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Música
Plata

Ernesto Tabárez: “Se trata de hacer canciones hasta que una te guste mucho”

La banda de rock Eté y Los Problems se presenta este 8 de diciembre en Plaza Mateo, en su show de fin de año.

04.12.2024 11:39

Lectura: 15'

2024-12-04T11:39:00-03:00
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Por Catalina Zabala
catazabalaa

La clave para entender a Ernesto Tabárez es su método. Uno que describe como "caótico" y "confuso". Porque no escribe persiguiendo la expresión de una idea, sino que escribe muchas, buscando una esencia. El último álbum de Eté y Los Problems, titulado Plata (2024), habla del mar desde nuestros ojos. Desde los ojos del ser humano. Para su composición, no escribió las 11 canciones que lo componen. Grabó 2.226 notas de voz, las golpeó y las rompió. El resultado final fue de 11 temas que poseen, de alguna manera, la esencia de esas 2.226 notas iniciales, porque a la basura no va ninguna. 

En la tranquilidad de su terraza, Ernesto Tabárez compartió con LatidoBEAT cuáles son sus inquietudes compositivas. Qué le importa. En una etapa de la banda que describe como de adaptación y de asentarse, Eté y Los Problems sigue agradeciendo su pasado, pero mirando hacia el futuro. Hoy, los convoca el salitre en la vida humana. El océano como un lugar "de espacio y libertad". Tras casi 20 años de banda, Ernesto reflexiona sobre las dinámicas de grupo, los retos que implica la composición y la experiencia de aportar su grano de arena a un acervo cultural que Ernesto vive como "lo más valioso". 

La banda se prepara para tocar este 8 de diciembre en Plaza Mateo. Su líder espera dar un show "rockero y festivo" con la intención de cerrar el año. Para quienes acudan, los invita a llevar toalla y estar preparados para terminar "todos en el agua". El evento tendrá lugar a las 18 h y las entradas pueden adquirirse aquí

¿En algún momento sentiste una presión extra por ser el fundador de la banda? 

No. La presión de Los Problems está en hacer las cosas que tenemos que hacer. Cada compañero que he convocado viene a cumplir con las tareas que nos asignamos. Si vamos a hacer un disco, nos ponemos a hacer el disco. Eso no está. Donde sí está es en la parte humana. Cuando tenemos conflictos, siento la responsabilidad de ordenarlos. Pero no particularmente por haber fundado la banda; la banda es lo que es, ya existe. Es una entidad propia, camina sola. En el origen tenía ganas de hacer esas canciones, tenía un grupo de canciones escritas y quería conseguir gente que las tocara. Esa era mi presión, que les gustaran las canciones. La presión sigue siendo un poco esa. Siempre tengo la presión de que les gusten las canciones a mis compañeros, de hecho son las últimas personas a las que se las muestro. Por lo general, cuando siento a la banda para mostrarle las canciones, es porque ya las tengo. No terminadas, porque hay un montón de trabajo que hacen ellos, pero sí estoy convencido de que esas son las canciones que hay que grabar. 

Surgen en 2005, llevan casi 20 años de banda. ¿Qué cambios ves en el panorama musical? 

Un montón, pero al mismo tiempo es siempre igual. Siempre hay tres, cuatro lugares, siempre hay un conjunto de bandas más o menos activas. Eso es siempre igual. Los lugares son mejores, suena mejor, las bandas tocan mejor, tocamos más temprano. Es todo más ordenado. Cuando nosotros empezamos, tocábamos a las tres de la mañana, cuatro de la mañana. Pero en general, siento que es un camino que se desenvuelve de manera natural, no siento que haya habido cambios rotundos. Es más o menos igual siempre. 

Foto: Javier Noceti

Foto: Javier Noceti

A través de los años las bandas sufren transformaciones. ¿En qué etapa se encuentran como banda? 

Estamos rebien. Al mismo tiempo, esta formación de Los Problems es relativamente nueva. Este es el primer disco que graban, tres de los cinco entraron en 2020. Yo creo que se está asentando eso, entendemos mejor cómo trabajar juntos. Estamos en un buen momento en ese sentido, y ahora nos queda girar. El año que viene vamos a girar Plata, que salió este año, pero lo tocamos solo en Argentina y en Montevideo. Las giras mueven todo, para bien y para mal. La banda tiene que aprender a vivir junta, y eso cambia todo. Pero yo espero que estemos bien. 

