Una circunstancia que devela un doppelgänger. Una revista de los años ochenta en la que una mujer parece el reflejo de la protagonista. Eso le basta para iniciar una búsqueda, desentrañar secretos familiares y bucear entre disquerías y testimonios.

La memoria, la identidad y el peso del pasado en la construcción de lo que somos. 

Bajo estos parámetros opera Antártida y sus galaxias (2025), de Diego Recoba. 

Escritor, editor y periodista cultural, ha escrito en medios de Uruguay, Argentina y España. Fue cofundador de la editorial La Propia Cartonera e integró el equipo de Salvadora editora. Como poeta publicó los libros Mocasines Blancos (2009), Diario de un viaje al Chuy (2011), Los violines de Lavoe (2014) e Instituciones personales (2016).

Es coautor, junto a Agustín Fernández, del libro de crónicas Hasta Borinquen. Medio siglo de la decana (2015). Su libro Sobredosis (2020) sobre el disco homónimo de Karibe con K fue publicado por la Serie Discos de Estuario editora. Locas pasiones (2019) fue su debut como novelista, a la que le seguirían El oso (2021) y El cielo visible (2023), con la que obtuvo el Premio Nacional de Literatura y el Bartolomé Hidalgo.

Fotos: Leonor Courtoisie

¿Qué libro de otro autor/a te afectó de tal manera que te gustaría generar ese mismo efecto en tus lectores?

Operación masacre (1957), de Rodolfo Walsh.

Top 3 de libros que más regalaste/recomendaste.

Voyager (2019), de Nona Fernández; Un mundo ch'ixi es posible (2018), de Silvia Rivera Cusicanqui; Boquitas pintadas (1969), de Manuel Puig.

¿Qué sueño recordás más?

Estoy en la orilla de la playa y veo venir desde lejos una ola gigante y majestuosa.

Si pudieras coescribir un libro con cualquier autor/a, vivo o muerto, ¿con quién sería y por qué?

Delirio de Nueva York (1978), con Rem Koolhaas.

¿Qué cosas nunca pueden estar separadas?

El arte y la vida, la verdad y la mentira, la escritura y el cuerpo. 

Si estuvieras en la Biblioteca Nacional de Uruguay y te pudieras robar un libro sin que nadie lo sepa, ¿cuál sería?

Las notas botánicas de los diarios de Dámaso Antonio Larrañaga. 

Contanos qué estás leyendo ahora.

Leo siempre dos o tres libros a la vez. Ahora estoy con El monte de las furias (2025), de Fernanda Trías; Permanente obra negra (2019), de Vivian Abenshushan, y El optimismo cruel (2011), de Laurent Berlant. 

¿En qué te gustaría reencarnar?

En carpincho.

El primer verso que te viene a la mente.

"El CD que habíamos compilado para hacer el amor, ayer fue mi disco favorito y hoy es lo más triste que oí",  de la canción "Uno los dos", de Miranda!. 

¿Qué libro prestaste de tu biblioteca y hasta el día de hoy no fue devuelto? ¿Y al revés?

No sé dónde quedó mi edición de El llano en llamas (1953), de Rulfo, pero no sé si lo presté o lo perdí en mudanzas. 

¿Como lector, qué te gusta encontrar en un cuento?

Prefiero mucho más encontrar un rasgo de riesgo y de vida que virtudes formales.

Imaginá que tenés la oportunidad de escribir una secuela para cualquier libro clásico. ¿Cuál libro elegirías continuar y qué dirección tomaría la historia en tu secuela? 

Continuaría las Argonáuticas, de Apolonio de Rodas, para que Jasón, en lugar de morir solo y olvidado, vuelva a juntar a los argonautas para embarcarse en una nueva aventura. 

¿Qué escribirías en un muro? ¿Y en la pared de un baño?

Me gusta la potencia de las consignas conocidas a lo largo del tiempo, las que se repiten, así que pondría algo así como: "Arriba los que luchan", o "La única lucha que se pierde es la que se abandona".

¿Qué libro nunca te aburrís de releer?

Los desterrados (1926), de Horacio Quiroga.

¿Por qué Antártida y sus Galaxias?

Es el nombre de la banda que forma la protagonista de la novela en los ochenta y los noventa. Una banda de electro pop que nunca se termina de armar del todo y ese es su verdadero mérito. 

¿Cuánto tiempo te llevó escribir este libro, desde la concepción de la idea hasta la publicación final?

Un año. Medio año investigando y el otro escribiendo y corrigiendo. Pero si pienso que salió publicada cinco años después de ser escrita y que siempre le estoy agregando cosas, podría decir que demoré seis años. 

¿Por qué elegiste esos epígrafes?

