Por Gerónimo Pose | @geronimo.pose
Los Stooges se anticiparon al punk. Oriundos de Detroit, Estados Unidos, estaban conformados por James Osterberg (Iggy Pop) como vocalista, Ron Asheton en guitarra, Dave Alexander en el bajo y Scott Asheton en la batería. El término que mejor les cabía era el de proto–punk, ya que, con su estilo agresivo y destructivo, la banda que se formó en 1967 intentó abrirse paso en el mundo de la música mientras los ojos estaban puestos en el disco con la banana en la portada, el debut de los Doors , la popularización tanto del LSD como del Acid Rock y las manifestaciones por la paz y el amor libre en San Francisco.
El punk estaba lejos de ser lo que fue, una antorcha para una generación entera de desahuciados y derrotados por la finitud de la esperanza. Su postura desafiante era completamente disonante al paisaje sociopolítico de la época. Grabaron dos discos, el homónimo en 1969 y Fun House en 1970. Ninguno de los dos logró captar los elogios de la crítica ni la atención del público. Pero el tiempo hizo de las suyas, y hoy en día se les considera una banda fundamental para entender la historia del rock and roll. Un conjunto que cimentó las bases para otros grupos como los Sex Pistols, The Clash y los Ramones. Y su separación se resume también en la razón por la cual casi todas lo hacen: tensiones creativas y abuso de drogas.
Todos los quilombos principalmente eran entre Iggy y Dave Alexander. Ya disueltos para el año 1971, Iggy Pop se junta con el guitarrista James Williamson (miembro de The Chosen Few) y decide llamar a los hermanos Asheton para formar Iggy & The Stooges. Así fue que, en Londres y gracias a la ayuda de David Bowie, grabaron el clásico Raw Power (1973). Un disco en el cual ya se perciben dejos todavía más punks que en trabajos anteriores, y a la vez juega con aspectos del glam. El disco fue producido y mezclado por Mr. Starman, y existe una polémica, por demás interesante, al respecto de su postproducción.
Circulan dos versiones, una mezclada por la banda y su equipo, y otra por Bowie, que se dice que la terminó en sólo unas pocas horas. Algunos rumores indican que la intención de Bowie fue la de arruinar el disco, hacer que suene mal. Lo cierto es que la mezcla de David está más rota, por ejemplo, con las guitarras distorsionadas puestas al frente, en vez de estar adecuadamente paneadas. El disco fue fundamental para la creación del sonido de bandas como Nirvana y parte de la escena grunge de Seattle.
Llegamos a 1974, año en el que nuevamente la banda se disuelve y por lo mismo de siempre: Iggy Pop se había convertido en una persona sumamente mal humorada. Despreciaba el trabajo de Ron Asheton en el bajo, por lo que decidió echarlo del grupo. Eran usuales las peleas entre él y la audiencia, casi siempre provocadas por nimiedades pasajeras. El espiral en el que se había metido L’iguane había llegado a un punto de inflexión, sumada a la falta de energía y sustancia creativa de la banda. Realizaron una gira bastante larga promocionando el Raw Power y de esos recitales fue que salió Metallic K.O en 1976, un disco en vivo, crudo con un sonido escurridizo, líquido, en el que escuchamos a Iggy Pop putearse con el público.
Se pueden oír cosas como "No me importa que me tiren vasos con agua, ustedes gastaron cinco dólares y yo estoy ganando diez mil, así que váyanse a la mierda". Suena como si alguien hubiese llevado una grabadora Panasonic, la hubiese puesto al lado de uno de los retornos, haya mandado las grabaciones a un estudio, unos retoques de compresión, ecualización, y a la calle. Parte de esta epopeya narcótica y desquiciada que fue The Stooges se puede apreciar en el documental Gimme Danger (2016), de Jim Jarmusch, en el que el material de archivo, los testimonios y el contexto de la escena ardiente de Detroit con bandas como Mc5, lo hacen por demás interesante.
Ziggy Stardust
David Bowie ya era una estrella consagrada del glam y del rock en Inglaterra. No así en los Estados Unidos. En 1972 se embarcó en su primera gira norteamericana, en la cual tocó en diversos clubs pequeños. Aunque lo importante era su imagen, y su equipo se encargó de mostrarlo como una mega estrella. De su acervo creativo ostentaba discos como Space Oddity (1969), Hunky Dory (1971) y The Rise and Fall of Ziggy Stardust (1972). Había tocado suelo neoyorquino y le pidió a su manager que contactara con Iggy Pop, quería conocerlo.