¿Cómo sentís que cambiaron tus composiciones o tus modos de trabajar? 

Soy cada vez más lento escribiendo, cada vez me lleva más tiempo. Siento que las letras son cada vez más hondas, o en todo caso, que me lleva más tiempo ir más hondo. Antes trabajaba más con guitarra y voz, y ahora trabajo en un estudio doméstico. Entonces hago más música, y hay más intenciones en los demos de cómo quiero que suene. Pero en el fondo siempre se trata de lo mismo, de encontrar una canción que me guste. Se trata de hacer canciones hasta que una te guste mucho. 

Foto: Javier Noceti

Foto: Javier Noceti

Algunas de sus canciones, como "Jordan", trascendieron las generaciones: ¿Cómo es hacer canciones que marcan décadas? ¿Pensás en eso cuando escribís? 

No pienso en eso cuando las hago, porque además nunca lo sabés. Vos podés pensarlo de muchas canciones, y que después no pase. "Jordan" es un milagro para mí, lo que me pasó con esa canción. Yo sigo viviéndolo así. Pero cuando termino la canción, ya me pagó el trabajo que hice. Todo lo demás es yapa, y es gigante. Ahora está pasando con una canción que se llama "Hijos del mar", que la van a cantar en varias escuelas este año, y a mí eso me conmueve mucho. Tengo una hija de seis años que cada vez que voy a su fiesta de fin de año, lloro. A mí esas cosas me emocionan mucho, no sé por qué. Supongo que hay algo del paso del tiempo, que me emociona el ser testigo de esos pasos que todos atravesamos.

Ahora va a pasar que en la escuela de los hijos de Iván, el bajista de la banda, los de primero le cantan a los de sexto esa canción. Entonces su hijo chico, el Pipu, le va a cantar al Mot, su hijo grande, esa canción. Ya me anoté para ir a llorar en fila. Vamos a ir todos a llorar. Y en esa misma escuela, hay un niño que es mi vecino y que va a estar ahí. Todo me resulta muy emocionante, porque que te canten en la escuela es estar en el corazón del pueblo. Esos niños van a llevar esa canción no como algo que les guste, sino como un acervo. Como las canciones que vos cantaste en la escuela cuando eras chico, que no eran tuyas, eran unas canciones que eligieron las maestras. Pero en algún lugar, quedás participando del acervo musical de esos niños, entonces para mí eso es gigante. Es lo más valioso, a mí me importa un montón.  

Foto: Javier Noceti

Foto: Javier Noceti

¿Cómo se siente ser parte del acervo cultural de un país? 

Cuando hago las canciones, no pienso en eso. Sí voy tomando algunas decisiones en cada disco. Cosas que quiero, cosas que me parecen relevantes para sumar al discurso público, cosas que quiero que estén en la escena. Pero más allá de eso, trato de no pensar en esos términos cuando estoy escribiendo. En ese momento básicamente estoy encerrado adentro de una idea, tratando de encontrarle la solución. Todo lo demás viene después. Cuando estoy trabajando estoy tratando de resolver un problema, y eso a mí es lo único que me convoca. Son un montón de problemas: primero componerla, después ensayarla con la banda, siempre estás pensando que está saliendo mal y tratando de arreglarla. Después vas a grabar y estás pensando en el sonido de la batería, y en que el bajo tiene una nota que queda rara. Todo eso te ocupa toda la mente cuando estás grabando. 

¿Cómo es tu proceso creativo, desde que aparece la primera idea hasta que se transforma en canción? 

Tengo muchas ideas, y les doy vueltas a todas al mismo tiempo. En un momento encuentro 30 canciones, y de esas elijo 10, 11 o 12. Empiezo con un concepto general, este por ejemplo era un disco sobre el mar. Entonces empiezo a leer un montón de material sobre el mar, desde Moby Dick (1851) hasta libros técnicos de navegación o de biología marina, para entender qué estoy haciendo. Leo todo lo que encuentro al respecto, y no leo ninguna otra cosa. Miro solo cosas de eso, escucho solo pódcast que hablen del mar, etc. Así me pasé cuatro años. En paralelo, voy tratando de hacer canciones. Con todo esto que voy escuchando, voy al estudio todo lo que puedo. Ahí, me siento a hacer canciones sin pensar en todo esto. O sí, pero de un modo lateral, pensando en las canciones que quiero hacer.

