Escribe Juan Gabriel López | @galopezjuan

Pocas son las apariciones de Charly García en los últimos años. El rockero argentino tiene 72 años y su salud ha ido empeorando con el correr del tiempo. Sin embargo, la creatividad y la capacidad compositiva de "el loco" Charly, sigue intacta.


Hace unas pocas semanas, el músico apareció por primera vez en el año. Lo hizo junto a directores de Sony y nada más y nada menos para anunciar el lanzamiento de un nuevo álbum. 

El material comenzó a grabarse antes de la pandemia y verá la luz en este año bajo el nombre La Lógica Del Escorpión, aunque no hay fecha exacta definida. La gacetilla oficial, rezó: “Luego de escuchar el disco completo se procedió a la firma del contrato para que en unos meses esté disponible tanto en vinilo como en Plataformas Digitales. El vinilo tendrá una edición limitada, con un llamativo arte realizado por la diseñadora Renata Schussheim. Todos los presentes en la reunión coincidieron que el disco es un ‘auténtico García’, con todos los matices y pinceladas del genial músico”. 

Charly García es historia viva. El artista multiinstrumentista revolucionó el rock nacional de Argentina, al punto de que pasó de ser música de nicho, a construir la identidad de generaciones enteras. “Empezamos haciendo esto a contrapelo de la sociedad y ahora es la música de la sociedad”, resumió alguna vez en una entrevista para un medio de Chile. 

Y es que el legado musical de García, sus historias de lucha política y sus polémicas apariciones en los medios, lo convirtieron en un ícono de la cultura popular argentina. Su voz tenor y su innata habilidad con los instrumentos, lo tuvieron como miembro fundador de importantes bandas como Sui Géneris, PorSuiGieco, La Máquina de Hacer Pájaros y Serú Girán. Como solista, debutó en 1982 con la banda sonora de la película "Pubis Angelical” (nombre homónimo del disco), y a partir de ahí su carrera fue en ascenso, aunque por supuesto, también tuvo recaídas, saltos al vacío y rehabilitaciones.

Su natalicio fue el 23 de octubre de 1951 en Buenos Aires, Argentina. Este día está signado en la astrología por ser una cúspide entre Escorpio y Libra. Para aquellos fanáticos de estos conocimientos, Charly tiene un poco de ambos signos, siendo un guerrero, un apasionado por la justicia y las temáticas sociales por el lado libriano. Mientras que por el lado de Escorpio, es un creador desde la destrucción y un buzo de profundidad en mares oscuros y desconocidos, donde los sentidos apenas pueden captar la realidad de aquello que allí ocurre. 

Desde joven, Charly mostró un talento innato para la música y el piano, instrumento que dominaría a lo largo de su carrera. Su formación musical formal comenzó en el Conservatorio Nacional y más tarde en la Escuela Nacional de Bellas Artes, aunque su estilo y creatividad rebasarían rápidamente los límites de la academia.

De pequeño fue tranquilo, introvertido y parecía entrar en trance hipnótico cuando sonaba música de su agrado. Antes de ser Charly, se llamó Carlitos y creció en el seno de una familia pudiente de la Ciudad de Buenos Aires. Hijo de Carmen Moreno, ama de llaves, y Carlos Jaime García Lange, ingeniero químico, matemático y dueño de una fábrica de muebles de renombre, el músico es el mayor de tres hermanos que se criaron juntos como una familia plena.

A los dos años, tocaba la cítara de oído y a los cuatro años empezó a estudiar piano y se comprobaba una característica que aparece en una persona entre diez mil: el oído absoluto, identificar notas sin referencia alguna más que esa maravillosa capacidad. 

Por aquellos años, Charly era un delgado adolescente de pelo corto y lentes, un tanto introspectivo, pero de afiladas palabras y un gran compañero. Así lo recuerdan su madre y sus amigos en diversas declaraciones. En esa época Charly no usaba bigote y se vestía de manera convencional con pantalones rectos, una rareza en la posteridad de su carrera.

La historia del bigote blanco generó varias suspicacias. Fue teñido a propósito, le quedó así por tomar cocaína o por drogas que le daba su madre y tantas otras versiones acompañaron la vida del icono del mostacho. Lo cierto es que el origen tiene una serie de particularidades que refieren a la sensibilidad del músico. 

