Contenido creado por Sofia Durand
La Trastienda
Gracias totales #4

Con el corazón en la mano: los artistas que suenan en la despedida de La Trastienda

Gabriel y Guillermo Peluffo, Fernando Santullo y Zeballos, cuyas presentaciones son parte del cierre, recuerdan sus vivencias en el “venue”.

20.02.2025 19:01

Lectura: 9'

2025-02-20T19:01:00-03:00
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Por Sofía Durand Fernández
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Un show improvisado un martes 2 de noviembre que salió mejor de lo esperado. La primera presentación como solista de un artista emergente. La grabación de un disco en vivo: los encargados de bajar la cortina mantienen un vínculo largo e intenso con La Trastienda. 

Es una historia circular, ya que el cierre comparte el mismo espíritu de sus comienzos: pegar fuerte y al medio. Buitres, Trotsky Vengarán, No Te Va Gustar, Zeballos, Peyote Asesino y La Vela Puerca integran la grilla con la que el venue dirá adiós.  

“Cuando abrió, la sensación fue que finalmente había una sala de rock. Es una sala de conciertos distinta en Montevideo, tiene un aura prestigiosa. Para nosotros era un lugar al que queríamos llegar, teníamos una fijación particular, como una zanahoria colgada. Trabajamos muchísimo para hacer shows ahí y llenarla hasta que lo logramos”, recuerda Guillermo Peluffo, vocalista de Trotsky Vengarán. 

Por otro lado, Fernando Santullo, perteneciente a Peyote Asesino, afirma que La Trastienda “asentó un estándar de calidad que no existía en Montevideo”: “Es un lugar en el que podés escuchar desde un concierto de metal, hasta un show de tango, y en ambos casos funciona perfectamente bien. Creo que el estándar técnico, que es muy alto, hace que sea un placer ir a tocar a La Trastienda”.  

En el caso particular de Peyote Asesino, una banda que destaca por su sonido en vivo, la calidad del lugar se convierte en un factor sumamente importante, y explica que el diseño sonoro de las canciones a veces se pierde porque los espacios no siempre tienen la acústica o el equipamiento adecuado, algo que La Trastienda sí posee. “La experiencia del show es tan cuidada como la banda quiere”, agrega.  

Fernando Santullo. Foto: Javier Noceti

Fernando Santullo. Foto: Javier Noceti

Gabriel Peluffo, de Buitres, está de acuerdo con sus colegas: “Se pueden hacer shows con buena calidad de sonido, se puede tocar fuerte y, sobre todo, se pueden hacer espectáculos de rock, aunque ha habido de todo”. 

“La sala tiene una pendiente natural, por cómo se hacían los cines antes. Entonces vos estás en el fondo e igual ves el show, no tenés que llegar temprano. Y también tiene la galería en el piso superior que te hace que mucha gente mayor o que no quiere mezclarse con el sudor del pogo pueda verlo desde otro lugar”, explica Guillermo.  

Zeballos es quien representa al género urbano en esta despedida. El auge de este en los últimos años ha sido evidente. Desde su perspectiva, el hecho de haber sido tenido en cuenta junto a “nombres tan icónicos”, es un honor y hace que “el lugar del género en la actualidad sea incuestionable”.  

“La Trastienda es un lugar supermítico. No he ido tantas veces, pero lo sé porque mis tíos van. Y es una pérdida cultural superimportante en la ciudad, no hay tantas salas de esa escala para que los artistas toquen. Van a tener que pasar de una sala con capacidad para 150 personas a una Sala del Museo, y el punto medio es muy importante”, dice el rapero.  

De hecho, su primer show como solista fue allí, y es por eso por lo que considera esta fecha final como “el cierre de un ciclo”. 

En esa sintonía, los hermanos Peluffo explicaron lo importante que fue que un venue como La Trastienda se inaugurara. Ambos vivieron la época del under del rock uruguayo durante la década de los noventa. Gabriel, junto a Los Estómagos, estuvo presente en los ochenta.  

“Toda la vida ha sido igual: luchar por espacios. Cuando las bandas de los ochenta y los noventa no teníamos lugar para tocar era porque la cosa estaba complicada. Que se cierren lugares es una muy mala noticia. Las bandas de rock nos metíamos en lugares de música tropical a tocar, esa fue la historia natural de los noventa”, recuerda Gabriel. 

“Para las bandas emergentes, La Trastienda significaba un lugar al que podian llegar sin tratarse de un caudal de público imposible. Si vendés 300 boletos, la sala luce bien, no es un hangar. Las bandas emergentes querían ir a testearse allí porque es ir a verse en un lugar con buenas luces y disposición. Hay un montón de artistas que no son muy convocantes que tuvieron noches mágicas en La Trastienda, eso algo quiere decir”, dice Guillermo.  