Eso se va convirtiendo en un conjunto de canciones, se empiezan a repetir algunas ideas. Para este disco tenía 2.226 notas de voz. Tengo ocho del disco nuevo, o sea que tenía 2.218 archivos de audio de cosas posibles, más otro tanto que tengo en la computadora, que son hechas en el estudio. Por lo general, las del estudio nacen de archivos de acá. Entonces, de esas 2.000 cosas agarran forma 150, que se parecen a una canción, aunque le faltan partes. Después arrimo 50. De esas termino 30, todo así. Paso de 2.000 a 11. Va siendo cada vez más amplio, y después lo voy concentrando. Lo voy reduciendo hasta llegar a eso. Por lo general, no queda demasiado afuera de esas 11. La inmensa mayoría de las cosas están ahí, porque los 2.000 archivos están para que después existan las 11 finales.

Foto: Javier Noceti

Foto: Javier Noceti

Hago una cosa de cinco minutos, de la cual solo voy a tomar una palabra, o una secuencia de dos acordes, un intervalo de acordes. Una cosita. De ocho minutos rescato dos segundos. Esos dos segundos van a otra canción completamente distinta, pero ese archivo existió para que existiera esa canción. Capaz que esa otra canción solo existió para que existiera su introducción, porque después eso va en otra. Trabajo así, de un modo muy caótico, muy confuso. Al final está casi todo, salvo algunas cosas que no llegué a encontrar. Siempre hay alguna canción que no llegué a convertir en una que me gustara lo suficiente. Por ejemplo, tenía una canción sobre una ballena, e hice muchas canciones sobre una ballena. Muchas. 50, quizás. No quedó ninguna; ninguna estuvo tan buena como para estar. Quedó un espíritu de una de esas canciones en la primera del disco, pero después, esa es la única que no logré en este disco. En todos los discos me quedo con alguna que no llegué a hacer. 

O sea que nunca queda nada para descartar, ¿todo está presente de alguna manera?

Sí, y no lo reutilizo nunca. No es que para escribir el próximo disco me ponga a escuchar los otros 2.000 archivos, sino que empiezo con otros nuevos. Porque esos existen en tanto fueron creados para eso, entonces tienen el espíritu de ese disco y no del que viene. Ese va a tener otros. Hay una carpeta nueva que se llama "La fábrica", que tiene ocho archivos en este momento. 

¿Hasta terminar un álbum, no pensás en otro proyecto? ¿No se dan diferentes trabajos de composición en simultáneo?

A veces, voy pensando un poco. Me pasa que estoy trabajando una canción y llega una idea que claramente no pertenece. A veces, esas ideas que no pertenecen transforman lo que estoy haciendo y encuentran su lugar. Otras veces, se trata de ver que habla de otra cosa. De hecho, puede ser la primera canción en la que trabaje, que genere un nexo entre los dos discos. Después, esa canción puede no ir en el disco perfectamente. Hay un proceso que tiene mucho más que ver con la intimidad, y que no tiene que ver con lo que publico. Tiene que ver con que hay muchas canciones, la gran mayoría, que yo las hago para mi proceso íntimo de componer un disco. Después, queda un grupo de canciones que sí son para publicar. Pero otro montón no nacen para eso, nacen para mí y ahí quedan. 

Foto: Javier Noceti

Foto: Javier Noceti

Han tocado en Europa. ¿Cómo recibe el público europeo al rock nacional? 

Nosotros giramos mucho en Alemania, y muy poco en España. En Alemania fuimos a un circuito con un grupo de gente que labura con La Vela Puerca. Entonces ahí nos pasaron cosas increíbles, como alemanes vestidos del Enano. La Vela Puerca en Alemania tiene fans mal, realmente un petizo de boina alemán nos vino a saludar y se agitó todos los temas, pero eso no era nuestro. Era del Enano. Yo no sé si hay un recibimiento al rock nacional, La Vela Puerca tiene un mundo en Alemania porque van hace 20 años o más, creo que la primera gira la hicieron en 2002 o 2004. Después es raro, esta es una banda que tiene mucho en sus textos. Pero igual les gustaba, eran amables y sacudían la cabeza, pero no mucho más.

