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Música
Un pacto para vivir

Cordera: “Ya fui descartado por los medios, ya no soy funcional; me siento liberado”

El músico y compositor argentino, sobreseído en el juicio por “incitación a la violencia”, regresa con “Libre”, su quinto álbum solista.

02.12.2022 17:29

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2022-12-02T17:29:00-03:00
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Por Carlos Dopico
Carlos Dopico

De entre las cenizas, embarrado, descartado, y excluido, el músico argentino Gustavo Cordera —residente en Uruguay desde hace ya 13 años— regresa a los escenarios luego de un proceso que le costó la revocación de contratos, la cancelación de conciertos y fracturas familiares. El temporal que atravesó sacudió las raíces de toda su estructura profesional y personal. Entonces, lo hizo canción. “Sólo sé que se vino la mala / las heridas desfilas en la cara / tanto duele el corazón / que hace tiempo que no rio”, canta en “Caes y te levantas”, parte del nuevo repertorio.

Sus repudiables dichos en agosto de 2016 (“Hay mujeres que necesitan ser violadas, psicológicamente lo necesitan porque tienen culpa y no quieren tener sexo libremente”) durante una charla con estudiantes de periodismo lo empujaron a un estado de introspección profunda, en el que “murió” y encontró otra versión de sí mismo. “Mi cuerpo lo estaba habitando otro ser. Las programaciones que habitaban en mí aún están en un proceso de desprogramación, de desaprender; quitarme un montón de creencias, confiesa.

Se muestra arrepentido, pero recapacita y responde que no cambiaría el rumbo de los acontecimientos porque entiende que fue él mismo quien provocó el insuceso. “El inconsciente va metiendo la cola para generar nuevas realidades, normalmente para hacer un cambio de dirección”, explica convencido. Para Cordera, todo aprendizaje del ser humano es a partir del error: “Experimentamos una cadena infinita de errores para que puedas tener algún acierto”. Sin embargo, no duda en que su figura fue utilizada como un caso ejemplarizante sobre la que dejaron caer todo el peso del odio.

En medio de una gira por Argentina y sorteando la cancelación, el músico y compositor continúa su peregrinaje abrazado a las canciones. Las que hacen el trabajo minucioso de trascender el escarnio y llegar a destino con un mensaje humanista y conciliador. Sin embargo, en parte de su nueva lírica también hay mensajes directos y desafiantes. En “El baile del esclavo” sentencia: “Me cago en sus escraches, y en la cancelación, si ellos tiranizan, yo soy revolución”.

Como si no le alcanzaran conflictos, en medio de la pandemia se paró en la vereda de enfrente del relato hegemónico y desde su pedestal artístico comenzó a cuestionar el discurso. “En el nombre del pueblo / en el nombre de la gente / se armó esta dictadura / que asesina a los diferentes”, canta en “Tiradera para vos”.

“Cualquier persona que cuestione va a ser castigada, cuestionada, llevada a juicio, tomada por loco o tratado de conspiranoico”, responde con vehemencia y convicción en dialogo con LatidoBEAT.  

Cordera ya no es el Pelado de la Bersuit, ni tampoco el que arengaba las masas vestido en pijamas, de eso pasaron 13 años, pero ya no le tiene resentimiento al personaje ni a buena parte del viejo repertorio. “Yo lo abrazo porque me trajo hasta acá y porque hizo un esfuerzo muy grande para hacerse un lugar en el mundo”, admite sobre el pasado.

Su retorno musical viene de la mano de un nuevo álbum: Libre, que ha ido desgranando por partes. El primer segmento de cuatro temas fue “Cuerpo”, el próximo será “Alma” y el actual es “Mente”. “Lo que a mi me preocupaba no era la imagen que la gente tenía sobre mí, sino la que yo tenía de mí mismo. Si hice una limpieza, la hice hacia adentro”, advierte calmo y convencido.

Cordera junto a la Caravana Mágica presenta las nuevas canciones el 3 de diciembre en la sala del Museo del Carnaval. Desde Adrogue, la casa al donde vive su madre al sur del gran Buenos Aires, Cordera abrió el Zoom para esta charla sin concesiones.

Foto: cortesía de la producción

Foto: cortesía de la producción

Te escuché decir en una nota con la televisión argentina que para evitar situaciones como las que desataron el escándalo en 2016, no asistirías a charlas privadas. Esta sería una, ¿por qué la confianza?

No pasa por la confianza. Ya fui descartado por los medios, ya no soy funcional y hoy no les sirve para nada hacer una operación para condenarme. Entonces me siento liberado, ¿viste? Realmente digo lo que pienso y lo que siento. Lo que sí no iría a una charla de esas características porque hoy es una operatoria muy traicionera la del celular, porque no te preguntan si pueden usar tu imagen, realmente viola tu intimidad. Las libertades individuales han sido avasalladas, ya lo vimos en pandemia.

