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Contenido creado por Sofia Durand
Música
Cuestión de tiempo

Clipper: “Prefiero ser fiel a lo que hago antes que pensar en la plata que genera”

La rapera uruguaya habla sobre su recorrido artístico, el auge de la movida urbana en Uruguay y el nuevo disco que está componiendo.

07.03.2024 19:46

Lectura: 12'

2024-03-07T19:46:00-03:00
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Por Sofía Durand Fernández
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Josefina Araya, conocida artísticamente como Clipper, es una de las artistas que integra la grilla de Canciones y poesía del Río de la Plata, un festival integrado exclusivamente por mujeres artistas como Hilda Lazarazu e Ino Guridi. Será el 11 y 12 de mayo, y la rapera se muestra ansiosa por formar parte.

En su cuello tiene un collar con la Cruz de Santiago, un recuerdo del Camino de Santiago, al que ella define como una de las mejores experiencias de su vida. Clipper tiene un gran arraigo en España, desde las invitaciones como host de Red Bull hasta los sold out en Madrid.

También dejó sus rimas por Buenos Aires, lugar en el que vivió varios años y donde se inició en el freestyle. Ahora hace años que se dedica a su carrera musical, al margen de la improvisación, en gran parte por estar en desacuerdo con ciertas lógicas.

El año pasado lanzó Cuestión de tiempo, un disco que combina sonidos de diferentes géneros y que requirió tiempo y trabajo, no solo de ella, sino también de varios productores.

Está enfocada en crear un nuevo disco, sin fecha de lanzamiento, pero con la seguridad de estar embarcada por completo en el proceso creativo de este. Lo define como una serie de experimentos, un antes y un después en su trayectoria. Un proyecto en el que una Clipper más libre, y menos preocupada por tocar temas tabú, va a seguir demostrando por qué hace rap. Para decir lo que tenga ganas, cuando tenga ganas.

Foto: cortesía de la producción

Foto: cortesía de la producción

Don Padoshon (2020) tiene bastante de electrónica, Cuestión de tiempo (2023) juega entre diferentes matices. Es común escuchar que a los artistas no les gusta encasillarse en un solo género, ¿a vos te pasa lo mismo?

En realidad, la idea de Cuestión de tiempo fue hacer lo que tenía ganas en el momento en el que tenía ganas de hacerlo. Fue un disco que se trabajó durante dos años y había conceptos de canciones que me parecían que encajaban más en una bachata, en una electrónica, o en un boom bap súper cuadrado, y así lo hice. Trabajé con varios productores. De Montevideo y de la Costa, con DS Studio de Madrid, que es con quien estoy haciendo la producción y laburando más.

¿Cómo transmitís y defendés tu visión a un productor y la trasladás a otros para que quede un solo concepto?

Creo que la esencia del concepto del disco es que toda la dirección y producción de las canciones las hago yo, entonces le pude dar la línea de ese lado, independientemente del productor que estuviera trabajando detrás. Con los productores conectás o no conectás. La canción ya suena en tu cabeza, entonces tenés que intentar explicarle cómo está sonando para que lo baje. Si conectás, lo va a bajar bien, incluso le va a dar su idea e impronta. Si no conectás, puede quedar cualquier cosa, incluso que la canción no le guste a ninguno de los dos.

Lo ideal es tener tu productor de cabecera, así como un médico de cabecera que ya te conoce y sabe cuáles son todas tus dolencias y carencias, entonces sabe por dónde ir. Pero también me encanta conocer productores nuevos y ver cómo son sus miradas. Haberlo trabajado en España, siendo tan iguales y distintos en un montón de cosas, le dio otra impronta a las canciones.

Tenés una conexión con España, te han invitado como host en Red Bull y también presentaste tus shows. ¿En algún momento probarías suerte allá, más allá del auge de la movida urbana en Uruguay?

A nivel internacional, la movida del género urbano está creciendo pila, está agarrando el rol que tuvo el rock, el jazz, el blues en su momento de revolución, y voz de los jóvenes. Respecto a España, me siento con tremenda conexión, me iría a vivir un tiempo allá apenas pueda, sería genial. Por ahora estoy trabajando mucho acá, entonces no puedo, pero tengo ganas de irme con algún proyecto o laburo. El año pasado tuve la suerte de poder hacer el Camino de Santiago, que es increíble, me cambió la vida por completo. Hice 300 kilómetros caminando y me encantaría, en algún momento, hacerlo entero. Tengo ganas de hacer un pedacito más este año.