Además, el vocalista de Trotsky sostiene que los rockeros precisan ver rock and roll. Y si bien, según él, “parece obvio”, explica que es para “estar en contacto de verdad con la escena”: “Esta cuestión del rock and roll tiene mucho que ver con cómo te parás en vivo, cómo te sobrepones a un micrófono que no anda o a una cuerda que se rompe. De todo eso uno aprende muchísimo de los artistas viéndolos en vivo”.  

Santullo concuerda con esta visión, y considera que es “muy nutritivo” que vengan bandas interesantes y que en Montevideo esté la oportunidad de “ver de forma muy cercana a agrupaciones importantes”. 

Gabriel Peluffo. Foto: Javier Noceti

Gabriel Peluffo. Foto: Javier Noceti

Los Peluffo recuerdan ambos el show de Franz Ferdinand, y Guillermo también agrega otros como el de Peter Hook, Queens Of Stone Age y The Cult. Por su parte, Santullo destaca este último, y menciona el de Echo and The Bunnymen y el de Mark Lanegan. Pero, además, nombra algunos de artistas nacionales como La Triple Nelson y el aniversario de Pecho e´ Fierro.  

“Hay una parte que no tiene que ver tanto con el local, sino con la curaduría artística que hizo Danilo durante todos estos años. Es un trabajo que la gente, por lo general, no sabe que existe o que alguien lo hace y que consiste en preocuparte por traer bandas que te parecen interesantes, aunque no siempre den rédito económico. Corrés riesgos económicos porque te interesa traer a un determinado artista y mostrarlo. Yo creo que en ese sentido la tarea de curaduría musical de Danilo es la de un melómano, la de alguien que es superfan de la música. Lo interesante de La Trastienda es que combinaba alta calidad técnica y una curaduría de bandas internacionales que no es habitual que vengan a Montevideo, porque tampoco es habitual que alguien se tome el trabajo de traerlas”, explica Santullo.  

“Es el gran responsable de llevar a grandes artistas que, por ahí no eran un gran negocio, pero todos queríamos ver. Me parece que la sala se plantó para recibir a muchos visitantes que antes tenías que ir a verlos a un teatro o a lugares que no eran los adecuados”, dice Guillermo.  

Otra de las particularidades reside en las dimensiones del local. Un tamaño que permite otro tipo de cercanía en comparación con estadios y escenarios de festivales. Si bien parece claro desde el lugar de espectador, para el artista también representa una diferencia.  

Guillermo Peluffo. Foto: Javier Noceti

Guillermo Peluffo. Foto: Javier Noceti

Gabriel explica que La Trastienda formaba parte de la planificación anual de Buitres, junto a “shows grandes o algún festival”, precisamente por esa razón: “En una sala así, lo que lográs es una intensidad y un contacto con el público que no es lo mismo que tocar en un festival, más allá de que pueda haber mucha gente y esté bárbaro”.  

“Es un lugar controlado en lo técnico, en lo sonoro, y en la cantidad de gente, entonces tenés una experiencia cercana. En La Trastienda le ves la cara a la gente cuando estás tocando y hay una cosa muy de ida y vuelta. Es una pena que eso se pierda”, afirma Santullo.  

Guillermo va más allá y enumera las razones: “Tiene un fondo de escenario muy bueno, y es muy cómodo para trabajar, suena bien. No tenés que esperar que se llene de gente para empezar a sonar bien, respeta tu sonido. A veces te pasa que hay un cúmulo de rebotes, o a veces es tan perfecto que no rebota nada y no está bueno tampoco. La Trastienda suena muy bien, tiene una acústica natural muy buena. Además, lucís muy bien sin tener que hacer un gran despliegue de producción, tiene cierto encanto. La cercanía al público tiene que ver con eso, con aguantar que la sala esté a la mitad porque a la gente la ves y la está pasando bien, tiene muchas cosas positivas. Si te sentás en la última fila, capaz que no vas a ver la dinámica de los dedos haciendo un solo rapidísimo, pero vas a ver a los músicos tocando, y la cadencia del swing de los músicos; ves las manos, los gestos, las caras, y eso creo que no se puede perder nunca en estos tiempos de tanto distanciamiento”. 

Al ser consultados por una presentación en La Trastienda que recuerden con especial cariño, Santullo destacó la presentación de El mar sin miedo, en 2015, un show muy emocionante porque el disco “dio un montón de laburo”, y la grabación Canciones del futuro presente (2012). Con Peyote, menciona las presentaciones en pandemia, en los que “la gente estaba agarrada de la mesa porque no los dejaban pararse”.  

Gabriel recuerda el show realizado el 1 de noviembre del año pasado. Lo define como “memorable” y, para él, fue uno de los mejores shows de la historia de Buitres.   

Guillermo se retrotrae al 2 de noviembre de 2009: “No tenían fechas, solo esa. Empezamos la noche de los muertos. Nos salió tan bien, recortamos 300 boletos un martes, que lo repetimos el viernes. Ese tipo de salas te invitan a hacer esas locuras. Así de fáciles, estúpidas, locas e improvisadas son las cosas para la Trotsky”.  

Por Sofía Durand Fernández
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