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Cine
¿Acabarán juntos?

Con Laurie Nunn, autora de “Sex Education”: “Todos necesitamos seguir aprendiendo"

Se estrenó en Netflix la temporada final de la serie y desde LatidoBEAT accedimos a hablar con su guionista, creadora y showrunner.

21.09.2023 16:50

Lectura: 16'

2023-09-21T16:50:00-03:00
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Por Nicolás Medina
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[Advertencia: esta nota contiene spoilers de las tres primeras temporadas de la serie y también alguno de la cuarta]

Dentro del amplio catálogo de originales de Netflix, es muy probable que Sex Education no entre ni siquiera en el top 10. Ese podio está liderado por títulos como Stranger Things, El juego del calamar, The Witcher, e incluso algunas más recientes como Gambito de dama, Bridgerton o Wednesday (Merlina). Esos son los contenidos originales producidos por la plataforma que se han llevado la mayor atención. A eso se le suman otros no originales, pero de los que Netflix se hizo con los derechos de distribución y produjo algunas temporadas (Black Mirror, Narcos, La casa de papel, The Crown, House of Cards), estampándoles una etiqueta de “Exceso Netflix” con la que salen al mercado, la cosa da para confusión.

Pero dentro de su vasto catálogo de originales, uno puede encontrarse con una gran cantidad de series que, aunque no llegaron a los niveles de audiencia (medido en horas de visualización) de las anteriores, sí se han ganado un lugar en los corazones de sus seguidores. Ahí es donde entra la que nos trae hoy aquí: Sex Education.

Asa Butterfield (Otis) y Emma Mackey (Maeve). Foto: Netflix

Asa Butterfield (Otis) y Emma Mackey (Maeve). Foto: Netflix

Estrenada su primera temporada en 2019, esta serie fue creada por la británica Laurie Nunn y es una suerte de comedia, drama y coming of age y que, aparte de su éxito a nivel de audiencia, ha estado presente en premiaciones como los Bafta, los Critics Choice Awards y los International Emmy Awards.

Otis Milburn (Asa Butterfield, el niño actor conocido por El niño del pijama a rayas o La invención de Hugo Cabret) es un adolescente que, a pesar de su poca —nula— experiencia práctica en cuestiones de sexualidad, es un erudito en el tema gracias a que su madre, Jean Milburn (nuestra querida agente Scully de Los expedientes secretos X, Gillian Anderson) es una conocidísima terapeuta sexual. Un buen día, Otis, un perdedor de manual que solo está acompañado por su mejor amigo Eric (Ncuti Gatwa), se cruza con Maeve Wiley (Emma Mackey), una estudiante inteligente, rebelde y carismática que vislumbra la posibilidad de, entre el conocimiento enciclopédico de Otis y su capacidad para los negocios, iniciar una clínica sexual clandestina en el campus de la escuela para aconsejar a los estudiantes atormentados por la adolescencia y la desinformación.

Desde sus inicios, la serie le rindió homenaje a su título, volviéndose una especie de manual de desmitificación de problemáticas o inseguridades en torno a la sexualidad. A través de una acertadísima combinación de comedia y drama, habla de ETS (enfermedades de transmisión sexual), los vínculos sexoafectivos y sus complejidades, o la orientación sexual, pero llegando argumentalmente a plantear de una manera muy poderosa temas mucho más complejos y delicados como el aborto, el acoso, la búsqueda de la identidad, la diferencia entre sexo biológico e identidad de género, la masculinidad frágil o la sexualidad en los más veteranos. Todo para dar un mensaje breve y conciso, que se repite como un mantra: la sexualidad es fluida.

Sin profundizar mucho más en su argumento, a lo largo de todas sus temporadas, basta decir que, como era de esperarse, la serie fue introduciendo cada vez más arcos, de la mano de nuevos personajes y conflictos que hilaban el relato global de la manera más pura que hay en el arte de contar historias: haciéndonos interesar por el desarrollo de sus protagonistas. Esto implicó introducir: nuevos intereses amorosos (Otis y Maeve como la pareja definitiva que casi todos quieren ver); Eric en su lucha por vivir su homosexualidad a pleno,a sin defraudar a su familia conservadora y a su comunidad religiosa; y Jean luchando con ser una madre soltera demasiado disfuncional para todo lo que le está pasando su hijo. Aparte, la guionista Laurie Nunn, fue dándole un lugar a diferentes individuos que, cada uno con sus luchas internas y externas, le aportan un atractivo particular a lo que acontece. Se destacan: Adam (Connor Swindells), un bully que oculta su sexualidad y su vulnerabilidad por el “qué dirán”; Michael (Alistair Petrie), el padre de Adam y principal motivo de sus frustraciones, quien aparte de ser un hombre adulto con problemas de amor propio es el director original de Moordale, la escuela a la que asisten los adolescentes; Aimee (Aimee Lou Wood), amiga de Maeve, tonta, distraída y hueca pero adorable a la vez; y Ruby (Mimi Keene), la clásica mean girl que oculta su verdadera personalidad. Y la lista podría seguir y seguir. La cosa es que, para esta última temporada, los alumnos se ven forzados a transferirse a Cavendish, otro establecimiento educativo demasiado progresista en el que los personajes se darán la cara contra la pared.

