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Música
Comodidad y comunidad

Dani Umpi: "Si tenés curiosidad, tenés que ir a experimentar y después ver cómo seguir"

El artista conversa sobre su trayectoria en diferentes ámbitos del arte de cara a la presentación de "Guazatumba", su último álbum.

30.05.2024 18:40

Lectura: 14'

2024-05-30T18:40:00-03:00
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Por Sofía Durand Fernández
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De fondo, se escuchan ruidos de sillas y conversaciones. Dani Umpi está sentado en un café de Maldonado, el lugar en el que vive hace aproximadamente tres años. "Algo que se fue dando", explica al respecto, la mudanza se dio en plena pandemia. Es la primera vez que vive la experiencia de vivir cerca de la playa y, aunque a veces dice que se siente un poco ermitaño, sabe sacarle provecho. Oriundo de Tacuarembó, Umpi se trasladó al medio urbano.

Con más de veinte años de carrera, afirma que a las nueva generación "no hay que explicarle nada". Umpi hacía arte con el concepto cringe en la cabeza antes de que tuviera nombre. “Tiene que ser bizarro, pero no bizarro", "tiene que ser bizarro, pero excelente”, "tiene que ser malo, pero sonar bien”, explica el artista en entrevista con LatidoBEAT.

Entre las novelas y las exposiciones de arte. Entre las presentaciones que le permiten evocar a la figura de la drag llorando al lado del piano y los shows en los que "casi ni se monta" y cuenta con una banda. Entre un Octapad y una batería. Entre el pasado, el presente y el futuro. Dani Umpi cree en el camino del artista, eso de probar y después ver qué pasa y crear en consonancia con crecer. 

En sus palabras, Guazatumba (2023) tiene un sonido que transporta esa búsqueda de lo vivo. Un trabajo orgánico y en equipo, en el que hay sintetizadores, pero el volumen de las guitarras, los bajos y las baterías está más alto. " Ahora quiero volver a algo más gráfico, pensar en algo más teatral", explica cuando es consultado acerca de la presentación en vivo del disco. 

El sábado 1 de junio, Umpi presenta Guazatumba en la Sala Zavala Muniz del Teatro Solís. Las entradas se pueden adquirir acá. 

Cortesía de la producción

Cortesía de la producción

¿Cómo fue para vos exponer tu arte, que es muy honesto, en el Uruguay de hace casi veinte años?

No fue algo fácil, pero había lugares, como por ejemplo Pachamama o Living que tampoco eran muy grandes, pero si lo comparamos con la escena de ahora no es tan diferente. Justo en ese momento de crisis de Uruguay, entre quienes nos quedamos surgió una camada de artistas, sobre todo vinculado a la música, como Astroboy o Max Capote. Una serie de colegas que empezamos a juntarnos a hacer shows. Yo venía más de las artes visuales o de la literatura, y en ese momento fue que recién empecé a cantar.

Era difícil, pero la situación ahora tampoco es que haya mejorado mucho más. Por suerte, a las nuevas generaciones les estoy muy agradecido. Entre la gente que me escucha, hay algunos mucho más chicos, yo tengo 48. Hay un nuevo interés, principalmente por el electropop o la sonoridad que capaz está más contextualizada que antes. Antes, no se entendía mucho, no estaba Lady Gaga, no era tan común la actuación más camp o el pop. Ni siquiera se le decía queer, pero habían manifestaciones. Estaba más ligado a los boliches gay, no salía tanto del gueto. Igual, ahora no creo que salga tanto, pero sí, está mejor.

Tu música siempre tuvo un sonido más remitente a lo internacional y a ciertas tendencias mundiales. Si bien, hoy en día, es más común que la música local tome influencias externas, en ese entonces tal vez no estaba tan normalizado ni era tan aceptado.

