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Contenido creado por Federica Bordaberry
Música
Temas y temas

Editorial | A quién le importa el periodismo de música

Sea cual sea el formato del texto periodístico sucede lo siguiente: en el proceso de generación del texto el arte conduce al arte.

20.05.2022 13:15

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2022-05-20T13:15:00-03:00
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Hubo un tiempo en el que el género periodismo musical no existía. Por lo menos, no de forma seria. Los que hoy escriben sobre música tienen, obviamente, mucha más historia del género sobre la cuál basarse. Y como tal escritura no existía, tuvieron que abrirse a buscar en otras partes. La literatura, como sucede con casi cualquier texto bien escrito, funcionó como fuente de inspiración para los primeros escritores del rock y del pop.

En el libro How to write about music (2015), editado por Marc Woodworth (profesor y periodista) y Ally-Jane Grossan (editora de la serie de libros musicales 33 1/3 ), se plantea que dentro de la historia del género los primeros en dar respuestas serias a lo que se había considerado un producto pop, completamente desechable, fueron personas como Richard Meltzer, Jon Landay, Robert Christgau, Dave Marsh, Lester Bangs. Y lo hicieron en Estados Unidos en los ´60, ´70, ´80, en revistas como Creem, Musician y la Rolling Stone.

Desde que todo aquello sucedió, desde aquellos días de formación, los textos periodísticos sobre música se han ramificado en sus formatos. Puede ir desde perfiles periodísticos (un texto que cuenta cómo y quién es alguien) hasta reseñas de discos en blogs y páginas web. Sea cual sea, sucede lo siguiente: en el proceso de generación del texto el arte conduce al arte.

Los distintos formatos y periodistas que abundan en el mar del género, parten (espero que lo hagan) desde un deseo de dedicarse al proyecto, a la misión, como oyentes, como conversadores, como cuestionadores y como escritores. No debe haber nadie, que se dedique al periodismo musical, que no piense en la música como algo crucial para su vida.

Pero, aunque un periodista haga eso llamado “escribir sobre música” bien, las oraciones que escriba no servirán para reemplazar, o equiparar, a la música. Es que eso no es lo que debería hacer el periodismo musical.

En esa brecha entre música y texto, esa brecha entre artes, es donde aparece la posibilidad de hacer algo que valga la pena. Lo que hará, o debería hacer: mostrar lo que es central en una obra para que pueda ser visto de nuevo, o visto de otra manera. Eso es lo que hace la escritura más efectiva y más emotiva.

Y aún manteniéndose cercano a su objetivo, el periodismo musical no le podrá hablar a la música en su propio idioma, jamás. Sin embargo, esas diferencias esenciales en el medio (porque el medio es el mensaje, según Mc Luhan) son las que contribuyen a la dificultad y al placer del género.

No se trata de describir el sonido. Es, más bien, cuestión de describir el impacto del sonido en quienes lo escuchan, en su forma de llegar más allá de lo físico. Así es como el arte lleva al arte. El arte conduce al arte. De la música hacia el texto periodístico. Un lenguaje que, en sus propios términos, se acerca a la música.

Se dice de Lester Bangs que él escribía sobre música para entender lo que significa estar vivo y que su trabajo llevaba la gravedad de esa necesidad. Se dice (aunque es cierto que lo dijo él) que escribió sobre discos como fuente de vida. Que así logró mantenerse con vida. Y ojalá todo el periodismo musical fuera así.