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Literatura
A partir del desierto

El viaje de Hanif Kureishi: la búsqueda de la libertad y las fases personales del duelo

El escritor y guionista británico escribe en su newsletter sobre el accidente que lo dejó inmovilizado, convirtiéndose en otro Kureishi.

24.01.2024 19:04

Lectura: 8'

2024-01-24T19:04:00-03:00
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Por Sofía Durand Fernández
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“Si la gente no estaba escribiendo libros sobre personas como yo, yo mismo escribiría uno, escupiendo todas las cosas dolorosas, con rudeza y a la ligera. Alguien me dijo, ´escribe con gusto´. Eso hice".  

Esto dice Hanif Kureishi en su newsletter acerca de El Buda de los suburbios (1990), la primera novela que publicó. Allí relata las peripecias de Karim, el joven inglés de ascendencia pakistaní que se lanza a las calles de Londres buscando conocer la adultez. 

Había una copia circulando por nuestra escuela como contrabando. Lo leí de una sentada en el patio de recreo y me perdí todas mis clases. Nunca antes había leído un libro sobre alguien remotamente parecido a mí”. Así recuerda la novelista Zadie Smith haberse encontrado con la novela de Kureishi a los 15 años, en su libro de ensayos Con total libertad (2021). 

Hanif Kureishi y Roger Michell en Pecado Familiar (2003)

Hanif Kureishi y Roger Michell en Pecado Familiar (2003)

A partir de su propia necesidad, el escritor británico logró ponerle voz no solo a sus vivencias, sino también a las de un grupo social que carecía de representación. Le costó caro, hasta tal punto de haber recibido acusaciones de explotación por parte de su propia familia. “Mi padre sintió que Hanif le robó su dignidad”, dijo su hermana en una entrevista con el medio inglés The Guardian.Todas las óperas primas son cartas a los padres, para contarles cómo fue para uno, un relato de cosas que no entendieron o no quisieron escuchar”, explicó Kureishi en su newsletter

Intimidad (1999), la novela que tiene como protagonista a un hombre que decide abandonar a su familia por sentirse agobiado, también recoge hechos y sentimientos de la propia vida privada del escritor. Además, deja en claro que a Kureishi no le interesa escribir sobre héroes ni villanos, por más que comparta notorias características con sus personajes.  

En la obra de Kureishi se perciben dejos de insolencia porque no solo encuentra incomodidades en lo cotidiano, sino que también les agrega capas de complejidad. Desde su óptica, es más fácil hallar contradicciones y cuestionamientos en una casa de familia que en cualquier otro tipo de escenario grandilocuente.  

Escribe sobre protagonistas que están simbólicamente postrados. Que buscan conocer más allá de los límites y se preguntan si existe la libertad una vez que se superan las imposiciones y códigos sociales. Leones nietzscheanos y, en el mejor de los casos, los niños sobre los que relata en Las tres transformaciones del espíritu. Ya no relató solo el sentir de un solo grupo social, sino el pesar moral de la humanidad.

Es, entonces, irónica esa situación en la que se encuentra actualmente Hanif Kureishi. Aquel que comenzó su carrera literaria escribiendo novelas pornográficas bajo los seudónimos de Antonia French y Karim. El que nunca quiso ser “solo” un guionista, sino que buscó la libertad en las numerosas formas de trabajo alrededor del texto.  

Es extraño para mí, alguien que ha pasado su vida haciendo exactamente lo que quiere, estar ahora en esta camisa de fuerza, no tener agencia ni independencia. Estar indefenso e impotente”, dice en "A haircut and a shave", una de las entradas del newsletter

Era 26 de diciembre de 2022. Kureishi recién había cumplido 68 años y estaba en Roma junto a su esposa, Isabella D´Amico. Tras pasear por los jardines de Villa Borghese y la Piazza del Popolo, se desplomó. “Se me ocurrió que no había coordinación entre lo que quedaba de mi mente y lo que quedaba de mi cuerpo. Estaba divorciado de mí mismo. Creía que me estaba muriendo. Creía que me quedaban tres bocanadas de aire”, dijo el escritor en su cuenta de X.  

