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Contenido creado por Federica Bordaberry
Música
Velvet overground

El fantasma de Lou Reed: de dónde sale la música ecléctica de las películas de Wim Wenders

La película “Perfect Days”, así como toda la obra de Wenders, tiene una preferencia por la obra de Lou Reed y The Velvet Underground.

04.04.2024 15:45

Lectura: 7'

2024-04-04T15:45:00-03:00
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Escribe Juan Gabriel López | @galopezjuan

Desde sus primeras obras como Alice In The Cities (1974) hasta producciones más acá en el tiempo como Buena Vista Social Club (1999), la música de Wim Wenders (Düsseldorf, 1945) ha servido como una suerte de banda sonora para los paisajes emocionales y psicológicos que pueblan sus películas. 

A diferencia de su largometraje anterior, en Perfect Days Wim Wenders apela a lo cotidiano del mundo y no tanto al recurso de la fantasía y los mundos ocultos. En esta oportunidad, narra desde la rutina diaria la percepción y los sentidos, a un personaje de mediana edad llamado Hirayama, interpretado por Koji Yakusho (Isahaya, 1956).

Además del cálido recibimiento que tuvo entre el público, la película cosechó importantes premios y nominaciones. Entre los galardones, se cuentan orientales y occidentales como el premio a la mejor película asiática / japonesa, a mejor actor en el Festival de Cannes, y las nominaciones a Oscars y Palma de Oro, como mejor película internacional. 

Lo distinto a Palermo Shooting (2008), radica en que Wenders vuelve a sus bases del underground de los 60 y 70, underground que devino en overground y masividad desde el éxito mismo. En el largometraje protagonizado por el líder de Die Toten Hosen Campino (Düsseldorf, 1962), las canciones saltan desde lo comercial a lo culto en distintos momentos.

The Velvet Underground aparece con "Some Kind Of Love", mientras que los consagrados Calexico y Portishead también dicen presente, pero mixeándose con otras canciones de folk comercial, como la aparición de un tema de la alemana Sybille Baier (que, dicho sea de paso, actuó en papeles secundarios de otras películas de Wenders). Más extrema aún, es la elección de canciones comerciales y dosmileras, como "Thoms" y "Get Well Soon". Esas extrañas oscilaciones se cortan en Perfect Days, y el alemán vuelve a las bases. 

En cuanto a la trama, Perfect Days muestra el transcurrir de este limpiador de urinarios, su intimidad hogareña, y sus salidas por el centro de Shibuya, el barrio más cool de Tokyo. Además de la pasión y empeño que le dedica Hirayama a la limpieza de los retretes, el personaje se muestra a través de los pequeños placeres que encuentra un hombre de a pie, un trabajador de limpieza con sentida vocación, algo propio de la cultura nipona.

Como a lo largo de casi toda la filmografía de Wenders, las escenas de roadtrip aparecen también aquí. Los viajes del personaje son principalmente para ir desde su humilde morada hacia el lugar de trabajo. En estas escenas es que emerge uno de los placeres particulares que se repiten a lo largo de la película: los cassettes. Aquellos que reproduce Hirayama en su camioneta  y que son una recopilación de grandes rockeros de los 60 y 70. 

The Animals, Patti Smith, The Rolling Stones, The Velvet Underground, Van Morrison, The Kinks, Otis Redding, son los clásicos que eligió el filmógrafo para musicalizar su última obra. 

La canción “Feeling Good" de Nina Simone sobre el final de la película queda un tanto fuera de la línea que mantuvo en el resto de la selección. Esto es porque inclusive a la hora de elegir un representante local (“Aoi Sakana” de Sachiko Kaneobu) Wenders respetó un criterio riguroso de canciones que narran o relatan su letra a modo de balada rockera.

Este criterio no es nuevo en la filmografía del alemán, pero en Perfect Days se perfecciona y las baladas aclimatan el largometraje hasta el último momento, en el que el clásico de Nina rompe bruscamente esa línea. 