Los epígrafes los uso por diversos motivos, como puerta de entrada al texto, como disparador o posibilidad de apertura de nuevas líneas en torno al texto, como forma de enredar más el nudo que un texto me genera, o como amuleto, porque me gusta, me hace bien, o necesito la presencia de alguien más en mi texto. En el caso de Javiera Mena fue esto último, necesitaba tenerla dentro de la novela. La frase de Diosque me gusta porque es sencilla, poco pretenciosa y dice mucho, no solo sobre la novela, sino sobre reflexiones que tengo hace tiempo sobre el arte y lo esencial y lo trascendente, y la de Lugones porque creo que es quizás el gran tema de la novela y de muchas de mis otras obras, el problema que tenemos como sociedad, para procesar lo diferente, lo que se sale del molde. 

Fotos: Leonor Courtoisie

¿En qué momento te sentiste más vivo?

Cada vez que voy a la playa. 

Si tuvieras que describir tu libro en una sola frase, ¿cómo la formularías?

Si al leer sobre un personaje libre y lleno de vida, algo parece increíble o inverosímil, el problema no es de verosimilitud, sino de lo peligroso que es quitarle a la vida la posibilidad de ser libre e impredecible. 

Si de la noche a la mañana pudieras hablar de manera fluida cualquier idioma, ¿cuál sería y a qué lugar viajarías para probarlo?

Guaraní, y viajaría al pasado. 

 Contanos sobre una lectura que haya tenido un impacto significativo en tu vida. ¿Qué libro fue y por qué fue tan importante para vos?

Cuando a los 14 años leí Memoria del fuego, de Eduardo Galeano, y tenía que ver con las letras de Todos tus Muertos, y me di cuenta de que mi universo se ampliaba al interconectarse sus partes dispersas. 

Escribir para...

Habitar la vida de otro modo y habilitar la infinidad de formas de habitarla. 

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Fragmento de Antártida y sus galaxias

La noche, dentro de todo, fue bastante normal, por momentos aburrida, cuando hablaron de hijos, vacaciones y mascotas; por momentos divertida, cuando recordamos algunas anécdotas graciosas, cuando hablamos de recetas (guacamole, alioli, humus, o la forma de hacer matambre a la parrilla). Pensé que, a pesar de ser siempre una pésima idea, la juntada de compañeros de liceo iba a terminar de forma digna, hasta que en la sobremesa, cuando ya estábamos todos borrachos y para irnos, Leticia trajo su caja de fotos. Recordé que ella estaba todo el tiempo con esa cámara gris que le habían traído sus tíos de Estados Unidos.

Todo muy lindo, nos reímos, volvimos a momentos que no recordábamos, pero también les permitió recordar mi odio a las cámaras, mi mala onda, y burlarse de toda foto que encontraron en la que me estoy tapando la cara de diferentes formas, y mucho más de aquellas en las que consiguieron captar mi cara antes de que la escondiera.

En la caja había más cosas, y el Tony, que estaba muy drogado como para enfocarse en mirar solo una cosa, se puso a revolver y encontró fanzines y revistas. Fue lindo ver algunos de los fanzines que circulaban en el grupo. Íbamos a las ferias a comprarlos, pero también había unos locales escondidos en el fondo de galerías del Centro, que vendían fanzines, demos de bandas y pegotines. Me colgué a leer uno que era de Maldonado y que hablaba mucho sobre bandas de los noventa como NDI , Gatos Sucios, o DAJ. De la nada, el Tony pegó un grito, exagerado como casi todo grito. Estaba leyendo una revista más vieja, capaz que de principios de los noventa, y nos mostró una foto. Leticia dijo que esas revistas se las regaló el Agopi, uno de Capurro que era mucho más grande que nosotras y que andaba siempre en la vuelta. Tony mostró la foto de una banda que parecía de los ochenta señalando a una chica igualita a mí. La marcó con el dedo, estaba en el centro, con otra chica mucho más corpulenta que ella. Es verdad, se parecía. Todos se sorprenden, me preguntan si sé quién es. No, ni idea. Además, yo ni siquiera era nacida. La foto está metida en una doble página con muchas otras fotos de bandas. Es una nota sobre la movida de fines de los ochenta. El único dato que acompaña la foto es el nombre de la banda: «Antártida y sus Galaxias». La nota no la  menciona, solo habla de los jóvenes y la falta de trabajo y las razias. Miro de nuevo la foto. Es muy parecida. Todos se ponen monotemáticos. Me cuesta mucho rato lograr que me dejen de joder. Termina la reunión, por suerte. Me arrima Cholo en su moto. Me tira un viaje para coger, pero lo mando a cagar. Cholo se ríe fuerte, como siempre. Me acuesto pensando en la foto y en mi familia.

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