Tienes que amarte a ti mismo

Para abarcar tantos personajes, tantos arcos argumentales y abordar tantas temáticas distintas (a pesar de que todas se relacionan de una u otra manera con la sexualidad, la identidad y los vínculos afectivos), la serie se propuso desde su primera temporada hacer un uso de la puesta en escena que resultara en un entorno seguro, cómodo y casi atemporal. Desde el vestuario de los personajes, el diseño de producción, las paletas de colores y la música se remite a crear un universo como atascado en el tiempo, evocando una nostalgia de algo no vivido, como si fuera una especie de universo a lo John Hughes (Ferris Bueller’s Day Off, The Breakfast Club).

En esta nueva temporada, en cambio, los personajes son arrancados de ese universo y llevados a una especie de edén de lo progresista, lo deconstruido y la libertad, en todo sentido. Los colores en la escuela son chillones, hay una exploración de lo queer y la comunidad LGBT+, en la que se invierten los roles de los relatos más comunes sobre adolescentes (el grupo de populares está constituido por una chica trans, un chico trans y una chica negra y con discapacidad auditiva). Hay dos formas de tomar esto, la primera es que la serie optó por recurrir a la inclusión forzada y lo elevó a la potencia. Pero esta afirmación se anula con la siguiente: esta temporada da cuenta de que, incluso en este paraíso terrenal para la generación Z, hay muchas cosas que funcionan mal, cada personaje tiene mucho con lo que lidiar, incluso si en primera instancia parecía que nuestros protagonistas originales habían llegado al lugar de sus sueños, nada se solucionaría hasta que hicieran un proceso interno y fueran ellos mismos quienes se acepten tal como son, con errores incluidos.

Mimi Keene (Ruby) y Asa Butterfield (Otis). Foto: Netflix

Mimi Keene (Ruby) y Asa Butterfield (Otis). Foto: Netflix

Nada dura para siempre

Pero, claro, al tratarse de una última temporada de la serie —la que Netflix prefirió cerrar a tiempo, antes de seguirla exprimiendo y renovando constantemente con excusas cada vez más vacías y carentes de sentido (Élite es el ejemplo más claro de esto)—, había una necesidad de, en pocos capítulos, lograr cerrar a todos los personajes que anteriormente se habían presentado. Terminar el ciclo de cada viaje personal y cada vínculo entre personajes que, en algún momento, se construyó y que dejó a los espectadores divididos en cuanto a preferencias.

En ese sentido, Sex Education se pone un poco el palo en la rueda. Mucha cosa para resolver en poco tiempo, y muchos conflictos nuevos que salen a la luz para darle verosimilitud al cierre de ciertos personajes. Sin embargo, el show de Laurie Nunn logra aferrarse a sus principios: hablar sobre la sexualidad, la identidad y darle al espectador momentos hilarantes como dolorosos.

La cuarta temporada no es ni cerca la más entretenida de la serie. Es, sin embargo, la más emotiva. Posiblemente esto se deba a que, al empezar un capítulo, nunca se sabe si es el adiós final a nuestro personaje favorito, como si quisiéramos que sus problemas persistieran solo para pasar un poco más de tiempo con ellos (hay que mencionar que para este momento de la trama hay muchos personajes recurrentes de las temporadas anteriores que no regresan, o porque sus arcos estaban cerrados o porque los actores que los representan parecen tener su agenda llena después del meteórico éxito de la serie).

Luego de ocho episodios finales (el último capítulo sigue la tendencia actual de ser bastante más largo que los anteriores, a modo de “especial”), Sex Education llega a su fin, con mucho aprendizaje, muchos llantos y muchas sonrisas. Pero también con muchas incertidumbres, como el fin de la adolescencia en sí y que la serie retrata a la perfección, no como el final de algo, sino como el comienzo de algo mucho más grande.

Ncuti Gatwa (Eric). Foto: Netflix

Ncuti Gatwa (Eric). Foto: Netflix

LatidoBEAT accedió al visionado anticipado de la cuarta temporada completa y tuvimos también la oportunidad de entrevistar en exclusiva a Laurie Nunn, la creadora, guionista y productora de Sex Education.

¿Cómo te sentís con que la serie llegue a su final?

