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Música
Corazón de metal

Bárbara Jorcin: "No sé si hay un mensaje optimista, pero sí hay un renacimiento"

La cantautora uruguaya conversa sobre su último álbum, "Corazón de metal", en el que experimentó con nuevos géneros.

08.07.2024 18:07

Lectura: 15'

2024-07-08T18:07:00-03:00
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Por Sofía Durand Fernández
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Nunca hubo un plan B para Bárbara Jorcin. No sabía cómo, pero desde que era una niña, decidió que se dedicaría a la música. Hacía presentaciones en su casa para toda su familia, a la que no solo define como algo fundamental en este camino, sino que también forma parte de cada uno de sus álbumes, de alguna manera u otra. 

En Corazón de metal (2024), su tercer y más reciente álbum, se escuchan sonidos de una mesa de Año Nuevo en "Número impar". Brindis y conversaciones grabadas de su propia familia. 

Con 18 años, decidió cruzar el charco para estudiar en la Escuela de Música Contemporánea de Buenos Aires. Oriunda de Colonia, reconoce que aprendió mucho de esa experiencia, no solo en términos musicales. Aprendió a estar sola, a hacer cosas por sí misma. Con 28 años y 3 discos lanzados, Bárbara quiere ir por más. Sueña con girar, con vivir en diferentes partes del mundo, toma como referencia la carrera de Jorge Drexler. 

Entonces, rompe. Busca algo nuevo. Pasa de usar el piano como esqueleto armónico, a querer incluir el rock en su repertorio, prueba con el reggaeton y el trap. Como motor inspirador y núcleo conceptual, toma una ruptura amorosa y tres traiciones. Como resultado, nace Corazón de Metal. Aunque ahora, dice que ese corazón de metal se está derritiendo, no le tiembla el pulso para deberse a sus canciones, sin pudor, ni verguenza. 

Fotos: Javier Noceti

Fotos: Javier Noceti

Sos una persona multifacética, tocás el piano desde muy chica y cantás, ¿cómo te llevás con otras disciplinas artísticas? 

Me gustan mucho. En esto del talento y no talento, me dedico a lo que siento que siempre tuve más facilidad y a lo que me dediqué a estudiar. Pero me gusta mucho actuar, estudié actuación para cámara, hice teatro muchos años, actué en algunas películas y cortometrajes. Ahora me aleje un poco porque no me da la vida. Me gusta pintar y escribir, también. Soy mucho de escribir. Cuando sos artista, está bueno sacar lo que tenés para decir o lo que sentís de diferentes maneras, pero no es que me dedico a otras cosas.  

Te pregunto porque has sacado varios videoclips para tus canciones. 

Me encanta. Justo el tema de los videoclips es algo que me encanta hacer, participo siempre en el guion, en la dirección también, estoy muy encima de eso porque me parece que hoy en día acompañar a la música con imágenes es casi que obligatorio. Si no te gusta como músico lo padeces un poco, pero a mí la actuación y el mundo del audiovisual me encantan. Hice Artístico en el liceo, entonces ahí empecé a meterme en fotografía. Me gusta mucho integrar las artes y se me da.  

¿Qué tanto te ayudo tener apoyo familiar? 

Desde que era chica hacía presentaciones en mi casa, actuaba, cantaba, siempre estaba ese espacio para mí, que yo me lo tomaba muy en serio, y no era tanto una cosa de niños, sino más, "che, tengo algo para mostrar, algo que cree", y ellos siempre me dieron ese espacio. Están en todos mis discos. En Índigo (2018), estuvieron en la presentación y están en el disco. En Si canto es porque puedo (2021), también participaron haciendo coros. En este disco, grabé en la canción "Número impar" la cena de Año Nuevo y están ellos conversando de fondo. Para mí, familia y arte son una cosa muy integrada. Agradezco mucho haber recibido siempre tanto apoyo, sino es muy difícil. 

Sos de Colonia. En Uruguay, a veces, puede ser un desafío para un artista dedicarse a la música, más si es del interior. ¿Cómo fue para vos?  