Acabás de recorrer Córdoba, Rosario, Buenos Aires como parte de un tramo de la gira por Argentina, donde tuviste que confrontar la cancelación. ¿Cómo fue esa experiencia?

La gente en la calle me abraza, me quiere, viene a los conciertos y los disfruta. Si hubo algún enojo, mucha gente lo manifiesta, viene y me dice: ‘Estoy enojado con vos… Yo no tengo denuncias de nada…’.

La gente, de alguna manera, está reinsertándose, fundamentalmente, la gente que necesita de las canciones que hacemos.

Pero no todos disfrutan lo que decís ni lo que haces…

Es verdad, hay ciertas personas que prefieren pensar que soy un criminal, porque seguramente ya desde antes se hayan sentido interpeladas por lo que hago. Indudablemente lo que hago les mueve algo, les genera cosas, los provoca.

Hay quienes buscan en las canciones distraerse, entretenerse y las que yo hago son justamente para concentrarse.

Estas suspendido en varias emisoras como la Rock&Pop, donde no pasan tu música ni te convocan para entrevistas…  

Las canciones están ahí y están haciendo su trabajo, generando una corriente de seres humanos que están intentando despertar y darse cuenta.

¿Creés en que las canciones sortean por sí misma el bloqueo de los medios?

Lo hacen, es imposible que las detengan; ni todos los medios ni todos los seres humanos juntos con toda su fuerza pueden detener una obra de arte.

Se hace espacio en el tiempo, va con el viento, de boca en boca, de corazón a corazón, de alma a alma… Con el apoyo de los medios de comunicación se genera un fenómeno de repetición y te termina gustando por adoctrinamiento. Pero la gente que viene a escuchar nuestra música viene porque la sigue, porque la investiga y no porque espera que le den. Esa gente participa mucho más porque lo va a buscar y no espera lo que metieron en la cabeza. A mí me relaja mucho, no tengo que pagarle a ningún medio.

Foto: cortesía de la producción

Foto: cortesía de la producción

Partiendo de la base de que todo este temporal sacudió las raíces de tu estructura artística y personal, si pudieras volver el tiempo atrás, ¿volverías a esa charla con estudiantes de periodismo?

Es una cuestión ilusoria, pero si volviera el tiempo atrás no cambiaría nada. He descubierto a lo largo de todos estos años, que todo lo que sucede es perfecto y más perfecto aún es lo que no sucede. Yo no puedo ir atrás para intervenir y que lo que no sucedió, suceda. Lo que no sucedió fue perfecto porque los seres humanos experimentamos a través del error: para aprender a hablar, caminar, jugar a la pelota… Es una cadena infinita de errores para que puedas tener algún acierto.

Nosotros, los que somos comunicadores sociales, además de artistas, estamos expuestos al error permanentemente y no solo al de decir una cosa incorrecta, sino también correcta. En la sociedad disfuncional que tenemos, en la que se promociona un pensamiento único y una dictadura de la igualdad obligatoria, es muy fácil desacreditar. Con una cantidad de axiomas y pensamientos artificiales bajados políticamente a todos los medios de comunicación, a todos los partidos políticos, cualquier persona que cuestione va a ser castigada, cuestionada, llevada a juicio, tomada por loco, conspiranoico, lo que quieras… Hay un montón de términos para desactivar a una persona y quitarle su voz.

¿Por qué crees que era una necesidad desactivar a Cordera?

Por ahí estaría dándome demasiada importancia a mí mismo, pero todas las medidas ejemplificadoras sirven para regular modos de conducta en una sociedad. Si a Cordera, que es un desbocado, lo callaron, yo que no soy nadie no tengo chances de decir nada… Ese sería de alguna manera la normativa, lo que se busca. No siempre sale bien, somos seres humanos y no somos tan fáciles de gobernar y controlar porque tenemos espíritu. Como el espíritu no le tiene miedo a la muerte ni a la soledad, es un motor muy saludable para continuar expresándose, levantándose de una caída y yendo para adelante… Es el espíritu del guerrero para decirlo de alguna forma, que considera la condena como una condecoración. Todo esto me hizo mejor ser humano, no lo puedo tomar como algo negativo.

Algo de eso desarrollas en el tema “El Baile del Error”: “Tan nutritivo es errar / tan saludable perder / por eso el que siempre gana se pierde”. ¿Lo que no te mata te fortalece?

Es que se aprende mucho de las perdidas. Vaya a saber por qué los seres humanos aprendemos de las rupturas, de los duelos, de los fracasos. Tal vez venimos a completarnos.

Has hablado bastante de la muerte de tu personaje, de ese pelado provocativo, excéntrico, revolucionario y subversivo que habías creado en el 88, con las primeras presentaciones de la Bersuit. ¿Cómo fue el proceso de muerte y reencarnación?