A Mr. Pop se le habían metido ideas raras en la cabeza, como que Bowie era un oportunista y un ávido empresario que solo quería conocerlo para ver si podía exprimir algo de ese cuerpo flaco y aplastado por las anfetas. El hecho es que estuvo a punto de no ir al lugar donde estaba cenando David, el Max Kansas, porque tenía la mente muy ocupada en un ciclo de películas western en un cine a dos cuadras de distancia. Pero el encuentro sucedió gracias a que John Adams, manager de los Stooges, logró convencerlo.
Lo cierto es que Iggy siguió mostrándose reacio a la creación de ese vínculo, hasta que Bowie captó su interés al confesarle que le parecía que los Stooges eran la mejor banda estadounidense de los últimos años y que lo mejor era que se vaya con él hacia Londres para poder impulsar su carrera solista. Además, le dijo que veía mucho potencial en él y que, si se asentaba en un ambiente propicio a la creación, el cielo era el límite. En esta ilustrada anécdota fue que se le ofreció a Iggy, por parte del equipo de trabajo de Bowie, MainMan, un contrato con Columbia Records para partir a Londres y grabar. De allí sale lo mencionado anteriormente, el Raw Power de 1973. Un álbum en el que el productor discográfico Tony DeFries luchó contra las intenciones de Iggy de volver a hacer un disco a lo Stooges y quería que plantearan algo más comercial. Iggy y Williamson se plantaron frente a esto y pidieron ser los productores del mismo, aunque aseguraban no tener ni puta idea sobre todos los aspectos técnicos. Querían que no sonara ni glam, ni pulcro.
En Londres, Bowie e Iggy no lograron congeniar del todo. El duque blanco tenía en mente diferentes cosas para Iggy que las que tenía la iguana. El padrino del punk creía que la ciudad era "irreal" y los ingleses le parecían "la especie más extraña del planeta". A Bowie la reunión de los Stooges en 1973 no le gustaba nada y eso generaba innumerables cruces entre ellos. De ahí provienen los rumores sobre el boicot de Bowie en la mezcla del Raw Power. De todas formas, lograron llegar a un acuerdo que contentó a todas las partes involucradas. Hoy, el disco, además de ser un tesoro de los años 70, es testimonio o pie inicial de lo que sería un vínculo creativo disruptivo y, quizás, el más complejo e interesante de esa década.
Tras la estancia en Londres y las polémicas técnicas de grabación, se fueron hacia Berlín, donde se encerrarán, se limpiarán de todas las drogas y descenderán hacia un luminoso y lúcido agujero creativo.
El periodo en Berlín
Iggy Pop era una rata de ciudad. Una persona a la que era más habitual encontrarla en las calles oscuras de Los Ángeles, que en su propia casa —que, por ese entonces, no tenía—. Malas decisiones y un pésimo manager mezclados con coqueteos y descensos a los mundos de la droga era la fuente de la que bebía. Había decidido limpiarse, internándose en el UCLA Mental Hospital. Durante los fines de semana y con la compañía y ayuda de Williamson, su viejo colaborador, grabó un disco llamado Kill City que saldría a la luz años después, a través de un sello discográfico francés.
Bowie llevaba a cabo una dieta que consistía en leche con vitaminas, cocaína y pimienta negra. A esas alturas, ya era una estrella multimillonaria y su deterioro no podía apreciarse del todo bien ya que se mezclaba con su figura andrógina. Un disfraz que le quedaba bien y elevaba su figura.
David Bowie le salvó la vida. Lo sacó de Los Ángeles, del UCLA Mental Hospital, donde Iggy se había ingresado y había pedido que no dejasen entrar a sus amigos para que no le vengan las ganas de consumir. Le ofreció ser parte de la gira "Station to Station".
Más tarde, en Alemania, se forjó una amistad de hermanos casi inseparables, donde se encerrarían a grabar The Idiot (1977), el álbum debut de Iggy, y Lust for Life (1977). Sobre esto, hasta el día de hoy, Pop se muestra sumamente agradecido. De no ser porque el Duque Blanco bajó de la luna para hacerle esta propuesta, hubiera muerto en algún callejón harapiento, o estaría tocando junto a una banda pseudo glam y sin sentimiento en un bar de la 42th Street.
