Documento sin título
Contenido creado por Catalina Zabala
Literatura
Contar un relato es traicionarlo

Elena Ferrante: la pluma anónima que escribió la vida de dos amigas napolitanas

"La amiga estupenda", perteneciente a la saga de "novelas napolitanas" fue considerado el mejor libro del siglo XXI por The New York Times.

27.01.2025 15:36

Lectura: 10'

2025-01-27T15:36:00-03:00
Compartir en

Por Delfina Montagna | @delfi.montagna

Las novelas napolitanas. Así se refieren los críticos y escritores a ellas. Son cuatro, escritas bajo el seudónimo de Elena Ferrante. Su autora es muy celosa de su anonimato; el impacto de sus libros fue tal, que existen investigaciones de periodistas y filólogos para encontrarla. La historia trata sobre dos amigas. De hecho, Dos amigas es el nombre oficial de la saga, compuesta por La amiga estupenda (2012), Un mal nombre (2013), Las deudas del cuerpo (2014) y La niña perdida (2015).

Lenú y Lila son dos chicas inteligentes, perceptivas, lo que nosotros llamaríamos “vivas”. Ponen toda su agudeza, su observación y sus intuiciones al servicio de una sola cosa: salir del barrio. Ellas se crían en un barrio pobre y periférico de Nápoles, donde el machismo y la violencia familiar son moneda corriente. Es el momento de la Guerra Fría, a mediados del siglo XX, pero nadie les explica nada. La cuota indispensable de información que necesitan para manejarse en ese astillado contexto les llega de a retazos, de espionajes a las conversaciones adultas y de enrevesadas investigaciones infantiles.

Sin entender mucho, ambas saben que el mundo estaba lleno de palabras que matan: el tétanos, el tifus, el gas, la guerra, los escombros, el trabajo, la bomba, la tuberculosis, un golpe en la nuca, la supuración. Ni siquiera se les advierte qué es la menstruación hasta que les toca, y llegado el momento, se lo explican de mala gana. Tampoco saben qué es un preservativo cuando empiezan a tener sexo. Pero día a día, hito a hito, su mundo se amplía. Se enteran y hurgan en todo eso que hubo antes, antes de que ellas nacieran. Advierten que las rodean fuerzas opuestas, que hay gente de extrema derecha que se reconoce como fascista y entre los suyos también están los afines al comunismo, fuerzas que —tarde o temprano— van a colisionar.

Interrogan poco a poco al mundo tal como les vino servido, con las estructuras que les dieron para inteligirlo. ¿Es normal que el padre dé algún que otro manotazo para poner orden? ¿Es obligatorio para la esposa hacer todo lo que le sea exigido y sin chistar? Incluso en el camino heroico de convertirse en adultas y ser tomadas en sus propios términos, ¿no podrían estar un poco mejor todavía si no les tocara por default hacer la comida, bañar a los hijos, acostarlos, llevarlos y traerlos?

Puede que todas estas preguntas no te parezcan novedosas, porque no lo son. En algunos casos, retrotraerse en el tiempo y descartar muchas cosas que damos por sentadas supone un esfuerzo para el lector.

La amiga estupenda

La amiga estupenda

Al menos dentro de cierto segmento social, ya sabemos sobre la lucha por el trabajo doméstico y vemos a la educación como nave o como trampolín. Ya sabemos sobre el capital simbólico y lo que implica; que el estudio nadie te lo puede robar y también sirve para estar más seguros en el mundo, no solo a nivel económico. Sabemos lo que significa para alguien tener un trabajo que le otorga una identidad, y además una con la que se está de acuerdo. Pero nadie captó tan bien cómo todas estas cosas se sienten en los huesos. Todo lo que parece mera categoría técnica —género, clase— es, en realidad, cabalmente íntimo y remueve las facetas más ocultas de una persona. Con un realismo infatigable, esta es una de las miradas más penetrantes del relato de la italiana.

