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Contenido creado por Federica Bordaberry
Música
No me importa si el lunes es triste

Deuda saldada: The Cure en Montevideo hizo de la oscuridad un espacio habitable

La banda británica dio un show de más de dos horas y media ante once mil personas y recorrió 30 canciones fundamentales en su repertorio.

28.11.2023 11:38

Lectura: 9'

2023-11-28T11:38:00-03:00
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Por Carlos Dopico
Carlos Dopico

Este lunes, The Cure tocó por primera vez en Montevideo y saldó una deuda histórica con el público uruguayo.

En unas semanas plagadas de visitas internacionales (Roger Waters, Billy Gibbons, Pulp, Off y Richie Ramone), la de The Cure no era una más. De todos los conciertos mencionados, la banda británica fundada en Crawley, Inglaterra, había sido la única en agotar anticipadamente las entradas.

Su ansiado debut se había esperado por años. Tanto que varios fanáticos habían ido tras ellos a diferentes escalas, no solo regionales, sino también cruzando el océano. En 2013, muchos se habían sacado el pendiente cuando, a 26 años de su debut en Argentina, habían regresado a Buenos Aires. Pero verlos en Montevideo y con la proximidad que promete el escenario de un arena era un sueño.

Más de once mil personas asistieron al debut nacional de este referente musical para muchas de las expresiones rockeras locales en los 80. La banda británica recorrió, por más de dos horas y media buena, parte de su discografía: treinta canciones repartidas en tres bloques, con un par de intervalos mínimos de no más de cinco minutos que dejaron satisfechos a todos sus fans.

La encargada de abrir la noche fue la banda de rock experimental irlandesa que los acompaña en la gira latina, Just Mustard. Un joven quinteto indie con tan poco escenario que no logró nunca conectar con el público uruguayo, a pesar de tener casi un Antel Arena servido. Tampoco aportó al clímax previo de Robert Smith y compañía.

Foto: Javier Noceti

Foto: Javier Noceti

Faltando diez minutos para las 21:00 se desató la tormenta sonora. Una lluvia mansa, interrumpida apenas por algún trueno, se escuchó por varios minutos en todo el lugar. Un clima sereno y refrescante para un estadio cuya temperatura se comenzaba a elevar.

Trent Reznor, de NIN, justo antes de introducirlos al salón del Rock & Roll, definió a los Cure como “una de las bandas más reconocibles del rock mundial, sónicamente única, que cambió la cara de la música popular de manera indeleble durante más cuarenta años de historia, sin haber comprometido su sonido o su estética”.

Así están, aún vigentes, consecuentes, sosteniendo un sonido característico e inconfundible, atravesando el bosque de los susurros, iluminando la oscuridad y habitando las sombras.

A las 21:00 horas en punto, los ingleses subieron a escena para comenzar a desplegar un set muy similar al que han repasado hasta ahora en los conciertos de México o Perú, por fuera de festivales.

Abrieron el grueso del show con “Alone”, advirtiendo: “Este es el final de todas las canciones que cantamos” (“This is the end of every song that we sing”). Cerraron ese primer largo bloque de 18 temas con la nostálgica e hipnótica “Endsong”, otro de los nuevos adelantos y toda una declaración de principios de un grupo que se resiste vivir aferrado al pasado.

Foto: Javier Noceti

Foto: Javier Noceti

Allí canta: “Estoy afuera en la oscuridad / mirando la luna roja sangre / recordando las esperanzas y los sueños que tenía / Preguntándome cómo me hice tan viejo (“And I’m outside in the dark / Staring at the blood red moon / Remembering the hopes and dreams I had / Wondering how I got so old”).

Han pasado ya quince años de 4:13 Dream, pero las canciones del dilatado último álbum, Songs of a Lost World, se han mezclado en el set en cada presentación.

Volvamos al show, porque nadie en Montevideo asistía tras la novedad. Antes de cantar, y mientras su banda hacía la base instrumental, Robert Smith recorrió el escenario de punta a punta sin hablar. Saludando, agradecido, reverente, escoltado por una tímida sonrisa untada en labial. Tal como hizo en el Primavera Sound, vistiendo bajo la camisa una remera con el sol de la bandera argentina, aquí lució quizás la menos gótica de las imágenes del Palacio Salvo: una remera con la inscripción de Montevideo y una pequeña serigrafía del emblemático rascacielos local.

Foto: Javier Noceti

Foto: Javier Noceti

Sin mediar palabra, The Cure tocó una canción tras otra, apostando toda la artillería sonora más calma, pero no menos conocida: “Pictures of You”, “High”, “Lovesong” —segundo y tercer tema del Desintegration, de 1989—, “The Last Day of Summer” o “Burn”, en la que sorprendió tocando aleatoriamente una flauta andina como parte de la introducción musical.

Le siguieron “Fascination Street”, “A Night Like This” y “Push”, cuando las proyecciones dejaron de lado las texturas o paisajes para enfocar, desde las espaldas del baterista Jason Cooper, a la enorme marea de público de frente en el lugar. A partir de entonces comenzaría a subir la energía, alcanzando el clímax con “In Between Days” y “Just Like Heaven”, en las que Smith se colgó de la acústica de la estrella, la Schecter RS-1000 para dar cuenta de la magia de su rasgueo.

De esa forma llegarían tres hits indiscutibles del Seventeen Seconds: “At Night”, “Play for Today” y la emblemática “A Forest”, esa sugestiva y desesperada melodía en medio de la oscuridad del bosque.