Cada vez que vamos hay cada vez más gente, eso te da mucha ilusión, porque sentís que estás plantando una semillita que va dando su fruto. Capaz que alguien que vino a mi primer concierto y no tenía ni idea de quién era, volvió el año siguiente con sus amigos. En el último show que hicimos en Barcelona la sala nos quedó chica. Si vamos este año la idea es ir a un lugar un poco más grande. Tuvimos sold out en los otros dos shows que tuvimos en Madrid y en Cataluña, entonces la idea es seguir tocando y que nos conozcan del otro lado.

¿Qué tanto influye la cooperación entre colegas para que haya un movimiento urbano a nivel nacional con firma propia?

Creo que impacta positivamente. Hace poco se hizo en Inmigrantes la primera fiesta de reguetón y fueron pibitos que estaban empezando a hacer sus temas. Era una fiesta underground de reguetón con artistas uruguayos. Nunca lo había visto acá, todos apoyándose entre ellos. Está buenísimo para que se den a conocer y sigamos promoviendo esta cultura, que el uruguayo no tiene tanto, de ir a consumir lo nacional.

La cultura urbana abarca un montón de tipos de arte, vos experimentaste en varios.

Yo entré a la cultura del hip hop, graffiteando, hace muchos años. Al principio solo hacía eso, después bailaba un poco y después me metí a rapear. Fue siempre una afición, en un momento dije: “Che, yo no quiero que esto sea un hobby”. Después de que hice mi carrera, dije: “Ta, ahora quiero dedicarme a esto”. Apostar, sin plan B, quemando todos los barcos. En Uruguay no es fácil vivir del rap. ¿Es posible? Qué pregunta. Creo que salió bastante bien.

¿Por qué el rap?

El rap es un lugar donde todos nos podemos expresar cuando queremos decir algo, creo fehacientemente que todos podemos rapear, es una cuestión de práctica, el oído se entrena. Sin embargo, hay gente a la que no le gusta cómo canta, no le gusta su timbre o se le hace muy difícil entrenar el oído y llegar a las notas, entonces cantar es un poco más difícil. Pero rapear es decir lo que quiero decir, en el momento que quiero decirlo y vomitar toda esa información. Me parece una terapia increíble y un género mega accesible. Hoy en día, con un celular y una base de YouTube podés armar una canción.

Creo que la disciplina y el trabajo matan al talento. Vos al principio podés ser muy malo, y laburás hasta que en algún momento le vas a dar si seguís así. Mis primeras canciones eran terribles, pero cuando todos arrancamos éramos muy malos. Después vas mejorando y encontrando tu impronta y tu forma de decirlo.

Pudiste haberlo dejado, sin embargo, seguiste. ¿Eso es algo que solo te pasa en el rap o hay algo característico de Josefina sobre perseverar?

Creo que es algo muy característico mío. Obviamente hablando desde mis privilegios, de que siempre tuve una casa, un techo, comida y abrigo. Que cuando querés algo es ir a por ello contra todos los pronósticos que se te puedan meter en el medio, si vos querés algo, laburá hasta llegar. Soy pro de no tener excusas.

Foto: cortesía de la producción

Foto: cortesía de la producción

¿Qué vino primero, el freestyle o las canciones?

Primero arranqué a hacer mis canciones. Fue gracioso cómo yo empecé a batallar. Yo vivía en Buenos Aires, estuve viviendo seis años allá, y en un momento me llaman de Nike. Precisaban que batallara contra Trueno y Replica en un evento. Era dentro de 15 días. Dije que sí, sin dudar. Yo no competía, entonces me junté con mis amigos más cercanos y les dije: “Entrénenme, porque en 15 días tengo que dar un nivel más o menos decente, porque me contrataron y no puedo quedar pegadísima”. Obviamente era un laburo y me re servía, también para relacionarme con la marca. Entrené y esa fue mi primera batalla, en el aniversario de las Nike Air Force. Dije: “Esto me gusta”. Me empecé a meter en los circuitos de las plazas en Buenos Aires, a ganar algunas competencias.