El uso de la música en las películas de Wim Wenders juega un papel fundamental en la creación de una atmósfera única y emocional en sus obras. La cuidadosa selección de las canciones y la forma en que se integran en la narrativa cinematográfica demuestran la importancia que el director le otorga a la música como una forma de expresión artística que enriquece la experiencia visual y emocional de sus películas. 

Desde sus soundtracks, Wenders transmite sentimientos, evoca memorias y crea una conexión más profunda con los personajes y la historia, convirtiéndolos en un elemento imprescindible en su cinematografía.

Sin embargo, es en su colaboración con Lou Reed donde este simbiosis alcanza su máximo esplendor. Fue el que más marcó su huella, como ningún otro, en el universo sonoro de las películas de Wenders. 

Desde la interpretación en vivo de “Why I Can’t Be Good?” en Faraway, So Close! (1993) hasta la auto representación en Palermo Shooting (2008) como un fantasma consejero, Lou Reed siempre fue una influencia para el director alemán, además de ser un amigo cercano y personal.

La música del fallecido músico neoyorquino significó un antes y un después en la historia del rock and roll. En ella pueden apreciarse vástagos bohemios de poesía urbana y crudas melodías de concreto. Desde ese lugar, Lou Reed aporta una dimensión extra a las películas de Wenders, convirtiéndose en un personaje más dentro de las historias que narra el cineasta. 

El modo spoken word en el que canta como solista, o desde la Velvet Underground, convierte a Reed en el intérprete perfecto para musicalizar esos momentos de desenvolvimiento cotidiano, abundantes en las películas de Wenders.

Otro que ha dejado una marca indeleble en la cinematografía de Wenders es el mítico Ry Cooder. Su colaboración más notable fue en la película París, Texas (1984), donde el rey del slice compuso la banda sonora original que sirve como el alma desértica y melancólica de la película. 

Además de esta ficción, Wenders filmó el documental Buena Vista Social Club, en el que Ry Cooder participa como co-organizador de aquellos músicos populares de una Cuba de antaño. El resultado es un documento excelente en el que conviven la música, el amor por la cultura popular y la tradición.

El momento en el que quizás mejor se configuran música y sonido en la filmografía de Wenders sucede en Wings Of Desires (1987). La escena es en un antro berlinés, barroco y elegante, pero con un ambiente pesado y caldeado. Las camperas de cuero son paneadas con la cámara y quien aparece en el escenario es un joven, pero ya radiante, Nick Cave junto a sus Bad Seeds. 

En la trama de la película, hay un ángel que cayó del cielo y está dispuesto a sacrificar su inmortalidad para vivir como los humanos. El ángel, personificado por Bruno Ganz (Zurich, 1941) caba de entrar en la sala. Mientras, el músico australiano hace una versión potenciada de "From Her To Eternity". Está poseído, dispuesto a cambiar su alma negra y finita con la de aquel ángel desesperado en blanco y negro.

En la misma Wings of Desire, acontece una escena similar en la que suena "Six Bells Chime" de la banda Crime and The City Solution, nuevamente una banda de australianos. Si bien estos no tenían la convocatoria, ni la relevancia de Nick Cave, todo lo que allí acontece es igual de bueno. Esta vez, el ángel creado por Wim Wenders descubre la sensualidad de una mujer bailando al ritmo de un oscuro rock and roll. 

Las dos escenas aparecen como un continuado dentro del film y, juntas, son una fiel representación de lo que Wenders puede lograr desde su costado musical. 

La búsqueda del alemán pasa por ese espíritu de lo underground en lugar de lo masivo o de lo culto, dos trampas en las que cualquier artista con éxito puede caer. La pregunta que resuena, es si Wenders conecta una vez más con esa búsqueda desde el lugar de alguien que se siente caído en las trampas de la masividad, o si simplemente en Perfect Days está usando sus canciones como un aporte al costado perceptivo de la película, apelando a una nostalgia emotiva de quien consume el fin.