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Contenido creado por Sofia Durand
Música
Terror en Punta Ballena

Crónica de la subida monstruosa de Dillom al escenario rodeado de árboles de Medio y Medio

El músico argentino se presentó el sábado pasado en el Festival Medio y Medio de Punta Ballena con un show que duró 50 minutos.

29.01.2024 17:44

Lectura: 7'

2024-01-29T17:44:00-03:00
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Por Sofía Durand Fernández
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H. P. Lovecraft (1890 - 1937): escritor, americano, innovador en el género narrativo de terror. Se alejó de lo sobrenatural. Los mitos de Cthulhu (1999), su ciclo literario, incluye una serie de deidades, demonios y monstruos. Criaturas que amenazan con venir a nuestro mundo. Hacernos caer en conciencia de nuestra insignificancia frente a su poder.  

Dillom (2000): argentino, músico, rapea que lucha con demonios parecidos a esos. Que a su historia la escribió, nada más y nada menos, que Edgar Allan Poe. Aunque no describe ni monstruos con tentáculos, ni criaturas extraordinarias. Habla de su madre vendiendo ropa en Parque Centenario, tomando cocaína frente a él. Habla de su padre echándolo de la casa. Satiriza a las discográficas como gigantes chupa sangres sedientas del talento de los artistas. También lo hace, de una manera ambivalente, con la figura del rockstar

REY, Dillom. (q.e.p.d.)” es un breve texto publicado en los obituarios de los diarios argentinos el 30 de noviembre de 2021. Dillom, parecía, había muerto. Eso quiso que creyeran todos, incluyendo sus familiares. Dos días después, Post Mortem (2021) se lanzaba. Su álbum debut era un álbum póstumo. Una bomba conceptual que recibió tres nominaciones en los Premios Gardel en 2022. Como portada, una caricatura de él sentado en un tronco, rodeado de niños disfrazados y un ritual oscurantista en el piso, en el medio de un bosque. 

El pasado sábado 27 de enero, en uno de los escenarios de Medio y Medio en Punta Ballena, había dejos ominosos de ese retrato en el ambiente. La luna casi llena, los árboles en el fondo que, por algunos momentos se veían invadidos por humo y más tarde se teñirían de rojo, de naranja, de azul. La efervescencia del público que necesitaba que el show comenzara, que lo manifestaba gritando el nombre del músico a los gritos.  

El guitarrista, el bajista y el baterista entraron primero. Los primeros golpes de "Piso 13", junto a una alarma, comenzaron a sonar. El escenario se convirtió en un infierno al rojo vivo. Con los golpes de poder de la batería, entró. Un gorro con brillos, una campera con la cara del Monstruo de Mary Shelley, la creación del Doctor Frankenstein, en la espalda. Recorría el escenario agachado, escupiendo los versos al público que agitaba sus manos y saltaba en respuesta.  

Haciendo gestos con las manos, partiendo las aguas de su propio Mar Rojo, incitó a que se armara el pogo. En el medio, volaban gotas de cerveza de los vasos, algunos se sacaban las remeras mientras corrían hacia el centro. Al costado, el resto del público observaba la escena. Volvería a hacer ese pedido, al igual que cantaría por momentos en el piso y también se tiraría a ser abrazado por el público. 

Buenas noches, ¿cómo están?”, se limitó a decir antes de agacharse y comenzar a cantar “Una Vela”, de Intoxicados, con la línea austera de bajo y el coreo. Por ese entonces, el rojo cedió y ese momento se asemejó a un remanso. En realidad, era el aviso de que la intensidad no cesaría nuevamente hasta el final del primer bloque. Enganchó el tema de rock nacional con "RILI RILI". Volvieron el rojo, los coreos y los gritos.  

Preguntó si estaban para saltar un rato más -como si fuera necesario asegurarse de eso-. Siguió con "MICK JAGGER", en el que el guitarrista tuvo su primera oportunidad para lucirse. Los golpes y cambios de ritmo en "SIDE", con bases musicales que no solo son exigentes para el artista, sino para el público, que alimentaron la euforia, que lograron que se escucharan los gritos replicando las letras.  

