Documento sin título
Contenido creado por Federica Bordaberry
Cine
Edificar sobre las cenizas

Con Roberto Suárez y Germán Tejeira: “Luz de obra”, una quijotada teatral hecha película

Esta semana estrena el documental que narra la reconstrucción del viejo Teatro Odeón, incendiado hace más de dos décadas.

01.11.2023 18:06

Lectura: 14'

2023-11-01T18:06:00-03:00
Compartir en

Por Carlos Dopico
Carlos Dopico

Hace ya un buen tiempo que el cine nacional ha comenzado a contar historias con carácter y profesionalidad. Dentro de las diversas vertientes del universo audiovisual, el relato documental se ha consolidado y diversificado en múltiples miradas. Desde el abordaje más clásico de reconstrucción del mito, hasta las historias de largo aliento ante la presencia silenciosa de una cámara.

Documentales nacionales sobre naturaleza, hazañas, familia o identidad, se estrenan anualmente tanto en la cartelera local como en plataformas on demand. Vernos desde distintos ángulos nos permite conocernos, identificarnos, integrarnos, comprendernos y valorarnos.

Foto: gentileza de Raindogs

Foto: gentileza de Raindogs

Esta semana se incorpora a la oferta una nueva realización cinematográfica: Luz de obra, una película que es muchas a la vez. Se trata de un seguimiento de largo aliento a un creador nato sin plazos ni especulación; una mirada cómplice sobre un proceso titánico de reconstrucción escénica; un relato testimonial sobre la pasión artística de una compañía teatral; una película sobre los sueños desproporcionados, si es que cabe la posibilidad de soñar proporcionalmente con la realidad.

Germán Tejeira (Una noche sin luna, Ojos de madera, 78 revoluciones) coguionista, comontajista y director de esta película, conoció hace años a Pancho Garay, un constructor que durante el día hace trabajos de albañilería y, en la noche, forma parte del grupo Pequeño Teatro de Morondanga.

Pancho es amigo de la infancia del actor y dramaturgo Roberto Suárez, uno de los principales referentes de la generación teatral uruguaya de los noventa, quien no solo fundara la compañía en el 91, sino que investigara una poética y una modalidad de trabajo propias. “Pancho es, ante todo, un amigo, una persona con una enorme sensibilidad y gran conocimiento del ser humano. Un tipo que gusta del riesgo aunque simula ser alguien que goza de lo cotidiano”, advierte Suárez.

Foto: gentileza de Raindogs

Foto: gentileza de Raindogs

Tejeira agrega: “Es una persona que logra salir de la alienación del trabajo cotidiano, que busca permanentemente la belleza y logra cosas visuales formidables. Su casa es un gran ejemplo. Es un gran collage de cosas que va encontrando en cambalaches, demoliciones, lugares de elementos olvidados. La casa de Pancho tiene las rejas de la cárcel de Punta Carretas, la escalera de una mansión derrumbada. Le va a llevar la vida, porque cuando esté terminando va a inventar otras cosas”.

El largometraje parte de una obra teatral que Pancho pretendía llevar a escena, sin actores. Su aspiración era confeccionar un elenco de autómatas que la protagonizaran. De hecho, hizo varios de esos personajes mecanizados, pero nunca consiguió financiación suficiente como para montarla. En medio de ese proceso, y sin una sala dónde ensayar, la compañía teatral dio con los propietarios del viejo Teatro Odeón, incendiado hace más de dos décadas. Sin recursos económicos, como contrapartida, les convence de reconstruir con sus propias manos el espacio desde las ruinas. Pancho y el resto de la compañía son quienes se ponen los guantes y agarran las herramientas, mientras Tejeira enciende la “Luz de obra”.

La película se exhibe desde el 2 de noviembre en Cinemateca, Life Cinema y Sala B del Sodre. Luego tendrá una recorrida por el resto del país y espera la concreción del circuito de festivales internacionales.

¿Cuándo ingresás con la cámara al teatro?

Germán Tejeira (GT): En 2014 empiezo a filmar la construcción de los muñecos autómatas y algo de la casa de Pancho, pero en 2017 entramos al teatro. Yo entré al Odeón el mismo día que Pancho. Sin embargo, casi veinte años atrás yo ya los estaba filmando en otro proceso teatral. Hay un fragmento de la película que muestra un poco eso.

Al igual que para ellos en toda su concepción teatral, ¿para ti también fue un proceso de largo aliento?