De hecho, si volviéramos a Europa, que es la idea el año que viene, a mí me interesa más volver a España. Obvio que quiero volver a Alemania, pero más porque dejamos gente querida, porque hay un par de ciudades en las que sí sentimos que había pasado algo: en Hannover, en Kiel, en Berlín un poco, como que tenía sentido volver. Pero hay otro montón de shows que los hicimos porque estaban en la gira. Poco sentido tiene ir a tocar de vuelta para 42 personas. Es algo que no tendríamos que hacer de nuevo, o por lo menos la cantidad de esfuerzo que lleva hacerlo, no lo amerita.

En otros lugares sí, repito, a Hannover quiero volver, a Kiel quiero volver, y a Berlín también. Yo haría esas tres fechas en Alemania y alguna más si pinta, pero para hacer esa gira concentramos un montón de esfuerzo, de dinero y de trabajo en lograrlo. Ahora, me gastaría ese trabajo en hacer una buena gira en España, donde tocamos poco y nos fue rebien. En Valencia por ejemplo nos fue bárbaro, la gente estaba recopada, uno se subió al escenario a darme un beso. Los días de la gira en España fueron los mejores días de la gira en general. 

El álbum Plata (2024) trabaja con el mundo del océano. ¿Cómo te diste cuenta de que querías hablar de eso? ¿Cuál es tu relación con el océano? 

Llegué a eso porque me fui a vivir en frente al puerto, estuve un montón de años mirándolo. En la pandemia, me imaginé que me servía para proyectar el mar como un lugar de espacio y libertad respecto a estar encerrado. Por otro lado, en paralelo, volví a leer Moby Dick y dije: "Tengo que hacer un disco con esta sensación". Después, un fin de año, sonaron todas las bocinas de todos los barcos al mismo tiempo, y sentí que tenía que hacer un disco del mar. Durante tres, cuatro meses, cada tanto me llegaba ese "tengo que hacer un disco del mar", y un día me fui a escribirlo: el 1° de enero de 2021 me fui al estudio y empecé a escribir. Esa canción, la de la primera escritura, es "Arariyo" . Igual hay cosas que ya venía trabajando de antes, pero sí, es eso. 

Antes de esa experiencia, ¿no tenías una relación especial con el mar? 

Como todo el mundo, como mucha gente. La mayoría de los uruguayos, al menos. Una relación permanente con el río, que es particular, no está definido del todo. No se sabe realmente si es un estuario, es una cosa extraña. Entonces con eso, y después con el mar de la niñez, con las vacaciones, con una cosa que está muy presente en la literatura. Hay un montón de literatura marítima en el mundo, de hecho yo pasé de querer que mi disco fuera del mar, a que terminara siendo un disco de marineros. Hay más de las personas respecto al mar, que del mar en sí. El mar, por lo menos para mí, fue inabarcable. De lo que pude hablar más fue de la experiencia humana en el mar. Pero sí, un día me di cuenta de que soy una persona que nunca estuvo triste adentro del agua, siempre estoy contento ahí. Incluso cuando estoy triste afuera, me meto al agua y estoy contento. Yo soy un gordo loco del agua. 

Foto: Javier Noceti

Foto: Javier Noceti

Tocan el 8 de diciembre en Plaza Mateo. ¿Qué se puede esperar del show? 

Vamos a tocar varias canciones de otros discos, hay canciones que hace pila que no tocamos. Queremos que sea un show rockero, menos denso que el de Plata. Tenemos ganas de hacer un show más festivo, un show de fin de año, y yo espero que el público lleve toalla porque mi plan es que terminemos todos en el agua, y lo digo en serio. Ponelo de título, si querés. Mi plan es que terminemos todos en el agua, yo no jodo con eso. Después de la última canción salimos, nos subimos al escenario de la Rambla. Nos paramos ahí, terminamos, y gordo loco al agua. Cierra el año de Plata. Espero que terminemos todos en el agua. 

Por Catalina Zabala
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