Creo que todavía lo estoy procesando un poco porque he estado escribiendo la serie durante mucho tiempo. Empecé a trabajar en ella en 2014, así que he pasado mucho tiempo con estos personajes. Por lo tanto, se va a sentir muy extraño no escribirlos más. Pero estoy deseando que se estrene y ver cómo responde la gente. También es conmovedor que no solo haya visto crecer a los personajes, sino también haber visto crecer a los actores. Es genial, es increíble ver todo lo que están consiguiendo.

Sex Education tiene una mezcla única de géneros y temas. ¿Cómo equilibrás la narrativa para que todo funcione, la comedia, el drama y el desarrollo de los personajes?

Es un reto. Creo que en parte se debe al tono que me atrae, con el cine y la televisión que me gusta ver, o las historias que me gusta leer. Me gustan las cosas alegres y tristes, que jueguen con la comedia y también con el drama. Y creo que el tipo de proceso de escritura que hacemos es realmente esencial para la forma en que hacemos la serie. Trabajamos con una sala de guionistas muy diversa. Mucha gente aporta muchas historias de diferentes experiencias vividas y creo que realmente tratamos de canalizar tanto de eso en la serie como sea posible.

Por la temática de la serie, supongo que también hay una necesidad constante de actualizarse, de estar al tanto de lo que ocurre en el mundo…

En realidad, es una combinación de muchas cosas diferentes, porque en cada temporada, cuando entro en la sala de guionistas, tengo como un esqueleto de ciertas líneas argumentales de las que sé cuál es su forma, qué quiero explorar y a dónde quiero llevar a los personajes. Pero luego hay otras cosas que realmente surgen de esa experiencia en la sala de guionistas. Y durante las primeras semanas pasamos mucho tiempo hablando de lo que ocurre en el mundo, y también de qué tipo de cosas necesitan saber los jóvenes hoy en día. Pensamos en qué preguntas nos hacíamos cuando éramos adolescentes y no sabíamos las respuestas. Y creo que estamos constantemente volviendo a esa experiencia personal y tratando de equilibrar el contenido temático más amplio del programa con la narración más personal. Así que sí, a veces es un equilibrio difícil, pero también queremos hacer un programa que sea divertido y entretenido. Por lo tanto, creo que cada vez que el equipo de guionistas se puso demasiado serio, nos detuvimos, tomamos un descanso, y luego tratamos de hacernos reír para volver a trabajar.

Aimee Lou Wood (Aimee). Foto: Netflix

Aimee Lou Wood (Aimee). Foto: Netflix

En esta temporada me pareció muy interesante todo lo que rodea a Cavendish. Es agradable, cool, como una especie de paraíso para la generación Z y lo woke. Pero también es abrumador, no solo para el público, sino también para los personajes. Incluso te reís un poco de eso en la serie.

Creo que todos los guionistas que escribimos la cuarta temporada y yo nos consideramos muy progresistas, liberales y “de izquierda”. Pero creo que queríamos burlarnos un poco de nosotros mismos. Y girar la historia un poco sobre nosotros. Pero también creo que es muy importante recordar que las personas no siempre hacemos todo bien. Que todo el mundo tiene cosas que necesita seguir aprendiendo y creciendo, y que todos tenemos puntos ciegos; y creo que eso es en gran medida lo que es la secundaria Cavendish. Realmente me encanta y respeto el idealismo de los estudiantes y todo por lo que luchan, pero a veces también necesitan pararse y pensar: “¿Estamos yendo exactamente por el camino correcto en esto?”.

Hoy en día se habla mucho de la “inclusión forzada” en el cine y la televisión. El factor queer ya era un tema principal en las temporadas anteriores, pero en esta última temporada se profundiza aún más, igual que el mundo trans y la identidad no binaria o la discapacidad. ¿Cómo manejas esto para que no resulte forzado, para que fluya?

Siempre intento asegurarme de que ninguno de nuestros personajes esté completamente controlado solo por su identidad. Creo que eso es muy importante. Creo que en muchas de nuestras historias la identidad es sin duda importante y esencial para el personaje, pero también hay muchas otras cosas que suceden en su vida; y nunca quise hacer como en muchas de las viejas películas y series de televisión para adolescentes, en las que tenías al “mejor amigo gay”, pero se sentían como algo simbólico. No estaban bien desarrollados o no tenían realmente una vida interior. Y yo quería que esta serie fuera el antídoto a eso. Intentamos asegurarnos de que todos nuestros personajes no sean una sola cosa y de que todos tengan defectos, cometan errores y no sean perfectos de ninguna manera, pero al mismo tiempo contamos historias muy específicas sobre la identidad, así que creo que lo que hicimos constantemente fue intentar equilibrar ambas cosas.