GT: Sí, sin urgencia ni especulación.

Hay alrededor de cien días filmados. ¿Cuánto tiempo les llevó el montaje de todo esto?

GT: Mucho más de cien. Al principio, la tarea fue de ordenar el caos. Ver el material e ir ordenando escenas. Después, hicimos un corte de casi tres horas y nos dimos cuenta de que faltaban algunas cositas, algunos nexos. Entonces, fuimos a filmar algunas escenas después de montado para armar mejor la narración.

¿Cómo la definirías técnicamente? ¿Como un documental, una docu-ficción o una falsa ficción? Por momentos la cámara va tras el relato de algo acontecido.

GT: La de falsa ficción es la que más me gusta. Porque es una cámara que narra como si fuera una ficción, con mirada estable y decisiones pensadas, pero lo que muestra es todo verdad. Las escenas que fueron recreadas están recreadas en cosas que sucedieron realmente. No hay nada fabulado. Las charlas nocturnas entre de Soledad (Pelayo) con Pancho (Garay) en el auto sucedieron de verdad, pero están armadas con la intención de recrear esos momentos de viaje.

Foto: Javier Noceti

Foto: Javier Noceti

El largometraje goza de un arco dramático atrapante: los sueños imposibles, las tensiones, la escasez económica, el tiempo contra reloj, una obra que se compone en simultáneo y hasta un final feliz. ¿Qué sentiste a verla, al verte?

Roberto Suárez (RS): Fue muy emocionante porque, si bien ficcionalizamos muchas escenas, esas eran reales. Recordar el proceso, ver el tiempo y el trabajo o el delirio es una gran experiencia. Luego, personalmente, verme siempre es una patada al estómago.

Se rompe la barrera entre la ficción y el documental.

RS: Es que el hilo entre la ficción y el documental es delgadísimo. Yo siempre pensaba que todo documental era ficción, incluso los documentales sobre ciencia. Una vez alguien me hizo pensar que todas las ficciones son documentales. Si vos querés saber algo de los '50 en E.E.U.U., quizás ves una película de John Ford y entendés cómo se vivía. Un documental termina siendo casi una cuestión estilística de personas hablando, archivos, cámara lenta y gente caminando con música de fondo. Mucha gente piensa que eso se acerca más a la verdad que la "Naranja mecánica", y yo no estoy seguro. Muchas veces termina siendo el dilema esa búsqueda de la verdad y de qué herramientas uno se vale para llegar a ella. Aquí, muchas veces compusimos cosas, o hicimos puesta en escena sin renegar del juego lúdico de la ficción para llegar a cierta verdad.

***

La película es un relato preciso y secuaz de una tarea quijotesca. Un sueño colectivo por refundar un espacio de ensayo y al mismo tiempo revitalizar un escenario sin vida. Ligada con un sin fin de escenas hilarantes, Germán Tejeira y Julián Goyoaga logran un montaje dinámico que, sin esquivar el drama, prioriza los momentos de potencia colectiva. En medio de todo el proceso de reconstrucción sobre las cenizas del viejo Odeón, la compañía teatral crea y ensaya la obra “Chacabuco”, con la que años más tarde serían un éxito de taquilla.

Foto: Javier Noceti

Foto: Javier Noceti

****

En los largos e intensos procesos de investigación que se han propuesto con la compañía, la dramaturgia del espacio siempre es parte importante. Más allá de lo obvio, ¿cuál era el diferencial esta vez?

RS: Habitar una tragedia mientras se crea una historia siempre genera mística. El espacio es generador de pulsión de vida o muerte. Cuando llegamos no habían pájaros, tampoco insectos, ni ningún otro animal.

***

La absurda tragicomedia se edificaba sobre la muerte de un carismático psicoanalista al que lloraban tanto pacientes como familia. En el documental, los componentes del elenco ensayan por las noches, en medio de las tareas de albañilería. Un proceso de largo aliento y compromiso artístico sin igual que surge de la investigación y una estética rupturista.

***

La recuperación o reconstrucción del teatro parecía una obra titánica. ¿Qué fue lo que más te sorprendió de este proceso y compromiso grupal?

RS: Bueno, en realidad, ya veníamos del proceso de La Gringa que, si bien no era tan grande, nos enseñó a conocernos más. Para mí fue un viaje placentero, con ribetes trágicos, por supuesto, pero por algún motivo sabíamos que íbamos a llegar. Jamás dudamos. O no existía, quizás, la posibilidad de dudar. Incluso, a veces, en estos asuntos lo real se mezcla con la ficción sanamente y aporta al proceso dramático desde algún lugar. Es decir, la construcción desde mi punto de vista, quizás, exótico, fue parte de la ficción.