Me ha costado más estos años, que cada vez crezco más y cada vez necesito más que me vaya bien, no solamente a nivel éxito y carrera, sino que también a nivel económico. Uruguay es un país muy difícil, pero siento que con el apoyo que tuve y como siempre hice y estudié música, no tuve que tomar una decisión, no fue que un día dije, “che me voy a dedicar a esto”, para mí era obvio que me iba a dedicar a esto. No había plan B, nunca tuve plan B. Cuando era chica nunca pensé que iba a dar clases, la docencia y la música en este país van de la mano, todos los músicos que conozco dan clases y es algo que pensé que no me iba a gustar y también me gusta. Mis clases son más orientadas a procesos individuales, y trabajo con otros músicos que hacen canciones y las producimos. Pero nunca hubo otra opción, nunca hice otra cosa.  

Fotos: Javier Noceti

Fotos: Javier Noceti

Estudiaste en Buenos Aires, ¿qué aprendiste de esa experiencia? 

En ese momento acá no existía otra cosa que la EUM (Escuela Universitaria de Música), estamos hablando de 2014. Habían conservatorios, pero no que te dieran un título y fuera una carrera extensa. Y en Buenos Aires estaba la EMC (Escuela de Música Contemporánea), que es como la Berklee que está ahí, y estudié de 2014 a 2017, fueron cuatro años que me cambiaron la vida. Primero, porque tenía 18 años y me fui sola a Buenos Aires sin ningún amigo. Me sirvió mucho para independizarme y para entender que las cosas las tenía que hacer sola. Viste que en el interior pasa mucho que está todo muy cerca y por ahí nunca estás sola, yo vivía con mi familia. A nivel musical, también aprendí un montón de cosas que ya de oído las tenía, pero ordené esa información en la facultad.  

Recién hablabas de una cena de Año Nuevo que grabaste e incluiste en una de tus nuevas canciones. ¿Estás constantemente documentando o viendo cosas que pueden servirte para tu arte? 

Sí, siempre estoy creando. No de manera forzada, sino que es lo que me pasa. Siempre estoy mirando, creando y pensando. Siempre estoy anotando cosas en el celu, ideas, conversaciones, imágenes que se me vienen. Siempre fui así y trabajo mucho con mi imaginación, me inspiro también de otros artistas y personas que, por ahí, nada que ver. Me conecta con la niña interior, cuando sos niña estás haciendo eso todo el tiempo.  

Tenés 28 y ya es tu tercer disco, ¿dimensionás esto como un logro? 

Es difícil pensarlo así, porque como artista y como autoexigente que soy, me pasa que también pienso, “che, ya tengo 28 años y debería estar en otro lado”. Todo el mundo me dice, “che, ya tenés 3 discos es un montón”. Y sí, la verdad que es un montón de trabajo y un montón de años que estoy en esto, pero también aspiro llegar mucho más. Hay que ver, a veces miro el lado positivo y otras el lado negativo.  

¿A qué te referís cuando decís que querés más?

Primero, me gustaría vivir de la música y dar las clases opcionales que yo quiera, pero vivir de la música para mí sería, económicamente hablando, el primer logro. Después, que cada vez más gente me escuche y poder girar. Si me preguntás, me gustaría una carrera como la de Jorge Drexler. Él vuelve acá y todo el mundo lo escucha, pero toca en Argentina y en Sudamérica, vive en España, vive en México. Esa vida es ideal, es difícil pensarla porque no hay muchas refrentas mujeres. Lamentablemente, si pensamos en alguien que tenga una carrera como la de Jorge Drexler a nivel musical siendo mujer, se me ocurren muy pocas, casi ninguna. Es un sueño que es difícil de proyectar, pero lo que pido es eso.  

¿El hecho de que haya un boom de cantautoras uruguayas te hace sentir que estamos más cerca de eso? 

Por suerte, somos cada vez más. Me parece que nos estamos animando y hay un aliento por parte de la sociedad para que las mujeres hagan música. Se están derribando los mitos de que la mujer toca tranquilo y es medio embole su música, creo que están pasando otras cosas. Esta generación va a ser referente de próximas y eso me da mucha ilusión, me parece que está bueno y va a suceder algo cada vez mejor.  

¿Qué tiene de similar y que tiene de diferente este tercer disco con respecto a los otros dos?  

