Una literatura recostada en las particularidades del lenguaje, la voz de los humildes y las parias de la fe. Una vez más, el autor retrata de manera precisa el dolor de la pobreza de manera empática y acertada, con especial atención en lo que sucede por las calles. "Justiciero de las lenguas rotas", dispara imágenes difíciles de olvidar.
Fabián Severo es docente de literatura. Escribió Noite nu Norte. Poemas en Portuñol (2010, 2011, 2017, 2022), y obtuvo una Mención de Honor en el Premio Nacional de Literatura de 2012. Sus obras han sido publicadas en Brasil, Argentina, España, Cuba y Estados Unidos. Cuenta también con un Premio Morosoli de la Fundación Lolita Rubial, en la categoría de Poesía, entre otras distinciones.
En su literatura se destaca el portuñol, un elemento que forma parte constitutiva de la esencia de Severo. Con ternura, vuelve a pasajes de su infancia, de la frontera e intercala pasado con presente y futuro.
¿Preferirías viajar al futuro o al pasado?
A ninguno de los dos. Prefiero Río de Janeiro.
¿En qué te gustaría reencarnar?
En un parlamentario.
¿Qué libro de otro autor/a te afectó de tal manera que te gustaría generar ese mismo efecto en tus lectores?
Grande Sertão: Veredas (1956), de João Guimarães Rosa.
Top 3 de libros que más regalaste/recomendaste
La vida breve (1950), de Onetti, Obra poética (2007), de Circe Maia, y El llano en llamas (1953), de Rulfo.
¿Qué cinco cosas guardarías en una cápsula del tiempo?
He guardado mi infancia, la frontera, la voz de mi madre en mis páginas, que son una especie de cápsula del tiempo.
Si pudieras coescribir un libro con cualquier autor/a, vivo o muerto, ¿con quién sería y por qué?
Con Ernesto Díaz, porque es el poeta más importante de la frontera.
Si estuvieras en la Biblioteca Nacional de Uruguay y te pudieras robar un libro sin que nadie lo supiera, ¿cuál sería?
Mundo a la vez (1956), de Álvaro Figueredo.
Contanos qué estás leyendo ahora
Temporada de ballenas (2024), de Tamara Silva
El primer verso que te viene a la mente.
“Lejos tu amor, ayer me amabas”, de Ernesto Díaz
¿Qué libro prestaste de tu biblioteca y hasta el día de hoy no fue devuelto? ¿Y al revés?
Los libros no se deben devolver. Por eso, no presto o no pido prestado. Pero si me insisten y se llevan un libro de casa, sé que no volverá más.
¿Como lector/a, qué te gusta encontrar en un cuento?
La precisión, siempre.
Tu idea de felicidad y tu idea de miseria
La felicidad es un día con Laura y Julieta. La miseria es la condición en la que viven la mayoría de los artistas.
¿Qué le dirías a Dios?
Que regule los derechos de autor.
¿Qué libro nunca te aburrís de releer?
Los de Circe Maia.
¿Por qué Costuras?
Es un homenaje a las costureras de mi familia, y a las personas que me regalaron retazos de historias.
¿Cuánto tiempo te llevó escribir este libro, desde la concepción de la idea hasta la publicación final?
El primer relato es de 2017, y el último es de 2024.
Si tuvieras que describir tu libro en una sola frase, ¿cómo la formularías?
Retazos, aguja, hilo, voces, máquina de coser palabras.
Si de la noche a la mañana pudieras hablar de manera fluida cualquier idioma, ¿cuál sería y a qué lugar viajarías para probarlo?
El inglés para leer a Carver, a Lee Master, a Shakespeare.
Escribir para...
No morir de tristeza.
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Fragmento de Costuras:
Una de arroz, dos de agua
Yo me dejo regar por la lluvia de la cebolla y me voy para el norte, buscar los alimento que me faltan.
Veo mi madre arrecostada en la mesada, con todo picadito, para impezar la nube de los olor. Cuando ella fritaba cebolla, parecía que la agua del lluvero istaba caindo en el suelo de la cocina.
Una cebolla, medio morrón, un diente de ajo… A principio de mes, el guiso era con chuleta de oveja, pero, cuando la cosa se ponía ruin, mi padre traía una bolsa de carne picada congelada del Brasil.
¿De vuelta vamo comer guiso de arroz?
No te quejes, Fabi, que hay gente que ni tiene para comer, decía mi madre mientras goteaba arroz adentro de una taza.
Mi madre ponía la mesa. Servía el plato de humo. Yo aplastaba las papa y comía despacio, administrando los pedazo de carne.
Ahora que me alimento en el sur, lejos de los sabor de mi infancia, descubro que el mundo está lleno de verduras que ni sé. Voy en la feria y pregunto:
¿Cómo se llama esa que parece una bombita de agua?
Berenjena, me responde la señora.
Y yo vuelvo a preguntar: ¿es fruta o verdura?
En mis día de Artiga, nosotro solo cocinaba con cebolla, morrón verde y ajo. El mundo era más simple.
Cuando quiero volver al norte de mi vida, preparo un guiso de arroz. Pico todo chiquitito y empiezo viajar en la lluvia de la cebolla. Intonce, escucho mi madre dar tres golpe con la cuchara de madera en el borde de la olla, y me despierto de la infancia.
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