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Literatura
Entre grietas

Carolina Cataldo, el alma rasgada de 19 mujeres y un poema que cruzan la frontera personal

La escritora uruguaya auto publicó su primer libro de cuentos, narrando sobre la experiencia violenta de lo femenino frente a lo masculino.

19.06.2024 12:15

Lectura: 8'

2024-06-19T12:15:00-03:00
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Por Federica Bordaberry

Son distintos caminos. Son distintas pisadas. Son distintas las formas en las que las mujeres se enfrentan a la violencia, a la incertidumbre, a la vida cotidiana y a la vida misma. Los contextos son distintos, los nombres son distintos, las edades son distintas. Almas Rasgadas, publicado este 2024, es un conjunto de 19 relatos breves y un poema escritos por Carolina Cataldo. 

Uruguaya y nacida en 1978, es comunicadora, asesora de imagen, locutora. Y, dice, una cosa más: feminista. Desde 2001 que ha pasado por el periodismo, por la publicidad y por el mundo audiovisual y, entre 2014 y 2017, vivió en Chile. Allí, se destacó como columnista de la revista La Hora de Mujeres. Todo eso podría indicar por qué a sus 45 años auto publicó su primer libro. 

Pero es probable que lo que lo explique sean elementos como el hecho de que escribe desde que tiene 7 años, que su estilo siempre fue el cuento corto, que hace referencias tan diversas como a Charles Bukowski y a Paulo Coelho, que su padre tiene una librería y una editorial, o simplemente su ser mujer.

Es que, según Cataldo, aunque juegue lo personal en todo esto, juega de forma inevitable lo político. Lo personal es político. "Esta premisa indica que lo que sucede puertas adentro debe ser llevado puertas afuera, a la mirada pública. Significa que los temas tratados (sobre todo los temas de género) como personales no lo son. El tema del sexo, la apariencia, el cuidado de los niños, la división de las tareas del hogar, la violencia doméstica. Hechos que suceden puertas adentro inciden fuertemente en la conducta social, en el ámbito público. Si algo es público, implica que es político", dice en entrevista con LatidoBEAT.

Para escribir sobre la tragedia, sobre todo la ajena, es común caer en victimizaciones o en golpes bajos. No está repleto de los "puto el que lee" de los que hablaba Roberto Fontanarrosa, pero sí hay desafíos para el que lee. "Desafiado el que lee", podría ser en vez. 

Foto: cortesía de Carolina Cataldo

Foto: cortesía de Carolina Cataldo

¿Por qué publicar literatura ya siendo adulta? ¿Era un debe?

No siento que la edad condicione los tiempos del arte, en mi caso, de la literatura. Solo importa que lo quieras hacer, que la pulsión sea tan intensa que le gane a la lógica y que, como resultado, entiendas que publicar tu material sea la razón fundamental de tu existencia.

Si bien lograrlo me llevó algunos años, siempre tuve la convicción de que no hay nada más terrible que arrepentirse por no haber hecho algo. Es mejor arriesgarse y fallar, que no arriesgarse nunca.

¿Sentís que hasta que no está publicada la obra, no está acabada?

No. Almas Rasgadas quedó terminada el día (la noche) que cerré el último cuento. Luego, inicié el proceso de publicación con la satisfacción y la extraordinaria sensación de paz de saber que mi obra sí estaba acabada.

¿De dónde viene la decisión de auto publicar?

Luego de que me llevara al menos dos años tener a Almas Rasgadas lista para ser leída, sentía que el siguiente paso no podía demorar mucho tiempo más. Iniciar un proceso de búsqueda de editorial, entrando en un mundo que desconozco, me generaba más dudas que certezas. Sabía que podía hacerlo sola, trabajo en el área de la comunicación hace más de veinte años, algo que me daba confianza y, además, cuento con un asesor experimentado. Mi padre tiene su librería y editorial, hace más de cuarenta años: El Galeón. Las dudas que tuve en el proceso pude resolverlas consultándolo a él.

¿Qué desafíos tiene esto de auto publicarse, y qué beneficios, en tu experiencia?

Durante el arduo proceso que conlleva, primero reunir a un equipo que trabaje contigo (corrección, maqueta, diseño, foto, ilustración, imprenta, distribuidora) y, después, que el resultado no sea otro que el que te imaginaste, es un desafío enorme. Tenés la responsabilidad de transmitir con claridad tus objetivos, de lo que se desprenderá el éxito o el fracaso.

El beneficio es saber que lo hiciste y lo hiciste bien.

Es un libro que contiene 19 cuentos y un poema, ¿qué permite el género cuento que no hubiera permitido, por ejemplo, la novela?

