Por Federico Medina
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Tan simple como la historia de dos vecinas, comunes y corrientes; o tan complicada, infernal e insoportable, como la historia de dos vecinas; o de una sola, separada de la otra solo por una pared.
No me consta, pero con esa consigna podrían haber comenzado a escribir esta obra Noelia Herrera Luzardo, la directora, junto a Analía Ruiz Santesteban y María Inés Cabaleiro Álvarez, las dos actrices en escena en María.
“Una ciudad, un edificio, dos microapartamentos linderos. En cada uno de ellos vive una mujer”, anuncia el programa.
En cualquier caso, se trata de María.
Del argumento
Analía Ruiz Santesban, María, prepara un monólogo teatral. Tiene depositadas grandes esperanzas en una audición que consiguió y su trabajo es solo una roca. Habla con su madre por teléfono, o intenta explicarle cuándo pueden escucharse. Sus apuros también son los de su madre. Alguna vez pueden conectarse. María lidia de forma interesante y hasta armoniosa cuando el silencio toma el aire del poco lugar en su hogar. El agobio puede ganarle una jornada, incluso meterse en sus sueños.
Del otro lado, hay un departamento a la venta. Y una casa. Y, en el reflejo de la ventana, el anhelo de nuevo hogar.
María Inés Cabaleiro Álvarez, la otra María, puede ordenar su espacio en livianos cajones con rueditas, mientras se prepara para una nueva vida; pretende todo lo que puede vender con facilidad y gracia, aunque no lo necesita. Se adelanta a los acontecimientos mucho más allá de su deseo, aunque no está segura de si podrá soportarlo por mucho tiempo.
La original y laboriosa puesta, las luces y la música, envuelven al espectador en el mar de historias humanas que se suceden con el corte de mini capítulos, aunque la luz rara vez se apague.
Lo que les pasa a las dos, tres, cuatro mujeres de la historia puede ser tan extraordinario como olvidable. Sin embargo, resulta agradable ver de cerca las coreografías, los ajustes e imposturas que la vida cotidiana impone por su propio peso a los cuerpos humanos.
El registro actoral transita en un vaivén que alcanza, por momentos, la comedia costumbrista, o baja hacia un mundo de absurdo decadente, tan familiar como el de la época de oro del cine de Hollywood, o el que puede provocar el consumo continuado de psicofármacos.
María va en Sala Verdi los próximos 21, 22, 23, 24, 25, 28 y 29 de setiembre: miércoles, jueves, viernes y sábados, a las 21; domingos, a las 19 horas.
Por Federico Medina
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