Fue ingresado a un hospital de Roma y luego trasladado a otro en Londres. El diagnóstico fue que una ruptura en su columna vertebral no le permitiría mover las piernas ni los brazos. No sabía si iba a poder volver a agarrar una lapicera. Sin embargo, una semana después y con la ayuda de su hijo Carlo, comenzó a narrar lo que le estaba ocurriendo en un blog y un newsletter: las crónicas de Kureishi. O, en su idioma original, las "Kureishi Chronicles".

“Isabella sugirió que no debería escribir un blog si iba a resultar demasiado miserable y morboso. Pero así es como es”, dice una entrada de julio de 2023. También comentó cómo su hijo le dijo que, “tal vez sólo cuando uno mira hacia atrás, a su sufrimiento, le encuentra algún significado”. En los primeros meses, el escritor consideraba su accidente como una injusticia, la condena a un crimen que no cometió. Una equivocación.  

Siento que me han molestado y acosado, que de alguna manera alguien ha cometido un error y se ha equivocado de persona, que esto es una injusticia y que alguien reconocerá que me han tratado mal, que esta farsa terminará y, ¿volveré a mi estado normal? Pero por otro lado me doy cuenta de que esto no es un error, que es la realidad; que esto me ha pasado a mí”, afirmó.  

Su esposa recibió llamadas de preocupación por su estado de ánimo. Su hijo Carlo se tomó la libertad de hacer notas en las entradas del newsletter que el diagnóstico médico —a pesar de lo que dijera su padre— iba mejorando paulatinamente. Aun así, Kureishi seguía mostrándose molesto y disconforme con los giros del azar que culminaron por dejarlo postrado en una habitación de hospital.  

Pero, fiel a su estilo, también hablaba del día a día en el hospital y su diagnóstico. Los problemas con el catéter, el vínculo con las enfermeras, las visitas de amigos y la soledad, a la cual le tiene miedo e inevitablemente ataca desde que vive internado. De cada acontecimiento o detalle, surgen disertaciones sobre algo mucho más grande y el tono y estilo que lo llevaron a vivir de escribir salen a la superficie. 

Perder la sexualidad de la noche a la mañana, de un golpe repentino, es como perder el sentido. Inesperadamente falta algo que nos ha guiado y activado a lo largo de la vida”. Así comienza una entrada en la que habla del sexo –o la falta de este–. También denuncia cómo no es un tema que se toque en el hospital o en los grupos de apoyo. Otra vez, sentía la necesidad de poner en palabras lo que el resto del mundo considera pudoroso.  

Es posible que, para Kureishi, dejar por escrito lo que piensa sea una manera de encontrar poder en un momento donde la incapacidad de valerse por sí mismo lo aqueja. Sin embargo, también documentó el duelo del hombre que solía ser. Hizo testigo a casi 18.000 personas, suscriptas a su newsletter en Substack, de su transformación.  

Tracey me acuesta la mayoría de las noches y tenemos la oportunidad de sentarnos y hablar, como no hemos podido hacerlo en años, renovando nuestra relación. Mi amistad con los chicos también ha sido alterada y madurada en muchos sentidos. Nunca tendría ningún motivo para confiar en ellos como lo he hecho desde mi accidente”. Así habla de su ex esposa y sus hijos. En este tiempo, afirma que ha podido ver el amor que siente hacia sus seres queridos desde otro lugar. Si bien la culpa de tener que ser cuidado está presente, valora que su familia esté presente. Le sorprende la respuesta del público hacia sus entradas de newsletter. Abrió, incluso, concursos de escritura por ese medio. Estos textos van a ser reunidos en un libro, “Shattered”, por uno de los sellos de Penguin Random House.  

Eso es lo bueno de ser escritor, cada diez años te convertís en alguien más”, dijo en una entrevista de 2014 a The Guardian, casi diez años antes de su accidente. Hoy, Kureishi es alguien más. Alguien que antes escribía sobre la búsqueda de la libertad en términos materiales, de tiempo y espacio, y ahora se encuentra en una búsqueda espiritual de la misma, encontrando las mismas complejidades que antes.  

Por Sofía Durand Fernández
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