Por Sofía Durand Fernández
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Una vez al año, la costa este de Uruguay tiene al cine como protagonista. Lo que una vez empezó como un festival entre vecinos y pocas proyecciones, ahora crece a pasos agigantados en cada edición.
Si bien el festival se lleva a cabo durante diez días en enero, el trabajo del José Ignacio International Film Festival (JIIFF) ocurre todo el año. Con presencia en el Festival de Cannes, el Programa Benefactors, y el JIIFF Lab, tienen como objetivo potenciar el impacto del festival a nivel internacional, y también contribuir al impulso del cine nacional.
Esta edición cuenta con grandes hitos. Por un lado, estarán presentes Jacques Audiard y Karla Sofía Gascón, director y protagonista respectivamente de Emilia Pérez. Sin lugar a dudas, es una de las películas que más ruido ha generado en la temporada de premios, sea por los galardones y los halagos, como también por las críticas y controversia. El viernes 24, el director uruguayo Pablo Stoll presentará El tema del verano, su nueva película, junto al elenco.
Pero, además, el JIIFF se convirtió en el primer festival uruguayo calificador para los premios Oscars. La cinta ganadora de la Competencia de Cortometrajes puede ser considerada por la Academia para competir en la próxima edición.
Pablo Mazzola, director de Working JIIFF y programador del festival, enmarca cada logro en diferentes ejes que tienen como objetivo generar el impulso, pero sin perder el carácter social. “Un festival tiene que servir para las visibilidades, para que una película siga existiendo", explica en entrevista con Latido BEAT.
El festival comenzó el sábado 18 de enero y continuará hasta el domingo 26 de enero. La entrada es gratuita.

Cortesía de la producción
Durante su paso por el Festival de Cannes, afirmaron que la intención era “potenciar el impacto de JIIFF a nivel internacional y contribuir al impulso del cine nacional”. Desde esa perspectiva, ¿qué significa ser calificadores para los premios Oscars?
Como festival buscamos distintas maneras de que se conozca. Puntualmente en el caso del cine uruguayo, lo trabajamos de distintas maneras. Una de ellas fue empezar compartiendo con los medios lo del Festival de Cannes, donde tenemos un espacio que es tremendamente llamativo: un yate. Es un modo de estar recibiendo al de afuera, y también es un espacio de trabajo para el local. Cuando uno va al festival o al mercado de cine de Cannes, da cuenta de la locura que se vive. Entonces, nosotros, con el gran desafío que significa, realizamos el ejercicio de emular cierta tranquilidad que se puede vivir cuando venís a José Ignacio. Buscábamos trasladar esa experiencia para apaciguar la locura que se vive durante el mercado o el festival. Nos parecía importante y lúdico porque es un rico llamado de atención: por qué tenés que conocer Uruguay, por qué tenés que venir, qué cosas pasan acá. Es una experiencia diferente a otros modelos.
Luego, como festival, en general trabajamos la ficción, que es una pata fuerte asociada a la industria. Acá estoy hablando del festival, pero también de lo que trabajamos, como el área de industria, que es Working JIIFF. Es cómo unimos que haya un movimiento en la industria local, con cierto impacto internacional. Ese es otro de los ejes que tratamos de que sucedan. Para eso hacemos Working JIIFF, que son dos experiencias en las que acompañamos a la formación de ciertos conocimientos audiovisuales, como por ejemplo Generación J, o potenciamos el momento de networking con la industria, que es a través del laboratorio JIIFF. Son formas que trabajamos para que haya dinamismo con la industria local.
¿Cómo se llevan a cabo estas instancias y de qué manera se conjugan?
En JIIFF Lab hay un diferencial profundo que es a través de la fundación Pfeffer del Sur: a uno de los proyectos se lo reconoce con un premio de 50 mil dólares para trabajar en coproducción con Uruguay, con un productor uruguayo. Digo esto porque puede ser un proyecto de México, de Chile, de distintos países de Iberoamérica. Pero, en relación con la industria uruguaya, es un aporte para que puedan fortalecer y desarrollar el proyecto. Hacemos un gesto así, o tratamos de acompañar con ciertos tutores y asesores internacionales a los chicos, o a través de una fuerte visibilidad muy lúdica y original en el festival de Cannes. Es posicionamiento, es internacionalización, es que se conozcan a productores que ya vienen trabajando mucho para que puedan existir las películas.
Somos un articulador para esto, acompañamos esta posibilidad que sucede en José Ignacio. Y al mismo tiempo, hace más de cinco años, hacemos la competencia de cortometrajes que es puramente uruguaya. Lo que buscamos es que también tengan actos de potenciación con lo internacional, con la profesionalización. A través de la Fundación Diciembre es poder estar presente en el festival de Cannes, y a través de otras gestiones que el cortometraje ganador pueda ser pensado para ser considerado a las nominaciones de cortometraje de los Oscars. Son herramientas para que los directores de cortometrajes y sus productores también puedan estar en relación con su profesionalización y visibilidad. Somos mediadores de la experiencia.