No, yo siempre me vi como algo muy del under, pero es cierto que, musicalmente, las referencias estaban dentro de la tradición, desde el synthpop o el electropop. En su momento, como en Uruguay no hay tanta tradición de eso no es que pasara desapercibido, pero no era subrayado. Por ejemplo, si nominaban a los Premios Graffiti era por la tapa del disco, no era nunca por la música. Pero era porque no había tanta cultura del pop, o la que había era una que había derivado más de la cumbia, que le pasaba algo muy parecido también, con respecto a los géneros principales que era básicamente el rock.

Sos un artista integral, pintás, escribís, hacés música. Has dicho que definís al arte como un lenguaje y que no te interesaba tanto crear desde sentimientos negativos. En tiempos como los actuales, mundialmente difíciles, ¿cómo asumís esa postura y usás el lenguaje?

Siempre tengo inquietudes personales mezcladas con otras cosas más generales del momento en el que estoy. Por ejemplo, en el último disco, hay mucha referencia a lo virtual, a las relaciones virtuales, a la comunicación virtual. No es tan auto paródico como en otro momento, igual tiene sus chistecitos. El disco sintoniza con cierta contemporaneidad, con algo que nos pasa a todos. Igual sigo en el eje de la electrónica o en la música de baile, pero me siento mucho más integrado a las preocupaciones e intereses más generales del momento, no es algo en lo que yo ya me autoperciba tan sobre el margen. Siento que tengo las mismas inquietudes que otros artistas, me siento más dentro de la escena.

Cortesía de producción

Cortesía de producción

A lo largo de tu carrera, tu obra y tu personaje público evolucionaron, ¿qué necesidades tuviste y cómo estas se trasladaron al escenario?

Sí, tiene que ver, en parte, con la edad, pero también hay lugares a los que yo voy continuamente o a momentos de cuando empecé que quiero revisitar. Cuando empecé, creo que era más desfachatado o espontáneo, recién con el disco anterior tuve una banda, pero a veces quiero volver a esas primeras cosas más locas o raras. Uno va creciendo, pero creo que siempre revisito diferentes momentos que viví, sin dejar de mirar para adelante. Me cuesta un montón, por ejemplo, hacer canciones viejas. Por suerte ahora con Enjambre, que es la productora con la que estamos preparando el show, y como además pienso el show de una manera más integral, sí digo que voy a hacer canciones viejas, sino en otro momento preferiría que no. Ahora estoy con otra actitud, que no sé cuánto me durará, pero no estoy tan peleado.

¿Por qué esa reticencia al pasado? 

A mí me encanta, me parece que todo lo que hice está bien y los discos técnicamente están bárbaros, son perfectos. Pero es algo que yo ya hice en su momento, ahora estoy haciendo otra cosa, con otra formación. No podría repetirlo, el contexto es distinto, yo soy distinto. Hay cosas que puedo visitar, o volver a estrategias creativas anteriores, pero he estado en otra. Por ejemplo, en este show y en este disco me interesa que, además de que es un disco muy nerd, muy de electrónica y de productor, igual me interesa que estén muy adelante las baterías, la percusión, el bajo. Cosas que en otro momento no tanto. O que haya una presencia orgánica. He ido variando, antes podría llevar un Octapad, pero siempre era un Octapad, no una batería. Ahora quiero mezclar más. Además, uno siempre quiere hacer cosas con gente nueva, músicos nuevos e ir variando e ir abriéndose.

Cortesía de producción

Cortesía de producción

¿Por qué priorizás esa riqueza de sonidos, querías que suene de otra manera?

En este disco sentía que tenía que tener algo mega orgánico. Conceptualmente, precisaba esa cosa de algo vivo, que puede tener errores, que suena de otra manera, que está ahí presente. Va con el espíritu del disco. En otros sí era sintetizador, sintetizador y más sintetizador, samplers, un montón de cables que ni yo entendía. Ahora, también quiero visitar otros lugares que, tal vez, sean muy clásicos para algunos, pero para mí no. Yo nunca tocaba con un baterista, es una experiencia nueva que quiero vivir.