Se mudaron,entonces, al barrio Schönberg, en el lado este de Berlín. Un lugar donde no había problema para estacionar el Mercedes Benz oxidado de David, creado para albergar a millones de personas y en el que solo vivían 7 mil. Donde los parques eran habitados por grupos de adolescentes que alevosamente actuaban demostrando que no eran espías.
Era el Berlín de 1976, más parecido a los Estados Unidos de finales de los 40 y principios de los 50: Todo parecía estar pausado, no había guita, los edificios estaban vacíos. Tocaban suelo alemán en uno de los momentos más caldeados de la Guerra Fría. Alemania estaba dividida por un muro de concreto y alambre de púas: por un lado, el bloque capitalista en el lado oeste y en el Este el bloque soviético. La "cortina de acero" separó la ciudad desde 1961 hasta 1989. Nuestros marineros aterrizaron en el lado oeste.
Fueron artistas residentes del SO36, un bar legendario al cual se le adjudica el título del "CBGB de Berlín". Las principales intenciones del dúo eran las de limpiarse y liberar las tensiones.
Primero fue The Idiot, grabado y mezclado en Hansa Studios. Un disco que desde su comienzo, en "Sister Midnight", muestra a un Iggy Pop distinto, superado por los ritmos pausados, las líneas de bajo necesarias y las guitarras que, como flashes, entran y salen del recuadro. Todo cierra, todo logra entenderse en "Nightclubbing". En esa canción, Bowie e Iggy tuvieron fuertes desacuerdos. La idea de la iguana era hacer el ritmo con una máquina de ritmos Roland, mientras que Bowie insistía en que usaran una batería real. Bowie no confiaba en que pudieran sacar un buen sonido de allí, a lo que Pop le demostró que estaba equivocado. Fue una demostración y, nuevamente, una anticipación a lo que se vendría.
Con ese ritmo electrónico y de tiempos intercalados, nutrió a una generación venidera que mamaba de la herencia punk, pero que también miraba hacia el futuro. La cadencia disminuye, colgando la campera de cuero, y se desenvuelve una personalidad más austera, pero no por eso menos brillante. Atrás había quedado esa imagen de cantante punk. Se nos presenta la de un cantante más oscuro y perturbado, quizás, influenciado por el paisaje cotidiano que deben de haber vivido en esa ciudad oscura que era Berlín cuando reinaba la cortina de acero. Los sintetizadores ejecutados por Bowie comandaban el navío y los riffs de guitarra eran las olas golpeando las paredes. Un álbum que, al igual que sus trabajos con los Stooges, pasó un tanto inadvertido, pero que fue la banda sonora perfecta para el suicidio de Ian Curtis y que también fue elogiado hasta el cansancio por Siouxie Sioux y Nine Inch Nails.
6 meses más tarde grabaron el Lust for Life, nuevamente en Hansa Studios. Un disco que contiene los hits de Mr. Pop como "The Passenger" y "Lust for Life". La adrenalina corría nuevamente por sus venas. Tras años de consumo, encerrados en las catacumbas del infierno, estaban limpios, paseando por la ciudad a toda velocidad en el Mercedes Benz de Bowie. "Si veías el suelo podías ver la ruta, nos sentíamos como adolescentes de nuevo. Fue fantástico", comentó el Duque Blanco al respecto.
Lust for Life fue escrito, grabado y mezclado en ocho días y es un álbum un poco más sucio y up beat que "el idiota". Canciones de ambos discos formaron parte de muchas bandas sonoras, pero, quizás, todos la recuerden por aquella escena inicial de Trainspotting (1996) en la cual Renton y Spud Boy rajan de la policía tras cometer un arrebato, dando pie a ese lujoso monólogo.
Si bien la idea inicial de Bowie era de rescatar a ese jovencísimo y talentoso Iggy, una vez que vio que la guita que la disquera les había dado por adelantado les estaba sobrando, decidió estirar la estadía. De esos días de más saldría "la trilogía berlinesa" de Bowie, tres discos gestados en ese periodo: Low (1977), Heroes (1977) y Lodger (1979). Lust for Life está escrito y producido a cuatro manos por Bowie e Iggy, mientras que Pop también colaboró en el trabajo de David haciendo coros en Low. La hermandad perduró muchos años después de este periodo fructífero en Berlín. En 1983, en su disco Let’s Dance (1983), Bowie grabó una versión de "China Girl", track que pertenece al álbum idiota de 1977. Fue para reavivar la carrera de Iggy en un momento en el que económicamente flaqueaba y se encontraba al borde de la bancarrota.