Pablo Mazzola. Foto: Cortesía de la producción
En esta edición van a estar presentes Jacques Audiard y Karla Sofía Gascón, director y protagonista de Emilia Pérez, una película que se ha estado posicionando fuerte no solamente en la temporada de premios, sino que también por polémicas alrededor de las decisiones artísticas.
Acá aparecen muchas cosas que son muy lindas. La película se presentó en Cannes, la vimos ahí y nos gustó. Es un mosaico de géneros, es muy original, juega de muchas formas; es muy cinematográfica, usa todos los elementos propios del cine. Por otro lado, genera polémica. Se han puesto a trabajar fuertemente tanto para todo lo que sean los premios en Hollywood, como también por un afán de que la película se conozca. Entonces, que el director y la actriz puedan estar presentes tiene que ver con el festival, pero también para potenciar la visibilidad de la película, porque además es un buen apoyo a lo que podríamos decir la difusión para el estreno. Nosotros como festival acompañamos a todo esto también, poder hacer una premiere tan fuerte, tan magnífica, donde se encuentre la gente. Esperamos que luego, con en el boca a boca, elijan ir al cine.
Un festival tiene que servir para las visibilidades, para que una película siga existiendo, que no se agote “en”, y nosotros esperamos que se dé. Que después que la ve mucha gente en el festival, le digan a los demás que tienen que ir a verla. Que genere los intereses propios para que venga Jacques Audiard y Karla Sofía Gascón me parece importantísimo, que vengan a JIIFF a presentar la película y a partir de eso todo haya un impacto en la zona y en la región, porque seguramente va a impactar tanto en Uruguay, como en Argentina. Muchas veces lo hacen los directores uruguayos. Un día antes vamos a tener la premiere de El tema del verano, de Pablo Stoll, y también van a estar Pablo con los productores y las actrices. Va a haber todo un dispositivo de encuentro para la proyección y premiere de la película. Está el estreno de Vermiglio, que está en el shortlist de Mejor Película Extranjera para Cannes; va a venir Maura Delpero, su directora, a presentar la película. Todos estos dispositivos de encuentro me parece que son propiedad de un festival, de mover la cosa para que después haya otros consecuentes impactos, para que la gente se informe. Porque también el arte de comunicar una película es bastante difícil. Hay películas que tienen más poder para hacerlo y otras que les cuesta mucho más.

Bajada de los Pescadores. Foto: Cortesía de producción
¿La representación de figuras internacionales y la proyección de películas con gran peso en la temporada de premios, como Anora, significan un crecimiento sustancial del festival para ustedes?
En Uruguay creo que se estrena el próximo jueves, y tenemos la premiere el sábado. La película es maravillosa, excepcional, un trip maravilloso entre amor, desborde, pasiones, negocios y un montón de cosas. Por otro lado, para nosotros Sean Baker es como un amigo de la casa, porque fuimos pasando casi todas sus películas: The Florida Project (2017), Starlet (2012), Tangerine (2015). Esperamos tenerlo en algún momento en el festival. Es muy amoroso y su cine es muy inteligente, con unas narrativas maravillosas. Abrir con semejante pedazo de película en la Bajada de los Pescadores está bueno, y esperamos que sea lindo y que acompañe el clima, que es parte del riesgo que cada año habitamos con las películas de proyección al aire libre. Elegimos las películas en función de los espacios en las que las vamos a proyectar. A veces, hasta por sus complejidades, hay películas que necesitan de otro dispositivo, entonces también elegimos dónde proyectarlas.
En el caso de JIIF, el festival per sé no solamente es la apertura de un nuevo año, sino que también la consagración del trabajo realizado el año anterior.
Todo festival siempre es un punto de llegada y otro de partida. Se trabajó un año para pensar lo que puede estar sucediendo, qué películas son, por qué la gente se tiene que encontrar, cuáles son las películas que no se estrenaron, pero que igual queremos darle una visibilidad y que llamen la atención. Hay una película que se llama Black Dog, que es china y es increíble. Es una película inteligentísima, compleja, y muy atípica como obra cinematográfica. Como la competencia de cortos uruguayos, es como decir “préstale atención a esto, pasan cosas, hay gente que se está pensando desde este lugar, hay gente que está queriendo proponer esto”.
Es la consecuencia de un trabajo que se vino haciendo para manifestarlo. Pero, al mismo tiempo, es nuestro grado cero para repensar cuáles son los movimientos culturales, audiovisuales, el estado de situación de la industria, cómo está Uruguay, como está el mundo, qué está pasando con las audiencias, y uno se las vuelve a preguntar para abordarlas de manera conjunta en un nuevo año. Un festival no es estático, y tampoco estaría bueno que así lo fuera. Siempre va a tener un calor que hace que sea diferente. Tiene las garantías de ciertas acciones y las incertidumbres de otras.
Las proyecciones al aire libre pertenecen a las incertidumbres, pero también a la identidad del festival.
Sí, nuestra tecnología también se complejizó mucho. Para poder tener ciertas películas que el espectador quiere ver, tuvimos que hacer rediseños de tecnología. Entonces también es complejo y fuerte, porque son las dinámicas del cine. Si uno quiere estar dándole al otro algo interesante, tiene que estar pensando qué está sucediendo bajo el diseño, que para nosotros es lo inicial. Nosotros queríamos que ocurra una experiencia de cine, de encuentro, y reflexión en la temporada del verano, cosas que no siempre están asociadas. Entonces ese fue el motor de existencia del festival. ¿Qué pasaba con ciertos atardeceres? ¿Podemos ver buenas películas con el atardecer?
Por Sofía Durand Fernández
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