Es diferente en todo. El primer punto es, para mí, el punto de partida, es un disco conceptual que habla de un momento crucial de mi vida y todas las canciones refieren a una partecita de ese duelo que estuve haciendo con mucho dolor. Justamente "Corazón de Metal" habla de eso, de esa armadura que uno hace cuando lo decepcionan y lo abandonan. Nunca había hecho un disco conceptual. Segundo, me planteé hacer un disco de rock, antes yo componía con el piano y todo iba alrededor de esa composición primaria que estaba en el piano, ahora compuse todo yo, pero produje 50/50 con Tato Cabrera, el productor del disco.

Empezaron a pasar otras cosas, ya no nos concentramos tanto en el piano, hay canciones que incluso  no tienen piano o tienen pequeños aportes de teclado, pero a nivel producción cambió todo. Lo que después pasó, es que dejé que el disco se desarrollara un poco solo y terminamos haciendo dos canciones de música urbana, una es una especie de reggaeton y otra es una especie de trap, que era algo que nunca me imaginé que iba a hacer. Entonces, me siento mucho más libre en este disco que en los demás y me siento más madura, más allá de que sigue siendo autorreferencial y de que sigue estando esta cosa de confesión, siento que hay una madurez en la manera de escribir.  

Fotos: Javier Noceti

Fotos: Javier Noceti

Hacer un álbum conceptual debe tener dificultades, tiene que tener un núcleo por el cual trabajar alrededor. ¿Tuviste que ponerte en lugares creativos que no te quedaban cómodos o no se sentían naturales? 

Al principio, cuando empecé a escribir los primeros textos, no sabía bien para dónde iba a ir, sabía que quería hacer rock y pegar un volantazo en lo que venía haciendo. Después, me di cuenta de que sí, de que fui transitando muchas cosas que son las que te pasan cuando te separás, que son más o menos parecidas a todo el mundo, pasás por momentos de mucha tristeza, por momentos donde sentís que nunca vas a salir de ahí y vas a estar siempre triste. Después pasás por momentos de reflexión y vas soltando, pasás por alegría, esperanza. Me di cuenta de que cada canción que yo escribía tenía un poco que ver con esas emociones y con esas partes del duelo. No fue algo pensado desde el principio, pero tiene esta parte difícil, porque también escribí canciones de otras cosas, porque también me pasaban otras cosas, y no las incluí. Eso es algo que nunca me había pasado, tener canciones que deseché de alguna manera y ser muy cuidadosa con la curaduría de lo que iba a poner en el disco y de lo que iba a contar. No agregar canciones porque sí, ser muy honesta porque estoy hablando de mí misma. Para mí, sería más fácil hablar de otra cosa, pero hablar de una es difícil.  

Un duelo es un proceso muy personal, y a su vez, una experiencia universal. ¿Cómo fue exponer el tuyo al mundo?

Siento que es valiente, pero es algo con lo que todo el mundo se puede identificar. Nosotros hicimos cuatro adelantos del disco, y "Platos sucios", que fue la canción que empieza a hablar de la temática, fue una canción por la que me escribió muchísima gente para decirme que le había servido y se había sentido identificada. Es como desnudarse, pero es algo que le pasa a todo el mundo y nadie puede negar que uno se pone triste o tiene momentos que no lo dejan bien parado después de separarse.  

¿Te ayudó en tu duelo hacer el disco? ¿Aprendiste algo al respecto?

Fue una experiencia de hace unos años, pero sí me sirvió para sanarme, la música es sanación, es un poco una terapia. Me sirvió mucho, porque cuando lo compartí y toda esta gente se acercó y le empezó a gustar, me dejó de importar todo lo malo que me pasaba, porque lo que yo más quiero es que la gente escuche mi música y le guste. Esa alegría se llevó por delante toda la tristeza. 

Ahora lo veo bastante lejano, incluso creo que ese corazón de metal se está derritiendo un poco, porque ya pasó tiempo y ya analicé desde tantos puntos de vista lo que me pasó, que me ayudó a hablarlo y a decir cosas que quizá no hubiera dicho, eso es sanador.  

¿El disco llega a alguna conclusión? 

El último tema se llama "Renacimiento", que es este reggaeton que habla de renacer y lo duro que es que te decepcionen, representa la tapa de tres puñales en la espalda de tres personas que me decepcionaron y que, en realidad, me hicieron más fuerte. Es lo que te pasa cuando alguien te hace daño: o te hundís, o salís a flote. No sé si hay un mensaje optimista, no soy una persona muy optimista, pero sí hay un renacimiento y eso para mí siempre está bueno.  

