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Contenido creado por Sofia Durand
Literatura
El humor como navío sagrado

Comentarios al Náucrato, el primer libro de Tomás Rebord que obra como una síntesis

Lo común, lo cómico y lo divino no son cosas tan distintas. Esa es la conclusión de este relato que se forja en el universo del streamer.

05.06.2024 18:04

Lectura: 6'

2024-06-05T18:04:00-03:00
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Por Delfina Montagna | @delfi.montagna

El periodista, streamer, locutor y abogado Tomás Rebord tiene muchos personajes. Estuvo el ocurrente historiador en la sección StoryBord del programa Caricias Significativas – ¿no fue allí donde nació la “máxima ciencia”? –. Existió como desquiciado cazador de verdades en MAGA (Make Argentina Great Again, emitido por la ahora difunta radio Nacional Rock). Estuvo también el comprensivo interlocutor de El Método Rebord, dispuesto a ir a donde sea que la conversación lo lleve y a aceptar todas las posturas y colores políticos. Incluso existieron el comentarista deportivo de la sección Futbord, el politólogo semanal a Paren La Mano con Luquitas Rodriguez en Vorterix, y todavía continúa como amigo de Pedro Rosemblat e invitado célebre en el canal Gelatina.  

Muchos de todos estos personajes y estados de la materia Rebord sobrevivieron y resucitaron en Hay Algo Ahí, su nuevo programa co-conducido por Juan Ruffo, a quien dieron en llamar “your-next-friendly-door-guy” por su habilidad y gracia para seguirle el ritmo a todas estas metamorfosis, de manera que es imposible no quererlo. Muchos de estos personajes son monedas de dos caras, que se corresponden con oyentes que son "gente", "hagoveros" o "reales". Finalmente, muchos de estos personajes también emergen en Comentarios al náucrato (2024), la primera publicación de Tomás Rebord, traída al mundo por la editorial Planeta.  

Emisarios de la verdad, refutadores de leyendas, designios terribles y misteriosos eventos que se ponderan en la “escala metafísica argentina”, y personajes que se enredan en tramas solo bajo la intuición de que “hay algo ahí”. Todas estas categorías que solo parecían ser el entramado humorístico y universo referencial del streamer, también formaban parte de su primera ficción. Por eso, para los oyentes, el Náucrato se lee fácilmente con la voz de Rebord.  

Sin embargo, su prólogo indica que el libro tenía un claro objetivo: apuntaba a no ser sólo apto para hagoveros (como dieron en llamarse los seguidores de MAGA, por las siglas Haciendo a Argentina Grande Otra Vez).  En sus palabras, la obra “pretende bastarse a sí misma y permitir una lectura desprovista de contexto o referencias externas” a la vez que quiere seguir haciendo lo de siempre: deleitar al público con humor referencial. Hay que decirlo: este objetivo está claramente logrado. 

Si sentarse frente a una página en blanco es intimidante, sentarse con el objetivo de escribir un texto sagrado puede llevar a la parálisis. Este fue el proceso que llevó a “El Náucrato” a convertirse en Comentarios al Náucrato, explicó entre un estallido de risas hace unas semanas en la mejor entrevista de su vida

El náucrato es, en efecto, un texto sagrado del que su autor se separó por tres grados. No escribió el texto sagrado, no escribió sobre alguien que tiene contacto con el texto sagrado, sino sobre alguien que tiene contacto con alguien que sabe algo de esta pieza literaria rioplatense, profética y poderosa (de la que podemos espiar algo al inicio de cada capítulo). 

Así, su trama zigzaguea entre dicho ambicioso texto sagrado, una ficción con tintes de la cruda cotidianeidad argentina, y reflexiones filosóficas de tinte cartesiano, donde “pienso, luego existo” se transforma en “dudo, luego existo” (o, para ser más textuales, hay un “Principio de Inexistencia” de lo que se desprende que Dios es una condición de posibilidad). 

Partiendo del hecho de que no podemos saber que nada existe realmente, de esta duda fundamental de que los otros están ahí y perciben el mundo al igual que nosotros, y de que a la existencia se opone una Nada indomable que amenaza constantemente a enfrentarnos al sin-sentido de nuestro accionar, existe un Propósito, un náucrato. Cada hombre tiene a su náucrato y cada náucrato tiene a su hombre. 

Los niveles de abstracción son rápidamente derribados ante la perspectiva de que un periodista de un programa de chimentos puede estar realizando su Náucrato mientras asedia a una actriz saliendo de un telo. Pero también este sistema que de filosófico, roza lo místico, puede ser mucho más concreto relacionado con la conversación relajada y los análisis sesudos de Rebord. 

Quienes creen en la existencia del Náucrato en la ficción son un grupo que se autodefine como un observatorio metafísico para ponderar eventos en la Argentina dignos de ser analizados. Son los Buscadores, personas que quieren detectar si “hay algo ahí”.  Esta es, casi al pie de la letra, a la descripción de los hagoveros en la última transmisión de MAGA

Una comunidad que tiene un código de humor particular, se ríe de las mismas cosas y eso basta para darles la sensación de que no están solos. Allí, yace parte de la hazaña humana de encontrar y proteger lo sagrado en lo cotidiano.  “En definitiva son buscadores, quieren detectar si hay algo ahí, y encontraron acá un espacio”, comentaba el conductor a fines del año pasado.

Puede que parezca ceremonioso el hecho de que Náucrato significa en griego “navío sagrado”. De igual manera, puede parecer dramático decir que en Argentina atravesamos diez días de diluvios en los que una picadura de mosquito podía merecerle a uno la muerte.   

En momentos donde la oscuridad parece total y todos estamos a la espera del próximo salvador, se colaron una vez más las dimensiones de la ficción en la realidad. La edibordial Apocalipsis Argentino se montó sobre una metáfora social: en tiempos de desesperación, los distintos grupos construyen barcos. 

Después de haberse enfrentado al rigor de lo público y a quienes transforman todo contenido de internet a una bajada de línea moral, Rebord sintetizó:  “Nuestro barco es laxo. En el apocalípsis social generalizado, ofrece entretenimiento”. Ni ficción ni biblia, el Náucrato logró ser nada menos que una historia atrapante, que se trata en iguales medidas de encontrar lo divino en lo común y la risa frente a lo solemne.