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Música
En sintonía

Dos: el proyecto que une la herencia musical con una visión creativa conceptual

Andrés y Lucía Torrón, padre e hija e integrantes del proyecto musical Dos, conversan sobre "Música para Fin De Fiesta", su nuevo EP.

14.05.2024 18:06

Lectura: 14'

2024-05-14T18:06:00-03:00
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Por Sofía Durand Fernández
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A lo largo de cuatro videoclips, una misma chica cambia de color, de escenario, de estado de ánimo y encarna a diferentes personajes, todos conectados entre sí. Los une una sola narrativa y son la parte visual de un EP conceptual. 

En la mesa de un café, la chica que protagoniza estos videoclips, ahora con el pelo rubio, explica cuál fue la visión para darle vida a, no solo la parte visual, sino también a la parte sonora de "Música para Fin De Fiesta", un EP que engloba mucho más que lo musical. Esa chica es Lucía Torrón y, frente a ella, está sentado Andrés, su padre y compañero de banda en Dos. 

Tienen el mismo color de ojos, un azul gélido, y también la misma calma en la voz para hablar. Ante todo, comparten un amor profundo por la música, que llevó a que juntos armen un proyecto musical. Entre tantas otras cosas, Andrés trabajó como periodista cultural, y también en estudios musicales junto a colegas como Jorge Drexler y Santiago Tavella. Escribió un libro sobre Mediocampo (1984), el mítico disco de Jaime Roos, para la colección "Discos" de la editorial Estuario. No es sorpresa, entonces, la visión que su hija tiene sobre la música. 

"Nosotros somos dos, pero hay muchas más personas atrás", afirma Lucía en entrevista con LatidoBEAT. En el EP, contaron con la colaboración de Mateo Ottonello, Roberto Rodino, Roberto De Bellis y Lucía Romero. Grabaron en el estudio de Juan Campodónico y con Julio Berta. El principio de creación reside en priorizar la calidad sobre la cantidad, ponderar el buen sonido y buscar una experiencia inmersiva. Al igual que la calma en sus voces, la creación de "Música para Fin De Fiesta" requirió de paciencia y tiempo.

Foto: Alina Viera 

Foto: Alina Viera 

Andrés, tenes un vasto conocimiento musical, por lo que las influencias también deben de ser varias. Lucía, siendo su hija, ¿como influyó esto en vos? 

Lucía Torrón (L.T.): Siempre hubo un montón de música en casa y desde muy chiquita empecé a escuchar cosas que quizá no son tan comunes para un niño. Creo que está bastante plasmado en la música que hacemos. A los cinco años ya estaba escuchando Portishead y me gustaba [Eduardo] Mateo, ese tipo de música que, capaz, no era tan común. Crecer expuesta a toda esa música me inspiró un montón y es parte de mis raíces.

Andrés, a veces el conocimiento te puede hacer libre, pero también te puede retener si se trata de un proceso creativo. Contás con más herramientas, pero también puede darte más inseguridad. ¿Cómo crees que te impacta a vos? 

Andrés Torrón (A.T.): Creo que están ambas cosas. En la medida que fui creciendo, más que volverme seguro, me volví más inseguro por eso que decís. También están mis dos vertientes, la periodística y la musical, que siempre se cruzan y me dieron más herramientas, pero también más autocrítica.

¿Cómo nace Dos? ¿Cómo surge la necesidad de hacer música, sobre todo entre padre e hija?

A.T.: Surgió un poco de casualidad, allá por 2017.

L.T.: A mí siempre me gustaron sus temas. Conocía también desde muy chiquitita que había algo grabado en casete, que estaba en algún lado, y yo lo descubrí. Siento que él nunca me lo mostró, no sé porque yo accedí a eso.

A.T.: Lucía ya había empezado a hacer música por las de ella, había tenido experiencia tocando en boliches, pero después se integró a la movida musical. Yo tenía ganas de volver a grabar cosas mías, también soy productor artístico y he producido a otros artistas. Entonces dije: “Bueno, voy a producir algunas de mis canciones”. Algunas que nunca grabé, o algunas que grabé hace años y no me gustaba cómo estaban. Lucía estaba cantando y era una interprete ideal. Ella, a su vez, estaba pensando en reflotar algunas de esas canciones, grabarlas. Surgió así, como, "bueno, vamos a grabar una canción".

