Por Sofía Durand Fernández
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Camila Ferrari siempre fue cercana a la música. Es parte de Coralinas, un grupo vocal integrado exclusivamente por mujeres. También es Ingeniera Química, de hecho, su plan era dedicarse profesionalmente a esa profesión. Pronto, supo que no era para ella. Que, tal vez, había que tirarse a la piscina y ver qué pasaba. Su pasión se escribía en acordes y no en ecuaciones ni en fórmulas. Según ella, al ver a otras artistas femeninas uruguayas animarse, la envalentonó.
Nacho Mateu transitó otro camino. Bajista, compositor, productor, codirector del Conservatorio Sur, fue y es parte de las bandas de artistas como Ruben Rada, Julieta Rada, Martín Buscaglia, entre otros. En sus principios, incluso, llegó a ensayar con Gustavo "El Principe" Pena. Además, comparte la autoría de Los Bajos del Candombe (2020) junto a Marcos Expósito.
Nunca es tarde. Entonces, en 2021, Camila comenzó a grabar lo que componía, a abrirse camino en la música. Es claro que no se equivocó, que el cambio de destino distó de ser en vano. En su primer EP, Caer, invitó a Nacho Mateu y en De Los Bordes (2022), también. Se gestó una dinámica lo suficientemente buena y efectiva para que, casi que enseguida, comenzarán con Se Renueva (2023), un álbum en conjunto.
Ahora, el 25 de junio en la Sala Zavala Muniz, presentan su trabajo en conjunto, algo que, según ellos, fue una fuente de luz en tiempos tan oscuros como los pandémicos. Las entradas se pueden adquirir acá.
Camila, ¿es la primera vez que te presentás en un lugar así?
Camila Ferrari (C.F.): En mi caso sí. Mi disco anterior lo presenté en la Sala Hugo Balzo el año pasado y fue una experiencia alucinante. Pero siempre me pareció que la Zavala Muniz era una sala re especial, a Nacho lo atomicé con querer presentar el disco ahí, tenía pila de ganas y es un sueño cumplido. Esa cosa de los cuatro frentes, de poder tocar en círculo y viéndonos entre los músicos, me parece re lindo, me hace sentir más contenida a la hora de estar tocando en vivo.
De los Bordes era un disco muy personal. En Se Renueva trabajaste con Nacho, ¿cómo fue pasar de trabajar sola a trabajar en conjunto con otro artista?
C.F.: Fue muy divertido, hasta necesario, te diría, porque el proceso de ponerse a componer y llevar adelante un proyecto sola es un montón. Dividir esa carga, lo bueno y lo malo, con un amigo, fue muy lindo. Tanto a la hora de ponernos a componer, intercambiar música y generar un hibrido entre nuestros proyecto, como también a la hora de la gestión y el recital. Está buenísimo dividirlo con otra persona.
¿Cómo llegaron a trabajar juntos?
Nacho Mateu (N.M.): Con Cami nos conocemos hace muchos años, cuando estaba haciendo la producción de un disco de Josefina Martino, Jose la conocía y la invitamos a hacer coros. Estamos hablando de hace casi 15 años. Después, tuve la suerte de ser un coralino como por 7 años y ahí también compartimos pila con Cami. Ella me invitó a grabar en su primer EP y en De los Bordes, que se compuso y se arregló un poco parecido a este, entonces, coincidimos en la misma idea de trabajo. Cuando grabé en el disco de ella, coincidió que la sonoridad de sus temas me encantaba, tenía una beta media folk que se alejaba un poco de la música que yo componía y hacia, y de las bandas en las que yo participaba como sesionista.
La idea inicial fue hacer un intento de show medio folk, un candombe acústico, esa fue la charla que tuvimos la primera vez. De ese día, ya salió con un boceto de una primer música que, de hecho, está en el disco y se llama "Las palabras". Desde ahí, tuvimos un ida y vuelta bastante rápido y online, en pocos meses ya teníamos los 9 temas compuestos para grabar el disco. Fue un aprendizaje, como ella dice, de componer y compartir información, mandar la data y esperar la respuesta de la otra persona con total confianza y sinceridad. Ahora, con el tema de las composiciones grupales, ves los créditos de un tema de alguien conocido y son 60 personas que firman. Esto va por otro lado.