Hablé mucho de eso, tal vez demasiado, porque es un proceso que estoy aún viviendo. A mi cuerpo lo estaba habitando otro ser. Las programaciones que habitaban en mí aún están en un proceso de desprogramación, de desaprender; quitarme un montón de creencias.

Todos estos años pude ver cómo éramos engañados y yo contribuía con mi creencia para que eso sucediera. Entonces, dejé de creer y empecé a investigar, una dinámica que me parece más interesante. Si en la cara te están engañando, qué habrá sucedido con la historia. ¿Quién contaba la historia? ¿No serían estos mismos? Hace tiempo que cuestiono, pero ahora lo hago mucho más porque: comida no es alimentación, no hay que confundir farmacia con sanación o educación con adoctrinamiento. Dejé de creer para empezar a ver. En mi cabeza tengo un sistema de creencias que fueron funcionales al sufrimiento y a la supervivencia: romantizar la escasez o romantizar la pobreza. Al estar programados en el sufrimiento, sólo sufriendo podemos recibir la palmada en la espalda.

Es una programación muy clara, porque cuando uno está con miedo, está en retracción, está cuidándose. No querés salir, no querés relacionarte, tenés miedo. Esa es la pandemia más fuerte que tenemos los seres humanos: el miedo. Una vez que está instalado eso yo te puedo vender todo, porque el miedo te hace idiota; nos hace idiotas.  

El sufrimiento estos años casi se lleva a mi viejo y a mi vieja. Y cuando lo pude ver, ayudé a que ellos también pudieran hacerlo; por eso están vivos. Y como sufrimos, buscamos un padre protector, un Estado que nos proteja; van al Estado a que les resuelva su vida.

Identificás este proceso como algo actual, pero creo que es algo que venís atravesando desde que dejaste la Bersuit, en 2009, y te planteaste un recorrido independiente, con un proyecto familiar y una banda barrial…

Sí, es que 2009 fue el inicio de desandar el viaje. Yo fui un monstruo del entretenimiento, con un éxito monstruoso para aquella época. Hacer dos canchas de River en Argentina, o lo que hacíamos en México y España nos dio un lugar social muy alto. Por ende, había mucha expectativa a la información que nosotros podíamos bajar a la sociedad. No es extraño que a ese mismo tipo, pocos años después, se le quite la voz. Porque era capaz de poner el cuerpo y enfrentarse a sus propias dudas, a sus propios miedos, expresar emociones, pensamientos libres.

¿Cuál es hoy tu sentimiento hacia el pelado de la Bersuit?

Yo lo abrazo, porque me trajo hasta acá. Hizo un esfuerzo muy grande para hacerse un lugar en el mundo. El Pelado se subió 1.500 veces arriba de un escenario, a lo largo de 21 años de carrera. Estuvo en Cemento, en Babilonia a la calle, en todos esos antros que, de alguna manera, mantuvieron vivo el fuego de la libertad de expresión. Esa fue la bandera de Bersuit: la libertad de expresión, el arte. Hay muchísimo arte, sofisticado y elevado en Bersuit, quien lo dude, que se ponga a investigar. Había mucha información muy exquisita.

Yo formé parte de todo eso, compuse el 80% de esas canciones que todo el mundo conoce. Me dio muchas alegrías, mucho dinero también; mucha abundancia. Me dio de todo Bersuit y yo le di todo también a Bersuit y la gente que nos seguía. Así que le estoy más que agradecido a ese pelado Cordera, que, bueno, en algún momento tenía que dejar de existir porque tiene una fatiga, un cansancio, un deterioro…

¿Y qué relación tenés hoy con ese repertorio? En un principio habías tomado total distancia.

Tomé una distancia prudencial durante muchos años, no hacía ninguna canción de Bersuit. Y ahora, desde hace un tiempo, tomé las canciones mías, las que compuse yo y que más me representan, no las coyunturales porque aquellas ya murieron.

“Un pacto” o “Mi Caramelo”, por ejemplo…

Esas y “Murguita”, “El baile de la gambeta”, “Amores perros”, “El viento trae una copla”, “El tiempo no para” (N. del R.: versión de Cazuza), “El estallido”… todas canciones que trascienden los tiempos.

En entrevista con Matías Martin en Radio Urbana de Buenos Aires reflexionaste que vos mismo habías provocado los cambios abruptos en tu vida: dejar la banda, exiliarte a La Paloma, incluso quedarte sin un mango esperando los resultados de La Caravana Mágica. Pero esta última revuelta tras tus dichos no la elegiste vos…

A a esta altura no puedo responsabilizar a nadie de lo que me sucede. Soy creador de mi propia realidad, consciente o inconscientemente. Cuando ocurre de manera inconsciente, es sencillamente porque me hice el boludo, no quise darme cuenta, o andaba por el mundo de una manera mecánica. El inconsciente hace su trabajo, va metiendo la cola para generar nuevas realidades, normalmente para hacer un cambio de dirección.

