Por Catalina Zabala
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Durante su infancia, Pedro Canales vivía en las afueras de Buenos Aires. Esto implicaba emprender viajes en tren de manera frecuente a la hora de visitar la capital argentina. Se subía a una vieja locomotora Diesel a la que los lugareños llamaban "chancha", y efectuaba el recorrido "Vía Circuito". Hoy, años después, lleva consigo estas vivencias en su nombre artístico. Chancha Vía Circuito mira hacia adelante, sin olvidar de donde proviene.
Describe a la electrónica como una "paleta de colores", y asegura que no puede prescindir de ella por lo mucho que le gusta. Sin embargo, su carrera se vio constantemente marcada por el impacto y la innovación. El folklore latinoamericano es un factor clave cuando hablamos de Chancha Vía Circuito. Los sonidos del continente gozan de un rol protagónico en sus composiciones, las cuales llevan consigo una marca personal. Resultan inconfundibles.
Se ha enfrentado a públicos de todo tipo y nacionalidad, recorriendo el mundo con sus mezclas. Asegura que lo más lindo de viajar es justamente eso: que siempre son distintos. Su mayor desafío es ganarse sus corazones a través de la música. Para él, a los públicos hay que ganárselos. Se presenta este 10 de enero en el Festival Quebrada de José Ignacio, junto a otros artistas como Lido Pimienta. Las entradas pueden adquirirse aquí.
Tu nombre artístico es "Chancha Vía Circuito". ¿Cuál es su historia?
Elegí ese nombre porque es un recorrido de tren. "Chancha" le decían a la vieja locomotora a diésel, sobre todo la gente que vivía en los suburbios de Buenos Aires. "Vía Circuito" es el recorrido que hace desde el sur conurbano de la provincia, hacia la capital. Ese es el origen. Como yo viví casi toda la vida en zona sur, en las afueras de Buenos Aires, me la pasaba arriba del tren, tanto para ir a trabajar como para estudiar. Entonces le tomé mucho cariño, siempre me gustó viajar en tren. Me pareció que el proyecto tenía ese mismo espíritu de estar en movimiento.
¿Te parecen importantes los nombres artísticos?
Sí, me parecen importantes, pero en su justo lugar. Quiere decir que lo más importante siempre va a ser el contenido del proyecto, eso es lo trascendental. A una banda como Soda Stereo, con ese nombre, no sé si le hubiese dado pelota. Los Fabulosos Cadillacs, Él mató a un policía motorizado, mirá qué nombres que eligieron. Pero como tienen contenido, el nombre se vuelve insignificante. Tiene sentido.
¿Qué permite tener un nombre artístico y separar al arte de la vida personal? ¿Por qué no usar el nombre de la cédula?
Yo veo que tiene una ventaja, porque de esa manera es posible no creérsela tanto. Está claro que tu proyecto no es tu vida, sino que es un alter ego. Es algo que vos elegís que te represente para un proyecto artístico. Sirve para diferenciar la vida profesional de la vida cotidiana y normal.
¿Cómo empezaste en la música?
Yo en realidad quería ser jugador de fútbol profesional, como les pasa a muchos nenes cuando son chicos. En algún momento me di cuenta de que no era lo suficientemente bueno como para hacer carrera profesional como deportista, y me di cuenta también a temprana edad de que me llamaba mucho la atención la música. Por eso empezamos con compañeros de la escuela primaria a hacer covers de rock nacional, con los instrumentos que les pedíamos prestados a los hermanos mayores. En ese momento tenían alguna guitarra, un bajo, o una batería. Desde los 11 años en adelante fue una cosa que nunca paró. Siempre estuve involucrado en bandas, ya sea tocando el bajo eléctrico o la guitarra. En la computadora empecé a programar ritmos ya cerca del 2000, en un software.
¿Cómo llegas al mundo de la electrónica y por qué lo elegís sobre otros?