C.F.: Todo este proceso fue durante el 2021. Fue un alivio, una luz, había muy poca actividad, recién estábamos saliendo de la pandemia. Grabamos en 2022, pero todo el proceso de composición fue en 2021. Mientras yo estaba con el tema de la mezcla de De los Bordes, empezó a surgir este otro proyecto porque como Nacho grabó en mi disco, nos veíamos más a menudo. Yo le pedía consejos, siempre fue un referente para mí, más allá de lo musical, en cuanto a la manera de trabajar en la música. Hay gente que se lo toma de una manera, y hay gente realmente profesional como Nacho. Le pedía muchos consejos a la hora de grabar mi disco y empezamos a componer en paralelo. Como no había mucha actividad y cosas para hacer, estaba buenisimo tener este proyecto esperanzador que nos acompañó.
¿Cómo influyó en vos, Cami, el hecho de haber sido parte de un coro durante tanto tiempo?
C.F.: En Coralinas somos una red de contención, hay varias que nos dedicamos a la música como única fuente de trabajo y otras de manera hibrida, pero atravesamos las mismas experiencias, frustraciones y el mismo éxtasis cuando pasan cosas buenas. Entonces, en ese sentido, para mí, es un refugio importante. Es lo que tiene tener una pasión, tocas puntos álgidos, pero cuando te frustrás, te pega duro. Yo me replanteo mi vida unas dos o tres veces por año. Sé que le puedo escribir a una de las pibas y me va a entender exactamente porque ella también lo vivió. También, me llevo de ahí el canto a voces, la armonía vocal, que es mi principal fuente de inspiración.
Se Renueva tiene una armonización marcada y un sonido desenchufado, sin tanta presencia de instrumento eléctrico. Cami, vos dijiste en una entrevista que tu mayor inspiración era Eduardo Mateo. ¿La búsqueda de este sonido fue consciente o espontánea?
C.F.: Desde un principio, fue una decisión consciente.
N.M.: La idea era que tuviera esa sonoridad media acústica, media folk, porque tiene bastante guitarra a cero y también bastantes guitarrones. La idea es que sea despojado, tiene varios candombes, pero están insinuados. Trabajamos de manera detallada en los arreglos y en la producción, que fue bastante minimalista y, a veces, es difícil lograr decir algo con pocos elementos. Ahora, como dice Hugo Fattoruso, hay mucho tráfico, escuchás un tema y tiene mucha información, mucha data. El batero, que es Juanma Cayota, me decía que el disco le había gustado porque, de repente, había un tema que nunca terminaba de explotar y mantenía siempre una línea. Es parte de lo que se buscó. Ya está todo inventado, pero por lo menos había que intentar salir un poco de lo obvio.
También requiere un desaprendizaje, como músico tal vez hay más facilidad, pero para el oyente es un desafío. ¿Cuando compusieron las canciones tenían el impulso de inercia de caer en lugares comunes?
N.M.: Viste que cuando compones, venís tocando el tema hasta un lugar y ahí parás de tocar el instrumento y cantás para el lugar que vas. El primero es el más obvio, porque es algo que te suena. A ese es al que hay que intentar no ir de entrada. Las estructuras son bastante estándar, sí es verdad que hay un tema que arranca A, B, C y va de corrido, sin repetir ninguna parte. O algún interludio que es un instrumental cortito, también varias codas finales. Tiene un formato más cancionero, que Cami está más acostumbrada a hacerlo porque en otros discos lo ha hecho. Para mí, era más un desafío, porque en los discos instrumentales que tengo es más fácil, es hacer cualquier cosa con las formas de los temas e ir y volver, es más puzzle. La canción tiene otra presencia.
En este disco la idea era no complejizarlo. Que sea lindo de escuchar en el sentido de que hay pocas rítmicas que no sean en 4 por 4 o en 6, que sea una escucha amable. Después estás acostumbrado a componer cosas instrumentales, fue otro desafío no hacerlo acá y que fluya un poco más.
Cami, vos tenés una formación profesional ligada a la ciencia. Nacho, vos estudiaste en la sede de Buenos Aires de Berklee. ¿Cómo se unieron creativamente esos dos mundos?
C.F.: Para mí, es necesaria la unión en cualquier forma del arte. Yo al menos, entiendo que es necesaria una mitad racional y otra más emocional o creativa, que no entra mucho dentro de los parámetros de la razón. Traigo constantemente a la música mi cabeza matemática. A la hora de pensar en la armonía, en estructuras, esas herramientas más matemáticas que me ayudan a resolver cosas que, antes de estudiar música, no sabía, entendía como quería que sonara, pero no sabía qué era. Hacer música solo pensando en eso tampoco tendría sentido para mí, o hacer música solo sintiendo no me parece que esté mal, pero es un poco más limitado. Intento hacer el ejercicio de unir esos dos mundos, no dejarme llevar mucho por ninguno de los dos lados. Después, el resultado es una canción que no hay que entender, te gusta o no.
