tan larga en un país en el cual se habla otro idioma. Si bien el público que nos venía a ver en su mayoría eran latinos que viven en Estados Unidos, o hijos de latinos que viven ahí, pero que están más conectados con el español, había un montón de gringos curiosos. Curiosos con el boom de Messi, con el tema de los artistas argentinos del mundo urbano picando tan alta, que se acercó a vernos. Fue sorprendente. Fue muy lindo saber que hay un lugar tan lejos de casa que se habla en otro idioma y al cual podemos llegar con nuestras canciones.  

Chapi dijo que el pop es adicto a su propia historia. Mucha gente los compara con Virus o con artistas relacionados. ¿Cómo se llevan con las influencias y las comparaciones?

Espectacular. Las comparaciones son algo que a las personas que nos gusta escuchar música nos sale naturalmente. Es la manera de asociar a un artista con el otro. Decir, “uy, escuché este disco de Bandalos Chinos que me hace acordar a Virus”. A mí me parece espectacular, es una manera de armar tu árbol genealógico musical en tu cabeza. Yo lo hago con un montón de bandas, entonces no me parece algo que sea nocivo. Sí, un montón de veces me sorprende cuando me dicen que ven la influencia de tal artista en nuestra música y yo por ahí nunca en mi vida escuché un tema. Eso me sorprende, pero puede ser algo real que le está pasando a la otra persona, que para ubicar a la música en su mapa mental la compara con algo. Es natural.  

¿A ustedes les pasa eso de decir, "me encantaría lograr lo que logró esta banda o este artista”?

Más que logro hablamos de sonar. “Mirá como suena esta banda, me gustaría hacer sonar así la bata, me gustaría hacer sonar así la voz”. Viene más desde el sonido, nunca es un solo artista como la inspiración de toda una canción. Siempre hacemos este menjunje de, “quiero que la bata suene medio Prince, pero quiero que las guitarras suenen como las de Daft Punk, y la voz quiero que suene medio The Weeknd o Dua Lipa”. Ahí tenes una coctelera de situaciones que no es una música, una canción o un género lo que te inspira, sino de diferentes inputs del sonido.  

¿Escuchan música uruguaya?

Recontra. La música y los músicos uruguayos están muy metidos en la cultura rioplatense. Si bien nosotros somos de las afueras, somos bastantes porteños, y hay un vínculo muy cercano con los cantautores. A mí, en lo personal, Gustavo "El Príncipe" Pena me parece una locura, un compositor y un artista del carajo. Rada me vuela la peluca. Hay un montón de artistas actuales que me pegan, como Paul Higgs que es de la nueva generación de artistas uruguayos, que a mi me parece genial y está muy vinculado con ese espíritu rioplatense.  

¿Están pensando en un nuevo disco o disfrutando tocar en vivo? ¿En dónde está Bandalos Chinos ahora y en dónde se proyecta al mediano plazo? 

Full nuevo disco para este año. Ya tenemos un primer semestre con pocos shows, tranquilo, con la intención de entrar al estudio. No volver a Sonic Ranch, sino grabar en Buenos Aires en un proceso diferente. A partir de eso, ver hacia dónde nos lleva y hacia qué lugar musical va Bandalos Chinos, pero entrar en ese proceso de composición, producción y grabación de un nuevo disco. Quizá sacar un poco el pie del acelerador de la gira como para poder dedicarnos a full a la música.  

¿Sentís que Sonic Ranch y sus modalidades cumplieron un ciclo?  

Sí, nosotros hablamos un poco y jodemos un poco con la “trilogía Jodorowsky”, que son los tres discos que grabamos en el Sonic Ranch con la producción de Adán. Ahora Bandalos está en una búsqueda musical nueva y diferente, para eso cambiamos el escenario, los actores y las actrices. Un poco con el fin también de ver hacia dónde va nuestra música a partir de cambiar el contexto.   

Por Sofía Durand Fernández
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