Has dicho que no querías hablar desde el "yo" en la literatura, sino de las cosas que pasaban alrededor. Has escrito sobre hombres homofóbicos, o personalidades que, tal vez, no forman parte de vos. ¿Hay algo detrás de esa decisión que busca entender a un opuesto o a una persona muy diferente a uno?

Cuando escribo, mi literatura parte mucho de lo oral, de cómo habla la gente. Me imagino un personaje que a veces tiene cosas mías y a veces no. No sé si soy buen observador, pero sí soy de los escritores que están todo el tiempo anotando cosas que escuchan o que ven, o definiendo un perfil de un personaje que a veces se aleja bastante de lo que soy. No tanto de lo que desconozco, porque al final, son cosas que termino conociendo o conozco a alguien así. Pero me gusta construir a otras voces, otros personajes. Después, a la larga, terminan pareciéndose. Pero, generalmente, los personajes que escribo son muy contradictorios, a veces, no les pongo ni nombre ni edad para confundir más.

Me gusta estar dentro de esa tradición de escritura, sobre todo si escribo cuentos, ahí hago más desarrollo de personajes que son un poco lejanos a mí. Pero siempre, en el fondo, les pongo algo mío y  cuando son más cercanos le pongo algo que haga ruido. En Miss Tacuarembó (2004), que fue la segunda novela que escribí, el personaje era mucho más complejo y mucho más contradictorio que en la película. Justamente quería eso. Son desafíos, que la gente empatice por momentos y de repente los odie, estoy un poco pendiente de esas complejidades. Para escribir es lo que más me divierte.

Cortesía de producción

Cortesía de producción

Miss Tacuarembó tiene que ver mucho con tu lugar de origen y el proceso de reconciliación que tuviste con el mismo. ¿Hacer arte sobre Tacuarembó te acercó a tus orígenes?

Yo tengo cuatro discos solistas, y hay tres de ellos que tienen nombres que hacen referencia a Tacuarembó o a cosas que están ahí. Es algo de poner en relevancia de dónde vengo, o de hablar de cosas que siempre están presentes, porque estoy yendo cada tanto y porque soy de ahí y reconozco cosas de Tacuarembó en otros lados. Hay un vínculo que lo mantengo y se traduce en eso. Este disco tiene una canción, "Saturno", que escribí cuando falleció mi abuelo. Siempre hay algo del origen. Queda bastante explícito también, no sé porque será. Me sale, lo hago a propósito, pero no tengo muchos motivos.

Siendo un artista, ¿cómo te afectó la pandemia? 

Cuando me vine en pandemia, hice un show en la Sala Zitarrosa ni bien se pudo hacer presentaciones, todos estaban con tapabocas, eso está filmado. Es increíble, está la gente separada, con tapabocas, sentada porque no se podían parar. También me acuerdo de que canté en afuera de Living, un escenario donde la gente tampoco podía bailar en la calle. A la vez, también coincidió con que, como volví a Uruguay, conocí a mucha gente o me empecé a vincular con mucha gente con la que antes no me vinculaba, para mí fue un gran cambio. Toqué bastante sí, pero en este momento lo veo como algo muy significativo en mi carrera, porque fue un giro medio inesperado y a la vez una decisión que en su momento me costaba verla, pero después me parece que fue lo mejor, porque fue muy fructífero. He cantado incluso más que antes, al menos en Uruguay. Me invitan a un montón de cosas, antes no me pasaba.  Por ejemplo, en el Cosquin Rock, Ete & Los Problems versionaron "La Yuta", pasan mis canciones en boliches gay. Antes no era tan así, hay una nueva generación que está más interesada.

Recordabas que tu presentación de la Sala Zitarrosa fue peculiar por la situación pandémica. ¿Se pierde algo de la conexión en esas condiciones?