L.T.: Es gracioso que, quizá, esas canciones las compusiste a la misma edad que yo tenía en ese momento. Algo de sentido había en lo que yo estaba pasando y que él había pasado.

A.T.: En un momento hablé con Juan Campodónico, le mostré las canciones y nos dio para adelante. A su vez, Lucía estaba trabajando con Juan Casanova y Juan fue importante para que empezáramos a tocar en vivo. Se dio un proceso natural.

Encontraste canciones que él grabó a la misma edad que vos tenías en ese entonces. Más allá de que tengan influencias y gustos en común, son dos generaciones diferentes. ¿Se dieron choques generacionales durante el proceso creativo?

L.T.: Creo que no, yo soy muy atemporal y él también. Él me muestra muchas cosas nuevas y yo también, lo mismo con cosas viejas. No hay año. Siento que la música, como tiene algo cinematográfico, no tiene tiempo, es algo más hasta de imagen. Es un sonido difícil de definir, entonces también eso le trae una complicación a la hora de definir una generación.

A.T.: Incluso a la hora de tocar o grabar, llamamos a músicos de distintas generaciones. Lucía Romero colaboró con nosotros y tiene la edad de Lucía, Roberto Rodino, que siempre tocó la batería, es de mi generación, incluso más grande.

L.T.: Los videos los hace Alina, que es un año más chica que yo. Siempre hubo una mezcla de generaciones.

El sonido de Música para Fin De Fiesta tiene influencias de candombe y música electrónica. ¿Fue una decisión pensada o se dio así?

A.T.: Creo que cuando hacemos música, al menos yo, no pienso en si voy a hacer un candombe, o voy a hacer esto o lo otro. Tal vez sí a la hora de arreglar. No es algo pensado, para nada.

L.T.: Aparte, como nos gustan cosas diferentes, naturalmente se van mezclando a la hora de crear. Era eso que decíamos hoy de que el arte es continuidad. No es que nosotros inventamos algo, sino que traducimos las cosas que nos gustan con nuestra visión. Vamos creando a partir de todo lo que nos parece lindo del arte.

Foto: Alina Viera 

Foto: Alina Viera 

¿El trabajo en conjunto se trata de un ida y vuelta?

L.T.: Es un ida y vuelta, sí. Sobre todo, la última canción, “Supuestamente”, en la que la música era de él, de hace bastante tiempo. 

A.T.: Es la que abre el EP, pero fue la última en salir.

L.T.: Eso fue un ida y vuelta que duró como tres años.

A.T.: Esa fue la primera canción que compusimos juntos. Las otras canciones del EP son mías, pero Lucía le dio su interpretación. “Supuestamente” es de los dos porque salió de algo que yo tenía grabado, que era solo música y se lo di a Lu. Lu no solo le puso la letra, sino que también hizo la melodía. Después trabajamos juntos la letra. Somos de procesos lentos, súper lentos. También porque no nos dedicamos 100% a Dos. Es algo que lo hacemos cuando nos sale hacerlo.

L.T.: Demora mucho la música en hacerse.

En realidad, sí, pero vivimos en tiempos donde parece que no.

A.T.: Sí, es verdad que vamos muy en contra de ese proceso de que todo el tiempo tenés que estar sacando cosas nuevas. No te puedo decir que lo tomamos como un hobby, porque no.

L.T.: Le sacaría mérito.

A.T.: Pero no nos corre ningún tiempo. Primero, porque nos encantaría poder vivir de Dos, pero no es así y tampoco lo planteamos como que tenemos que estar siempre en las primeras planas.

L.T.: Creo que hay una cuestión de calidad sobre cantidad. En eso hay que ahorrar plata, es un montón de trabajo en horarios. Alina, que es la que generó todo este mundo visual, lo hace por amor al arte. Cada persona tiene su trabajo con el cual genera ingresos, y obvio que nosotros podríamos haber apuntado a mezclar, masterizar y grabar todo en nuestro home studio, pero decidimos ir a un estudio y pagarle a una persona que masterice, que mezcle y que sea la técnica del sonido, y todo eso lleva tiempo y dinero. Quizá por eso estos cuatro temas demoraron tres años en salir, pero suenan increíble, mucha gente estuvo atrás de todo esto. Nosotros somos dos, pero hay muchas más personas atrás.

