(cantanos tu canción que no estoy sleepy)
No es el hijo de Jaime. Fue bautizado con el nombre y el apellido de una calle, que no queda tan lejos de donde vive, desde hace años, si no es desde que nació. Es todo circular, como la Ronda. No hay ningún cartel que diga que hayan comprado el Santa Catalina. Da pila de trabajo escribir a la velocidad que va la conversación en el aire, por lo que va a ser mucho más práctico, pero un poco más trabajoso que alguien transcriba lo que hablamos, no porque este galgo sea perezoso, sino por la estructura del asunto, el orden de las preguntas, las respuestas y el orden, para no perderse en lo que estos dos intentan hacer en un espacio que no dure más que el que Freud hizo tan popular.
En 50 minutos se puede pasar por el poder y la gloria de la magia, y la pérdida, de un disco de Lou Reed que habla de la muerte, pero no la de Warhola con A final de Andy; Songs for Drella, a ese le puso el nombre de como le decían con Cale, en los años locos de la Factory, mucho antes del disparo.
I Shot Andy Warhol, creo que no era una buena película, salvo por la banda de sonido. Enfermedad parecida a la que tuvo esa con el nombre de I Am Not There, cuando el ambicioso director quiso subir una colina muy alta, tanto que llamó a cinco actores distintos para que hicieran de Dylan sin suerte (salvo por Cate Blanchett haciendo de Jude Quinn o Dylan electrico en blanco y negro con camisa de lunares y lentes a tono). Le dieron una licencia distinta a la que no tuvo para contar la de Ziggy y las arañas de Marte. Una buena banda de sonido no asegura una buena película.
No se le daba bien a Robert Altman en Kansas City porque habría de pasarle a este otro que se quedó grande con el intento de Dylan y corto con el documental de la Velvet. The rock and roll cowboys en los años dorados de la Factory antes de que se terminen, cuando los faces and names eran muchos más que los que vinieron después.
La galgo conversation with Tussi, tiene Beat, pero no tiene tantos beatnicks, salvo por la parte del final cuando le pregunto si tiene alguna historia de carretera con galgos. Podría haberme llevado gratis hasta NYC cuando el no tan alcohólico anónimo de Andy Adler estaba casado con Maggie, que no tenía campo o establo, si la lluvia en el apellido y una foto hermosa de aquel lugar que seguía abierto con las no sé cuántas letras que decían country, bluegrass y afines (CBGB en the big apple rotten like johny). No me lleva a ese lugar donde todo estaba por explotar con forma de blues explosion y el resto de la bandas del sello Matador. Cuántas sesiones de Galgo Conversation se precisan para decir qué tan largo y extraño el viaje fue y sigue siendo. Casi que me vienen ganas de llorar de emoción cuando lo pienso una sola vez y no dos.
Maldita Grateful Dead, te has llevado a algunos, pero otros seguimos por acá con los Cloudy Shoes de Damien, jurado que le pidió tanto prestado a esa de John Cale en el Vintage Violence. ¿Qué tan grande es la big white cloud? Hubiera sido la gran pregunta que no estuvo.
Cuando le dije que me contara una historia de carretera que no fuera circular de cualquiera manera, con C de Conrad, me puso en el casino, él de negro y yo de blanco. Tuvo que haber salido el rojo en la ruleta, pero no le jugamos a color. No salió el 13, 15, 18 o 20 en el mes 3 del año de la cantidad de ruedas que tiene un galgo.
Todos los que aparecen en el documental, que no se filmó, están bastante bien. La filmación del viaje al Conrad la vez que tocó Dylan un veinte de marzo (y no un 25) del año de las ruedas del galgo, que son ocho, está disponible una parte en el yo tube (adjunto video que puede estar bueno subir). Perdón, yo tuve la mejor de la flor más dulce y una cantidad de plata en un bolsillo para subir por la escalera eléctrica del Conrad después del after Dylan party en la parada 3 de la Brava, sin soda stereo, o canción animal, con dos parlantes apuntando al parking, todo el alcohol que la pedimos prestado a La Ronda (sin pedirle permiso, pero dandole las gracias del galgo -nunca las del mono en la plaza de enfrente), y todos bailando cosas que iban desde London Calling Dylan al Ritmo de la noche, sin los Ratones Paranoicos, más Kid loco, Here Comes the Munchies, pero vos Dylan nunca apareciste, con peluca o sin peluca.
Ahora resulta que debo salir corriendo más rápido que un galgo, una liebre.
En el último sábado del mes cuatro del año loco,
Vamos a regalar esos 101 galgos huevos, que un conejo en un bosque de Bella Vista, nos dio para repartir entre every friend de galgomundo.
hola galgo, para mi que tu canción preferida es esta y quiero mi galgo huevo.
Where is your patience, dear? De uno que se llama Matt Suggs.
Viva la radio,
saludos, cordiales.
Y tu nombre.
Al Kooper Galgo Phone:
098-478196
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