Creo que fue muy solemne, por suerte lo grabamos. A mí también me gusta entrar cada tanto en ese mood. Me va muy bien eso de la cantante medio trash, así toda melancólica para un público sentado, esa cosa de café concert, cada tanto vuelvo a ese lugar. Ese momento de la pandemia fue medio un híbrido, ese show, sobre todo. Tuvo momentos solo con teclado, una cosa demasiado melodramática. Agarré más por ese lado. Siempre voy mezclando, pero es un lugar que a mí también me gusta un montón, no solo la pista de baile, también me gusta esa cosa de la drag llorando al lado del piano.

¿Ahora volviste al tipo de presentación anterior?

También me había pasado que con el disco anterior, con Lechiguanas, que canté un montón y fue cuando tuve una banda, dejé un poco lo performativo. Incluso, a veces cantaba sin montarme, estaba más copado en la cosa musical. Ahora quiero volver a algo más gráfico, pensar en algo más teatral. Vamos a ver cómo sale.

¿Tras tantos años de carrera, no pasás por momentos de inseguridad al respecto de tu capacidad creativa?

Al principio sí, porque sentía que tenía que definirme por algún lenguaje o por algo. Ahora, y con terapía de por medio, ya estoy más tranqui y no tengo tanto ese conflicto de si tengo que ser o solo dedicarme a escribir, o solo a cantar. Ya soy así, entonces continuo produciendo así. Ahora, por ejemplo, hice una muestra en La Plata, Argentina. Siempre estoy haciendo, no a la vez, pero siempre tengo proyectos que son o de literatura, o de música. A veces se juntan, a veces no. Ahora sí puedo decir más canchero que soy un artista multidisciplinario. Antes no, al principio sobre todo, me costaba, sentía que tenía que definirme con algo. Tengo una visión de artista medio romántica, que va probando cosas, lenguajes, que ahora no es tan así, es medio antiguo. Pero sí tengo esa visión del camino del artista, porque soy de ese palo. También me costaba tomarlo como algo así. Pero tengo esa manera de ver la creación, de crecimiento personal. Con esa creación, yo le digo medio romántica, podés decirle holística, te vas formando y creciendo a partir de eso. Si tenés curiosidad, tenés que ir a experimentar y después ver cómo seguir. En mi caso, por suerte pude concretar muchos libros y discos, pero también hay muchos que quedaron en el camino.

¿Sos crítico de tus obras?

Sí, obvio, sobre todo mientras las estoy haciendo. Cuando pasa el tiempo, no. Una vez que ya se termina o se define en algo, no. Tengo una exigencia bastante típica entre los artistas. Cuando me tranco, por suerte hago otras cosas que me pueden distraer y hacer una especie de zapping. En la escritura es mucho más fácil y donde más claro se ve. Por ejemplo, ahora retomé una novela que había dejado hace más de diez años, reposó. Es la primera vez que puedo hablar de que algo reposó y lo retomé. Hay cosas que demoran mucho tiempo, que tienen que fermentar, otras cosas son más inmediatas.

Cada obra tiene su proceso, su tiempo y nadie te pide que la hagas, así que vos mismo tenés que decidir cuándo está lista, cómo hacer, con quién y para dónde agarrar. Hago cosas en colaboración con otra gente, pero al final, esas cosas personales las defino yo y ahí sí soy autocrítico. Pero es una autocrítica muy difícil de explicar a otros, si se lo explico a otro a veces no tiene sentido lo que digo. Antes no existía la palabra cringe, entonces yo nunca lograba explicar lo que quería hacer. Decía, “tiene que ser bizarro, pero no bizarro", "tiene que ser bizarro, pero excelente”, "tiene que ser malo, pero sonar bien”. No tenía ese concepto y la gente tampoco lo tenía, entonces era muy difícil hacerse entender, sobre todo a nivel estético. Antes no era tan común la creación camp, no era tan popular. Ahora, a la nueva generación no tenés que explicarle nada, antes tenías que explicar todo, desde qué era el pop art o qué era una drag. Me da comodidad y comunidad.

Por Sofía Durand Fernández
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