Charly García en el Luna Park (1976). Foto: Rubén Andón

Los padres de Charly, en 1955 se fueron a Europa de viaje y lo dejaron al cuidado de su familia materna en una imponente casona del barrio de Caballito, con servicio, cancha de paleta y montacargas a la cocina

Cuando volvieron, se enteraron de que Charly los había extrañado. Tanto fue, que estaba nervioso todo el tiempo. Con el correr de los días, la madre descubrió unas manchas blancas que no cesaban y, después de una serie de estudios médicos, descubrieron que tenía vitíligo, una enfermedad nerviosa que se manifiesta con manchas en la piel (futuro icónico bigote bicolor).

En alguna entrevista declaró que su bigote lo avergonzaba, hasta que un día se miró al espejo y pensó: "Loco, bancate ese defecto". De la frustración estética no sólo salió más fuerte, sino que sacó uno de los estribillos más conocidos de su carrera. 

A partir de allí, Charly dejó de ser Carlitos, como lo llamaban en su familia, y empezó a entender que todo cuanto su profesora de música clásica le había enseñado, podía ser aplicado de manera más divertida y menos católica.

"Con el tiempo me di cuenta de que hacer un par de movimientos con las manos rendía más que tener buena digitación; los Beatles hicieron el resto", declararía al respecto.

Con respecto al amor por los fab four, existe la anécdota de que Charly vio 27 veces la película A Hard Day's Night (1964) en un cine de la calle Lavalle. Su madre, lo resumió alguna vez de esta forma: “Descubrió a los Beatles y cambió todo.” 

Si bien su primer esbozo de banda fue cuando, de niño, improvisaba presentaciones junto a sus hermanos en el living, el primer grupo formal fue una cuarteto sinfónico llamado To Walk Spanish, más cercano a la ópera rock, a la bossa nova y al tango.

Luego conoció a Nito Mestre y su proyecto The Century Indignation, con el que se fusionó y dio origen a Sui Generis. Según cuentan sus allegados, en esa adolescencia, Charly tenía la facilidad de sacar un papel, dibujar cinco líneas a modo de pentagrama y hacer canciones. Él mismo declaró que la mayor parte de su obra fue escrita entre los quince y los veinte años. 

El comienzo de Sui Géneris fue difícil. Giraron durante un año para la televisión y trataban de hacer hits comerciales para pegarla. Así lo retrataría Charly: "Al principio intentamos semi vendernos, hacíamos temas semicomerciales y entonces apareció Jorge Álvarez (fundador del sello Mandioca) y nos salvó".

Charly García y Nito Mestre (1982).

Luego de cuatro años en los que la banda varió entre 4 y 5 instrumentistas, el éxito le llegó a Sui Géneris. Los integrantes terminaron siendo dos, Nito y el propio Charly. Se tuvo que ir todo el resto para que el piano, la flauta y las letras sean una comunión pronta a despegar.

En marzo de 1969, a Charly lo llaman a realizar el servicio militar y Sui Géneris se trunca. Los factores por los que el músico pudo zafar del servicio fueron dos picardías, que resultaron claves en la historia del rock argentino.

La primera fue que su madre le dió anfetaminas a Charly para simular taquicardia y problemas en el corazón. La situación fue tragicómica ya que, efectivamente, Charly sufrió problemas graves de salud cuando el efecto de las pastillas bajó. En uno de esos ataques, el prodigio músico sintió que se acababa su vida y compuso “Canción Para Mi Muerte”.

La segunda fue Charly siendo Charly.

Se le ocurrió pasear un cadáver por el casino de los oficiales. El resultado fue un diagnóstico de neurosis histérica y personalidad esquizoide. El remate para zafar de la colimba. El regreso de Sui Géneris.

Poco tiempo después apareció como otra figura clave el nombre de Pierre Bayona, reconocido dealer del rock entre los 60 y 70. Este individuo proveía de drogas a otro histórico como Billy Bond, líder de La Pesada del Rock and Roll.

Bayona también era vecino de Charly y organizaba recitales, codeándose con la gente del ambiente. Él fue quién introdujo a Billy y los jóvenes Sui Géneris, y es otro personaje al que el rock, directa o indirectamente, le debe muchísimo.

Billy, por su parte, funcionó como una catapulta para los dos jóvenes y es quien mejor explica el fenómeno de su llegada al rock a nivel masivo. Comenzó con esa serie de eventos que llevaron a Charly y Nito a los estudios de Microfon. 