Alexandra James (Aisha), Felix Mufti (Roman) y Anthony Lexa (Abbi). Foto: Netflix

Alexandra James (Aisha), Felix Mufti (Roman) y Anthony Lexa (Abbi). Foto: Netflix

Bueno, hay algo interesante y es que, incluso con todas esas líneas argumentales, la serie consigue conquistar a un amplio abanico de público, incluso a personas mayores que pueden ser más conservadoras. Quizá porque la serie también habla de ellos.

Es muy agradable oírlo. Sí, también me encanta escribir a los personajes adultos. Creo que los personajes adultos son tan importantes como los adolescentes. Creo que son tan complicados como los de dieciséis años, si no más.

La serie nos ha regalado algunas escenas realmente impactantes en temporadas anteriores: la escena del aborto con el personaje de Maeve en la primera temporada, la escena del autobús después de que abusaran de Aimee en la segunda temporada. ¿Hay algún momento o escena que creas que es así esta temporada?

Siento que hay muchas líneas argumentales en la temporada cuatro y es realmente difícil elegir. Me encanta el episodio seis. Creo que el viaje de Maeve en el episodio seis se siente muy fuerte. Fue muy interesante de escribir. Creo que Eric hace un viaje muy interesante con su fe y su espiritualidad en esta temporada, y hay escenas en esa historia de las que me siento muy orgullosa. Es muy difícil elegir. Siento que hay muchas cosas sucediendo en esta última temporada. Hay muchos personajes.

Emma Mackey (Maeve). Foto: Netflix

Emma Mackey (Maeve). Foto: Netflix

Como guionista, ¿sentiste que empezaste a interesarte o a encontrar potencial a lo largo de las temporadas en algunos personajes secundarios? Siento que los personajes de Adam, Aimee y Ruby empezaron como secundarios pero se abrieron camino en el podio, tanto para la historia como para la audiencia.

Me encanta escribir a Adam. Siento que Adam está basado en muchos hombres que he conocido en mi vida y que necesitan desesperadamente un abrazo. Adam realmente necesita un abrazo, muchos abrazos. Y también me encantó escribir a Ruby a lo largo de la serie. Creo que desde que la conocemos en la primera temporada, siempre he sabido cuál es su historia. Siempre he sabido lo que le pasa en su casa, lo que esconde y por qué lleva esa máscara en el colegio. La máscara de la chica mala y popular. Y ha sido un verdadero placer poder desarrollarla a lo largo de la serie y darle más cosas que hacer; y creo que Mimi Keene, que la interpreta, lo hace de maravilla. Ella siempre se mantiene fiel a ese espíritu de chica mala, incluso cuando está siendo vulnerable, ella todavía tiene ese pequeño lado punzante y me encantó escribir a Ruby.

Connor Swindells (Adam Groff) y Alistair Petrie (Michael Groff). Foto: Netflix

Connor Swindells (Adam Groff) y Alistair Petrie (Michael Groff). Foto: Netflix

Aunque ya había muchas, seguiste abriendo nuevas líneas argumentales e introduciendo nuevos personajes. ¿Sentís que pudiste cerrar todos los arcos que abriste?

Estoy muy contenta con el punto en el que han quedado todos los personajes de la serie, porque creo que incluso si hay un par de personajes cuyas historias parecen no tener todas las respuestas, eso es fiel a la realidad. Cuando tenés 17 años no tenés las respuestas a todo. Así que sí, estoy muy contenta con el final de los personajes. Me encantó escribirlos. Me encantaría retomarlos en algún momento en el futuro. No sé exactamente cómo ocurriría o qué sería, pero hay algo bastante interesante en pensar dónde estarían estos personajes dentro de diez años. Probablemente no en la universidad. No me interesa verlos en la universidad, pero quizá cuando tengan veintitantos, podría ser interesante.

¿Te gustaría hacer una “reunión” en algún momento?

Quizás… No lo sé…, ya veremos, ya veremos qué pasa. Podría ser divertido; podría ser realmente divertido [comenta entre risas la showrunner].

¿Sentiste que pasaste suficiente tiempo con el reparto y en el set? Imagino que esto se siente como una despedida.

No pude estar en el set tanto como me hubiera gustado, por un par de razones. Una es que la escritura de los guiones es tan intensa durante la producción, porque escribimos y reescribimos durante todo el rodaje, que era algo demasiado constante. Y aparte tuve un bebé el año pasado, así que estaba haciendo malabares siendo una nueva madre, pero también para escribir la serie, así que la temporada cuatro fue una experiencia bastante intensa. Y creo que, en cierto modo, es probablemente por eso de que todavía estoy como procesando el hecho de que está llegando a su fin ahora, a pesar de que me siento muy feliz por cómo terminó todo, y estoy deseando saber cómo responden el reparto y el equipo al ver los episodios terminados.

La temporada final de Sex Education se estrena este jueves 21 de setiembre en Netflix (https://www.netflix.com/), donde también están disponibles todas sus temporadas.

Por Nicolás Medina
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