Tengo un hermano mayor que se llama Guille. Él traía mucha música, era el que abastecía de música nueva a la familia. Traía los casetes grabados del Parque Rivadavia en una época donde había mucha piratería, por suerte. Ahí pude conocer Massive Attack, Björk, Tricky, son proyectos que para tener música electrónica eran más amables, no tan difíciles de digerir como el progressive house, techno, etc. Esa fue mi entrada en ese universo de música electrónica. Y no es que tenga más afinidad, sino que la electrónica es una paleta de colores de la cual no puedo prescindir, porque me gusta muchísimo. Es así, a la hora de ponerme a trabajar con la música puedo empezar con una idea en la guitarra, en el charango, o incluso una idea cantada, pero a la hora de vestir esa idea, me encanta jugar con sintetizadores, con sonidos analógicos o digitales para terminar esa composición.
Los sonidos latinoamericanos tienen un rol protagónico en tu música. ¿Por qué? ¿Cómo llegaste a ellos?
Fue una necesidad, porque cuando hice mi primer viaje al norte de Argentina, Bolivia y Perú, quedé como flechado con esos ritmos y sonidos. No porque no los conociera, sino porque no les había dado bola, no les había prestado atención. De repente me enamoré del folklore andino, de la cumbia, y fue por eso que están hoy en día tan presentes esos ritmos y melodías en este proyecto.
Tu remezcla de la pista Quimey Neuquén aparece en un episodio de la serie Breaking Bad. ¿Sentís que los sonidos latinoamericanos aportan un diferencial para tu música dentro de lo que es el panorama?
Ahora es más fácil encontrar proyectos que sean híbridos, mestizos, que tengan su parte de tradición y lo moderno de la música electrónica. Tal vez cuando empezamos, en 2004-2005, no éramos tantos y era más innovador, más nuevo. Lo que a mí me gusta es que con el tema de las remezclas, por ejemplo, como ese remix que nombraste de Larralde, tenés la posibilidad de poner de nuevo en circulación canciones que estaban medio olvidadas, o "juntando tierra", por decirlo de alguna manera. Le das chance a toda una nueva generación de que conozca o descubra a un artista desconocido.
Tocaste en grandes festivales, desde el Lollapalooza hasta eventos en Dinamarca. ¿Cómo varía la recepción del público según su nacionalidad?
Los públicos siempre son distintos, y eso es lo que tiene de lindo como desafío el viajar. Que uno tenga una propuesta de música latina no significa que lo vayan a escuchar, eso es solamente con los latinos que viven en Europa o Estados Unidos. Entonces es un poco eso, son públicos que te tenés que ganar. La propuesta en definitiva tiene que ser buena, la música tiene que invitar al baile o a la escucha también. Lo bueno es que es lo suficientemente pegajosa, sobre todo la cumbia y los ritmos latinos; a la gente le encanta. Termina funcionando en el 90% de los casos.
¿Recordás algún público específico al que te hayas enfrentado y que haya sido especialmente receptivo?
A mí me encanta el público de México, porque es muy pasional. El argentino también es pasional, pero el mexicano lo supera, sin dudas. Es muy emocionante ir a tocar a México, porque es un griterío y son muy cariñosos, te esperan a la salida del show para saludarte, es lindo.
Tocas este 10 de enero en el Festival Quebrada. ¿Qué particularidades tiene el público de Punta del Este? ¿Qué lo hace más ameno para la electrónica?
En general es un público que entiende el código de la música electrónica. Si también le copa la propuesta de ritmos más mestizos, lo agarran de taquito. No les va a sorprender mucho.
¿Qué se puede esperar de este show?
Va a tener la particularidad de que voy a estar compartiendo producciones nuevas de Chancha, material muy fresco que lanzamos a fines del año pasado con El Búho. Además, al coincidir con Lido Pimienta vamos a tocar en vivo las canciones que hicimos juntos, que son varias. Estoy recontento por volver al Festival Quebrada. Antes era Senderos, y siempre que fui, resultó ser uno de los públicos más lindos de Uruguay.
Por Catalina Zabala
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