Después fui saliendo, porque los contenidos de las batallas no me convencían del todo. Eran muy burdos, “te violo y te meto el brazo hasta allá por no sé qué”. No tengo ganas ni de responderte esto, ni de que me lo digas, aunque sea un juego en el que estamos batallando. No tengo ganas de que alguien venga y me diga que mi madre es una trola porque estoy haciendo esto. Energéticamente, no me quería meter en ese mambo y me fui corriendo de ese lugar. Hace seis o siete años que no batallo.

¿De ese tiempo a esta parte, creés que ha habido un cambio?

Hay batallas y batallas. Encuentro tres responsabilidades por las que, al analizarlo socialmente, explico por qué sucede esto en una batalla. Uno porque los organizadores permiten que las reglas de las batallas sean esas. Otra, porque el jurado, a la hora de calificar las rimas, no califica con puntos en contra una rima con un contenido que no esté bueno. Otra, por el público. Si vos en una batalla vas, decís todo eso, cerrás bien la rima y el público explota, estamos aplaudiendo lo mismo. Creo que hay tres cambios a hacer por parte de las organizaciones. Obviamente, tener una charla con quienes estamos participando. Por parte de los jurados, de decir: “Bueno, estuvo muy hermoso su flow, su puesta en escena, su punch y todo, pero le dijo eso, capaz no está bueno calificar a favor a esa persona”.

Sí, es una batalla, es una puesta en escena, no es verdad lo que estamos diciendo, no es lo que pensamos, obviamente. Pero hay una línea muy fina entre el “te lo estoy diciendo en joda” y después que terminen violando a una piba en el baño en un boliche porque se normalizan las jodas. Parte de ahí empezar a erradicar eso para que nuestras batallas sean cada vez más limpias. Se puede rimar de manera inteligente y no tener que caer, “me tomo una línea, estoy re zarpado, me garcho a tu hermana”. Incluso subiríamos el nivel y sería un espectáculo mucho más copado de ir a ver, que podría ir a ver toda la familia, porque es gente que está improvisando en el momento y eso no deja de ser increíble.

¿Que se acerquen más mujeres puede mejorar esa situación?

Ayuda un poco, pero cuando una piba se acerca a estos lugares se encuentra con todo esto, entonces es más difícil que una se quiera quedar.

¿Cómo es tu proceso creativo?

A la hora de sentarme a componer, depende mucho si lo hago sola en casa y hago la maqueta, o si me junto con el productor en el estudio y hacemos todo de cero. Obviamente, a diferencia del freestyle, tenés más opciones de experimentar y decir mejor lo que querés decir, buscarle una vuelta.

Vas a presentarte en Canciones y poesía del Río de la Plata, un festival con una grilla integrada exclusivamente por compositoras y poetas. 

Estoy ansiosa, nos preguntaron a las músicas si queríamos elegir una poesía para leer. Es un terreno mega desconocido para mí, nunca leí una poesía en un escenario.

¿Cómo manejás el hecho de que una carrera no es solamente hacer arte, sino también mantener un negocio?

Si vos querés vivir de la música, también tenés que dar el brazo a torcer con un montón de cosas que implican vivir en sociedad. Así como yo puedo vender ocho horas de mi tiempo siendo moza en un café y que me paguen por eso, puedo vender mis redes para recomendar algo, o para mostrar algún producto. Eso es parte de la marca, se entrevera un poco con la música. No me ha pasado de tener que cambiar estilos, letras o música por pedidos de una marca. No sé si lo haría, puede suceder por necesidad, pero no va dentro de mis principios. Prefiero ser fiel a lo que hago antes que pensar en la plata que genera.

Hace poco tiempo, la contratación de shows de Lali Espósito por parte de entes del Estado desataron polémica. ¿Cuál es tu postura al respecto?

Independientemente del equipo que tenés, el artista tiene un presupuesto. Por ejemplo, “este show vale 10 pesos”, si el artista que cobra 10 y la persona que está contratando paga 10 están de acuerdo, listo. Si yo compré un mueble y me salió 10 pesos, y la otra persona dice: “Qué mueble caro”, yo lo compré a ese precio porque yo quería ese mueble. Si para vos salía menos, perfecto, buscalo a ese precio en otro lado.

El precio se lo pone la persona que lo está haciendo sobre la base de lo que le parezca, si te parece muy caro no contrates. Es un acuerdo de dos partes, la gente lo habla como si la persona estuviera robando. Yo paso un presupuesto, me aceptan el presupuesto, hacemos el laburo.

Por Sofía Durand Fernández
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