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Música
Mi destino es canción

Caramelos de la Nada, un dúo que versiona y hace viajar de época a lo que ya existe

El proyecto musical integrado por Analía Ruiz y Diego Cotelo se presenta este 2 de setiembre en la sala Hugo Balzo a las 21:00.

31.08.2022 13:34

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2022-08-31T13:34:00-03:00
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Por Valentina Temesio

Versionar es transformar algo que ya existe en algo nuevo, es crear, modificar, partiendo de la base de lo que ya está. Las cosas que pueden versionarse son infinitas —al menos en el mundo de las artes—: discos, canciones, obras de teatro, obras literarias, óperas, obras visuales. Existen versiones de muchas cosas; incluso, hasta podría decirse que cada persona tiene varias de sí misma.

En 2018, Analía Ruiz y Diego Cotelo ya eran amigos y, también, ya habían encontrado intereses en común. Un día de ese año, él le dijo a ella que tenía ganas de hacer un nuevo proyecto, un dúo que versionara canciones latinoamericanas y las resignificara. Otro día, un happy mistake —un error afortunado— mientras ensayaban “Carabelas nada” de Fito Páez les regalaría un nombre con efecto plástico: Caramelos de la Nada.

El camino musical de Caramelos de la Nada, que se presentan este 2 de setiembre en la sala Hugo Balzo, atraviesa Latinoamérica. Desde Uruguay, haciendo suyas las canciones “Palabras cruzadas” de Jorge Galemire, “Un par” de Fernando Cabrera y “Recordándote” de Alfredo Zitarrosa, hasta Colombia para tomar “No siendo más”, de Las Áñez, y de Argentina “Vamos a levantarnos para ver las flores del jardín”, de Edgardo Cardozo.

“Para mí, es una forma de pasar las canciones por nosotros, resignificarlas y darles otra perspectiva. Elegimos hacer eso con un montón de canciones que nos encantan, enfocarlas desde otro punto de vista. A veces tiene que ver con lo arreglístico, otras con lo interpretativo, con la instrumentación que elegimos”, dice Ruiz.

A todo eso que una canción ya dice, transmite y comunica, Caramelos de la Nada le da un nuevo enfoque, “como si fuera otro filtro de color”. Pero, además, versionar, en este caso, implica “hacer migrar canciones de otras épocas a estéticas actuales”.

“Cuando la canción elegida tiene sus años, por ahí el arreglo original corresponde un poco a la época, y nosotros lo traemos a algo más actual. A veces no necesariamente es algo de hace tanto tiempo, a veces son músicas más actuales, y ahí juega directamente una cosa más de personalidad. De repente nos gustan unos elementos, pero queremos cambiar otros”, explica Cotelo.

El proceso de versionar es largo. Primero, viene la elección de la canción. La premisa es simple y clara: a los dos les debe de gustar y conmover. Sin embargo, cada tema lleva un período de prueba, en el que investigan, ensayan, ven cuáles son las cosas que desean hacer suyas, cuáles son para tocar en vivo, cuáles son parte del repertorio para grabar un disco, cuál canción necesita una nueva versión, cuál no, cuál queda por el camino. Hasta que, finalmente, llegan a hacerlo propio.

Así, en 2021, tras un proceso de curaduría de su propio repertorio, y luego de Palabras Cruzadas —un EP—, llegó su primer disco homónimo. En ocho canciones, la mayoría uruguayas, Cotelo y Ruiz dan ese giro fresco a lo que hace años ya estaba establecido, con esa mirada nueva que, casi como un juego, inventa mundos también nuevos.

Caramelos de la Nada fue el cierre de procesos de algunas canciones que el dúo tenía en su repertorio, muchas desde aquellos primeros toques en 2018. De este modo, el disco trajo consigo una pregunta a Ruiz y Cotelo: ¿cuáles de aquellas tantas canciones que alguna vez tocaron realmente habían pasado por ellos? Entender cuáles formaban parte de su identidad como banda “fue un gran broche de oro” para materializar sus versiones en un disco con principio y fin.

“Yo creo que hay algo de elegir una canción, sin saber muy bien lo que va a pasar con ella, que tiene mucho que ver con el juego. Para mí, la música es un poco un juego también, desde alguna perspectiva; no importa desde qué forma la mires, hay algo que tiene de entregarse a ver qué va a pasar con la situación, con el presente, con el público, con la canción, con la instrumentación. Tiene una cosa como medio de adaptación al momento y al material que hay, que me parece que sí, que yo en función a eso lo identifico como un juego”, menciona Ruiz.

Para Cotelo, “el hecho de tomar una canción que te encanta y someterla a determinados procesos para hacerla propia, es una forma de juego”. En esta línea, dice que la personalidad artística del dúo “se pone un poco lúdica y juguetona de más con los arreglos”. Ahí, donde el juego puede concebirse más allá del divertimento y de experimentación, aparece una cara que es “casi humorística”, pero no llega a serlo, dice el músico. Aunque el espectro del dúo incluye una beta “oscura”.

Este 2 de setiembre, al menos por un rato, Ruiz y Cotelo dejan de ser dos. Los acompañan Juan Manuel Cayota en batería, Paula Rama en voces, Agustina Santomauro en guitarra, Sofía Epíscopo en luces y Juan Manuel Cola en sonido. El espectáculo, que se divide en tres tiempos, propone un viaje al pasado, al repertorio de 2018 y 2019, da un paso por todas las canciones del disco y se adelanta a los nuevos mundos en los que Ruiz y Cotelo están trabajando.

Por eso, de alguna manera, esta velada será “como el cumpleaños de 15 del dúo”.

Las entradas pueden adquirirse aquí.

Por Valentina Temesio