Al respecto, supo comentar: “Los cuatros discos de él que grabé después fueron mejores que ‘Canción para mi muerte’, pero ese tema le abrió las puertas al rock. Microfón vendió 250.000 discos, todos fueron clasificados como ‘rock’. Todo el mundo creyó que el rock iba a vender y les metimos, al mismo tiempo, ciento cincuenta grupos a tres grabadoras. Ahí se prendió la hoguera y comenzó todo. Manal había sido el peor fracaso del mundo, no había vendido nunca nada. Siempre digo que, si no fuera por Charly, el rock estaría muerto.”

La cosa no terminó bien con Billy debido a ciertas denuncias de plagio y la mala relación que el afincado en Brasil (¿quién es?) tenía con David Lebón. Las relaciones conflictivas son parte de la vida del rockstar. Palito Ortega y Charly García, fundaron, alimentaron y cerraron una de las grietas más importantes en la historia del rock argentino. 

Palito, oriundo de Tucumán, tuvo sus primeros éxitos musicales en El Club Del Clan. Banda de música popular que hacía una especie de proto-rock and roll de la época y que estaba suavizada por los tamices de la televisión. Charly comenzó queriendo subirse a ese tren, pero también detestándolos y acusándolos de no tener talento. 

El primer encuentro que tuvieron fue en la corte. Los abogados de Ramón Ortega citaron al rockero a retractarse ante un tribunal. Durante muchos años tuvieron algún que otro encontronazo, hasta que una serie de tragedias en la vida del tucumano lo fueron alejando de la Argentina. Charly, cuando se lo cruzaba durante los 80, ya no lo “bardeaba” como cuando eran jóvenes. Lo saludaba con mucho afecto.

Fue así que, de enemigos, pasaron a respetarse como colegas y de colegas, pasaron a amigos. Es sabido que Palito siempre fue un hombre correcto, sin ninguna adicción ni mal comportamiento, bastante opuesto, en ese sentido, a Charly. 

Uno de los peores momentos de la adicción a la cocaína y al alcohol de García se dio en la primera década del 2000. De hecho, el 3 de marzo de ese año ocurrió la famosa anécdota en la que termina tirándose desde un departamento a dieciséis metros de altura hacia una pileta de tres metros de profundidad. 

Lo cierto es que los años transcurrieron. La vida del ex Sui Generis llegó a un fondo en el que lo internaban todo el tiempo y sufría ataques esquizofrénicos con potencialidad suicida. ¿Cómo se salvó? Fue Palito Ortega quien se acercó a una de las clínicas donde lo solían internar, firmó lo que había que firmar y se lo llevó al campo para ayudarlo con su rehabilitación. 

“Era la persona que menos me esperaba, pero si él no aparecía, me estaría cortando las venas”, diría Charly, años más tarde. En la actualidad, cada vez que Palito es consultado, declara con palabras de afecto y admiración: “No sabía que Charly era un músico que se podía sentar y tocar la música clásica que yo le escuché tocar. A una hora determinada, por ahí a la noche, se sentía mal y decía: ‘Quiero tocar, quiero tocar’, lo encerraba en el estudio y hacía todo increíblemente”. 

Charly García en el Teatro Colón (2013)

En la actualidad, Charly García tiene apariciones en público de manera -muy- esporádica, y está casi todo el tiempo en silla de ruedas. Pero no deja de hacer música. La última vez que se lo vió, apareció haciendo tres canciones en uno de los lugares donde mejor se siente, el Hotel Faena de Puerto Madero.

Los productores de Sony confirmaron un nuevo disco para éste año. Su último álbum, Random, fue lanzado hace 7 años y nadie esperaba la calidad y grandiosidad de sus canciones después de todo lo vivido. El material funciona perfectamente como un recorrido por todas las versiones musicales del artista. Desde el cancionero simple, las melodías sinfónicas de “La Máquina de Hacer Feliz” y la versión rockera en ‘Ella Es Tan Kubrick”.


Los años pasan para todos. Charly se está apagando. Pero, por suerte, para todos los fanáticos del rock, la leyenda sigue entregándolo todo, como lo hizo siempre. 

Charly García no solo ha dejado una marca indeleble en la música argentina, sino que también ha trascendido géneros y fronteras con su creatividad inigualable. Su capacidad para combinar letras profundas con melodías innovadoras lo ha convertido en un icono cultural, y su historia sigue siendo una fuente de inspiración y fascinación para muchos. A medida que continúa su carrera, su sonido sigue resonando con la misma intensidad y relevancia que en sus inicios, asegurándole su lugar en el panteón de los grandes de la música mundial.