En agosto del año pasado, 503 redactores (escritores, críticos, periodistas) considerados “personalidades de la literatura” votaron los cien mejores libros del siglo XXI para el diario The New York Times.  La amiga estupenda encabeza esta lista.

Al ver un título que trata sobre dos chicas pobres puede que muchos hayan pecado de prejuiciosos, pensando que se trataba de un premio orientado por el compromiso de ser políticamente correctos. Sin dudas, las “novelas napolitanas” tienen una matriz y una relevancia social. Pero, luego de leer las 1.954 páginas que componen este conjunto de libros, no cabe ninguna duda: Elena Ferrante tiene el reconocimiento que se merece, y es gracias a la auténtica fuerza de su narrativa feroz.

Con realismo infatigable me refiero a que, valiéndose de esta extensión, Elena Ferrante nos hace vivir la vida de otra persona. El largo de la saga no es una excusa para alejarse de ella; muchas de las reseñas de escritores precisan que la leyeron toda en un abrir y cerrar de ojos. El efecto narcótico es tal que mucho parece poco, y no conviene terminar un volumen sin tener el otro a mano.

Analizando el realismo de Flaubert en El arte de la ficción (2016), James Salter dice que es el lenguaje de un mundo que, por alguna razón, parece más auténtico que el mundo mismo. El realismo de Ferrante es un claro ejemplo de esta escuela que, como dice Salter, “nos regala el milagro de un mundo entero”. A primera vista, puede parecer que este efecto obedezca a lo exhaustivo de su observación y el detallado modo de contar. También podría ser consecuencia de que Dos amigas abarca la vida entera, desde la infancia hasta la vejez. Otra buena hipótesis es  —simplemente— que todo es cierto.

La amiga estupenda (2018)

La amiga estupenda (2018)

La villa en Nápoles, la entidad ominosa a la que todos se refieren como "el barrio", la chica sobreadaptada que se pega a otra por instinto de supervivencia. Lenú, insegura de todo, es atraída por Lila como un imán. Lila tiene una determinación absoluta, un ingenio que deslumbra a todos, y lo que sea que hace, lo hace sin vacilación.

Su amistad, sus padres, sus hermanos, sus esposos y sus amantes: todos estos elementos son verdaderos. Y con esto no me refiero a un impulso empírico, a eso que el relato sin duda nos induce a pensar por su aire autobiográfico, su cuidado anonimato o ese fragmento final en el que Lenú, la protagonista, se dirige a nosotros los lectores con un descargo y una confesión: que ni ella misma puede creer que terminó. Incluso por ese juego de espejos en el que la protagonista es tocaya de la autora (en realidad, de su seudónimo) y escribe sobre su vida.

Quizá no haya mejor forma de explicar esta resonancia con la verdad del título de una de sus columnas para el diario The Guardian [que fueron compiladas en el libro La invención ocasional (2019)]: “La experiencia de escribir un diario me transformó en una escritora de ficción”. Ahí cuenta que en su adolescencia, la contracara de su timidez, su cautela y su mutismo era una sinceridad desenfrenada en un diario. Convivir con estas dos facetas la conflictuaba. No internamente, sino por la simple posibilidad efectiva de que alguien leyera sus palabras (sus pensamientos más audaces, sus secretos).

“Pensaba que cuando uno escribía no tenía sentido contenerse, censurarse, y como resultado escribía sobre todo —quizá solo— sobre lo que hubiera preferido callar, recurriendo entre otras cosas a un vocabulario que nunca me hubiera atrevido a utilizar al hablar”, rememora.

La amiga estupenda (2018)

La amiga estupenda (2018)

La solución que encontró, entonces, fue la de canalizar su deseo de contar la verdad en relatos inventados. De hecho, esto ya pasaba: incluso cuando se intentaba relatar la verdad, cuando quería ser despiadadamente honesta, el diario terminaba convirtiéndose en ficción.