A.T.: Nos dimos muchos gustos, grabamos gran parte en el estudio de Juan Campodónico, donde grabó Bajofondo. Grabamos con Julio Berta, que grabó los discos de Drexler.

L.T.: Ha mezclado a David Byrne, también. Es un sonido increíble al que llegamos.

A.T.: Tambien la cantidad de músicos que participaron. Los que participan siempre con nosotros, Roberto Rodino, Roberto De Bellis, Lucía Romero.

L.T.: Pero también estuvieron Par y Mateo Ottonello.

A.T.: Nos dimos muchos gustos y también es eso, coincidir agendas, ensayos, maqueteo. Si vamos a hacerlo, vamos a hacerlo bien.

A veces, durante un proceso creativo, te puede agarrrar ansiedad y necesidad de querer que salga ya, a veces los tiempos no condicen. ¿Cómo manejaban ese sentimiento?

L.T.: Creo que estos tiempos tan largos te ayudan a soltar. Quizá vos no estás viviendo lo mismo que viviste el año pasado y aprendes a decir, "bueno, hasta acá está bien", y no seguir y seguir dándole vueltas a algo que ya pasó y tiene que quedar ahí. La autocrítica de cuándo es suficiente. Siento que el tiempo te va enseñando. Esta cosa de pararse y mirarlo desde lejos creo que te lo aporta el tiempo. Cuando estás tan metido, te cegás.

Hay una parte importante visual, ¿por qué sentían que ese aspecto tenía que estar presente en el proyecto?

L.T.: Es esta cosa también de que sentimos que es bastante cinematográfico. Había un deseo de querer darle fotografía a la música, que fuera acompañado de algo más.

A.T.: Siempre sentimos que nuestra música era muy visual, incluso sacando la letra. Yo me siento muy influenciado por el cine, también, entonces nos parecía que estaba bueno darle un correlato visual. Cuando sacamos ese EP en 2017, que eran cuatro canciones, cuando lo subimos a Youtube dijimos, "en vez de poner la tapita, vamos a grabar algo", e hicimos una especie de visualizers, loopeados con el celular. Creo que no existía el concepto, no es que lo hayamos inventado nosotros. Nos pareció que había un correlato visual.

L.T.: Fuimos construyendo una historia, sin quererlo, en este EP. "Ascensores" iba muy bien dentro de estas canciones que queríamos sacar y después nos dimos cuenta de que había un relato que contar, por eso fue importante que fuera algo audiovisual, no solo para escuchar.

¿Cómo lo transportan a las presentaciones en vivo?

L.T.: Como Andrés estuvo haciendo escuchas silenciosas de varios discos de la música uruguaya y todo cobra un cierto sentido por ese lado, nos gustaría hacer algo visual, pero de escucha, no tanto de presentarse en vivo. Quizás por esta cuestión un poco ambiciosa de que si vamos a presentarnos en vivo queremos hacerlo bien, y lleva bastante tiempo y muchos sueldos que pagar.

A.T.: Teníamos ganas de hacer algo más de instalación artística o de presentación visual, pero no tocando en vivo, sino con música grabada y hacer algo más inmersivo.

L.T.: Ya que le dedicamos tanto al sonido, acceder a una buena escucha, a veces, es difícil. Capaz que no todos tienen la oportunidad de escuchar inmersivamente o con un buen sistema de audio.

Uno está acostumbrado a que las presentaciones de los discos sean en vivo, si bien es verdad que tiene su encanto, también se pueden perder cosas. ¿No consideran que es disruptivo apuntar a esa propuesta inmersiva?

L.T.: Todo depende de dónde lo presentás. Si lo presentás en un bolichito, donde hay dos parlantes que tienen más años que yo, quizás la calidad del sonido se va perder. Entonces, es a todo o nada. Igual, no estamos descartándolo.