Gentileza de Raindogs

Gentileza de Raindogs

Germán, tú conocés muy bien el trabajo y compromiso de esta compañía. Hace muchos años que este elenco actoral trabaja en tus proyectos cinematográficos ("Una noche sin luna", "Ojos de Madera"). ¿Te sorprendía verles en acción con la luz de obra?

GT: A veces me sorprendía verles. Me pasó con Soledad Pelayo, por ejemplo, verla cargar escombros y luego actuar. Me llevaba a pensar cómo puede tener esa sutileza, esa profundidad escénica, si diez minutos antes estaba picando arriba en un pretil. Pero lo loco, además, es que todos ellos, en este tiempo, han trabajado en series de Amazon, Netflix, y otras plataformas, por lo que para muchas personas va a ser muy fuerte verles en un emprendimiento como este. Este viaje de ellos es bastante autárquico, libre, casi emancipatorio. Correrse de la lógica comercial para salirse con la suya y hacer su juego teatral.

Hay un hilo lúdico, casi humorístico, muy presente a lo largo de todo el documental. ¿Esa es una característica de la compañía o una búsqueda narrativa?

GT: Lo buscamos, sí, porque no queríamos entrar en una solemnidad que secara toda la historia. Ellos están en este juego creativo, donde la comedia y la tragedia se van mezclando y van cambiando de nivel. Estaba bueno que la película jugara también con esa sensibilidad, que el espectador se vaya con una sensación de que sale mejor que cuando entró.

***

El viejo Teatro Odeón, otrora Conservatorio La Lira, y más recientemente rebautizado como Carlos Brussa, (también sede clandestina del Centro de Estudiantes de Psicología) había estado abandonado durante 27 años tras un incendio fatal. El 2 de enero del '96 las llamas consumieron toda la carpintería de esta mítica sala teatral, fundada a fines de siglo XIX para las galas líricas. Tanto el escenario, los tirantes, el piso, las escaleras como el resto de la mampostería de madera, se consumieron en horas dejando apenas en pie la fachada edilicia y un hall con peligro de derrumbe. En esa sala ubicada en Cerrito y Ciudadela, entre tantas celebridades, habían actuado Luis Guarnero, Taco Larreta o China Zorrilla.

***

De alguna forma, con este trabajo, estás también visibilizando la militancia cultural y el compromiso artístico de esta compañía. ¿Esa era también la idea inicial?

GT: El teatro uruguayo no está muy filmado, o al menos no muy llevado a la pantalla. Uno dice qué buena obra aquella y terminan siendo charlas de bar, con alguna foto, en el mejor de los casos. El teatro filmado también es otra cosa. Poder registrar esto tiene un valor bien documental. Si alguien quiere estudiar actuación, quizá esto le resulta inspirador o, al menos, ve que hay otros caminos para hacer teatro y no necesariamente son obras taquilleras.

Como director estabas súper implicado en este proyecto. ¿Cuál era el encuadre que te planteaste para esta mirada particular?

GT: Creo que el punto era no buscar un documental neurótico, esos de cámara nerviosa que hacen foco y lo pierden buscando otra cosa, ni tratando de encontrar las miserias del grupo. Sino totalmente lo contrario, encontrar los puntos luminosos, aunque hubiera situaciones tensas o complicadas. La idea era entrar un poco en la energía que ellos despliegan. Yo estuve filmando mucho y nunca los vi enojados, tristes o derrotados. Era como que el proceso de la construcción del teatro les hacía felices y alivianaba otros problemas de la vida. Me voy a poner cursi pero era como hacer la casita del árbol entre amigos, una cosa de juego. Los veía más preocupados con la obra de teatro en sí, con la búsqueda esa, que con la construcción.

Foto: Javier Noceti

Foto: Javier Noceti

***

El proceso escénico teatral de Roberto Suárez y esta compañía es bien distinto al resto de la escena artística nacional. En el largometraje, lo deja en claro César Troncoso, quien fuera dupla con Suárez a principios de los '90. La dramaturgia colectiva es una búsqueda de largo aliento y el proceso puede resultar desgastante visto de afuera. Sus obras (“El bosque de Sasha”, o “Bienvenido a casa”) son generalmente discontinuadas en el tiempo, pero quien se somete a verlas difícilmente resulte indiferente a estas.