Para Ferrante, el intento de escribir es siempre como contar un sueño. Toda historia remite pero traiciona a su origen. Hay una verdad inaccesible, algo urgente y por entero suyo, tras lo que el acto de escribir “corre una carrera a contrarreloj, carrera en la que quien escribe siempre queda rezagado”.

Así lo explica En los márgenes (2022), en una conferencia que ella escribió (invitada por la Cátedra Umberto Eco de la Universidad de Bolonia) y la actriz Manuela Mandracchia interpretó. Partiendo de una breve cita de Zeno Cosini, la escritora desarrolla que entre pena y pluma existe un desequilibrio congénito atravesado por el tiempo, que ocurre en lo que demora una idea en bajar al papel. “En efecto, mientras que las letras se arrimaban, veloces, las unas a las otras, imponiéndose, la visión escapaba y escribir estaba siempre destinado a ser una fastidiosa aproximación. La escritura tardaba demasiado en plasmar la onda del cerebro. Las letras se afanaban en captar el pasado mientras ellas mismas se convertían en pasado, era mucho lo que se perdía”. 

La amiga estupenda (2018)

La amiga estupenda (2018)

Anonimato y género

La experiencia de leer a alguien totalmente anónimo no es tan frecuente. Puede que no sepamos cómo nos va a afectar. ¿Nos pasaremos la noche en vela frente a la pantalla, hurgando en todos los fragmentos de información disponibles para saber algo, inducir algo sobre la persona detrás del texto?

Un periodista empedernido llamado Claudio Gatti condujo una investigación para encontrar a la autora detrás del seudónimo. También en el 2016 el filólogo y novelista italiano Marco Santagata publicó un trabajo académico detallando sus teorías acerca de la autora. La respuesta de Sandra Ozzola Ferri, una de las fundadoras y propietarias de la editorial de Ferrante, fue: “Si alguien quiere que la dejen en paz, déjenla en paz. No es miembro de la Camorra ni es Berlusconi. Es una escritora y no le hace daño a nadie”.

En algunos casos, estos y otros investigadores se animaron a sugerir que quien estaba detrás de las novelas napolitanas es, en realidad, un hombre. La misma Ferrante rechazó repetidamente estas insinuaciones, y tiene un gran cuerpo teórico dedicado a lo que implica escribir siendo mujer.

La amiga estupenda (2018)

La amiga estupenda (2018)

También en su conferencia en la Universidad de Bolonia, cuenta que de joven leía muchísimo, pero raras veces se encontraba con un libro de una mujer para disfrutar. “Mi sensación era que de las páginas surgía una voz de hombre, una voz que me ocupaba y que yo trataba de imitar por todos los medios (...). Más en general, he de confesar que me imaginaba convertida en varón sin dejar de ser mujer”, cuenta.

Luego, partiendo de su interpretación de Rimas, escrito por Gaspara Stampa, comenta que comprendió que “la pluma femenina debía hacer un esfuerzo enorme y muy valiente —hoy igual que hace cinco siglos— para violar el 'juego habitual' y dotarse de 'estilo'”.

Más tarde, en una entrevista por email que la escritora Elizabeth Strout condujo con ella, Ferrante desarrolló un poco más este pensamiento: “Nadie es el verdadero nombre de cualquier mujer que escribe, ya que escribe dentro de una tradición esencialmente masculina. Intentamos utilizar lo mejor posible la especificidad de la escritura. Echamos mano de los recursos almacenados en el viejo almacén de la escritura. Pero apenas nos pertenecen”.

Sobre la protección de su identidad y el juego literario que eso abre, ella misma comentó que “los libros, una vez escritos, no necesitan de sus autores”. Al ser consultada por las razones en una entrevista realizada por correo en el 2014 con el The New York Times, explicó: “Lo que más cuenta para mí es conservar un espacio creativo que parezca lleno de posibilidades, entre ellas las técnicas. La ausencia estructural del autor tiene un efecto sobre la escritura que quisiera seguir explorando”.