Por Valentina Temesio
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—¿Alguna vez fumaste pasta base?
—Gracias a Dios, no. Estuve cerca, pero no.
Rodrigo Elizalde quiere dejar un mensaje en los jóvenes del barrio. Quiere que sea sano, que, de alguna forma, haga reflexionar. Por eso, a pesar de que nunca fumó pasta base, lanzó “Maldita pasta” una canción que, escrita en primera persona, cuenta qué siente alguien adicto.
La droga, la familia, el barrio y el dolor son algunos de los temas que transitan las canciones del rapero que nació en 2003 en el barrio Flor de Maroñas, donde vivió hasta los cinco años cuando se mudó a Villa García. A los 17 volvió.
Según un estudio del Observatorio Uruguayo de Drogas, la pasta base llegó a Uruguay entre 2002 y 2003. Es decir, lleva en el país casi el mismo tiempo que la edad de Elizalde.
“En el barrio te das cuenta quién es quién, aprendés sobre lo que se llama lealtad. Aprendés muchas cosas que capaz no te enseñan en la escuela”, dice.
Rodrigo Elizalde, quien se presenta como Eliz, no recuerda en qué momento empezó a rapear, aunque sabe que lo hace desde chico. “Sé que de un día para el otro estaba empezando a cantar y en un momento ya estaba remetido”, cuenta.
Antes de que sus canciones sean virales en las plataformas digitales, rapeaba en su casa, en el barrio, era un joven más que hacía freestyle (y lo sigue haciendo). Hasta que, como buen centennial, hijo de la era digital, compartió su música en las redes sociales. “Sé que un día empecé a tirar música a Instagram, a grabar freestyle con una camarita, un parlante y una pista de Youtube de fondo”, dice. Eliz se grababa rapeando, subía el contenido a las redes y, como veía que a la gente le gustaban sus canciones, continuó haciendo más.
Escribe en su casa y una vez que se aprende la letra va a algún lugar del barrio y graba un video que “llame la atención”, cuenta el rapero. Hay veces en la que se dice a sí mismo: “Hoy voy a escribir una historia de vida”, y lo hace. Si es un rap, le sale: a medida que piensa qué palabras elegir, qué rimas fusionar, escribe. Otras, está en el estudio de Pedro Alemany y hace freestyle.
—¿Tu género es el rap consciencia?
—Y sí. Pienso que sí. Siempre dije: “Esto es consciencia”. Antes de sacarlo ya sabía que era eso. No sé cómo llegué a eso, sé que de un día para el otro estaba en Instagram y dije: “Tengo que hacer algo que la gente escuche, que les guste y compartan”. Pensé en algo que estuviese ahí, algo que la fuera a romper. Y nada, saqué el single de la pasta base y se hizo viral en las redes sociales, en Facebook.
—Fue un punto de inflexión.
—Sí.
En Spotify, “Maldita pasta” tiene 88.172 escuchas; en YouTube superó el millón. Quizá sea por el video, que “llama la atención”: Eliz está tirado sobre una pared de bloques de hormigón, su mirada está perdida y habla de la droga como si supiera qué genera, como si lo lastimara.
—Son vivencias, uno es chico y ve a sus padres, a sus tíos... Son cosas que uno pasa en la vida. Hoy en día sé qué me hace bien y qué me hace mal. Hoy en día lo transmito con la gente, para que también tome conciencia —expresa.
—¿Todo lo que narrás son cosas que te sucedieron?
—No. De chico he visto a mis padres drogándose, cosas que uno ve, pero que también aprende. Porque ya sabe lo que es la droga, lo que te va a hacer. Sabés que si vas por ahí no es un camino bueno.
—¿Por qué te parece que “Maldita pasta” pegó tanto?
—Porque la pasta base está en todos lados, en todos los barrios. Por la forma de expresarme, de cómo doy el mensaje.
—¿Qué mensaje querías transmitir?
—Quería que la gente sintiera que yo soy el que está fumando.
Hay veces en que “pibitos” del barrio se drogan y le dicen a Eliz: “La otra vez me drogué toda la noche y pasé escuchando tu canción”. Él dice que no va a hacer que dejen de drogarse, pero les deja algo.
Mientras, Eliz sigue su vida como antes de que sus letras viajaran por internet: conserva su trabajo en el Puerto de Montevideo, donde un compañero una vez le aconsejó que leyera para escribir mejor. Un consejo que lo ayudó y le facilitó la escritura.
Sin embargo, recuerda, hace un año miraba a quienes integran la escena del rap y pensaba: “Cómo queda estar ahí”. Y ahora lo logró, al momento de esta entrevista está en el estudio de Pedro Alemany, su productor, tiene tres canciones en su perfil de Spotify —“Maldita pasta”, “Caemos pa la disco” y “La nueva generación”— y visitó programas de televisión. “Hoy en día hay muchos artistas, no solo de Uruguay, sino que también de otros países, me conocen, me dan cabida”, dice.
A Eliz le gustaría poder vivir solo de la música. Seguir por el camino del rap, del freestyle y, también, por qué no, el de la plena —aunque dice que sería difícil hacer conciencia con este género—. Quiere vivir de la música para ver bien a su madre y a su hermana de 15 años. “Darle para delante, que me vaya bien y poder vivir de esto”, cuenta.
La próxima vez que Eliz lance un tema, contará otra historia de vida, la de un joven que sale a robar y le pegan un tiro. Es, también, la despedida de una madre: “Esas cosas que pasan”, según el rapero. “Le puede gustar a la gente que le pasó algo así y no se pudo despedir con el hijo, es una despedida”, adelanta.
Por Valentina Temesio
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