Foto: Javier Noceti

Foto: Javier Noceti

A pesar de que han transcurrido ya más de cuatro décadas desde la publicación de ese segundo álbum (1980), Robert Smith mantiene intacto el registro vocal y arriesga ir a los tonos más altos sin reparos, tal como hacía originalmente. La misma energía escénica despliega su eterno escudero, el incandescente Simon Gallup, bajista insignia de la formación, quien amenazó con bajarse meses previos a la cuadragésima gira, Lost Word, con un posteo tajante en sus redes: “Harto de la traición”.

Afortunadamente, meses más tarde y sin explicaciones retornó a la banda a la que le dado todo. Gallup es una pieza fundamental dentro del proyecto británico y en el vivo es quien otorga energía y movimiento (a pesar de no ser fundador, ha tocado el bajo en 11 de sus 13 discos de estudio). Tanto que el propio Robert Smith llegó a confesar, en entrevista con The Irish Times en 2018, que, si Gallup dejara el proyecto, “ya no se llamaría The Cure”.

Foto: Javier Noceti

Foto: Javier Noceti

El resto de los músicos son incorporaciones posteriores, aunque muy efectivas: el tecladista y guitarrista Perry Bamonte, a bordo desde principios de los 90; el batero Jason Cooper, que entró a mediados de la misma década; Reeves Gabrels (el histórico guitarrista de Bowie), que se incorporó a fines de esos años; y Roger O’Donnell, tecladista desde 1987, que fue reemplazado por Mike Lord para esta gira latina.

“Primary”, “Shake Dog Shake”, “Edge of Deep Green Sea” (temas del 81, 84 y 92, respectivamente) junto a la mencionada “Endsong” (2023) fueron el tramo final de la primera parte.

En una vieja entrevista televisiva con Canal Once en México, Robert Smith dijo: “Está muy bien vender discos, pero si hubiese tenido la opción a los 17 años de escoger entre seguir haciendo esto por largo tiempo o vender 20 millones de copias de mi primer álbum, hubiese elegido la primera opción”.

La suerte estuvo de su lado y no solo vendió millones de sus discos, sino que desarrolló una enorme carrera que promedia los 45 años desde el lanzamiento de su disco debut y hoy sigue con notable vigencia sobre los escenarios.

Foto: Javier Noceti

Foto: Javier Noceti

Si bien el Antel Arena estaba poblado de gran cantidad de góticos y darkies vestidos de negro, con plataformas, ojos delineados y hasta algunos batidos capilares a lo Robert Smith, había, por sobretodo, diversidad.

En un corto recorrido me encontré con músicos tan disímiles de la escena local como Franky Lampariello, de Hereford y los HDP’s; Hugo Díaz y Guille Peluffo, de Trotsky Vengarán; Maneco, de Elefante; Jack Doorman, ex Zona Prohibida; o Martin Gil y Diego Bartaburu, de No Te Va Gustar.

Asistir a este show iba más allá de la moda o el perfil musical de preferencia. Ver a los Cure en casa significaba una especie de compromiso impostergable. Leonidas Mattioli, DJ de La Teja Pride y parte de Los Bosques publicó, minutos después: “The Cure es a Montevideo lo que The Rolling Stones es a Buenos Aires”. Una sentencia discutible, aunque no desacertada.

Foto: Javier Noceti

Foto: Javier Noceti

A las 22:43 la banda regresó para el segundo tramo de su concierto. Ya más distendidos y entregados a este debut local, los Cure se sumergieron en la reciente “It Can Never Be the Same” (2019), para recorrer luego un puñado netamente ochentero: “Cold”, “Charlotte Sometimes”, “Plainsong” y “Desintegration”, el tema que da nombre al octavo álbum de su discografía, publicado en 1989.

En entrevista para la MTV latina, allá por el 95, Smith dijo: “Creo que los mejores temas de The Cure nunca fueron sencillos”. Ese comentario deja expuesta una preferencia interna que difiere del corte comercial, dejado en manos de los ejecutivos de las distintas compañías.

Sin embargo, los simples son esos temas populares que han contagiado generaciones de individuos tras la Cura; piezas con aire pop que han edificado una especie de caballo de Troya para invadir luego con aquellas más lóbregas o sombrías, ganando audiencias y atravesando generaciones.

Foto: Javier Noceti

Foto: Javier Noceti

No había niños en el lugar, pero sí cientos de adolescentes o jóvenes que acompañaban a sus progenitores para habitar en directo la oscuridad.

Cinco minutos después de las 23:00, la banda regresó del último intervalo con seis de los clásicos más reconocibles de su catálogo en canciones: la enigmática del Desintegration, “Lullaby”; la pistera “The Walk” lanzada como simple; el hit de Wish, “Friday I’m in love”; el de Head on the door, “Close to me”; y el de Kiss Me Kiss Me Kiss Me, “Why Can’t be You”, para rematar con “Boys Don’t Cry”, el hit editado como simple en simultáneo al debut con Three Imaginary Boys, que cantó todo el estadio.

Foto: Javier Noceti

Foto: Javier Noceti

Hace 15 años, Robert Smith dijo a la MTVLA, en el documental Pure The Cure: “Históricamente, cada vez que acabamos una gira mundial el grupo se desintegra. Al menos una persona se va y yo termino odiando a todos los que quedan en el grupo”. Ojalá esta vez sea diferente, sigan de gira, iluminando las oscuridad y Uruguay vuelva a interponerse en su camino. Smith se despidió satisfecho y prometiendo volver: “It’s been fucking great!”.

“No me importa si el lunes es triste” (“I don’t care if Monday’s blue”) canta The Cure en “Friday I”m in Love”. Justamente, anoche, a nadie le importó.

Por Carlos Dopico
Carlos Dopico