Tu experiencia también incluye a otros, personas reales. ¿Sentiste pudor cuando publicaste canciones que hablaban de otros? 

Me importa poco, siempre le dediqué canciones a personas. Lo curioso es que estamos en Uruguay, es muy chico y quizá hay gente que me rodea que sabe, pero la verdad es que empieza a ser una cosa muy ajena a lo personal. Es personal, pero también es arte, y yo después me pongo en función y en servicio de la canción y me deja de importar cómo quedo parada frente al público. Una de las canciones se llama "La venganza", que va a salir un videoclip dentro de poquito y habla justamente de vengarse. Es algo que no está bueno, es un sentimiento bastante oscuro y bastante feo que te pone en un lugar que no es lindo, pero me parece que ser artista es decir la verdad, siempre. Me importa decir lo que me pasa y después también bancar, porque después pasa el tiempo y no siempre te gusta lo que hiciste o harías algo distinto, pero es como una foto, es una cosa fiel que queda ahí capturada para siempre.  

¿Cómo fue el trabajo junto a Tato Cabrera?

El proceso es que yo compongo melodía y letra, armonía también. Lo que sí, depende de cómo yo le lleve la canción. Hay canciones que están más terminadas y directamente ya empezamos a producir, a pensar en instrumentación y en qué mood queremos que la canción suceda. Y en otras sí, por ahí le digo, “che, esta parte no me gusta tanto, estos acordes me resultan de tal manera", y ahí Tato mete mano, pero la composición es mía.  

En los discos no trabajé con Tato, trabajé en los tres singles anteriores: “Cuando me haya ido”, “Matías o Miguel” y “Un pedazo de sol”. Ahí probamos trabajar juntos y a mí me encanto, es una persona muy organizada, yo también, es muy obsesivo yo también. Nos hicimos amigos en el proceso y nos entendimos muy bien, obviamente también hubo momentos de tensión y en los que no estuvimos de acuerdo, pero somos bastante parecidos para trabajar. Estuvo bueno todo ese proceso y encontrar a alguien tan organizado y obsesivo para que las cosas salgan bien.  

Yo nunca, hasta este disco, había delegado tanto la producción y que surgieran ideas tan diferentes a la mías, pero los dos somos tecladistas y en eso nos entendimos enseguida. Fue super mágico, es lindo poder dejar que otra persona en la que confías meta mano, porque salen cosas que a vos jamás se te hubieran ocurrido.  

Al respecto de los dos temas de género urbano, ¿tuviste que abrir la cabeza y dejar de lado algunos prejuicios?

Sí, tuve que abrir la cabeza.  Tuve que serme honesta a mí misma. Cuando era más chica, por ahí era muy criticona de la música urbana porque me parecía una porquería, pero al mismo tiempo, me di cuenta de que soy de un pueblo chico en el que había una discoteca y yo salí desde los 13 a los 18 ahí y bailé reggaeton y cumbia toda mi vida, gozando con mis amigas y pasando bien. Entonces, también había una dualidad de, “si no me gusta por qué me divierte tanto”.

Entonces, fui honesta y asumí que yo también estoy escuchando un montón de música urbana. Yo no me quería sentir atrevida, o que estaba robando un género que era mío, pero ninguna de las dos canciones tiene nada mainstream, son bastante oscuras y alternativas dentro del género. Lo dejé salir, y trabajé con dos productores diferentes. "Renacimiento", el reggaetón es con el Oso Ucha, que es una persona que está metida en la producción de reggaeton, y "La venganza", que es un trap medio electrónico, es con Bruno Sirian. Con Tato nos sirvió bastante delegar eso porque estábamos un poco perdidos los dos en cómo queríamos que sonara y que fuera. Canté con autotune, que era algo que no había hecho nunca y pensé que era una pavada, no lo es. Así que sí, derribé un montón de mitos y me animé a un montón de cosas. También pensando en esta gente que venía escuchándome de mis discos pasados, tocando acústico con un piano con cuerdas, qué iba a pasar si yo me ponía a hacer un reggaeton, era algo que pensé bastante y la verdad es que la canción está teniendo tremendo éxito.  

Por Sofía Durand Fernández
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