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Contenido creado por Sofia Durand
Literatura
Los libros y sus autores

Felipe Polleri: "La idea de que se pueda cambiar una parte de un libro es horrorosa"

El autor de "Los animales de Montevideo", de Estuario, conversa sobre su proceso creativo y personajes de libros propios y ajenos.

11.01.2024 12:47

Lectura: 5'

2024-01-11T12:47:00-03:00
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El protagonista es un "loco" que tiene la personalidad escindida. No es la primera -ni probablemente la última- vez que Felipe Polleri engendra un personaje con estas características. En este caso, lo sitúa en una ciudad "odiada y odiosa". 

Fundador de zoológicos y circos, ve animales en todas partes. Hacia el lector hay tanto amor como burla. 

Los animales de Montevideo (2015) es definida como la novela más salvaje, más brutal, más sarcástica, pero también la más tierna de Felipe Polleri (1953).

Polleri, el intransigente, el indomable, el cancerbero de la literatura uruguaya. Además de Los animales de Montevideo, es autor de libros como Carnaval (1990), Vida de los artistas (2001), Gran ensayo sobre Baudelaire (2007), El dios negro (2010) y La alegría de las mujeres (2021), entre otros. 

“Lo más llamativo es la acumulación de imágenes coloridas, el lenguaje a la vez procaz y austero, y los personajes y paisajes montevideanos pintados con una crudeza que evoca los los grabados de Goya. La presencia de seres marginales se convierte en materia prima para una alquimia literaria que se transmuta en belleza", escribió el propio Mario Levrero sobre Carnaval en El País Cultural.

“Una obra que conmueve y da espectáculo. Un personaje en busca del amor, tanto en su interior como afuera, en un mundo que se proclama solidario y que no coincide con la realidad: toda una ruptura de valores éticos denunciados”, escribió el uruguayo Rafael Courtoisie sobre Colores, en Brecha.

Fotos: Javier Noceti

Fotos: Javier Noceti

¿Preferirías viajar al futuro o al pasado? 

El futuro es horroroso, el pasado es horroroso. Si me dan a elegir, viajo al presente, que también es horroroso, pero conocido. 

Si pudieras ser un personaje de tu libro, ¿cuál serías? 

Soy todos los personajes de mis libros.

Si pudieras cambiar el final de cualquier libro famoso, ¿cuál elegirías y cómo sería el nuevo final? 

La idea de que se pueda cambiar tan solo una coma, del final o de cualquier parte de un libro, es horrorosa.

Si pudieras vivir en el mundo de cualquier libro, ¿cuál elegirías y por qué? 

En Hamlet, porque se mueren todos. 

Si pudieras invitar a tres personajes literarios a cenar, ¿quiénes serían y por qué?

Alicia, el Conejo y el Sombrerero Loco (y, si se pudiera, a la Marmota, también). A tomar el té y festejar mi no cumpleaños. 

¿Cuál es tu técnica más extraña o inusual para superar el bloqueo de escritor?

Sufrir.

¿Qué cinco cosas guardarías en una cápsula del tiempo?

Guardaría a la Historia, cinco veces. Para que ella conserve lo que considere digno de ser conservado. 

Tu autobiografía en una frase.

No autorizada.

Contanos qué estás leyendo ahora.

Adiós a todo eso, de Robert Graves.

Si pudieras tener una conversación de una hora con cualquier escritor famoso, pero después nunca más podrías leer ninguna de sus obras, ¿a quién elegirías para tener esa conversación?

A [Fiódor] Dostoievsky. Ya las leí todas y las puedo reproducir de memoria.

Si tus libros fueran adaptados al cine, ¿quién te gustaría que interpretara al personaje principal?

Marlon Brando (y que se maneje).

El primer verso que te viene a la mente.

Me moriré en París con aguacero…

Fotos: Javier Noceti

Fotos: Javier Noceti

¿Para qué literatura en el tiempo del desamparo?

La literatura no tiene tiempos. Como dijo [Bertolt] Brecht: “¿en los tiempos sombríos también se cantará? También se cantará sobre los tiempos sombríos”.

Lo último que comiste va a ser el menú para toda tu vida ¿qué es?

Café.

Contanos sobre esa vez que un lector te reconoció en la vía pública.

Hace poco tiempo, a la salida de un supermercado, desde un coche, una rubia me gritó: “te amo, Polleri”. Say no more

Tu idea de felicidad y tu idea de miseria.

Escribir.

No escribir.

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Fragmento de Los animales de Montevideo:

No había lugar para mí en el edificio. El portero señaló con su garra la pared donde había estado mi cuchitril con los ojos fijos en mi corazón y relamiéndose sus relucientes bigotes de gato. La ratona, temblando y olfateando algo muy peligroso que había sobre su cabecita, también dijo no conocerme y salió corriendo hacia la escalera. 

Toda la ciudad fue edificada para que se coma mis cuchitriles, sucuchos, cuevas, agujeros, etc., en cuanto salgo a la calle. La puerta se transforma en la rama de un árbol de algún patio cercano, las paredes salen en vuelo de ladrillos por la ventana y forman un muro lindero a una o dos casas o cuadras. El corredor, al que daba mi cuchitril, se estira para cubrir el hueco que dejó la puerta y, al final de cuentas, me dejan sin nada, con mi ropa y mis libros apretados y cubiertos de mezcla en el muro del baldío de enfrente. 

Toda la ciudad es un animal repugnante parido con el único propósito de echarme. Pero todavía no me voy, Montevideo. Y te sigo mirando de arriba abajo y te describo y dibujo en mis cuadernos y libreta de apuntes. 

Creo que mis tías están en el asunto. Si: resueltas a convertirme en un “sin techo” para avergonzar a mi madre, una santa, que de ningún modo se merece tener por hijo a un bichicome (asesino serial) y escritor.

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