N.M.: Yo hice sexto de Arquitectura en el liceo, metí un poco de matemática, también. Mi viejo y mi hermano son ingenieros. Entiendo que esa parte racional y estructurada es fundamental, no para los tres minutos mensuales de inspiración, sino para el desarrollo de todo lo demás. A no ser algunas cabezas muy únicas que conozco, que de repente no le dedican tanto tiempo, todos nuestros referentes están todo el día trabajando y pensando en la música 100%. Eso ayuda. Por eso, también hay mucha gente que estudió otras carreras además de dedicarse a la música y que, en ese sentido, les facilita un poco, porque entiende otros métodos más estructurados para llevar adelante algo que, a veces, a los músicos solos no nos da, nos divagamos un poco. En la composición, también hay elementos que aprendés, hay acordes que vos los ponés y sabés que suenan bien, no tenés como errarle con eso. En la música también está ese mundo que es re métodico y matemático.
En términos líricos, De los Bordes era bastante confesional. ¿El género te inclina un poco y te permite esa continuidad en este disco?
C.F.: Las letras es algo en lo que más me gustaría mejorar. Me gustan las letras del disco, pero es algo que estoy constantemente revisando. En este disco, por la confianza que tenía con Nacho de mostrarle cosas, me tomé la libertad de hacer primero las melodías y ver qué letras aparecían. Varias de las canciones fueron revelaciones. Por ahora, la mayoría de mis letras han surgido de esa manera, lo que me invoca determinada armonía o melodía. A muchas, las redirijo hacia algo más concreto en el proceso, lo primero que me sale no tiene mucho sentido. Siguen en el mismo perfil del disco anterior, ese contacto del inconsciente.
¿Podrías asumir esa manera de escribir como algo identitario de tu carrera?
C.F.: Sí, la palabra y la música, para mí, necesitan aparecer juntas. Es clave que la musicalidad misma de cualquier palabra tenga sentido con la melodía que se está cantando. Creo que priorizo eso, que quede bien la palabra o la frase en esa parte. Me gustaría incursionar un poco más en la poesía, pero me parece más importante eso. Siento que lo logro bastante bien.
¿Sentís que es sano que un músico sea autoexigente?
C.F.: Hasta cierto punto. Para mí la exigencia es un motor a estar constantemente realizándome y mejorando. Esta buenísimo, a veces, permitirse ese espacio de orgullo y reconocerse el laburo, pero jamás diría, “este es el mejor disco que hice y haré”, me gusta pensar que siempre hay algo que puedo hacer mejor. También manejar los limites, a veces me voy para el lado de sobreexigirme y me sobreparaliza.
¿Cómo gestionaron la producción del disco?
N.M.: Fue rara la producción, Cami se iba a vivir afuera, entonces grabamos las voces y las guitarras que tocó ella. Después, yo me quedé laburando en el estudio, armando todo lo otro. Inicialmente, hice unas maquetas de cada tema. La composición fue online. Nos vimos re poco, nos estamos viendo más ahora con la presentación.
Eso requiere un montón de confianza.
N.M.: Es un lenguaje, en ese sentido, no importa el nivel que tengas, si hablas el mismo lenguaje, está todo bien. Más o menos sabés lo que hay que hacer. Fue raro, porque Cami grabó la voz antes.
¿Qué tienen planeado para el show?
C.F.: La idea es ser lo más fieles posibles a lo que está grabado, que sea una representación en vivo del disco tal como está. No perder ese carácter acústico. Vamos a ser nosotros dos y nos van a acompañar Juanma Cayota en la batería, Andoni Gajduk en guitarra eléctrica y Sofi Zorrilla en guitarras acústicas. Esa es la formación. Va a abrir Lipe Gómez, es maravilloso lo que hace y soy su fan. Después, tenemos a Juanma Cola en sonido y a Leti Martinez en luces. Va a ser algo intimo, en círculo, viéndonos con la gente alrededor.
¿Es importante generar ese encuentro con la banda?
C.F.: A mí más que nada, que estoy acostumbrada a estar adelante, no me gusta. Me siento mucho más cómoda si estoy como en los ensayos, que estamos viéndonos. Cuando estás cantando, estás de espaldas a toda la banda. También te sentís super expuesta parada ahí adelante. Esto también me gusta, la comunicación visual es muy importante tocando en vivo. A medida que pasa el tiempo, voy agarrando más confianza en lo que hago y me va pasando cada vez menos. Pero, a veces, me pongo muy nerviosa, después se me pasa. Son muy pocas las veces en las que no disfruto el toque, son nervios antes y después ya me siento en mi casa.
Por Sofía Durand Fernández
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