Por Agustina Lombardi
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Desde 2005 Dani Umpi construye su carrera musical, y con el paso del tiempo reconoce un cambio respecto a la integración de la comunidad LGBTQ+. Y quizás por eso diga: “Tardé mucho en admitir que básicamente soy un cantautor”. Quizás.
El contexto es distinto. “Pero no confío, porque la gente cambia muy rápido. Ahora el mundo está teniendo un avance hacia un lugar muy conservador y hay que estar atentos a que todos esos logros se mantengan”, dice. A pesar de esa suspicacia, el paso del tiempo le permitió asentarse y, hoy, sentirse más relajado.
Y eso se escucha en las canciones de Guazatumba al menos. Un disco que habla de la sensualidad y lo homosexual sin filtros, como en “Picarón”, que canta con Faraonika: “Rozando las sábanas con tu pierna”. Un disco que, sin apartarse del pop característico de Umpi, se amiga con sonidos uruguayos más tradicionales, que antes renegaba. “Saturno” —con la participación de Joaquín Vitola, de la banda argentina Indios— es una canción que Umpi escribió cuando murió su abuelo y, por eso, le remite a su Tacuarembó natal. Ya había aludido a su origen antes, en los discos Lechiguanas, una especie de avispa y Mormazo, “como se le dice al sol cuando está muy fuerte en verano al medio día”. Guazatumba, por su parte, es un tipo de arbusto que crece al norte del río Negro. En el disco también participan Masionería, de España, y la uruguaya Elli Medeiros.
Umpi admite el “crecimiento en legitimación” para quienes hacen música y pertenecen a la comunidad LGBTQ+, pero no entiende cuál ha sido su rol en ese proceso. “En algún momento lo voy a tener que encarar, pero nunca lo procesé.”
Todavía no sabe cuándo será la presentación en vivo de Guazatumba, pero el 11 de julio estará en La Trastienda con Patricia Turnes y Amigovio.
Tu relación con la música, en realidad, surge desde el arte plástico. ¿Cómo te sentís a la hora de tomar decisiones musicales? ¿Delegás mucho?
Generalmente trato de hacerlo con alguien que comparta cierta afinidad, sobre todo estética, y después confío mucho en su criterio. Con Taba [productor] fluyó por eso mismo. Hay un imaginario, ciertos estándares y prejuicios que compartimos.
¿Como cuáles?
Tenía que ser un disco que sonara bien, que fuera fino y sofisticado. Tenía que lucirse como productor. A veces con contradicciones; que sea un disco sumamente tecnológico pero orgánico. Con muchas subtramas, moderno, actual.
¿Qué elementos destacás?
Me parece que es un disco pop, hecho con mucha artesanía y con una cosa muy nerd, por parte de él [Taba], sobre todo en lo tecnológico. Yo estoy un poco más tranquilo y dedicándome más al lirismo y a cantar un poco más tranqui. Fue hecho con otro tipo de energía. Estuvo bueno tomarnos el tiempo, con otro tipo de actitud. No quiero decir más maduro, pero más relax. Creo que antes tenía un espíritu mucho más resentido y más mostra [de la jerga queer], muy a la defensiva. Y ahora trato de canalizar por otro lado, sin todo ese tipo de presiones.
¿Te daba miedo ser tan transparente con relación a lo gay?
Sí, me relajé. Antes lo hacía todo con base en la mirada de los demás, y ahora no. Siempre trabajé mucho con arquetipos, antes estaba muy con lo bufonesco, que depende mucho del afuera, y ahora decidí cambiar de estrategia creativa.
Te mostrás más.
Sí, y está más en buena onda con la tradición musical uruguaya, porque tiene más sintonía, de la que antes trataba de diferenciarme. Hacía mucho esfuerzo por estar en el margen. Y ahora no: hay cosas que se acercan a la música popular uruguaya, incluso ritmos de murga por momentos. Cosas con las que ahora estoy más en la amistad.
¿Es una reconciliación?
Sí. Porque me di cuenta de que el problema era más mío que de los demás. Porque lo tomaba todo muy personal y no me daba cuenta de que había otros factores que no tenían que ver con mi producción artística. Ahora cambió un poco el mundo. A la vez, la nueva generación es súper buena onda. Antes no era así, el trato con otros músicos era muy despectivo, y yo con ellos. Lo tomaba todo muy personal. Entonces estaba siempre a la defensiva, y muy criticón y sarcástico con mi propio entorno; ahora estoy más conciliador. Siento que ha habido un crecimiento en legitimación. Hay otros artistas que nunca tienen ese conflicto. Yo creo que la comunidad LGBTQ+ siempre lo vive.
¿Por qué te apartabas de la murga?
Desde chico siempre me sentí muy lejano a todos esos ritmos, especialmente la murga. En un momento hasta quedé súper enojado porque hacían parodias de mí y después, más grande, con más distancia y madurez, lo vi de otra manera. También es un mundo que ha cambiado bastante, pero que me resulta muy lejano. Para la comunidad LGBTQ+ hay dos maneras de vivir el Carnaval; muches se sienten súper integrados porque es el momento en el que se pueden liberar, y a otros, sobre todo cuando éramos chicos, nos resultaba muy ofensivo, por todos los cuplés que hacían. Creo que siempre estuve muy confundido con el Carnaval, incluso hasta enojado, sin ver el valor cultural que tenía. Con el tiempo me amigué, incluso viniendo de una familia que escuchaba murga todo el tiempo. Mi padre era muy murguista, hacía letras de todo.
En el Cosquín Rock tocaste con Eté y Los Problems, una banda que no se vincula con la música que hacés. ¿Qué los une?
Ellos hicieron una versión de una canción mía, “La Yuta”, y me invitaron a cantarla. Es una canción que le gusta mucho a Ernesto Tabárez. Me escribió por Twitter. Nos juntamos a ensayar. Fue uno de los primeros shows del Cosquín Rock ante un público totalmente diferente a lo que estoy acostumbrado, y la recepción fue bárbara. Estuve muy cómodo. También abrí el show de Calamaro, por segunda vez. En el primero la experiencia fue muy fea, me decían de todo, en este no. Y abrí el show de Los Fabulosos Cadillacs. Cosas que tal vez en otro momento eran inimaginables para mí.
¿Te sentiste cómodo?
Muy bien. En otros momentos siempre era todo muy conflictivo. La propuesta era rara, había prejuicios, y en lugar de tender puentes, yo solo generaba más distancias.
¿Cómo tendés puentes?
Siendo buena onda, no estando tan a la defensiva.
Tus últimos tres discos aluden a Tacuarembó, ¿por qué?
No sé, cuando pienso una palabra que lo nombre, enseguida busco algo que sea parte de mí. Me remite mucho a cuando era chico, a cosas familiares, sobre todo a la forma de hablar.
¿Descubriste algo sobre vos al crear este disco?
Sí. Es un disco que no tiene tanto melodrama ni chiste como los otros. Me puse en otro lugar, no tan estratega y más espontáneo.
Por Agustina Lombardi
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