***

Luego de ponerlo en práctica tantas veces, es claro que disfrutás de estos procesos extenuantes de creación. ¿Cómo definirías la búsqueda de esa dimensión teatral?

RS: En realidad, no es extenuante. Es una fiesta porque es el lugar donde debo estar. La búsqueda genera siempre angustia, pero el oficio enseña a disfrutar también de esa experiencia. Cuando se llega al asunto buscado siempre es motivo de fiesta. Los procesos son más bellos que el resultado o, quizás, del mismo valor. En este oficio uno es por cómo ensaya.

Luego de años de trabajo teatral y de recuperación de este espacio cultural, estrenaron “Chacabuco”. ¿Hoy están en un nuevo proceso creativo? ¿En qué etapa?

RS: Recién parece que está germinando una idea. Recién esa idea, que es motor, parece exhibirse tímida, pero viene... Está en el cuarto oscuro, aún.

Gentileza de Raindogs

Gentileza de Raindogs

Hacer un documental durante años de trabajo es casi también un sueño desproporcionado. ¿Cómo lo viviste?

GT: Puede ser, sí. Pensando en el tiempo que lleva y el derrotero de los fondos a los que uno se presenta. También por la constancia y el trabajo de guión, de producción y montaje que hicimos con Julián Goyoaga. Podríamos decir que un trabajo como de bodeguero, de macerar un vino, que salga cuando tenga que salir.

***

Si bien Pancho es el protagonista permanente del largometraje, varios de los miembros del elenco del Pequeño Teatro de Morondanga comienzan, poco a poco, a crecer en esta historia. Uno de esos casos es claramente Mariano Prince, quien asiste a Francisco con las tareas de albañilería, pero, al mismo tiempo, tiene un rol destacado en el elenco de la obra teatral.

***

Hay varios personajes que crecen tanto en el tiempo que terminan casi por disputar el protagónico del metraje.

GT: Es verdad. Nos pasó que empezamos filmando a Pancho y, cuando sumó Mariano a las tareas de construcción, comenzó a crecer un montón. Además de ser una persona formidable, y trabajar de constructor con Pancho, es un actor muy importante en la obra. Es quien cruza la línea de los dos caminos. Creció tanto su personaje que Pancho, internamente, me hizo hacer un grupo de WhatsApp que se llamaba “El documental de Mariano”. La imagen era una foto de Pancho con la cara de Mariano. También pasó con Soledad (Pelayo) que tenía un espacio muy natural para desarrollar todo lo que le pasaba en relación a la obra. Tratamos de mantener a Pancho como protagonista, pero también como forma de entrada al mundo de ellos, de la compañía Pequeño teatro de Morondanga.

¿Cómo mantenías a raya a Roberto Suarez para que no se comiera la película? Porque, además de histriónico, tiene un perfil muy carismático.

GT: No podés mantener a raya a Roberto, está omnipresente y en este grupo es un pilar, junto a otros. Todos refieren a él. Es como el huevo de este omelette. Todos estamos en esto por él.

Foto: Javier Noceti

Foto: Javier Noceti

***

Roberto, además de una larga experiencia teatral, tiene un frondoso currículum cinematográfico de casi veinte títulos de distinta procedencia: “25 Watts”, “Plata quemada”, “Ruido”, “La espera”, “Mala racha”, “El último tren”, “Norberto apenas tarde”, “Perros del viento”, “Una noche sin luna”, “El candidato”, “Mr. Kaplan”, “Otra historia del mundo”, “Porno para principiantes”, “Mateína”, “Temas propios” y “Ojos de madera” que,  además de protagonizar, codirige junto a Tejeira.

Sin embargo, desde hace algunos años, ha comenzado también a participar de varias series televisivas: “Iosi”; “Barra brava”, “El mundo de los videos” y “Porno y helado”. De hecho, apenas después de esta charla viajaba a Brasil, donde protagonizaba otra serie internacional de la que debía mantener reserva por contrato de confidencialidad.

***

Luego del estreno de “Chacabuco”, ¿hoy están en un nuevo proceso creativo?

RS: Recién una idea parece estar germinando. Recién una idea que es motor parece exhibirse tímida, pero viene... Digamos que está en el cuarto oscuro, aún.

Por Carlos Dopico
Carlos Dopico