A.T.: No estamos descartando eso y una presentación así, a veces, tiene su encanto, hacés algo crudo y está buenísimo también. No es que estemos despreciando eso, está buenisimo, alguien se presenta con una guitarra en un boliche y puede tener una fuerza increíble. Pero tenemos ganas de presentar este proyecto tal como lo concebimos, y lo concebimos como algo inmersivo que, si bien es como una música minimalista, tiene su complejidad, con capas de sonido.

¿Ya han tocado en vivo?

A.T.: Hemos tocado en vivo. En un momento, bastante, pero ahora hace tiempo que no tocamos.

L.T.: Empezamos en "Enlaces", en La Trastienda. Empezamos muy arriba lo que pasa.

A.T: Nos invitaron a un proyecto que tenían Juan Casanova y Sebastián Teysera de La Vela Puerca, con muchísimos músicos como Luciano Supervielle y Pedro Dalton. Era un espectáculo colectivo. Fue la primera vez que tocamos en vivo. Después hicimos un ciclo en Inmigrantes, donde invitamos a otros músicos. Estuvo Pedro Dalton, Julen y La Gente Sola, Juan Casanova. Después hemos tocado por ahí. La última vez que tocamos fue en plena pandemia, con Luciano Supervielle y Pedro Dalton en San José.

Foto: Alina Viera 

Foto: Alina Viera 

¿Consideran la pandemia como una etapa germinal?

L.T.: Fue horrible. Yo pasé bárbaro la pandemia, pero a nivel musical fue horrible. En pandemia lo único que nos salvó fue el arte, los músicos hacían conciertos en vivos de Instagram y la gente no perdió la cordura gracias a eso. Pero lo último en volver fueron los recitales, que eran la fuente de ingreso de un montón de gente y creo que eso lastimó a muchos artistas porque nos quedamos sin trabajar. De las views y los conciertos en vivos no se vive, no remunera. Para mí, por lo menos, fue un golpe muy duro.

A.T.: Fue una de las razones por las que dejamos de tocar. A la fuerza, primero, porque no había posibilidades, y después hubo un cierto desencanto. En realidad, no sabíamos qué hacer hasta que surgió esta idea de hacer el EP, que en realidad fue un entusiasmo a partir de la canción que empezamos a componer juntos. De ahí dijimos, "bueno, pero vamos a grabarla" y despues de ahi, "bueno, vamos a grabar más canciones". En un momento, cuando estábamos con ese plan de grabar una canción, le dijimos a Mauro Correa de Little Butterfly, y nos dijo: "¿Por qué no graban más canciones? A nosotros nos gustaría colaborar de alguna manera". 

¿Terminaron el EP con ganas de seguir o un poco cansados?

A.T.: Un poco de las dos cosas.

L.T.: yo lo sentí un parto, lo parí y este es el bebé. Nunca te lo sacás de adentro, pero salió algo. Fueron muchos años de trabajo.

A.T.: A mí me pasa que estoy viviendo una especie de reenamoramiento, de ver las piezas juntas y estar contento, que no siempre me pasa. Eso es algo que me pasa mucho en este proyecto con Lucía, de que me gusta el producto final y no pienso en qué cosas podríamos haber hecho de manera diferente, quedo conforme.

¿Hay una parte emocional que influye en eso?

A.T.: Sí, hay una gran parte del proyecto que es que encontramos un lugar para compartir que está buenísimo. Hacer música con tu hijo es maravilloso, pero nosotros siempre decimos que cuando trabajamos en la música, nos olvidamos de que somos padre e hijo.

L.T.: Se pierde edad y vínculo. 

A.T.: Pero hay un encuentro que es super profundo, encontrar un lugar de compartir algo súper importante.

¿Por qué se da esa separación?

L.T.: Creo que es porque hay una cuestión de jerarquía, de que padre es más que hijo, y acá estamos muy a la par, no es que uno tiene más poder que otro. Quedamos por igual.

A.T.: Es un trabajo muy horizontal en el que, por supuesto, tienen que ver todos los otros musicos que participan, pero en el proyecto creativo y la génesis estamos nosotros dos. Nos pasamos música para escuchar y ella me puede pasar cosas viejas y yo cosas nuevas.

L.T.: No es que yo lo alimento de la novedad y él se quedó en el tiempo.

Por Sofía Durand Fernández
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