“Este tema se llama Ola de suicidios”, dijo Dillom. Bastó para que se volvieran locos. “Si muero ahora, hay una ola de suicidios. Si me retiro, hay una ola de suicidios. Si me suicido, hay ola de suicidios”. Abajo del escenario, las personas agitaban camisetas, cambiaban de dirección de manera errática, se chocaban entre sí como si fueran átomos de una sustancia en ebullición.  

Cortesía de la producción

Cortesía de la producción

En el medio de toda esa parafernalia, la banda hacía una exhibición de calidad. ¿La música de Dillom es trap? ¿Es punk? ¿Qué tipo de música hace Dillom? 

Para mí el estilo de una canción es más una consecuencia de lo que quiero hacer en el momento. Nunca digo que voy a hacer rap, house, punk. Depende también de la narrativa, del elemento teatral: la historia que quiero contar”, dijo en una entrevista con diario español El País.  

La coherencia artística de Dillom reside en su identidad. En el terror que quiere evocar, en satirizar lo que repudia, lo que le duele y lo que le es indiferente. En la lírica, que combina a la leyenda urbana de Bloody Mary, con Los Ramones y Tom y Jerry, en una misma canción. En el ingenio de tirar una línea tras otra con contenido ofensivo, pero gracioso.  

Una vez que terminó el tema, dejó a los integrantes de la banda y se fue al backstage. Las luces naranjas y una música similar a las películas del Lejano Oeste. Pasaban los minutos y Dillom no volvía hasta que, sin previo aviso, retomó la velada con "MINIMI", del último EP, Ad Honorem (2023), habiéndose sacado la campera. El público cantó por él los insultos que no se animó a cantar. Al final, solo agradeció.  

Y la pancita es por la Heineken”, gritaba el público en "PELOTUDA", al igual que lo hicieron más adelante en varias partes de la canción, con la batería retumbando en el piso. Pero es en el puente cuando en el medio del escenario, iluminado por luces azules, Dillom agarró el micrófono y cantó mirando fijo al público. Una cara delicada con un tatuaje al costado, la mirada de El Ángel Caído de Cabanel. Como si fuera un desafío, la voz de todos los presentes terminó tapando la de él, algo que continuaría hasta "Opa".  

El rojo para los puntos álgidos del show, el azul para tratar de apagar el fuego generado, el naranja como un intermedio. Por lo general, los shows del argentino cuentan con más elementos escenográficos que acompañen el concepto. Aquel elemento que, según Fito Páez, es “inapelable” en el caso del joven músico. Siguiendo esa lógica colorimétrica, "Bicicleta" buscó apaciguar las aguas. “Salten, putos”, pidió alguien de la audiencia. Con "La Primera", un Dillom sentado en el escalón donde estaba la batería cantó con una tranquilidad contagiosa. 

Una vez más, agradeció a todos por haber ido, teniendo en cuenta que eran vacaciones y, según él, estaban haciendo playa. El final del bloque fue con "Sauce", palmas al aire y un baterista que se destacó.  

Cortesía de la producción

Cortesía de la producción

Mientras volvía a tomarse un descanso en el backstage, "Bohemian Groove Skit", el interludio que sataniza a las discográficas, sonaba afuera. "El sello discográfico donde tus artistas favoritos consiguieron el estrellato. Tan solo dejando el 99% de sus regalías y la titularidad de sus masters por tan solo 200 años después de muerto", dice este. 

Los gritos de niños que piden ayuda le dieron comienzo a "POST MORTEM". Dillom estaba sobre luces azules y verdes que colaboraban con un tinte macabro. "Ay, Dillom, qué lindo que sos", cantaba la audiencia. 

Al comienzo de "REALITY", avisó que eran los últimos temas. Con "220" volvió a intentar aportar calma, de manera insuficiente, y agradeció por el primer show del año. Con 50 minutos de show, Dillom bajó del escenario para dar paso a que desarmaran los instrumentos, mientras los fanáticos gritaban por el setlist. Una vez que alguien en el escenario se animó a tirarla, alrededor de ocho personas se lanzaron hacia ella. 

Por Sofía Durand Fernández
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