Cada vez que me ocurre algo lo pienso como una oportunidad. Puedo tomar la nueva posibilidad y enfrentarla, o no, y pegarme un tiro, que está bien también…

Con todos los frentes abiertos y los conflictos a flor de piel, ¿por qué decidiste confrontar ahora la narrativa hegemónica y batallar contra las medidas sanitarias de la pandemia?

No es que confronté la narrativa hegemónica, es que seguí la línea hasta el final y me encontré con los mismos que venden medicamentos y armas; los que bajan el relato en los medios de comunicación…

¿Para vos no era más conveniente llamarte a silencio?

Podría haber sido, pero no es mi naturaleza. Soy un guerrero y estoy muy agradecido con todo lo que me dio la música y el arte. Yo estoy para alumbrar, no estoy para quedarme encerrado en casa por miedo a que me pegue la sociedad o callarme la boca para que me quieran, me pongan me gusta y me sigan siguiendo. Mi propósito es alumbrar a través del arte.

Podría verse también como una oportunidad para limpiar tu imagen y salir con ese rol justiciero…

Es verdad, pero lo que a mi me preocupaba no era la imagen que la gente tenía sobre mí, sino la que yo tenía de mí. O sea, si hice una limpieza la hice hacia adentro. Esto no ha sido una cosa personal, a mi persona, sino a lo que represento. Se puede salir adelante aunque estés en el barro, en una ciénaga. Mis hijos lo vieron, y eso es lo que me motiva a seguir.

Hay una cuestión profética que era muy del pelado en Bersuit, de la que te oí renegar. Ahora cuando decís que bajas al infierno y traes luz para iluminar también hay una cuestión profética. ¿Ese rol no se exterminó?

Sí, pero ese rol estaba construido con la mirada del otro y ahora está construido con la mía. Cuando yo digo me voy a infierno a traer luz para dar, es lo que hice todos estos años de mi vida. Soy la evidencia viva, y lo puedo expresar. Que nadie piense ni que soy un héroe ni que tienen que hacer lo mismo que yo… Porque ninguna de las dos cosas es real.

En La fábula del escorpión (película documental dirigida por Federico Lemos) dijiste que dejabas todo porque tu proyecto de vida era rockearla con la familia. ¿Siguen siendo parte de La Caravana Mágica?

La están rockeando más que nunca. Son personas a las que mirás a los ojos y ves que son de verdad; mis hijas, mi pareja Stella, mis compañeros son de verdad. Nos hemos formado en un espacio de libertad. Los seres humanos somos adictos porque no decimos; hablamos sin decir. Es un momento en el que necesitamos decir cosas, expresarlas y que el canal de expresión esté abierto. De lo contrario, nos volvemos adictos a la droga, a una pareja, al trabajo… o a todas esas cosas juntas. Entonces, el canal de expresión se cierra y, por ende, el de la creación. Si no venís al mundo a obedecer y experimentarte en el deber ser…

Regresas con un disco titulado Libres conformado por una trilogía de lanzamientos: “Cuerpo”, “Mente” y “Alma”. ¿Sabías que en 1984 Eduardo Mateo publicó su segundo álbum solista al que tituló Cuerpo y Alma?

No, no era consciente… Es que Mateo ha desarrollado mucho de eso en su discografía… ha intentado atrapar el espíritu; también el Príncipe. Son personas que tenían contacto con eso. El espíritu es la chispa divina, la comunicación con Dios. Es la que da la vida y la que puede conectar el sentir.

Claramente hay una convicción religiosa. ¿No la has perdido o es un vínculo nuevo en tu vida?

Tengo convicción religiosa desde que tengo uso de razón. La concepción de Dios ha variado con el tiempo, ha sido dinámica. Primero, tuve la concepción de Dios que me dio la Iglesia Católica, después —a través de la ayahuasca— tuve una experiencia vivencial con Dios. Me di cuenta de que todos somos un pedacito de la divinidad; todos somos un poco Dios.

Lo encuentro dentro mío, no lo voy a buscar en las escrituras o la iglesia. Lo llevo conmigo todos los días y empecé a entender sus señales. Se manifiesta a través de los números, las cartas, en una constelación familiar; en una terapia de bioneuroemoción, en una meditación, en un momento de amor o en el canto de los pájaros. Casi todos los días encuentro a Dios, fuera y dentro mío. Es una experiencia vivencial más que creer en Dios: lo estoy habitando.

El show de Gustavo Cordera en Montevideo es el sábado 3 de diciembre en la sala del Museo del Carnaval a las 21:00.

Foto: cortesía de la producción

Foto: cortesía de la producción


Por Carlos Dopico
Carlos Dopico