No sé si el abordaje es lo qué permite o no permite, sino más que nada, considero que es un tema de estilo. Mi estilo siempre fue el cuento corto. Me siento más cómoda en el relato breve, en decir mucho contando poco, en tener finales contundentes o inesperados que dejen interrogantes en los lectores; que quieran saber más.

Por otro lado, en el mundo de total instantaneidad en el que vivimos, donde todo dura nada, creo que los relatos breves son un valor agregado, que invitan a la lectura.

Foto: cortesía de Carolina Cataldo

Foto: cortesía de Carolina Cataldo

¿Y qué aporta un poema? Ese género tan especial de la literatura y que se diferencia en muchísimas cosas de la narrativa.

Lo del poema fue una casualidad, es algo que escribí hace muchos años sobre una historia que no pudo ser. Escribir sobre esa experiencia fue una especie de catarsis y lo escribí de un tirón.

No le di un formato de poema ex profeso, porque no escribo poesía. Cuando lo elegí para que fuese publicado, me di cuenta que estaba escrito en prosa y que desarmarlo era sacarle la esencia.

Son universos similares los de las mujeres que protagonizan los cuentos. Casi siempre hay un tono de oscuridad, de violencia y de incertidumbre, ¿cómo formaste ese universo dentro tuyo como para después poder dejarlo en las letras?

El universo en el que vivimos ya es de por sí, muchas veces, oscuro, incierto, violento. No fue necesario crearlo dentro mío, sino simplemente observar el afuera y contarlo desde mis entrañas.

Por otro lado, creo que cada escritor tiene su forma de expresión, su propia sustancia para generar efecto en el otro, que no es transferible. No es lo mismo sumergirse en el universo de Charles Bukowski que en el de Paulo Coelho.

Todos los cuentos tienen de título el nombre de las protagonistas, casi como si fuera una sentencia de muerte, a lo lápida. ¿Por qué esa decisión literaria?

¿Por qué sentenciar a muerte a las protagonistas que elegí para darles vida? Vida más allá del sentido literal. Todo lo contrario, están vivas porque están diciendo cosas con una voz propia.

Utilizar el nombre de cada protagonista como nombre del cuento es, además, un recurso que pone el foco donde tiene que alumbrar, que incomode, que interrogue, que se note.

Y todas esas protagonistas empiezan con la misma inicial, lo cual habla de que tienen cierta unión. Quizá, en eso de ser mujer, quizá, en eso de lo violento. ¿De dónde vienen estos personajes?

Todos los relatos y sus personajes comparten un mismo propósito: mostrar en profundidad, las fracturas provocadas por el simple hecho de existir de nuestras almas rasgadas.

Este entramado de historias y sus protagonistas buscan enaltecer nuestras rasgaduras, mostrarlas en vez de ocultarlas, porque no son otra cosa que huellas de nuestro viaje por la vida.

Que los nombres de las protagonistas empiecen con la misma inicial fue una decisión creativa que buscó reforzar esta unidad entrelazada.

Foto: cortesía de Carolina Cataldo

Foto: cortesía de Carolina Cataldo

En una época en la que la violencia de género y movimientos como el Me Too están tan presentes, ¿por qué atravesar la literatura con el género? 

La violencia machista, o violencia de género (prefiero la primera) ha estado presente desde siglos pasados.

¿Por qué atravesar mi narrativa con el género? Porque lo elijo, porque como feminista considero que hay que aprovechar todos los ámbitos posibles para abrir el diálogo y la literatura es uno de ellos.

¿Sos de la teoría de que todo arte es político?

Lo personal es político.

Esta premisa indica que lo que sucede puertas adentro debe ser llevado puertas afuera, a la mirada pública. Significa que los temas tratados (sobre todo los temas de género) como "personales" no lo son. El tema del sexo, la apariencia, el cuidado de los niños, la división de las tareas del hogar, la violencia doméstica. Hechos que suceden puertas adentro inciden fuertemente en la conducta social, en el ámbito público. Si algo es público, implica que es político.

En este contexto puedo afirmar que mi arte es político.

Sin embargo, a estas mujeres que protagonizan la obra yo no las veo necesariamente en una postura de víctimas, o no veo que la escritora tenga esa intención con la historia. Me pareció que predominaba más la tragedia de lo cotidiano, como si no te estuvieras quejando, sino mirándolo suceder de lejos. ¿Esa era la intención?

Totalmente y eso es porque yo, en primer lugar, como mujer, no me siento una víctima indefensa que deba ser sobre protegida. Las mujeres somos víctimas, porque hay victimarios y de esta relación de poder, es que nacieron la mayoría de mis cuentos, de lo real. En algunos casos, de situaciones o experiencias que me tocaron vivir.

Por Federica Bordaberry