Hay varios documentales y películas que retratan esta amistad de forma directa e indirecta. Todd Haynes en 1998 estrena la película Velvet Goldmine en la que, si bien no se utilizan nombres reales, está fuertemente inspirada en la amistad entre Bowie e Iggy Pop y en la figura de Lou Reed. La película cuenta la historia de un reportero que va tras las huellas de un cantante de glam rock, asesinado mientras daba un concierto. El título también es una alusión a una canción de Bowie, escrita en 1971 y que no salió de forma oficial, sólo en un lado b de una reedición del Space Oditty en 1975.
Esta película, en palabras del propio director, se centra también en la gestación del glam como una relación entre la tradición británica más teatralizada, intelectual, irónica y con aspectos de la cultura queer con la estadounidense, que por ese entonces era más cruda, visceral y sexualmente potente. Estos elementos están personificados en Bowie e Iggy Pop, no hay personajes más adecuados para entender este vínculo creativo.
The Sacred Triangle: Bowie, Iggy & Lou 1971-1973 es un film de 2010 dirigido por Alec Lindsell en el que se explora, a través de entrevistas y material de archivo, los cruces entre Mr. Reed, La Iguana y el Duque Blanco. Se habla de la influencia que tuvo Bowie en discos como el Transformer (1972), el debut de Lou. También ahonda en el contexto de esos años en los que a Bowie se lo consideraba (erróneamente) como un "one hit wonder", a Lou se lo tenía como un músico patético e Iggy era un drogata enloquecido suelto por las calles. Se muestra como el cruce de sus vidas generó que sus estilos volcaran en una dirección completamente distinta y lo que, según algunos, es el más dramático cambio de estilo musical desde la creación del rock. Su influencia en generaciones posteriores y otras cuestiones, como la amistad y el vínculo creativo entre este triángulo sagrado, hacen que el documental sea parte de un largo e inabarcable testimonio sobre estas tres personalidades.
Ambos se nutrieron el uno del otro. El álbum idiota fue el conejillo de indias para Bowie, ya que buscaba experimentar con sonidos y técnicas que luego ahondaría en su propio discos Low. Por ese entonces, no tenía material alguno y seguía en parte luchando por ingresar al mercado americano, necesitaba hundirse en otro proyecto creativo que lograra reavivar la llama. A Bowie le fascinaba el lado más salvaje de Iggy y afirmaba no poder crear en un ambiente sin estímulos y relajado. A Iggy comenzó a fascinarle esta teatralidad más bien adjudicada a lo británico. Cada uno tenía cosas que el otro no. Pop era un conocedor de lo visceral y el ambiente más underground, mientras que flaqueaba en lo más ejecutivo, lo formal, algo que al Duque Blanco se le daba muy bien.
Lenny Kay, miembro de The Patti Smith Group, aseguraba que Bowie veía en Iggy una especie de clon. Ambos utilizaron los medios creativos a su alcance para salir de un pozo oscuro y fulminante que estaba por arruinar por completo sus vidas. Este lazo tan fuerte y trascendental une a cualquier par de seres humanos.
Bowie partió hacia el otro lado salvaje de la vida en enero de 2016. Iggy sigue haciendo de las suyas, con su melena rubia y sus trajes rosados, girando tanto en solitario como con los Stooges de tanto en tanto. Lo que dejaron es un legado musical y vestigios de lo que fue una amistad personal, que incluso dio lugar a rumores sobre la existencia de un amorío carnal entre ambos. Bowie con sus cigarrillos Gitanes, Iggy con algo de marihuana en los bolsillos ya que, como todos sabemos, para dejar una droga hay que engancharse a otra, caminando por el Berlín del lado oeste o en el Mercedes Benz oxidado. En viajes infinitos de creatividad, esquivando los controles policiales, logrando salir de un pozo oscuro en el cual la luz no llegaría a filtrarse jamás, salvo por un destello lo suficientemente fuerte para lograr su salvación.
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